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Lopez Obrador corrompe al Ejercito para que lo cubra

 Sábado 13 de febrero de 2021 /Efraín Kleriga/MXPress. –El anuncio de que el Ejército Mexicano tendrá otro encargo: Operar un aeropuerto civil en Santa Lucía, es todo menos sorpresivo. Es parte de una camino hacia una dictadura militar.

Otro anuncio: En plena crisis se resucita el cargo de Gobernador de Palacio Nacional, cargo abogado hace cuatro décadas por inútil. Paso de la misma comedia absurda mexicana. Y no por esperado el régimen absoluto es menos grave.

Para construir Santa Lucía, Andrés Manuel López Obrador, canceló el que iba a ser el aeropuerto internacional más importante en Latinoamérica, con hasta 70 millones de pasajeros por año, y el cual, por su operatividad, fungiría como aeropuerto de intermedio para vuelos entre Europa y Latinoamérica.

Cancelar ese aeropuerto costó casi 200 mil millones de pesos. De los cuales 50 mil millones son pérdida total para el Erario y unos 140 mil son indemnizaciones o bonos que se tendrán que pagar, lo que presuntamente se haría con las utilidades y los impuestos causados en Santa Lucía.

Pero ahora López, monarca absoluto, avisa que ha decidido que la administración del nuevo aeropuerto y los beneficios van a ser para la Secretaría de la Defensa Nacional, que van a actuar como una nueva empresa paraestatal.

"López ya actúa como monarca absoluto, sabe que el Congreso lo obedece y ahora corrompe a las fuerzas armadas con negocios y poder, intentando que le sean leal a él, no a la Nación."

“(Sedena) va a administrar el aeropuerto y los beneficios van a ser la Secretaría de la Defensa, las utilidades, las ganancias, porque además de dar un servicio importantísimo, es un negocio y va a quedar establecido que la empresa que administre va a depender de la Secretaría de la Defensa”, declaró López durante la inauguración de la pista militar ya existente y remozada a un costo altísimo.

El aeropuerto de Santa Lucía, llamado coloquialmente “Santa Necia”, ha escalado la estimación del costo, en dos años, de 60 mil millones de pesos a 83 mil, de los cuales se han gasta casi 30 mil sólo para renovar la pista militar y construir un galerón con tipo de supermercado de pueblo, para  la operación.

A este cotos debe sumarse la pérdida por cancelar el aeropuerto en Texcoco, y hablamos de no menos de 280 mil millones de pesos, 14 mil millones de  dólares, tres mil más que el Aeropuerto Pekín -Daxing, terminado en 2019 y que ya mueve 100 millones de pasajeros, cinco veces más que la capacidad probable de  Santa Necia, que será el aeropuerto más caro del mundo, y ni siquiera el más grande de México.


El 1 de julio de 2018, en la sala de prensa del Consejo Nacional Electoral, muchos colegas me cuestionaron que delinearía como una suerte negra para México la victoria electoral de Andrés Manuel López Obrador.

Hoy muchos se sorprenden porque se materializa la crónica de la muerte muy anunciada de nuestro país. De pronto se dan cuenta que aquel a quien llamábamos “Blacamán” de la política mexica, es un loco que se rodea de un mundo falso, que construye una realidad con mentiras, y en el que los contrincantes son perversos, por el hecho de serlo, y sus aliados son virtuosos y sus pecados, inocuos.

Como mexicanos que siempre vivimos en la cultura del cuento de hadas, en la que esperamos toda la vida ganarnos la lotería o que la Virgen de Guadalupe haga el milagro de la multiplicación de los salarios y la disminución de las jornadas de trabajo, muchos creían que el mundo maravilloso que pintaba López.

Yo no, tal vez porque llevaba muchos años en el oficio periodístico. De hecho, el olor que más evoca mi niñez es el olor a tinta, a torres de papel envejeciendo, y entre las conversaciones familiares que más recuerdo son aquellas sobre la persecución de Ernesto P. Uruchurtu a mi padre por lo que publicaba en su ¡Revista Ya!

El sueño que los Amlovers, peje zombies quieren creer

¿López será presidente o emperador?

También, por haber vivido la suerte negra de perderlo todo en la crisis lopez portillista y terminar vendiendo ferretería por casi cuatro años; por acordarme de los tiempos de la estanflación en la que López Portillo dejó un país sin empleo, sin consumo, pero encarrerado a inflación que llegaron al 190 por ciento anual.

Males que se acabaron al desincorporar o desparecer las más de 200 empresas paraestatales, algunas que nunca funcionaron, otras que estaban quebradas hace años, otras como Ferrocarriles Nacionales que perdía cientos de millones por año, y otra más como Telmex, que estaban convertida en un cuello de botella para el desarrollo, como lo es las protegidas de hoy, Pemex y CFE.


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