Variaciones
temático
La nueva ciudad americana y el fin del espacio público
ciudad,
nueva frontera: el Lower East Side como oeste, salvaje oeste
NEIL SMITH
La noche del 6 de agosto de 1988 se produjo un alboroto en
los bordes del Tompkins Square Park, una pequeña zona verde del Lower East Side
de Nueva York. Se prolongó con furia
toda la noche, con la policía a un lado y una mezcla diversa de manifestantes anti-aburguesamiento,
punks, activistas pro-
vivienda, habitantes del parque, artistas, juerguistas de
sábado por la noche y residentes del Lower East Side en el otro. La batalla se
inició tras un intento por parte del Ayuntamiento de decretar un toque de queda
en el parque a la una de la madrugada, con el pretexto de "expulsar"
a la cantidad cada vez mayor de gente sin techo que vivía o dormía allí, a los
jóvenes que hacían sonar sus cadenas de música de madrugada, a los compradores
y vendedores de drogas que utilizaban el parque para hacer negocio. Sin
embargo, muchos residentes locales y usuarios del parque veían de un modo
distinto lo que allí estaba ocurriendo. Para ellos, el Ayuntamiento estaba
intentando apaciguar y domesticar el parque para favorecer de ese modo el
aburguesamiento casi desenfrenado del Lower East Side. "Aburguesamiento =
iLucha de Clases!" , rezaban las octavillas y las pancartas de la manifestación del sábado por la
noche, que reclamaba que el parque permaneciera abierto. "iMorid, yuppies
de mierda!", se cantaba en las canciones. "Los yuppies y los magnates
inmobiliarios han declarado la guerra a la gente del Tompkins Square
Park", proclamaba un orador. "¿De quién es este parque de los cojones? Este parque
de los cojones es nuestro", era el eslogan más repetido. "La lucha de
clases irrumpe en la Avenida B", anunció el New York Times. l
En realidad, lo que incendió el parque la
noche del 6 de agosto fue la violencia policial. Disfrazados
con alienígenas uniformes antidisturbios y ocultando sus placas, los policías
obligaron a todo el mundo a evacuar el parque antes de medianoche, y luego
lanzaron una serie de cargas "de cosaco" contra los manifestantes y
los residentes reunidos en los bordes del parque. "Los polis parecían
alocados y fuera de control", contaba un testi-
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go ocular. "Parecían levitar con un odio que yo no podía
entender. La habían tomado con una protesta relativamente pequeña y la habían
extendido a todo el barrio, encendiendo los ánimos de cientos de personas que,
para empezar, en ningún momento se habían acercado al parque". Al final
fueron desplegados 450 agentes, quienes "irradiaban histeria" , según
contaba otro testigo. Hubo "cargas de caballería por las calles del East
Village, un helicóptero que sobrevolaba en círculos, gente que había salido a
buscar un periódico del domingo que corría aterrorizada por la Primera
Avenida". Finalmente, poco después de las cuatro de la madrugada, los
"polis" se replegaron en "ignominiosa retirada", y los
exultantes manifestantes volvieron a entrar en el parque bailando, gritando y
celebrando su victoria. Algunos manifestantes utilizaron una barricada de la
policía para romper las puertas de vidrio y latón del edificio de apartamentos
de Christodora, que linda con el parque y que se había convertido en un símbolo
odiado del aburguesamiento del barrio.2
Algunos días después de los
disturbios, el alcalde de la ciudad, Edward Koch, definió el Tompkins Square
Park como una "letrina" , y culpó de lo sucedido a los
"anarquistas". El jefe de la Patrolmen's Benevolent Association se
mostró de acuerdo con entusiasmo: "Los parásitos sociales, los
drogadictos, los cabezas rapadas y los comunistas, un insípido conglomerado de
desechos humanos, han sido los causantes de los disturbios". El Civilian
Complaint Review Board recibió 121 quejas por la brutalidad policial y,
basándose en un vídeo de cuatro horas realizado por el artista local Clayton
Patterson, diecisiete agentes fueron citados por "mala conducta".
Finalmente, seis de ellos fueron procesados, pero ninguno fue jamás declarado
culpable.3 El jefe de policía reconoció que tal vez algunos agentes
se habían "sobrepasado en su entusiasmo" debido a su
"inexperiencia", pero se aferró a la versión oficial en su acusación
de las víctimas.
Durante los meses siguientes, los
movimientos de "okupas" y de antiaburguesamiento, hasta entonces
escasamente organizados, empezaron a crecer rápidamente, y entraron en contacto
con otros grupos locales pro-vivienda. El Tompkins Square, que ahora era ya un
"espacio liberado", atrajo a más gente sin techo, algunos de los cuales
también empezaron a organizarse. Ahora bien, también el Ayuntamiento cerró sus
filas. Los toques
de queda en los grandes parques de la ciudad (que habían sido
suprimidos tras los disturbios) volvierón a instaurarse gradualmente. Poco a
poco se fueron aplicando nuevas normativas que regían el uso del Tompkins
Square. Algunos edificios del Lower East Side habitados por "okupas"
fueron derribados. Y enjulio de 1989, las redadas periódicas de la policía
destruyeron las tiendas de campaña, las chabolas y las pertenencias de los
residentes en el parque. Por entonces ya había en el parque un promedio de unas
200 personas en una sola noche, de las cuales unas 3/4 partes eran varones, la
mayoría de ellos afroamericanos o blancos, pero también latinoamericanos,
americanos nativos o caribeños. El 14 de diciembre, el día más frío del año,
Nueva 81
toda la población de los sin techo del parque, compuesta por
más de 300 personas, fue desalojada, y sus pertenencias metidas en una caravana
de camiones de la basura. "Sería una irresponsabilidad permitir que los
sin techo duerman a la intemperie" a esta temperatura tan baja, explicaba
el comisionado de parques, Henry J. Stern. En realidad, lo que el Ayuntamiento
había previsto para los desalojados consistía tan sólo en un "centro de
asistencia" que, según un testigo, "demostró ser poco más que un
punto de reparto de bocadillos de embutido
barato".4 Muchos de los desalojados del parque fueron acogidos
por okupas locales. En enero de 1990, con el alcalde supuestamente progresista
David Dinkins recién instalado en su cargo, el Ayuntamiento mostró tanta confianza
en la recuperación del parque que anunció un "plan de
reconstrucción". Durante aquel verano las pistas de baloncesto fueron
desmanteladas y reconstruidas, con un control más estricto sobre sus accesos.
Las vallas metálicas rodeaban las pistas recién construidas, las zonas
destinadas a los juegos de los niños y las pistas para algunos deportes
específicos, y se aplicó con mayor rigidez la normativa que regía el parque. En
un intento de desalojar a los "okupas" del barrio, que ahora
encabezaban el movimiento contra el aburguesamiento, las entidades municipales
incrementaron su hostigamiento. A pesar de todo, con la llegada del invierno
siguiente, cada vez más gente desalojada por el ayuntamiento se fue infiltrando
de nuevo en el parque, construyendo de nuevo sus estructuras semipermanentes.
En mayo de 1991,
el parque fue escenario de un concierto conmemorativo organizado bajo el lema
"La vivienda es un derecho humano" y se produjo un nuevo
enfrentamiento entre la policía y los usuarios del parque. Con unas 70 chabolas
construidas en aquel momento en su interior, la administraciÓn Dinkins cerró
finalmente el parque a las 5 de la madrugada del 3 de junio, desalojando a más
de 200 personas que vivían habitualmente en él. Alegando que los sin techo
habían robado el Tompkins Square a la comunidad, el alcalde Dinkins
declaró: "Este parque es un parque. No es un lugar para vivir en él".
Se construyó una valla de cadenas de dos metros y medio de altura, una brigada
formada por más de 50 policías, algunos uniformados y otros de paisano, se
encargó de vigilar el parque, y casi de inmediato se inició la reconstrucción,
con un presupuesto de 2,3 millones de dólares. En rea-
lidad, tres de las entradas al parque permanecieron
abiertas y vigiladas por la policía: una de ellas, situada frente al edificio
de apartamentos de Christodora, en la Avenida B, proporcionaba acceso a un recinto
para perros; las otras dos a la zona de juegos para niños y a las pistas de
baloncesto. Según la periodista del Village Voice Sarah Ferguson, el cierre del
parque eran "las campanadas a muertos" de una ocupación que "había
logrado simbolizar el fracaso del Ayuntamiento a la hora de aportar soluciones
para la población de los sin techo" .5 A los que fueron desalojados del
parque no les ofrecieron viviendas alternativas. La gente volvió a acudir a los
alojamientos de los "okupas" locales, o bien se fue diseminando por
la ciudad, aunque algunas ma82
nifestaciones esporádicas, así como la aparición
instantánea de una nueva ciudad de chabolas —apodada Dinkinsville— en un solar
vacío situado tan sólo una manzana más allá, hacen pensar que el cierre del
Tompkins Square Park no ha acabado ni mucho menos con la lucha de los sin
techo.
En tanto que escenario de la primera gran batalla
contra el aburguesamiento, las cuatro hectáreas del Tompkins Square Park se han
convertido en un claro símbolo de este nuevo urbanismo que amenaza con
reconstruir no sólo el Lower East Side, sino también todos los barrios de las
ciudades del mundo capitalista desarrollado. Cedidos a la clase obrera,
abandonados a los pobres y a los desempleados durante la expansión suburbana de
la posguerra, reconfigurados como reservas para las minorías raciales y
étnicas, los terrenos del interior de la ciudad se han vuelto repentinamente
valiosos, y perversamente beneficiosos. El aburguesamiento representa una
inversión geográfica, económica y cultural de la decadencia y el abandono
urbano de la posguerra. Conceptualizado por sus apologistas con la expreSión
falsamente neutral de "reciclaje de barrios", o con la expresión más
festiva de "revitalización", el aburguesamiento ha reconstruido ya
Soho y Lower East Side, e incluso ha afectado a barrios de Manhattan tan
distintos como Harlem y Hell's Kitchen. Desde Amsterdam hasta Sidney, partes
en-
teras de barrios obreros del interior de la ciudad han
sido transformadas en refugios para la clase media y para la clase media-alta,
reservados a las tiendas, al consumo de elite y a las viviendas de lujo.
Algunas metrópolis industriales emprendedoras, como Baltimore o Pittsburgh, han
transformado por completo su imagen. Incluso Glasgow, conocida por sus
astilleros, sus acerías, su industria textil, su clase obrera militante y, más
recientemente, por su desindustrialización crónica, fue en 1990 Capital
Cultural de Europa, un honor previamente concedido a París, Amsterdam,
Florencia y Berlín.
Los medios de comunicación han explicado
insistentemente que el aburguesamiento es una lucha por conquistar y civilizar
las fronteras urbanas. A medida que la industria inmobiliaria impulsa el nuevo
desarrollo y la rehabilitación de los barrios existentes, las áreas amenazadas
crean una defensa beligerante del hogar y la comunidad. Por ejemplo, en Notting
Hill, Londres —escenario de un carnaval caribeño anual que lanza periódicamente
a la policía contra los participantes locales—, existe una clara "línea de
frente" entre una zona aburguesada, a un lado, Y una comunidad obrera
diversa, en el otro. Ahora bien, el nuevo urbanismo es también la expresión de
unos cambios globales de mayor alcance. Si bien el aburguesamiento sistemático
empezó por vez primera en los años sesenta y setenta, asignando a los barrios
un uso de clase media, una serie de transformaciones más amplias —la expansión económica global de los años ochenta, la
reestructuración de la economía nacional y de la economía urbana hacia los
servicios, el ocio y el consumo, la aparición de una jerarquía global de
ciudades mundiales, nacionales y regionales— han hecho que el aburguesamiento
de-
Nueva 83
jara de ser una preocupación marginal de la industria
inmobiliaria, y se haya convertido en la vanguardia de los cambios urbanos.
Donde más evidentes son estas tensiones
es en el Lower East Side ("Loisaida" en el spanglish vernacular, East
Village en la jerga popular y de los artistas), un denso barrio de bloques de
viviendas comprimido entre el distrito financiero de Wall Street, Chinatown,
Greenwich Village, la Calle 14 y el East River. Los escritores locales lo
describen como "una frontera donde el tejido urbano se
desgasta, se abre", y también como "una tierra india, la tierra de
los crímenes y la cocaína" 6 Lower East Side empezó a
experimentar un aburguesamiento sustancial hacia finales de los años setenta.
No sólo quienes apoyaban el aburguesamiento, sino también sus antagonistas,
consideraron el tema de la frontera como algo irresistible. "A medida que
el barrio se aburguesa, lenta e inexorablemente", escribía un periodista
la madrugada de los disturbios de 1988, "el parque se convierte en una
válvula de escape, el lugar de la última supervivencia metafórica" 7 Pocas
semanas más tarde, el Saturday Night Live hizo explícita la imagen del general
Custer en una sátira situada en un fuerte fronterizo. El general Custer
(presumiblemente el alcalde Koch) recibe al beligerante jefe indio Aguila
Planeadora en su oficina, y le pregunta: "¿Cómo van las cosas por allí
abajo, en el Lower East Side?'
La polarización social, política y
económica de este "territorio comanche' se está volviendo cada vez más
drástica y rápida, y refleja las mismas tenciencias que el resto del país.
Durante los años ochenta, los alquileres de los apartamentos subieron, y
con ellos el número de personas sin techo. Los récords alcanzados por la
construcción de edificios de apartamentos lujosos iban acompañados por una
disminución de la oferta de vivienda pública. La subida de Wall Street
generó salarios de siete y ocho cifras, mientras que el desempleo atrapaba
a los inexpertos. El porcentaje de mujeres entre los sin techo y los pobres
aumentó, mientras que los servicios sociales se recortaban, y el
conservadurismo de los últimos años vomitó un racismo recrudecido. Con la grave
recesión de principios de los años noventa, los alquileres se estabilizaron e
incluso bajaron de precio, pero el desempleo fue en aumento, de modo que la po
arización de los años ochenta no hizo más que agudizarse. Lower East Side está
situado en el vértice de todas estas tensiones globales y locales. Aunque los
detalles corresponden a su realidad local, ponen de manifiesto con gran crudeza
los rasgos del nuevo urbanismo en general.
Tompkins Square está situado en el
corazón de Lower East Side. En su límite sur, a lo largo de la Calle 7, hay una
larga pastilla de edificios residenciales con vistas al parque. La mayoría de
ellos son bloques de finales del siglo XIX, de cinco o seis plantas, decorados
con unas escaleras de emergencia precariamente fijadas al edificio, aunque
también hay un edificio de apartamentos más grande con
una fachada deprimente, moderna, toda blanca. Hacia el oeste, los bloques
situados a lo largo de la Avenida A no son
mucho más interesantes, pero la gran
cantidad de cruces de calles y la mezcla de tiendas de tabaco, restaurantes
étnicos y de categoría, bares, puestos de dulces, quioscos, tiendas de
comestibles y clubs nocturnos hacen que este lado del parque sea el de mayor
vitalidad. A lo largo de la Calle 10, en el límite norte, hay un majestuoso
grupo de casas de la época de la guerra civil, la mayoría de ellas arregladas
por las clases aburguesadas durante los años setenta. Hacia el este, la Avenida
B ofrece un frente más fragmentado de bloques, el St. Brigid's Church, así como
el infame edificio de apartamentos Christodora, un bloque monolítico de
ladrillo de 16 plantas construido en los años veinte, que domina la silueta
urbana de todo el conjunto.
El propio parque no tiene nada de excepcional. Se trata
de un rosetón oval de paseos curvilíneos entrecruzados, sombreado por grandes
plataneros y unos pocos olmos supervivientes. Los paseos están flanqueados por
largas hileras de bancos de cemento con tablones de madera pintados de color
verde. Algunas de las grandes áreas de césped se encuentran en mal estado, y
deberían ser sembradas de nuevo. En el extremo sur, delante de la verja que
encierra al parque, un escenario cubierto en forma de concha permitía celebrar
conciertos, representar obras de teatro y otros espectáculos, pero también daba
cobijo y ofrecía un lugar donde poder dormir a los resi-
dentes del parque. En el extremo norte hay un jardín
cerrado y vacío que linda con las pistas de balonmano y de baloncesto. Durante
el día, el parque estaba lleno de ucranianos que jugaban al ajedrez sentados en
los bancos, individuos jóvenes que vendían droga, yuppies que iban o venían del
trabajo, unos pocos punks con sus cadenas de música, estudiantes leyendo,
mujeres puertorriqueñas que llevaban a sus bebés de paseo, residentes que
paseaban a sus perros, niños en la zona de juegos de la guardería. Desde que se
produjeron los disturbios, también había "polis" patrullando en sus
coches, fotógrafos y, por supuesto, una población creciente de "sin
techo" atraída por este espacio "liberado", aunque ya
contestado. Los residentes del parque montaron diversos campamentos con
tiendas, cartones, madera, telas enceradas de color azul brillante, o de
cualquier material encontrado que sirviera para cobijarse. Los consumidores de
drogas duras solían reunirse en la "avenida del crack", situada en el
extremo sur. Un grupo de gente mayoritariamente trabajadora se reunía en la
parte este. Los rastafarianos jamaicanos vagaban por la zona de la fuente de la
abstinencia, cerca de la Avenida A. Los activistas políticos se reunían junto
al escenario cubierto.
Diversamente descuidado y
relajante, fluido y energético, aunque casi nunca —o nunca— amenazador, a menos
que la policía realice sus maniobras, Tompkins Square ejemplifica el tipo de
parque de barrio que Jane Jacobs adoptó como una cause célèbre en su famoso
tratado antimodernista The Death and Life of Great American Cities. Puesto que
apenas tiene el aspecto fisico de una frontera, ni los conflictos de clase, ni
las algaradas policiales, ni la iconografía de la frontera representan una•
novedad en Tompkins Square. En su origen, la zona era una jungla cenagosa. Los
primeros desaloja-
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dos debieron de ser los habitantes de Manhattan que, en 1626,
"vendieron" la isla a Peter Minuit a cambio de unos pocos harapos y
abalorios. Tras su donación a la ciudad por parte del traficante de pieles y
capitalista John Jacob Astor, la ciénaga fue secada, y en 1834 se construyó un
parque. Desde entonces ha sido un lugar de encuentro habitual para las
multitudinarias concentraciones de trabajadores y desempleados. El colapso
financiero de 1873 supuso el despido de una cantidad jamás conocida hasta
entonces de trabajadores y, por tanto, muchísimas familias fueron desalojadas
de sus lugares de trabajo y de sus
hogares. Las instituciones benéficas de la ciudad se vieron desbordadas y, bajo
la presión de los empresarios, el Ayuntamiento se negó a prestarles auxilio.
"En cualquier caso, se producía una fuerte crítica ideológica al propio
concepto de auxilio, y se difundió la creencia de que las penalidades del
desempleo constituían una disciplina necesaria y saludable para la clase
trabajadora." El 13 de enero de 1874, una marcha de protesta se convirtió
en lo que el joven Samuel Gompers recordaba como "una orgía de brutalidad'
Mientras los primeros manifestantes
entraban en el Square, los neoyorquinos eran testigos de la mayor manifestación de trabajadores jamás
vista en la ciudad. El alcalde, de quien se esperaba que iba a dirigirse a los
manifestantes, cambió de idea, y en el último minuto la policía prohibió la
marcha. Sin embargo, no se avisó a los trabajadores, y los hombres, las mujeres
y los niños se dirigieron hacia Tompkins Square, para escuchar el programa de ayudas
a los desempleados que, presumiblemente, el alcalde Havemeyer presentaría.
Cuando los manifestantes llenaban por completo el Square, fueron atacados por
la policía. " Las porras de los policías", explicaba un testigo,
"subían y bajaban. Las mujeres y los niños huían gritando en todas
direcciones. Muchos de ellos fueron pisoteados en la estampida hacia las
puertas. En la calle, los transeúntes eran derribados y golpeados sin piedad
por agentes a caballo" 8
Una hora después de las cargas
policiales, apareció en las calles una edición especial del New York Graphic
con el siguiente titular: "En estos momentos hay disturbios en Tompkins
Square". Tras los disturbios policiales de 1874, la prensa de Nueva York
ofreció una versión que le hubiera gustado mucho al alcalde de 1988. Calificaba
a los manifestantes de "comunistas" , y el New York World, evocando
"el fantasma rojo de la comuna", estableció con gran coherencia una
analogía entre la represión de las hordas municipales en Tompkins Square y la
"heroica" expedición del general Custer contra los salvajes sioux de
las Colinas Negras, en lo que actualmente es el sur de Dakota. 9
Durante las décadas siguientes, la
inmigración de cientos de miles de trabajadores y campesinos
procedentes de Europa no hizo más que intensificar las luchas políticas en
Lower East Side, así como su presencia en la prensa como un entorno depravado.
Hacia 1910, unas 540.000 personas
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se amontonaban en los bloques de la zona, compitiendo
por el trabajo y las viviendas: trabajadores de la confección, estibadores,
trabajadores de artes gráficas, operarios, artesanos, dependientes, criados,
funcionarios, escritores, así como un vivo fermento de socialistas, comunistas,
anarquistas e intelectuales activistas, entregados a la política de la clase
obrera y a sus luchas. Las sucesivas recesiones económicas condujeron a que
muchos de ellos se vieran sometidos a un desempleo intermitente. Los tiránicos
jefes, las inseguras condiciones de trabajo y la ausencia de derechos de los
trabajadores dieron lugar a tentativas de organizar sindicatos a gran escala.
Los propietarios demostraron en todo momento ser auténticos maestros a la hora
de subir los alquileres. En 1911, el incendio del Triangle Waist atrapó a 146
mujeres del Lower East Side, que estaban encerradas en las fábricas que las
explotaban, lo que las obligó a saltar desde las ventanas hacia una muerte
segura sobre el pavimento de la calle. La patronal continuaba oponiéndose a las
organizaciones sindicales. La década finalizó en 1919 con las redadas de
Palmer, una represión política fomentada por el Estado y que iba dirigida
contra el ya famoso Lower East Side. Durante los años veinte, a medida que iban
prosperando los suburbios, los propietarios de todo el barrio dejaron que sus
edificios cayeran en estado ruinoso, y los residentes que pudieron hacerlo se
desplazaron a los suburbios.
Al igual que otros parques, el Tompkins
Square fue considerado por los reformistas sociales de clase media como una
"válvula de escape" necesaria para un tejido tan denso y un entorno
social tan volátil. Tras los disturbios de 1874, fue rediseñado
intencionadamente con el fin de crear un espacio más fácilmente controlable, y
durante las últimas décadas del siglo los movimientos reformistas y moderados
construyeron una zona de juegos infantil y una fuente. Las reivindicaciones
acerca del parque prosiguieron, y en 1938, cuando Robert Moses propuso la
construcción de un campo de béisbol que debía ocupar la mayor parte de sus seis
hectáreas y media, las manifestaciones locales obligaron a una reconstrucción
más modesta. En los años cincuenta, el parque y sus alrededores fueron el lugar
de encuentro preferido de los poetas beat, y en los años sesenta de la llamada
"contracultura". En 1968 fue otra vez escenario de la violencia,
cuando la policía cargó contra los hippies que estaban tumbados en la hierba,
desafiando los carteles con la indicación de "No pisar el césped'
La explosiva historia del parque desmiente la
insignificancia de su forma, y Io ha convertido en un lugar apropiado como
"último reducto" contra el aburguesamiento y el nuevo urbanismo.
La construcción del mito de la frontera
Roland Barthes afirmó en una ocasión
que "el mito está constituido por la pérdida de la cualidad histórica de
las cosas". Richard Slotkin añade que,
87
además del significado tergiversador de su contexto temporal,
el mito ejerce un efecto recíproco sobre la historia: "La historia se
convierte en un cliché" 10 Nosotros podríamos añadir el
corolario de que el significado también debería poderse trasladar al espacio:
la pérdida de la cualidad geográfica de las cosas es igualmente importante en
la conformación del mito. Cuanto mayor es la separación entre los
acontecimientos y la geografía que los constituye, más poderosos son los mitos
y más fuertes son los tópicos son los paisajes geográficos que expresan dichos
mitos, y que se expresan a través de ellos.
El significado
social del aburguesamiento se basa cada vez más en el vocabulario del mito de
la frontera. En un principio, esta apropiación del lenguaje y del paisaje —la
nueva ciudad es una nueva frontera— parece jovialmente inocente, y en cualquier
caso tan habitual que no reviste ningún interés. Los periódicos suelen elogiar
el coraje de los propietarios urbanos, así como el espíritu aventurero y el
vigoroso individualismo de los nuevos residentes, unos valientes pioneros que,
supuestamente, se atreven a ir donde ningún hombre (blanco) se ha atrevido a ir
jamás. "En Lower East Side hemos encontrado un lugar", confesaba una
pareja suburbana en las decorosas páginas del New Yorker.
Calle Ludlow. No conocemos a nadie a
quien se le ocurra venir a vivir aquí. Ninguna de las personas que conocemos ha
oído hablar nunca de la calle Ludlow. Tal vez algún día este barrio será como
había sido el Village antes de que supiéramos algo sobre Nueva York... Les
explicamos que el hecho de bajar a esta parte de la ciudad representa una
especie de pionerismo urbano, y le decimos [a mamá] que debería sentirse
orgullosa. Nos gusta comparar el hecho de cruzar la calle Houston con el paso
de las Montañas Rocosas de los pioneros.
En su sección de noticias inmobiliarias,
el New York Times anunciaba "el adiestramiento del oeste, salvaje
oeste" por medio de la construcción del edificio de apartamentos Armory,
situado dos manzanas al oeste de Times Square: " Los promotores han hecho
su trabajo: la Calle 42 Oeste ha sido adiestrada, amaestrada y limpiada,
convirtiéndose en el nuevo barrio más excitante, más refrescante y más
energético de toda Nueva York".12 La industria inmobiliaria contrata a los
"exploradores urbanos", la vanguardia del aburguesamiento, cuyo
trabajo consiste en buscar barrios degradados donde poder reinvertir, y
comprobar que sus habitantes actuales muestran una actitud favorable. Los
corredores de fincas y los promotores suelen ser
elogiados por su desinteresada dedicación a la revitalización
cívica, a pesar de los beneficios inmobiliarios que obtienen con su
"altruismo
En tanto que nueva frontera, la ciudad
explota con optimismo. Los paisajes hostiles son regenerados y depurados, y se
les infunde de nuevo la sensibilidad de la clase media. Los valores
inmobiliarios suben. Los nuevos urbanitas tienen una movilidad ascendente cada
vez mayor. El refinamien-
88 Neil
Smith 89
to de las elites se democratiza como si fuera una
distinción producida en términos de clases y de razas, sino también la
semiótica más amplia de la serie. Las contradicciones de la frontera real no
han sido totalmente supe-nueva ciudad. La frontera es
tanto un estilo como un lugar. De ahí la proliradas por medio de esta
imaginería, pero han sido suavizadas bajo la for- feración de restaurantes
Tex-Mex 13 las decoraciones "estilo desierto" por ma de
una paradoja aceptable. Al igual que en el antiguo Oeste, la fronte- todas
partes, o la fiebre de la moda vaquera. Un anuncio publicado en el ra es
idílica pero peligrosa, romántica pero implacable. Desde Crocodile Sunday Times
Magazine describe el efecto global: "Para los vaqueros urDundee hasta
Bright Lights, Big City, todo un género cinematográfico ha con- banos, una
frontera pequeña da para mucho. Desde los pañuelos hasta las vertido la vida
urbana en una fábula de vaqueros situada en un entorno pe- botas, las florituras son lo que más
importa... El sello del Oeste puesto de Iigroso lleno de nativos hostiles, como
una especie de autodescubrimiento moda se parece mucho a una marca de
ganado". El anuncio advierte: en los márgenes de la civilización. Al
adiestrar la jungla urbana, el vaquero encuentra a su chica, pero también
encuentra y adiestra por primera vez a [...] no es llamativo en exceso, pero
suficientemente obvio como para atraer la su propio yo. En la escena final,
Paul Hogan acepta a Nueva York —y Nueva mirada. Para los dandis urbanos, esto
se encuentra en los detalles: una chaYork lo acepta a él—, mientras se encarama
como un ranchero de Aussie por queta con flecos y unas mallas negras; un abrigo
de ante-lana con un traje de encima de las cabezas y los hombros de la multitud
del metro. Michael J. raya diplomática; un par de botas de piel de cocodrilo
con casi cualquier cosa. Fox difícilmente podía haber terminado su fábula con
una cabalgada hacia Cuando se duda acerca de la combinación, hay que acercarse
resueltamente al la puesta de sol tranquilizadora del Oeste, puesto que ahora
el resplandor espejo. Si se siente la tentación de decir "yup",14 eso
significa que han llegade las luces está ya en todas partes, de modo que su propia
salvación lle- do demasiado lejos. 15 va
la aureola de una gloriosa salida del sol sobre el río Hudson y el reconstruido
distrito financiero de Manhattan: Battery Park y Wall Street. El des- En Nueva
York, las principales boutiques que ofrecen el kitsch fronteritino evidente de la vieja
frontera se ha trasladado a un recíproco Valhala zo de moda están concentradas
en el Soho, una zona de talleres de artissituado en la gran ciudad. tas y
galerías decadentes, aburguesada hacia finales de los años sesenta El retrato
de la nueva ciudad está tan arraigado, es tan aparentemente y durante los
setenta, que linda con el Lower East Side por la parte surnatural, y la
cualidad geográfica e histórica de las cosas ha desaparecido oeste. Aquí, la
"frontera" se convierte en algunas ocasiones en toda una hasta tal
punto, que la mezcla de mito y paisaje resulta dificil de distinguir.
filosofía. La tienda Zona, en la calle Greene, vende alfombras confeccionaDe
todos modos, el mito no siempre ha sido tan poderoso. La original ana- das por
navajos, "papel de carta de corteza natural de los indios Otomi",
logía entre los manifestantes del Tompkins Square de 1874 y la nación sioux
joyería de Santa Fe, vasijas de terracota, "cestas de los Lombak con los
riera intencional y oblicua, y la mitología era todavía demasiado joven como
cos colores de la cosecha", lazos corredizos. Zona rezuma autenticidad.
para cargar con todo el peso ideológico de la unificación de dos mundos tan
Todas las "piezas" están numeradas, y ahora están preparando el
catálogo claramente dispares. Sin embargo, la distancia conceptual entre Nueva
de su "colección". En un letrero pequeño, sencillo, deliberadamente
fácil de York y el salvaje Oeste ha ido disminuyendo constantemente. Tal vez la
evo- entender, con las letras grabadas en papel dorado, la tienda ofrece su
filocación más iconoclasta de una frontera en la antigua ciudad fue la que se
sofia "personal" artesana y amistosa, encubierta con un soplo de
espirihizo pocos años después de la campaña del general Custer en las Colinas
tualismo new age:
Negras, cuando un edificio de viviendas austero y
elegante, aunque aislado, surgió entre la maleza del oeste de Central Park y
fue denominado Apar- En una época en que la creciente presencia de aparatos
electrónicos y de alta tamentos Dakota. En cambio, los edificios de
apartamentos que un siglo más tecnología es tan penetrante, la necesidad de
equilibrar nuestras vidas con protarde rodearon Manhattan —un entorno donde
toda relación social, fisica o ductos que celebren los valores de la textura y
de lo sensorial resulta esencial. geográfica con la antigua frontera queda
borrada—, los Montana, Colorado, Pensamos en nuestros clientes como si fuesen
fuente de riqueza y no sólo conSavannah y New West, fueron metidos con calzador
en unos emplazamien- sumidores. Nos guía la creencia de que la información es
energía y de que los tos casi sobresaturados, sin que nadie hiciera ningún
comentario sobre su cambios son constantes.
incoherencia iconográfica. Al mismo tiempo
que la historia y la geografía avan- Gracias por visitar nuestro espacio. zaban
hacia el oeste, el mito se instalaba en el este, aunque tendría que pasar mucho
tiempo antes de que el mito fuese adiestrado dentro del pro- Americana West, en
la calle Wooster, apuesta por el estilo más puro del pio contexto urbano.
desierto. Frente a la puerta de entrada, en la acera, un noble jefe indio, con
En la actualidad, el tema de la frontera no sólo codifica la transforma- su hacha de guerra y su tocado
de plumas, monta guardia. El escaparate ción fisica del entorno construido y
una nueva lectura del paisaje urbano en exhibe un descolorido cráneo de búfalo
al precio de 500 dólares, mientras
90
dentro de la tienda se encuentran sofás y sillas
hechos con piel de ganado de cuernos largos y de ganado vacuno. Más que una
tienda, Americana West es una galería, y ofrece imágenes de nobles salvajes,
escenas del desierto a lo Georgia O'Keeffe, petroglifos y pictografias, látigos
y espuelas. Hay cactus y coyotes (falsos) por todas partes. Una chumbera de
neón está a
la venta por 350 dólares. En un letrero situado en el
escaparate, Americana West anuncia su propia filosofía, una geografía cultural
a medio camino
entre la ciudad y el desierto: "El estilo en evolución
del Suroeste. Los diseñadores son bienvenidos.. No sólo para urbanitas'
La frontera no siempre es americana, ni siempre es
masculina. En La Rue des Rêves, el tema es "la jungla ecléctica". Los
abrigos de leopardo (evidentemente falsos), las faldas de piel de antílope y
las blusas de piel de gamuza parecen todavía vivos, como si se escabulleran de
los colgadores hacia la caja registradora. Los accesorios de moda cuelgan como
lianas por el techo de la jungla. Un gorila de peluche y algunos loros vivos
completan el ambiente. En la cadena de tiendas Banana Republic, los clientes
pueden comprar sus utensilios de safari envueltos en unas bolsas de papel
marrón que lucen un rinoceronte. Mientras tanto, en la pantalla, películas como
Out ofAfricay Gorillas in the Mist refuerzan la imagen de los pioneros blancos
en el África profunda, aunque con heroínas en vez de héroes. Ya que se
considera que las mujeres blancas de clase media juegan un papel sin
precedentes en el proceso de aburguesamiento contemporáneo, su protagonismo en
las antiguas fronteras ha sido redescubierto y reinventado. Así, el diseñador
Ralph Lauren dedica una colección de 1990 a "las mujeres
exploradoras", y explica de ese modo la nostalgia romántica que se propone
evocar: "Creo que en la actualidad están desapareciendo muchas cosas
maravillosas, y que debemos cuidarlas". Muebles de caoba, mosquiteras,
pantalones de montar, marfil falso, y una habitación completa
"Zanzibar" con veteados de cebra como motivo central: todo esto es Io
que rodea a la mujer exploradora de Lauren, ella también, supuestamente, una
especie en vías de extinción. Originario del Bronx, aunque ahora instalado en
un rancho de Colorado cuya extensión es la mitad de ese barrio, Lauren jamás ha
estado en África —"a veces es mejor si no has estado allí' pero se ve
capaz de representarla en nuestra fantasía y para nuestra fantasía. "Me
propongo evocar un mundo en el cual existía ese tipo de encanto que
se puede tocar. No hay que mirar al pasado. Podemos poseerlo. ¿Quieres hacer
una pe-
lícula en la que puedas ver una realidad? Aquí la tienes
" . 16
A pesar de que África está
subdesarrollada por culpa del capital internacional, y devastada por el hambre
y las guerras, ha sido comercializada de nuevo gracias a las fantasías de los
consumidores occidentales, aunque como una reserva de los privilegiados y
aventureros blancos. Como ha escrito un crítico, la colección Safari
"huele a estilo bwana, más de Rhodesia que de Zimbabwe" 17 El
África de Lauren es un país refugio de la ciudad aburguesada, pero que sirve a
la ciudad aburguesada. Proporciona ese tipo de
Nueva 91
simulacros en virtud de los cuales la ciudad se gana a la
selva, y es cartografiada de nuevo por los colonos blancos de clase alta.
En la nueva ciudad, también la naturaleza
es definida de nuevo. El mito de la frontera —surgido en su origen como una
historificación de la naturaleza— se vuelve a aplicar ahora como una
naturalización de la historia urbana. A pesar de que el carácter de
ave rapaz de la expansión económica está destruyendo los desiertos y la selvas
tropicales, la nueva ciudad —con sus colores "de cosecha",
sus tejidos con texturas, sus materiales auténticos y su sensibilidad verde— se
presenta a sí misma como amiga de la naturaleza: "Todas las maderas
utilizadas en la colección [Safari de Lauren] provienen de Filipinas, y no
están en peligro de extinción" 18 The Nature Company, una tienda situada
en el "histórico" South Street Seaport, representa la apoteosis de
esta historia urbana naturalizada, ya que en ella se venden mapas y globos
terráqueos, antologías de balleneros y telescopios, libros sobre los reptiles
más peligrosos del mundo, historias de exploradores y conquistadores. La
desenvuelta idolatría naturalista de la tienda y la estudiada ausencia de todo
aquello que pueda parecer urbano forman el perfecto espejo de desapariciones
donde se refractan las historias urbanas más contrapuestas. Afirmando su
relación con la naturaleza, la nueva ciudad niega su historia social y las
luchas que la han conformado.
El mito decimonónico de la frontera y la
ideología a él asociada "surgieron de los conflictos sociales que
acompañaron la 'modernización' de las naciones occidentales", como afirma
Slotkin. "Se basaban en el deseo de evitar el reconocimiento de las
peligrosas consecuencias del desarrollo capitalista en el Nuevo Mundo, y representan
un desplazamiento o una desviación del conflicto social hacia el mundo del
mito".19 La frontera era entendida como una válvula de seguridad social
para las luchas de las clases urbanas, puestas de manifiesto en acontecimientos
como el intento de altercado de 1863 en Nueva York, la huelga de trabajadores
ferroviarios y, por supuesto, los disturbios del Tompkins Square Park de 1874.
La "violencia espectacular" en la frontera, concluye Slotkin, produjo
un efecto redentor sobre la ciudad. Era "la alternativa a una determinada
forma de lucha de clases civil que, si se dejaba que estallara en el interior
de la metrópoli, debía traer un secular Götterdämmerung" .20 Reflejada en
la prensa como una versión
extrema de acontecimientos de la ciudad, como un espejo
amplificador de la depravación más perversa de
las masas urbanas, la frontera convirtió las ciudades del este en un paradigma
de la unidad y de la armonía social frente a las amenazas exteriores. Los
conflictos urbanos no eran tanto negados como exteriorizados, y quien rompiese
la armonía social reinante estaba invitando a compararse con el enemigo
exterior, con "el otro'
Cuando en 1893 Frederick Jackson Turner
declaró el fin de la frontera, no hizo más que reforzar el mito. Rechazando
cualquier ambigüedad, definió la frontera como "el borde exterior de la
ola, el punto de encuentro entre la barbarie y la civilización"; 21 La
frontera de Turner era la expresión de
92
una gran mezcla de temas diversos. Era al mismo tiempo un
lugar geográfico distinguido, la punta de lanza de una expansión económica que
creaba y destruía fortunas, y el punto de destino histórico de muchos europeos
llegados al Nuevo Mundo. Por tanto, la supuesta superación de la frontera
transformaba el tema, pero no disminuía su eficacia. La mitología se vio más
bien reforzada a medida que la idea de la frontera fue eliminada progresivamente
de las cualidades históricas y geográficas que la habían generado.
También hoy la ideología de la frontera desplaza los
conflictos sociales hacia el reino del mito. Si la "frontera urbana"
del siglo XIX surgió inicialmente para explicar las revueltas sociales
asociadas a la industrialización, el reciclaje actual de su imaginería se
produce también en medio de una nueva oleada de reestructuraciones urbanas.
Tras décadas de falta de inversión, rematadas por los altercados de los años
sesenta y la destrucción que provocó la renovación urbana, la economía del
desarrollo urbano interno era favorable, y durante los años setenta los
americanos se sintieron animados a redescubrir la ciudad. La iconografía de la
frontera estaba ya preparada para racionalizar, e incluso para glorificar, esta
brusca inversión de la geografia cultural. Como la decadente ciudad de la
posguerra era ya considerada por los blancos de la clase media suburbana como
una "naturaleza urbana" o una "jungla urbana", y la naturalización
de la historia urbana no fue especialmente complicada. Tal como propuso un
respetado académico, contestando inconscientemente el punto de vista de Turner
(sin que provocara un solo murmuro de desacuerdo), los barrios en proceso de
aburguesamiento deberían ser considerados como una combinación de "clases
civilizadas" y "clases incivilizadas", de modo que deberían ser
clasificados "según el grado de dominio de las conductas civilizadas y las
incivilizadas" 22 La política normativa de la ideolo<la de
la frontera, basada en clases y razas, no podía ser más clara.
El imaginario de la frontera no es ni meramente
decorativo ni inocente, sino que conlleva una considerable carga ideológica. El
tema de la frontera hace que la nueva ciudad pueda ser explicada en los mismos
términos que las viejas ideologías. A medida que el aburguesamiento destruye
las comunidades obreras, obliga a desplazarse a las familias pobres y
transforma barrios enteros en enclaves burgueses, la ideología de la frontera
racionaliza la diferenciación y la exclusión social como algo natural e inevitable.
Cuando define a los pobres y a la clase obrera como "incivilizados",
situados en el lado equivocado de una línea divisoria heroica, como salvajes y
comunistas, la ideología de la frontera está justificando el monstruoso
incivismo del corazón de la ciudad. Al ser desdeñada de palabra, la clase
obrera es expulsada en la práctica hacia los márgenes de la ciudad, o incluso
más allá, hacia la naturaleza. Lo sustancial del imaginario de la frontera, y
su principal consecuencia, es el adiestramiento de la ciudad salvaje.
93
Loisaida en venta
La frontera adopta formas distintas según los distintos
lugares. Se adapta al lugar y crea lugar. En Lower East Side, dos industrias
definieron en los años ochenta la nueva frontera urbana. La más importante, por
supuesto, fue la industria inmobiliaria, que fue la promotora de la parte norte
de Lower East Side, por encima de la calle Houston —el East Village—, con el
fin de capitalizar su proximidad geográfica con el carácter respetable, el
aura, la seguridad, la vitalidad nocturna, la cultura y los elevados alquileres
de Greenwich Village. Por su parte, la industria cultural —marchantes de arte,
mecenas, propietarios de galerías, artistas, diseñadores, críticos, escritores
y actores— transfiguró la destrucción urbana en una moda refinada. En los años
ochenta, la industria cultural y la industria inmobiliaria invadieron
conjuntamente este trastero de Manhattan acercándose desde el oeste,
"andando indolentemente hacia la Avenida D", como afirmaban,
entusiasmados, los críticos Robinson y McCormick. Edificio a edificio, manzana
a manzana, poco a poco la zona pasó de ser un dilapidado barrio de bloques del
siglo XIX a formar una nueva ciudad, donde el encanto y el estilo eran
condimentados tan sólo por un indicio de un peligro. La rudeza del barrio forma
parte de su atractivo. Los dos críticos prosiguen: "Lo que se dice
ambiente, East Village lo tiene: una mezcla única de pobreza, roqueros punk,
drogas, incendios provocados, "ángeles del infierno", borrachos, prostitutas
y viviendas desmanteladas, que se suma a un entorno atrevido y vanguardista a
precios considerables 23
Sancionada con entusiasmo como la nueva
Bohemia artística, comparada efusivamente con la Rive Gauche de París o con el
Soho de Londres, Lower East Side se convirtió en el paradigma de la moda más
extremada
de Nueva York. Las galerías de arte, los elegantes clubs, las
escuelas de danza y los intrépidos bares-caverna fueron la avanzadilla de la
reinversión económica. Y también los restaurantes. Un periodista del Wall
Street Journal describe así las posibilidades culinarias de este territorio
comanche: "Para cenar, un restaurante nuevo de la Avenida C, Bernard,
ofrece 'cocina francesa orgánica'. Unas ventanas de vidrio traslúcido protegen
a los comensales de la vista de los bloques de viviendas quemados del otro lado
de la calle, mientras mordisquean sus filetes de ternera a 18 dólares„ 24 por
supuesto, los pobres, los abandonados y los sin techo del barrio resultan casi
invisibles, incluso aunque los vidrios no fuesen traslúcidos. El esqueleto del
edificio del cual han sido desalojados es lo único que amenaza con
entrometerse.
Durante la década de los ochenta, el
Lower East Side se situó en primera línea en el mundo artístico de Nueva York,
superando en popularidad a las sobrias galerías de la avenida Madison y de la
Calle 57, como también al escenario artístico "alternativo" del
vecino Soho, que en otros tiempos había sido la frontera de una vanguardia que
ahora ya estaba integrada. En
94 95
la zona siempre había habido artistas, pero a finales de los
años setentaiz se convierte en el escenario de una forma nueva, dinámica e
intensa, de se produjo una nueva afluencia. Las primeras galerías abrieron a
finales de un arte de la
representación geográfica.
1981 con mucho
bombo y platillo, y al cabo de cuatro años había ya unas En The Fine Art of
Gentrification, Rosalyn Deutsche y Cara Ryan explisetenta en el conjunto del
barrio. Se convirtió en el escenario preferido de can por qué la complicidad del
mundo artístico con el aburguesamiento no docenas de novelas, y en el
lugar de rodaje y el tema de numerosas pelí- es accidental, y por qué, en
efecto, el proceso de aburguesamiento "se ha culas, incluida la descripción
del aburguesamiento realizada por Spielberg desarrollado con a ayuda de todo el
aparato del arte establecido" . 27 Rela—Batteries Not Included-, donde
unos alienígenas bondadosos rescatan acionando el auge del East Village con el
éxito del neoexpresionismo, las auunos inquilinos sitiados a causa de los
desplazamientos que había provo- toras explican que, por muy contracultural que
sea la actitud de los artistas, cado provocado el aburguesamiento. la ausencia
de autorreflexión política y de crítica de las principales fuerzas La industria
cultural imprime al Lower East Side todo el desenvuelto sociales que han
cambiado la forma del barrio han impedido que muchos romanticismo de la
frontera originaria. "Tenemos que darnos cuenta" , ob- artistas de
Lower East Side desafiaran en serio el dinero y las costumbres serva un crítico
de arte local, "de que East Village o Lower East Side son del arte
establecido y, por extensión, de la cultura dominante. El conformismo algo más
que una localización geográfica. Representan un estado de áni- sin precedentes
en que cayó el arte durante los años ochenta provocó una mo". Sólo en
Lower East Side los críticos de arte celebran "minifestiva- estetización
de la cultura y de a política igualmente omnipresentes: las pinles de arte de
barrios bajos"; sólo ahí los artistas saben apreciar "un ma- tadas
abandonaron los trenes y entraron en las galerías, mientras los estiterial
básico de los guetos: el omnipresente ladrillo"; y sólo ahí el mundo los
punk y new wave más extravagantes se desplazaban rápidamente de las artístico
acepta sentirse "cautivado por la vitalidad de la cultura de los gue-
calles a los anuncios de moda a toda página del New York Times. La
prentos". Por supuesto, el peligro que entraña la frontera es el
contrapunto de sa empezó a contar divertidas historias sobre la opulencia de
los escenasu aspecto romántico. Junto a una galería llamada Fun hay una tienda
de rios del nuevo arte: "No dejéis que la pobreza del barrio os
engañe": éste objetos diversos llamada Love Saves the Day, un bar llamado
Beulah era el mensaje. Esta generación de jóvenes artistas también cuentan con
Land (la tierra de reposo y sosiego de Bunyan25), y, más allá, Civilian War- la
tarjeta American Express Oro.
fare, Virtual
Garrison (ambas galerías), y Downtown Beirut (un bar que se Su crítica al
contexto social y político, por un lado, y su dependencia resha hecho tan
popular que ya han abierto el Downtown Beirut ll). El peligro pecto a la
cultura establecida, por el otro, colocaron a los artistas vande la frontera es
lo que hace que surja el arte mismo. Como afirma efu- guardistas de éxito en
una situación claramente contradictoria. Se convirtieron sivamente un
apologista, este escenario está gobernado por "la ley de la en
intermediarios entre la cultura establecida y la mayoría de los aspiranjungla", y el nuevo arte
rezuma "energía salvaje". Se supone que el arte tes a artistas. Las
galerías de Lower East Side jugaron en ello un papel cruneoprimitivo, al
representar nativos urbanos con aspecto de negros co- cial. Proporcionaron los
lugares donde se reunían las ambiciones populares rriendo como salvajes por las
calles, es presumiblemente la expresión de y el dinero de los grupos
dirigentes.28 Al representar y financiar el barrio como esta energía salvaje. 26
si fuese una meca de la cultura, la industria cultural atrajo a los
turistas, a Esta belicosa imaginería urbana podría llevarnos a reconocer la
con- los compradores y a los inmigrantes potenciales, fomentando de ese modo
flictividad social, especialmente en el contexto del gran acento que ponen el proceso de aburguesamiento.
Por supuesto, no todos los artistas se moslos medios de comunicación en la
criminalidad y la drogadicción en la zona. traron tan dispuestos a vincularse a
la cultura establecida, y una significaSin embargo, la invocación artística del
peligro suele ser demasiado oblicua tiva oposición de artistas sobrevivió al
conformismo y a la escalada de precomo para revelar claramente los importantes
conflictos que provoca el abur- cios que impulsaron las industrias artísticas e
inmobiliarias del barrio guesamiento. Es evidente que la Primera Avenida no es
el centro de Beirut durante los años ochenta.29 De hecho, tras los altercados
del Tompkins Squay que, en el mejor de los casos, la iconografía expresa la
verdad (los tre- re, surgió un arte político enfrentado al aburguesamiento, a
la policía y a la mendos conflictos urbanos) de una forma falsa (el nombre de
un bar). La industria artística. Muchos de estos artistas eran también
"okupas" y acapropiación por parte del mundo artístico de la
imaginería urbana de la vio- tivistas pro-vivienda, y aparecieron numerosas
manifestaciones de un arte lencia, no hace sino trivializar las luchas reales,
proyectando una sensación subversivo en forma de carteles, esculturas y
pintadas, tanto en las calles de peligro que difícilmente puede ser tomada en
serio. Los conflictos sociales como en las galerías más marginales.
son transfigurados en forma de espectáculos artísticos,
y el peligro es Para la industria inmobiliaria, el arte había domesticado el
barrio, ventransfigurado en forma de ambiente. Con la misma rapidez con que se
diendo la imagen de un peligro exótico pero benigno. Este arte retrataba un
abren y cierran locales, se trasladan o cambian de nombre, con la misma East
Village que había salido de los bajos fondos y se había vuelto intelecrapidez
del aburguesamiento y la decadencia, este paisaje de violencia fe- tual, que
había adquirido una saludable "personalidad" de barrio, que ha-
96
bía convertido toda la zona en un producto
inmobiliario, y que había generado una demanda externa. En efecto, como ya ha
sido sugerido, "la historia del resurgimiento bohemio de East Village
puede ser leída también como un episodio de la historia inmobiliaria de Nueva
York, es decir, como el despliegue de un ejército de artistas aburguesadores en
el último tugurio de la parte baja de Manhattan".30 De todos
modos, hacia 1987, este matrimonio de conveniencia entre el arte y la industria
inmobiliaria entró en crisis, provocando una oleada de cierres de galerías
debidos a la subida generalizada de los alquileres, impuesta por unos
propietarios que no estaban sometidos a ningún control. Se ha especulado mucho
sobre el hecho de que, a principios de los años ochenta, dichos
"propietarios" —la mayoría de los cuales eran empresas gestoras
anónimas que operaban desde un apartado de correos— ofrecieron engañosamente
unos alquileres bajos, con el fin de atraer a unas galerías y a unos artistas
cuya presencia tenía que significar una inyección para la zona, lo cual
permitiría subir posteriormente los alquileres. La operación tuvo un éxito
considerable, de modo que los propietarios pudieron exigir grandes aumentos de
los alquileres una vez
finalizados los primeros contratos de cinco años. En
este momento el barrio estaba saturado de galerías, la competitividad artística
y económica era durísima, y la recesión financiera subsiguiente provocó el
cierre de muchas de ellas. Las de mayor éxito se trasladaron a Soho, no sin antes
haber Iiderado una transformación fundamental en la imagen y en el mercado
inmobiliario del barrio.
El hecho de que algunos artistas fuesen
víctimas del proceso de aburguesamiento que ellos mismos habían impulsado, ha
sido un tema muy debatido en la prensa artística. 31 Lo hubiesen
hecho o no a propósito, la industria cultural y la inmobiliaria trabajaron codo
a codo en la transformación de Lower East Side en un lugar nuevo, distinto y
único, en un acontecimiento, en el lugar culminante de la moda vanguardista.
"Cultura" y "lugar" pasaron a ser sinónimos. La moda y la
arbitrariedad generaron una escasez cultural, al mismo tiempo que el marcaje de
East Village por parte de la industria inmobiliaria generó una escasez de
superficie residencial que pasó a ser privilegiada. El arte de calidad y las
viviendas de calidad se fusionaron. Y las viviendas de calidad significan
dinero.
Pioneros del beneficio
Lower East Side ha vivido
diversas fases de construcción rápida, asociadas a ciclos económicos más
amplios, y el entorno construido actual es el resultado de esta historia.
Todavía permanecen unos pocos edificios de las décadas de 1830 y 1840, pero los
bloques rectangulares "carcelarios" son los más frecuentes. Fueron
construidos en la década de 1850 0 inmediatamente después de la guerra civil,
con el fin de alojar a los numerosos obre-
97
ros inmigrantes. A partir de 1877 y durante los siguientes
quince años, con la expansión de la economía y el crecimiento de la
inmigración, la zona vivió el momento más álgido de la construcción. En casi
todos los terrenos desocupados se construyeron "bloques-pesas" 32
denominados de ese modo porque, a diferencia de sus precedentes
estrictamente rectangulares, se estrechaban en la parte central con el fin de
obtener ventilación entre los bloques vecinos, tal como ordenaba una ley de
viviendas del año 1879. Cuando se produjo la crisis económica de 1893, que
efectivamente puso fin a este ciclo de construcciones, casi el 60 % de las
viviendas de Nueva York estaban en estos "bloques-pesas" 33 El
siguiente impulso constructor empezó en 1898, y se concentró en los márgenes de
la ciudad, situados ahora a millas de distancia en los distritos periféricos y
en Nueva Jersey. En Lower East Side se realizaron algunas construcciones
nuevas, pero muchos propietarios habían empezado ya a retirar sus inversiones,
sin preocuparse por el mantenimiento y la reparación de sus abigarrados edificios.
Las clases dominantes de Nueva York siempre han tenido
interés en adiestrar y en reivindicar Lower East Side frente a las hordas de la
indómita clase obrera. En 1929, la Regional Plan Association, patrocinada por
Rockefeller, ofrecía un futuro extraordinario para la Lower East Side. Su plan
proponía explícitamente el traslado de la población existente, la construcción
de "viviendas para las clases altas", modernas tiendas, un puerto
recreativo en el East River, y la ampliación del sistema de autopistas de Lower
East Side de modo que reforzaran la conexión del barrio con la vecina Wall
Street:
A partir del momento en que se
iniciase en un distrito una operación de esta magnitud y carácter, por muy
miserable que fuese, se crearía inmediatamente una mejora cualitativa de las
viviendas en terrenos adyacentes, y se extendería en todas direcciones.
Surgirían nuevas tiendas preparadas para abastecer a un nuevo tipo de clientes.
Las calles de los alrededores se limpiarían más. El valor de los terrenos
subiría... Al cabo de un tiempo irían surgiendo más apartamentos y, con el
tiempo, el carácter de Lower East Side se transformaría por completo.34
La crisis bursátil de 1929, la depresión
que le siguió, la ll Guerra Mundial, la oleada sin precedentes de la expansión suburbana
de la posguerra: todo obstaculizaba la reconstrucción de Lower East Side tal
como se había planeado, como un refugio para las clases altas. Entre finales de
los años treinta y los años sesenta se hizo un esfuerzo por limpiar los barrios
humildes y construir viviendas públicas, pero muchas de estas políticas
gubernamentales, combinadas con la retirada de las inversiones privadas, no
hicieron más que intensificar la marginación económica y social de Lower East
Side a largo plazo, como también de numerosos barrios similares. Durante la
posguerra, el descenso de las inversiones y el abandono, los almacenes
públicos, fueron las tácticas principales de un virulento antiurbanismo que
convirtió
98 Nueva
99
a Lower East Side y otros barrios parecidos en zonas de
guerra. Dos casos de las inversiones. Construido en 1928 como una casa de la
época coloespecialmente extremos eran la zona sur de la calle Houston, y la
zona este nial, el Christodora fue
vendido en 1947 al Ayuntamiento de Nueva York por de la isla al norte de
Houston, conocida como Alphabet City por sus aveni- 1,3 millones de dólares.
Fue utilizado para diversas funciones municipales das de la A a la D, al este
de la Primera Avenida. Las rebeliones de los años y, ocasionalmente, como
centro comunitario y como casa de huéspedes, ensesenta sólo sirvieron para
reforzar la retirada atemorizada del capital y de tre otros de los Panteras
Negras. A finales de los años sesenta su estado la clase media de la ciudad
salvaje. Los proyectos de renovación urbana de era ruinoso. En una subasta
pública realizada en 1975, el edificio no recieste período sólo consiguieron
una guetización forzada de los residentes lo- bió ninguna oferta. Más tarde fue
vendido por 62.500 dólares a un promocales, que quedaban entre los escombros.
Sin embargo, a finales de los años tor inmobiliario de Brooklyn, George Jaffee.
Las puertas del vacío edificio hasetenta dichos planes fueron sustituidos por
un tipo de " renovación" com- bían sido selladas con soldaduras, y
así permanecieron durante cinco años, pletamente distinta basada en
el aburguesamiento, que efectivamente mientras Jaffee intentaba obtener, sin
éxito, fondos federales para rehabitomó prestadas muchas ideas del proyecto de
1929. litarlo como edificio de viviendas destinado a personas con bajos
ingresos.
Si bien a finales
de los años setenta los yuppies y los artistas empe- En 1980, Jaffee empezó a
encontrar inversores interesados en el edificio. zaron a recuperar algo entre
las ruinas, todos los que podían todavía se mar- Se llamó a un soldador para
que abriera la puerta de entrada, el edificio fue chaban. De una población
máxima, en 1910, de unos 500.000 habitantes, inspeccionado y empezaron a
concretarse ofertas de 200.000 a 800.000 Lower East Side perdió casi 400.000,
de modo que en 1980 la población dólares. Finalmente, en 1983 Jaffee vendió el
edificio a otro promotor, era de 149.000 habitantes. En el corazón de Alphabet
City, la población des- Harry Skydell, por 1,3 millones de dólares, y un año después
Skydell lo "cocendió durante los años setenta en un extraordinario 67,3 %.
En 1980, la locó" por 3 millones de dólares, sólo para recuperarlo más
tarde a través media de ingresos familiares, de 8.783 dólares, correspondía
sólo a un de una iniciativa emprendida junto al promotor Samuel Glasser.
Skydell y Glas63 % de toda la ciudad, y 23 de las 29 encuestas sobre el censo
realiza- ser reformaron el Christodora, y en 1986 pusieron en el mercado sus
das en la zona reflejaban un incremento del número de familias que vivían 86
apartamentos en régimen de propiedad. El ático de cuatro plantas, con por
debajo del nivel de pobreza. Los pobres fueron quienes se quedaron atrás.
ascensor privado, tres terrazas y dos chimeneas, se ponía a la venta un año El
59 % de la población que permaneció en Alphabet City sobrevivió por de- después
por 1,2 millones de dólares. 36 bajo del nivel de pobreza. Así pues,
el barrio más codiciado por los yuppies Lo que se revitaliza en ambos casos —el
Christodora y el edificio del núy los artistas era el más pobre de Manhattan, a
excepción de Harlem. La mero 270 de la Calle IO Este— son más los beneficios
inmobiliarios que el polarización entre la riqueza y la pobreza aumentó durante
los años ochen-barrio propiamente dicho. Tal
como viene indicado en el porcentaje de frauta, cuando los hombres y las
mujeres indigentes y sin techo compartían la des en los impuestos sobre a
propiedad, el descenso de las inversiones en sombra de las calles de Lower East
Side con las largas limusinas que se los edificios residenciales tocó fondo en
1976, y otra vez en 1980, pero dudirigían a los clubs nocturnos. rante la
década de los ochenta se produjo una recuperación paulatina, que El descenso demográfico vino
acompañado por un descenso del valor provocó una reinversión sostenida durante
toda la década. Si un repunte del de las propiedades. Consideremos el caso del
número 270 de la Calle IO descenso de inversiones acompañó la recesión de
principios de los años noEste, un bloque de viviendas dumbbell de cinco
plantas, en estado ruinoso venta, en ningún momento alcanzó los niveles de
principios de los años ochenpero ocupado, situado entre la Primera Avenida y la
Avenida A, media man- ta. Los precios medios de venta de los apartamentos de
Lower East Side crezana al oeste del Tompkins Square Park. En 1976, en la época
de mayor des- cieron tan sólo un 43,8 % entre 1968 y 1979, mientras que el
índice de censo de las inversiones, fue vendido por un propietario al que
simplemente inflación se acercaba al 90 0/0. Sin embargo, durante los cinco
años siguienle urgía hacerlo. El precio era tan sólo de 5.706 dólares, más los
impues- tes, hasta 1984, esta relación se invirtió: los precios de venta
crecieron un tos de propiedad que habían quedado por pagar. A principios de 1980
fue 146,4 0/0, casi cuatro veces más que la tasa de inflación.37 Incluso tras
la devendido de nuevo por 40.000 dólares. 18 meses más tarde se volvió a ven-
bacle del mercado de valores de 1987, los apartamentos del barrio se vender por
130.000 dólares. En septiembre de 1981 el edificio fue vendido de dían a
25.00000.000 dólares por m2 cuadrado. Tompkins Court, dos bloques nuevo, esta
vez a una empresa inmobiliaria de Nueva Jersey, por 202.600 reformados en 1988,
situados en la esquina sureste del Tompkins Square dólares. En menos de dos
años, el precio del edificio se había multiplicado Park, ofrecía viviendas de
un solo dormitorio a precios entre los 139.000 y por cinco sin que se hubiese
realizado en él ninguna reforma. 35 los 209.000 dólares, y viviendas
de dos dormitorios a precio entre los Este caso no es atípico. En Tompkins
Square Park, el edificio Christo- 239.000 y los 329.000 dólares. Para poder
acceder a las viviendas más asedora, de 16 plantas, que actualmente es un
símbolo de la lucha contra el quibles se exÃan unos ingresos anuales estimados
de 65.000 dólares; y para aburguesamiento, experimentó un
ciclo similar de descensos y aumentos poder acceder a las más caras se exigían
unos ingresos de 160.000 dóla-
100 101
res. Incluso los
pequeños estudios resultaban inaccesibles para quienes ga- cuencia es típica:
el terreno es más valioso que el edificio. Así, la perversa naban menos de
40.000 dólares anuales. A unas pocas manzanas de dis- racionalidad del
capitalismo inmobiliario permite que los propietarios de los tancia, en otro
bloque rehabilitado, se vendieron 17 apartamentos en régi- edificios y los
promotores sumen simultáneamente dos beneficios explotando men de cooperativa
de dos dormitorios a precios entre los 235.000 y los terrenos y destruyendo
edificios. Primero se embolsan el dinero que debe497.800 dólares.38 Los
costes de las hipotecas y del mantenimiento de este ría ir destinado a las
reformas y al mantenimiento; y luego, una vez destruido último bloque llegaban
casi a los 5.000 dólares mensuales. El pago de dos el edificio y establecida
por tanto una diferencia de renta, crean las condimeses del alquiler de estos
apartamentos superaba fácilmente los ingresos ciones y las oportunidades para
una nueva ronda completa de inversiones medios anuales del barrio. Sólo a
principios de los años noventa los precios del capital. Tras haber generado una
escasez de capital en favor del benede venta empezaron a bajar ostensiblemente,
hasta el 15 % de los niveles ficio, luego inundan el barrio de capital con el
mismo propósito, presenmáximos del mercado. tándose a sí mismos como los héroes
cívicos, como los valientes y arriesLos precios de los alquileres y de venta de
los comercios todavía cre- gados constructores de una nueva ciudad destinada a
un "populacho" cieron con mayor rapidez. Los antiguos pequeños
negocios iban siendo ex- agradecido. Sin embargo, en palabras de Gottlieb, esta
inversión autoindupulsados a medida que los
propietarios subían indiscriminadamente los al- cida del mercado significa que
"un propietario de Lower East Side puede bequileres. El restaurante
italiano-ucraniano de Maria Pidhorodecky, el Orchidia, ber su naranjada y
seguir teniendo naranjas" 41 un lugar de referencia de la
Segunda Avenida desde 1957, cerró en 1984 La geografia económica del
aburguesamiento no es casual. Los procuando, a falta de un control sobre los
alquileres de los comercios, el pro- motores no se limitan a lanzarse sobre las
oportunidades del corazón de las pietario del local subió el alquiler mensual
de sus 65 m2 cuadrados de 950 barriadas, sino que las van cogiendo más bien
trocito a trocito. La prudena 5.000 dólares. 39 cia financiera
modera a los rudos pioneros. "La cuestión principal es queLa clave del
aburguesamiento fue el mercado inmobiliario. Cuando las rer estar en la
frontera del aburguesamiento", explica un promotor inmobiinversiones
alternativas prometen beneficios mayores, la competitividad liario.
"Tratas de ir lo más lejos posible, hasta el límite, para hacer su del
mercado privado Obliga a los propietarios a retirar sus inversiones, a sa-
agosto, pero no más lejos de la cuenta, donde no podrías librarte del edificar
sistemáticamente el capital de los edificios para invertirlo en cualquier cio,
pero sí lo bastante lejos como para que el edificio sea barato y puedas otra
parte. Cuando el edificio ya ha sido "exprimido", se escatiman —e in-
sacar dinero colocándolo."42 Los promotores tienden a provenir de los su-
cluso se omiten del todo— las reparaciones y el mantenimiento
necesarios. burbios, construyendo "unos pocos puestos fronterizos de lujo,
situados esCuando el edificio ha quedado fisicamente en estado ruinoso, su
devalua- tratégicamente". 43 Primero avanzan sobre la "costa
dorada" existente entre ción económica trae consigo la consiguiente
devaluación del terreno en que los barrios seguros, donde el valor de la
propiedad es elevado y las barriase encuentra. La renta de la tierra —el precio
del terreno— es arrastrada por das limpias de inversiones, donde las oportunidades
son mayores. En diel valor del edificio, formando una espiral descendente. Sin
embargo, mien- cha frontera se establecen sucesivas cabezas de puente y
barreras defentras el valor real del terreno disminuye a medida que el barrio
se va dete- sivas. De ese modo, la geografía económica determina la estrategia
de los riorando fisicamente, su valor potencial (el precio del terreno podría
ser de- pioneros urbanos. Mientras que el mito de la frontera urbana es una
invención cisivo si la zona se regenerase o si el barrio se viera sometido a un
proce- que justifica la violencia del aburguesamiento y de los desalojos, la
fronteso de aburguesamiento) aumenta gracias al desarrollo urbano posterior de
ra cotidiana que sostiene el mito es un claro producto de la explotación emla
parte de ciudad que lo rodea. La brecha existente entre la renta real del
presarial y de la realidad económica. En Lower East Side, al igual que en
cualsuelo sometido a unas condiciones de deterioro en un momento dado, y la
quier otra parte, la frontera es ante todo una frontera de creación de renta
potencial de ese mismo suelo cuando aparecen nuevos usos —la beneficios. El
nivel de los beneficios es lo que realmente se "revitaliza". La
"diferencia de renta"— es lo que provoca las rehabilitaciones y las
revitali- regeneración cultural es un extra opcional y, efectivamente, muchos
barrios zaciones.40 obreros experimentan una dramática "pérdida de
vitalidad" cuando la claEn su investigación sobre las actividades
inmobiliarias en Lower East se media inmigrante coloca rejas en sus puertas y
ventanas, cuando reniega Side, el periodista Martin Gottlieb fue testigo de
primera mano de las con- de la calle a favor de la vida de salón, cuando ponen
vallas en las entradas de secuencias de esta diferencia de renta. Tomemos el
edificio del número 270 sus casas y desalojan a los indeseables de
"sus" parques.
de la Calle IO Este. Mientras el precio de venta combinado
(el terreno más En algunos lugares, las estrategias de los promotores pueden
parecerel edificio) subió de 5.706 a 202.600 dólares en cinco años y medio, el
va- se tanto a las estrategias militares como a las económicas. "Lo que
tenelor del edificio sin el terreno cayó, según los asesores municipales de im-
mos que hacer es atacar Harlem desde sus bordes", afirma Donald
Cogspuestos sobre la propiedad, de 26.000 a 18.000 dólares. Esta conse- ville,
presidente de la Harlem Urban Development Corporation, una entidad
102
pública dedicada a fomentar las inversiones en el
barrio. "El mercado privado empieza a desplazarse hacia el oeste; tenemos
que ayudarlo, especialmente por el sur, donde el extremo norte de Central Park,
a la altura de la Calle 110, constituye una atracción real", afirma
Cogsville. "En primer lugar fijamos una cabeza de puente en la Calle 112,
e invertimos en algunas rehabilitaciones de anclaje en esta zona. Cuando estas
manzanas hayan quedado aseguradas, subimos hacia el norte y fijamos una segunda
cabeza de puente en la Calle 116".44
Lower East Side es un ejemplo
de la clásica frontera del aburguesamiento. Las primeras señales de una
reinversión inmobiliaria constante aparecieron entre 1977 y 1979 en el límite
occidental de la zona, inmediatamente adyacente a Greenwich Village por el norte,
y tocando a Wall Street y Chinatown por el sur. A partir de 1980, el
aburguesamiento se extendió partiendo de la seguridad de sus bordes
occidentales, y en dos años, a pesar de una recesión a escala nacional y de una
depresión del mercado de viviendas, avanzó hacia el este a través de East
Village, desde la Tercera Avenida hasta la Segunda, y desde la Primera Avenida
hasta la Avenida A: es decir, el límite oeste del Tompkins Square Park. El
parque se convirtió en una prueba para la conquista de Lower East Side. Al otro
lado se encontraba Alphabet City, el corazón del abandono y de la ausencia de
inversiones. Sin embargo, la fiebre especulativa que en 1983 rodeó Christodora
convenció a los promotores de que los paisajes abandonados del este ofrecían más
oportunidades que riesgos. Como afirmaba con entusiasmo la sección inmobiliaria
del dominical del New York Times, "el aburguesamiento ha seguido avanzando
inexorablemente a través de Alphabet City" , desde la Avenida A hasta la
Avenida B, y luego hasta la C y la D. Hacia 1985, las inversiones empezaron a
aumentar hasta la zona de East River, de modo que la reinversión dejó de
afectar tan sólo a los edificios públicos, yendo a toda prisa —no a ritmo
tranquilo— hacia la avenida D 45
Si los vaqueros inmobiliarios que invadieron Lower East
Side durante los años ochenta utilizaron el arte para decorar su búsqueda
económica con ciertos tintes románticos, también enrolaron a la caballería del
Ayuntamiento para otras tareas más prosaicas: conseguir los terrenos y reprimir
a los nativos. Mediante su política de vivienda, mediante el castigo a las
drogas y, especialmente, mediante su estrategia para los parques, el
Ayuntamiento no dedicó precisamente sus esfuerzos a crear servicios básicos y a
ofrecer oportunidades de vivienda a los residentes, sino que los dedicó a
echarlos y a subvencionar oportunidades para las promociones inmobiliarias. Tal
como
afirma un informe de unos consultores, titulado An
Analysis of Investment Opportunities in the East Village, "la ciudad está
dando ahora señales claras de que está preparada para apoyar el retorno de la
clase media, subastando las propiedades públicas y esponsorizando proyectos en
las zonas en proceso de aburguesamiento, con el fin de reforzar su base
impositiva y ayudar al proceso de revitalizacion 46
Nueva 103
El principal recurso que tenía el
Ayuntamiento en Lower East Side era
un parque de unos doscientos solares, expropiados a los
propietarios privados por no pagar sus impuestos sobre la propiedad. En 1981 el
Ayuntamiento llevó a cabo su primer saqueo significativo en el contexto del
frenesí inmobiliario del aburguesamiento. Los artistas fueron el vehículo. El
Department of Housing Preservation and Development (HPD) solicitó propuestas
para el Artist Homeownership Program (AHOP), y en 1982 anunció un proyecto de
renovación que debía crear 120 viviendas, situadas en 16 edificios, a un precio
de venta unitario de unos 50.000 dólares, destinadas a artistas que ganaran
como mínimo 24.000 dólares. Tal como proclamó el alcalde Koch, la propuesta iba
destinada a "renovar la fuerza y la vitalidad de la comunidad", y se
seleccionaron cinco grupos de artistas y dos promotores para
ejecutar un programa de siete millones de dólares.
Sin embargo, mucha gente de la comunidad
se opuso rotundamente al plan. El Joint Planning Council, una coalición formada
por más de 30 organizaciones comunitarias y pro-vivienda de Lower East Side,
exigió que unos fondos tan valiosos como estos edificios abandonados fuesen
renovados para un uso autóctono. La concejal del Ayuntamiento Miriam
Friedlander denunció el plan como "un mero frente del
aburguesamiento", y proclamó que "la gente que realmente va a
beneficiarse de estas viviendas son los promotores que las renovarán". En
contraposición a los artistas que apoyaban el plan del AHOP y que se
presentaban a sí mismos como víctimas del aburguesamiento y que merecían
viviendas como cualquier otro, otra coalición, la Artists for Social
Responsability, se oponía a la utilización de los artistas para aburguesar el
barrio. Finalmente, el HPD, el alcalde y el AHOP fueron derrotados por el City
Board of Estimate, que se negó a aportar los fondos públicos iniciales de 2,4
millones de dólares.47
En realidad, el
AHOP sólo era el primer paso de un programa de subastas más amplio, a través
del cual el HPD debía impulsar el aburguesamiento a escala urbana mediante la
venta de propiedades abandonadas y solares vacíos a los promotores privados.
Ignorando las propuestas de la comunidad, el Ayuntamiento presentó un programa de
"intercambio de subvenciones" según el cual los promotores comprarían
los terrenos y construirían o renovarían los
edificios y, a cambio de una partida de subvenciones públicas, aceptarían la venta
de al menos el 20 % de los nuevos apartamentos a aquellos inquilinos ny te no
pudieran acceder a los precios de mercado. Al principio, algunos grupos de la
comunidad ofrecieron un apoyo intencionado a dicho programa, mientras otros
pretendían que la relación entre los beneficiarios de las subvenciones y la media
del mercado fuese del 50 0/0.
Sin embargo, la oposición al programa fue
creciendo a medida que sus verdaderas intenciones salían a la luz: en 1988, el
Ayuntamiento contrató con la Lefrak Organization —una gran promotora nacional—
una construcción
104 Neil
Smith 105
en Seward Park, un lugar donde, en 1967, 1.800 menesterosos,
en su ma- do hacia la calle que
surge de la separación entre dos bloques; la mano sosyoría negros y latinos,
habían sido desalojados y sus viviendas demolidas. tiene una aguja de la cual gotea heroína; la manga es de
rayas finas. El sigLes habían prometido apartamentos en un nuevo complejo
situado en el mis- nificado del mural
es claro: el castigo de la policía a los drogadictos es un mo lugar, pero ventiún años
más tarde dicho complejo seguía sin construirse. refuerzo deliberado del aburguesamiento, que protege los
intereses de claLefrak Organization pagó un dólar por el terreno, tenía que
pagar un dólar se de los auténticos
beneficiarios de las drogas, y no de los intermediarios por año durante los 99
años de la cesión, y obtuvo un descuento en los im- y de los vendedores callejeros.
puestos correspondientes a 32 años. Según el plan, Lefrak
Organization te- Simultáneamente a la Operation Pressure Point
se produjo el asalto a nía que construir 1.200 apartamentos, 400 de los cuales
tenían que ser los parques por parte del Ayuntamiento. Mientras el promotor
William Zecapartamentos para vender al precio de mercado; 640 apartamentos para
kendorf se aseguraba grandes descuentos en los impuestos y cambios de ser
alquilados a un precio entre los 800 y los 1.200 dólares a inquilinos "con
calificación en las lujosas torres de 28 plantas de Union Square, al norte ingresos medios", es
decir, entre los 37.000 y los 53.000 dólares; y las de la Calle 14 —una promoción
"fortificada" que servía de anc aje para 160 viviendas restantes
tenían que ir destinadas a gente con "ingresos mo- atraer futuros
esfuerzos innovadores—, el Ayuntamiento ya casi había inderados", es decir, entre
los 19.000 y los 37.000 dólares. Era un hecho tervenido con soporte táctico.
Con el nuevo plan, los sin techo y la demás significativo que no se destinaran
apartamentos para personas con ingre- personas consideradas como indeseables
sociales fueron desalojados del sos bajos o "sin techo". De hecho, al
cabo de veinte años todas las viviendas Union Square Park, que fue objeto de
una renovación con un presupuesto
revertirían a la
Lefrak Organization como apartamentos de lujo. "Viviendas de 3,6 millones
de dólares que debía ser realizada en dos años. Cuando en para yuppies en un
barrio con ingresos bajos": así es como un activista pro- la primavera de
1984 el alcalde Koch inauguró dicha renovación, reprendió vivienda definía el
plan. "El propósito es crear mercados inmobiliarios nue- a los indigentes
y a los sin techo que habían ocupado el parque: "Primero vos y
atractivos" 48 lo ocuparon los malhechores,
luego lo ocuparon los salteadores, más tarEn enero de 1984, para complementar
esta estrategia de vivienda, el de Io ocuparon los drogadictos, y ahora los
hemos echado 50 Con su vitaAyuntamiento lanzó una campaña de represalias y
detenciones contra la ven- lidad inicial, el nuevo parque era un buen
complemento para la fachada del ta y consumo de droga —la Operation Pressure
Point—, que fue considera- edificio de apartamentos de Zeckendorf. Se había
vaciado la arboleda denda por muchos como parte de una estrategia
pro-aburguesamiento de gran sa, se habían ensanchado los senderos, y se había
construido una plaza alcance. En 18 meses se realizaron unos 14.000
requisamientos de dro- abierta en el extremo sur. Todas estas medidas se
realizaron básicamente ga en todo Lower East Side, y el New York Times se
regocijó malignamen- para proporcionar una visibilidad de largo alcance con
fines de vigilancia y te de que "gracias a la Operation Pressure Point las
galerías de arte están control. Unas piedras bien talladas y pulidas
sustituyeron a las losas gassustituyendo a las galerías de tiro" 49 Sin
embargo, los infractores de poca tadas por el clima y las pisadas, se arregló
el mercado de frutas y verduras monta fueron rápidamente liberados, mientras
que los principales respon- y se limpiaron y adecentaron los monumentos del
parque, en una "restausables jamás fueron detenidos. Cuando la presión
cesó, los vendedores de ración" nostálgica de un pasado idealizado. Las
mismas pinceladas que resdroga regresaron. tauraron las estatuas verdes del
parque para conseguir el esplendor del bronEn St. Mark's Place con la Primera
Avenida, un mural expone la relación ce brillante pretendían borrar la historia
de los sin techo y los pobres de la entre represalias contra el mercado de la
droga y el aburguesamiento. Fue ciudad.
pintado en 1987 por Geoff, un artista
local, y forma parte de una serie de De todos modos, el aburguesamiento
del Union Square Park apenas cumurales que decoran el St. Mark's Bar and Grill.
Es un dura crítica al abur- brió las expectativas previstas, pues las patrullas
de policías y el regreso guesamiento del barrio que puede ser retocado una y
otra vez por cualquiera de los desalojados devolvieron al parque su carácter de
frontera. No obsque lo desee, y de lo que periódicamente se encarga el propio
Geoff. Pin- tante, el Ayuntamiento siguió con su estrategia avanzando hacia el
sur, hatado en un estilo rigurosamente neoexpresionista, representa una calle
os- cia Washington Square Park, en el Village. También ahí se levantaron vallas
cura flanqueada por bloques, con unas pequeñas figuras que corren de un
fronterizas, se impuso un toque de queda y el número de patrullas policialado a
otro, como si sintieran la abrumadora presencia de un peligro inmi- les
aumentó. En 1988 le tocó el turno a Tompkins Square Park, en el coranente. Al
fondo, un grupo de agentes de policía uniformados observan la zón de Lower East
Side. En este caso, la estrategia habitual del Ayuntamiento calle con expresión
ceñuda, vigilando lo que en ella ocurre. En primer pla- para aburguesar los
parques, fundada en de toques de queda y cierres de no, una pareja de yuppies
sentados en una lujosa cafetería son servidos los mismos, seguidos de procesos
de "restauración", fue derrotada —mopor un camarero punk vestido como
un mohawk. Dos niños miran fijamen- mentáneamente— por los disturbios de
agosto. te desde la calle. Sin embargo, la presencia más nefasta es un brazo
tendi-
106
"Operation Pressure
Point", mural realizado en Loisaida por Geoff.
107
"Otra oleada más salvaje que la
primera": ¿Nuevas guerras (globales) de indios?
"Una
especie de mentalidad de tiempos de guerra parece adueñarse de los neoyorquinos
afectados por la presión de la vivienda." Este fue el comentario de la
revista New York cuando el auge del aburguesamiento se inició, a principios de
los años ochenta. 51 Especialmente en Lower East Side, la geografia
de las últimas transformaciones urbanas revela ya la futura ciudad aburguesada,
una ciudad que brilla con los neones del consumo de elite y que, al mismo tiempo, se atrinchera
angustiadamente contra la marginación de los sin techo. La frontera del
aburguesamiento se traslada de barrio en barrio, avanzando con rapidez durante
los períodos de expansión económica, y más lentamente durante los de recesión.
Los sectores de la vieja clase obrera y los sectores más pobres de la ciudad
antigua son arrestados dentro de los circuitos del capital internacional,
mientras que el arte de Lower East Side es exhibido en Londres o en París, y sus
apartamentos más refinados se anuncian en el Times o en Le Monde.
El aburguesamiento representa una
conquista por parte de una clase determinada de la nueva ciudad. Los pioneros
urbanos pretenden limpiar la ciudad de la geografia y la historia de su clase
obrera. Rehaciendo por completo la geografia de la ciudad escriben de nuevo su
historia social y justifican, de ese modo, su futuro. Los bloques de las
barriadas se convierten en residencias históricas, y las fachadas exteriores se
limpian con chorro de arena para sacar a la luz un pasado futuro. Lo mismo
ocurre con la restauración de los interiores. " El ascetismo del mundo
interior se convierte en un espectáculo público", del mismo modo que
"los muros de ladrillo visto y la madera vista representan el buen gusto
cultural frente a la pobreza de los barrios bajos sin enlucir " .52 El
hecho de despojar la estructura original de las adiciones posteriores también
borra la historia social. Si el pasado no es demolido por completo, por lo
menos es reinventado —y su aureola de clase queda suavizada— por medio de la
restauración de un patrimonio aceptable que rezuma una
fraudulenta autenticidad.
En aquellos lugares donde la militancia o
la persistencia de las comunidades obreras, o bien los desmantelamientos y la ausencia
generalizada de inversiones provoca que estas elegantes reconstrucciones se
conviertan en tareas dignas de Sísifo, las clases pueden ser yuxtapuestas
mediante otros procedimientos. La mugre, la pobreza y la violencia de los
desalojos son considerados como los ingredientes de un ambiente exquisito, por
el cual Lower East Side se convierte en "un lugar vanguardista y muy
distinguido". La rápida reubicación y polarización de los frentes de clase
es aplaudida por su capacidad excitante en la misma medida en que es condenada
por su violencia o entendida por las iras que provoca.
El esfuerzo por colonizar de nuevo la
ciudad requiere una estrategia de desalojos sistemáticos. En la actualidad, en
Nueva York hay por lo menos
108 Neil
Smith
70.000 personas sin techo: por lo menos el 1 % de su
población. En ninguno de sus informes operativos referentes al aburguesamiento
de la frontera urbana, el Ayuntamiento de Nueva York ha propuesto plan alguno
para proporcionar alojamiento a los desalojados. Negando toda relación entre el
aburguesamiento y los sin techo, los responsables del Ayuntamiento no tan siquiera la opción de traslar a los afectados. La política
de la administración se limita a "no dejar que veamos a los sin
techo", como se lee en las pintadas de Lower East Side. El Regional Plan
de 1929 para esta zona era más honesto:
Cada sustitución significará la desaparición de muchos
de los antiguos inquilinos y la llegada de otras personas capaces de afrontar
los altos alquileres exigidos por la construcción moderna en terrenos muy
caros. Así, con el tiempo, las fuerzas económicas transformarán por sí mismas
el carácter de gran parte de la población de East Side. 53
Un promotor de East Village se muestra
contundente al referirse a las perspectivas de futuro para los desalojados
cuando el aburguesamiento Ilegue a la Avenida D: "Todos se verán obligados
a irse. Se verán empujados hacia el este, hacia el río, en busca de nuevos
refugios donde poder vivir". Otro promotor justifica la violencia de la
nueva frontera de ese modo: "Hacernos responsables de ello es como acusar
al promotor de un rascacielos alto de Houston de los desplazamientos de los
indios ocurridos hace cien
54
Algunos de ellos han ido
incluso más allá, con la esperanza de que los sin techo sean ilegalizados.
"Si tirar basura en la calle es ilegal", proclama George Will,
"francamente, también debería ser ilegal... dormir en la calle. Por tanto,
echar a esa gente a otra parte es simplemente una cuestión de orden público y
de higiene. No se trata de arrestarlos, sino de trasladarlos a algún lugar
donde no estén a la vista" 55 Un restaurador de Burlington, Vermont, se ha tomado muy en serio la
misión de conseguir que "esa gente" no esté a la vista. El
propietario del Leunig's Old World Cafe, situado en el aburguesado, adoquinado
y repleto de boutiques Church Street Marketplace, se indignó contra los sin
techo que, según decía, estaban "aterrorizando" a los clientes de su
restaurante. Financiada con los donativos de los demás restauradores y de otros
ciudadanos, fundó una organización denominada "Westward Ho!" , que
ofrecía a los sin techo billetes sólo de ida para salir de la ciudad e irse a
Portland, Oregón.
Las descripciones que de los sin techo se
hace en los medios de comunicación suelen acusar a las víctimas, justificando
la falta de techo como el resultado del abuso de drogas, del alcoholismo, de
las enfermedades mentales y de otras tragedias individuales, más que la
consecuencia de un mercado de viviendas excluyente, dominado por unos
alquileres prohibitivos. En el mejor de los casos, los medios de comunicación
muestran simpatía
109
y lástima hacia algunos individuos concretos, con una
historia personal concreta, pero no abordan una investigación de las causas, y
esto refuerza la idea generalizada de que son las realidades personales, y no
la realidad social, las causas de la falta
de techo. Paradójicamente, estas invitaciones públicas a que sean mirados con
simpatía bloquea la posibilidad de una acción efectiva. "Los sin
techo" son definidos más precisamente como "los desalojados" ,
puesto que la gente no suele marginarse por sí misma del mercado de vivienda,
sino que son echados del mismo. La profecía que Friedrich Engels manifestó hace
más de un siglo parece ser la mejor predicción para el futuro de la ciudad:
"La burguesía sólo tiene un método para resolver el problema de la
vivienda... Los lugares que son caldo de cultivo de enfermedades, esos infames
agujeros y sótanos donde el sistema de producción capitalista confina a nuestros
trabajadores noche tras noche, no son eliminados, sino, simplemente,
trasladados a otra parte 56
Las dramáticas transformaciones que afectan a los
barrios en proceso de aburguesamiento son vividas intensamente como fenómenos
locales. Lower East Side es un mundo apartado de la nobleza de la alta sociedad
de East Side, situado tres millas al norte y en el interior del
barrio, la Avenida C es todavía un lugar distinto de la Primera Avenida, desde
un punto de vista tanto económico y social como cultural. Los procesos y las
fuerzas que están reconfigurando la nueva ciudad son a la vez globales y
locales. El aburguesamiento y la falta de techo de la nueva ciudad forman un
microcosmos
inscrito dentro de un nuevo orden global, y generado
por la rapacidad del capital. No se trata tan sólo de los grandes procesos que están
reconfigurando las ciudades del mundo, sino también del hecho de que el propio
mundo está penetrando dramáticamente en todos los ámbitos locales. La frontera
del aburguesamiento es también una "frontera imperial", en palabras
de Kristin Koptiuch.57 El capital internacional no sólo inunda los mercados
inmobiliarios de Nueva York, sino que las migraciones internacionales
proporcionan una fuerza de trabajo para los nuevos empleos de servicios
asociados a la nueva economía urbana. En Nueva York, la mayor parte de los
comerciantes de verduras son actualmente coreanos; los fontaneros que trabajan
en los edificios aburguesados suelen ser italianos, y los carpinteros suelen
ser polacos, mientras que las criadas y las institutrices que sirven en las
casas y cuidan a los niños de las familias aburguesadas provienen de El
Salvador o Las Bahamas.
Los inmigrantes llegan a Nueva York
desde todos aquellos países donde el capital americano ha abierto sus mercados,
ha explotado sus recursos, ha echado a la gente de sus tierras o ha enviado
marines "en misión de paz". Esta dislocación global llega hasta
nosotros bajo la forma de un "tercermundismo" de la ciudad americana
que, combinado con la criminalidad en aumento y la política
represiva en as calles, induce la visión de una nueva ciudad depredadora que
amenaza al propio aburguesamiento. En sus
110 111
investigaciones sobre los cambios en los modos de integración
de los niños techo de Nueva York
mientras dormían, probablemente para "quitarlos de en la vida social,
Cindi Katz ha detectado un claro paralelismo entre las ca- la vista".
Iles de Nueva York y los territorios rurales del Sudán . 58
Las condiciones pri- Pero también conlleva la organización de la propia
frontera. Antes de mitivas de la periferia, desde el Amazonas brasileño hasta
las explotadoras 1862, cuando la Homesteading Act ya había prescrito, la mayor
parte de los fábricas de Hong Kong, se reproducen en el corazón de la ciudad.
"Como duros héroes de la frontera eran "okupas" ilegales. Se
limitaban a apropiarse si fueran tomadas directamente del guión de una película
de ciencia ficción", de las tierras que necesitaban, organizaban clubs
comunitarios para defender escribe Koptiuch, "las fronteras salvajes,
dramatizadas en los relatos de via- su reivindicación sobre las tierras contra
los grandes especuladores, creajes antiguos, se han trasladado hasta tan lejos
que, ante nuestro despre- ban organizaciones para proporcionar el bienestar
básico y animaban a otros venido asombro, han implosionado
de nuevo entre nosotros 59 No son "okupas" a hacer lo propio, puesto
que la fuerza reside en la cantidad. La sólo las guerras indias del
viejo Oeste lo que ha vuelto a las ciudades del fuerza total del mito de la
frontera ha consistido siempre en revestir esta Este, sino las guerras globales
del nuevo orden mundial americano. amenaza central a la autoridad con una capa
romántica de individualismo, A medida que la brecha entre los alquileres es
rellenada afanosamen-cuando en realidad los primeros pioneros estaban muy
organizados. De hete por los espasmos de las inversiones de capital en la
ciudad del nuevo mun- cho, fue la proliferación de la
"okupación" lo que hizo que la Homestead Act do, la frontera del
aburguesamiento irá deŠplazándose hacia los límites de prescribiera. Si hoy
aceptamos la ciudad como una nueva frontera urbana, la ciudad suburbana, donde
la falta de inversiones resulta ya preocupante. la primera acción pionera,
siendo históricamente rigurosos, tendrá que ser Desalojadas de los emergentes
espacios de ocio burgueses del corazón de la "okupación". Tal vez ya no nos
quepa duda de que la ciudad se ha conla ciudad, muchas minorías, desempleados y
pobres de la clase obrera, son vertido en un nuevo salvaje oeste. Sin embargo,
esta personalidad de este desplazados todavía más lejos, hacia los nuevos
distritos de las afueras. salvaje oeste es lo que está precisamente en juego.
Efectivamente,
"si el modelo espacial del desarrollo residencial de los negros apenas ha
sufrido alteraciones", sugiere el geógrafo Harold Rose, la próxima
generación "de centros convertidos en guetos quedará reducida
esencialmente a un selecto conjunto de comunidades del anillo suburbano",
situado en aquellas áreas metropolitanas en cuyo centro urbano ya
hay una am plia población de negros. En este sentido, "parece
que poco importan las consideraciones acerca de las implicaciones sociales y
económicas asociadas a la actual reorganización espacial relativas al futuro de
la población negra de las ciudades", concluye Rose, "y, por el mismo
motivo, relativas al futuro de la ciudad" 60
Está naciendo una nueva geografia social, pero no lo
hará mediante un proceso pacífico. El intento de apoderarse de Washington DC
(probablemente la ciudad más segregada del país) por medio del aburguesamiento
de la población blanca es conocido por la mayoría afroamericana como "el
plan". En los muelles y en East End de Londres, también en proceso de
aburguesamiento, un grupo anarquista de muchachos desempleados justifica los
robos callejeros como un "impuesto yuppie", en una versión inglesa
del lema del Tompkins Square, "atraca a un yuppie". A medida que las
viviendas y las comunidades se convierten en fronteras económicas, la gente se
defiende, incluso violentamente si es necesario. La violencia de la frontera
trae consigo las cargas de caballería en las calles del centro de la ciudad,
los altos índices de criminalidad, con el racismo policial y las agresiones a
los nativos. Como el asesinato en 1989 de Bruce Bailey, un activista residente
en (Algunas de las investigaciones realizadas para este artículo han contado en
con un la ensayoayuda
fue encontrado dentro de
bolsas de ba- de previo, la beca "Tompkins SE87-13043 Square de Park: la
National Riots, Rents Science and Foundation, Redskins", y publicado
fueron esbozadas en: The Portable Lower Manhattan (su cuerpo desmembrado sura
en el Bronx, y aunque la policía sospechó abiertamente de sus airados East Side
6.1, 1989. Quiero agradecer a Kurt Hollander, Sara Bershtel y Michael Sorkin
sus arrendadores, nadie fue imputado por el crimen). O la quema de algunos sin
valiosos comentarios y críticas.)
|
|
|
Bowler y
McBurney, op. |
|
Nueva
York, 1978, pág. 448. Ver también: Richard Slotkin, Fatal Environment: The
Myth |
32 |
En el original, "dumbbell tenements".
"Dumbbell" significa en inglés 'pesas', referido a |
|
of the
Frontier in the Age of Industrialization 1800-1890, Atheneum, Nueva York,
1985, |
|
las pesas que se utilizan en los ejercicios
gimnásticos. La forma estrechada de la parte |
|
pág. 338.
El mejor relato de Ios disturbios se encuentra en Herbert Gutman, "The |
|
central de dichos bloques
ha hecho que la gente Ios compare a unas pesas, también |
|
Tompkins
Square 'Riot' in New York City on January 13, 1874: A Re-examination of Its |
|
estrechadas
en la parte central [N. del T.]. |
|
Causes and
Its Aftermath", en Labor History, vol. 6, 1965, pág. 55. |
33 |
Gwendolyn Wright, Building the Dream: A Social
History of Housing in America, The MIT |
9 |
Herbert
Gutman, op. cit. |
|
Press,
Cambridge (Mass), 1981, pág. 123. |
10 |
Roland Barthes, Mythologies, Sevil, París, 1970;
(versión castellana: Mitologías, Siglo |
34 |
Regional Plan Association of America, New York
Regional Plan, RPA, New York, 1929, |
|
de
España, Madrid, 20003), pág. 129; Richard Slotkin, op. cit., págs. 16, 21-32. |
|
citado en Martin Gottlieb,
"Space Invaders: Land Grab on the Lower East Side", en |
11
"Ludlow Street", en New Yorker, 8 de
febrero de 1988, pág. 29. 12
New York Times, 27 de marzo de 1983. 13
Comida tipica de Texas, con mezclas de la comida
típica mexicana [N. del 14 Diminutivo de yuppie [N. del
T.]. 15
New York Times Magazine, 6 de agosto de 1989, pág.
37. 16
New York Times, 8 de febrero de 1990. 17 Ibid. 18
Ibid. 19
Richard Slotkin, op. cit., págs. 33, 47. 20 Ibid.,
pág. 375. 21 Frederick
Jackson Turner, The Frontier in American History, Holt, Rinehart and Winston,
Nueva York, 1958; (versión castellana: La frontera en la historia americana,
Castilla, Madrid, 19762). 22 "En
el polo positivo... están Ios miembros de la 'clase civica', cuyas actitudes
y conductas se basan en el supuesto de que el bien individual, y, por tanto,
el bien del barrio, aumenta con la sumisión a unas normas sociales. En el
polo opuesto están los mienv bros de la 'clase incívica'. Sus conductas y
actitudes reflejan la no aceptación de unas |
Village
Voice, 14 de diciembre de 1982. 35 Martin
Gottlieb, op. cit. 36 Craig
Unger, "The Lower East Side: There Goes the Neighborhood", en New
York, 28 de mayo de 1984, págs. 3241; Anthony DePalma, "Can City's Plan
Rebuild the Lower East Side?", en New York Times, 14 de octubre de 1988. 37 Frank
DeGiovanni, Displacement Pressures in the Lower East Side, Community Services
Society of New York, Working Paper, 1987, pág. 27. 38 Diana Shaman, "Lower
East Side Buildings Rehabilitated", en New York Times, I de abril de
1988. 39 Craig
Unger, op. cit. 40 Neil
Smith, "Toward a Theory of Gentrification: A Back to the City Movement
by Capital not People", en Journal of the American Planning Association,
vol. 45, 1979, págs. 538548; Eric Clark, The Rent Gap and Urban Change, Lund
University Press, Lund, 1987. 41 Gottlieb,
"Space Invaders". 42 Entrevista
con Sam Bass, administrador de propiedades inmobiliarias de Brooklyn, 1986. 43
Doug Henwood, "Subsidizing the Rich", en Village Voice, 30 de
agosto de 1988, pág. 10; ver también: Peter Marcuse, "Abandonment.
Gentrification, and Displacement: The |
112 113
Notasnormas más allá de las
especificadas imperfectamente en el derecho civil y penal. Sus
I Michael Wines, "Class
Struggle Erupts Along Avenue B", en New York Times, 10 de agos-actitudes
pueden oscilar entre la indiferencia hacia las normas sociales y la hostilidad
to de 1988.hacia cualquier definición colectiva de las conductas." Philip
Clay, Neighborhood Renewal, 2 C. Carr, "Night Clubbing: Reports from the
Tompkins Square Police Riot" , en Village Voice,Heath, Lexington (Mass),
1979. págs. 37-38.
16 de agosto de 1988; Sarah Ferguson, "The
Boombox Wars", ibid. El poeta Allen23 Walter Robinson y Carlo McCormick,
"Slouching Toward Avenue D", en Art in America, Ginsberg relata la siguiente
reacción de un estudiante chino visitante que había estado vol. 72, 6, 1984,
págs. 138, 158.
en la plaza de Tiananmen, en
Pekín, durante Ios primeros enfrentamientos estudiantiles 24Roger Ricklefs, "The Bowery
Today: A Skid Row Area Invaded by Yuppies", en Wall Street con la policía. En China, la
policía "iba vestida de paisano, como cualquier otra persona".
Journal, 13 de noviembre de 1988. Ver también: Kim Levin, "The
Neo-Frontier", en Village El estudiante explicaba "que el contraste
era asombroso, puesto que en China atacabanVoice, 4 de enero de 1983.
a la
vez por un lado y por el lado contrario, y a veces con porras. Aquí, en cambio,
era25John Bunyan (1628-1688), cura y escritor inglés, autor de la novela El
progreso del peregente que parecía haber aterrizado desde otra galaxia, con
aquellos cascos parecía quegrino, donde se alude a "una tierra de reposo
al final del viaje de la Vida" [N. del T.]. hubiesen caído en medio de la
calle desde otra galaxia y hubiesen empezado a golpear 26 Robinson y McCormick, op. cit.,
págs. 138, 158; Nicolas Moufarrege, "Another Wave, a la gente, a Ios
transeúntes, a Ios padres de familia, a cualquiera que se cruzara en suStill
More Savagely Than the First: Lower East Side, 1982", en Arts, vol. 57, I,
1982, camino. Estaban completamente alienados, y eran completamente
alienígenas". "A Talk pág. 73; Moufarrege, "The Years
After", en Flash Art, 118, 1984, pág. 51.
with Allen Ginsberg", en
The New Common Good, septiembre de 1988, pág. 7.27 Rosalyn Deutsche y Cara
Gendel Ryan, "The fine Art of Gentrification", en October, vol.
3 Leslie
Gevirtz, "Slam Dancer at NYPD", en Village Voice, 6 de septiembre de
1988; David13, 1984, pág. 92.
E. Pitt, "PBA Leader
Assails Report on Tompkins Square Melee", en New York Times, 28Craig Owens, "Commentary: The
Problem with Puerilism", en Art in America, vol. 72, 6, 21 de abril de
1989.1984, págs. 162-163.
4 Bill
Weinberg, "Is Gentrification Genocide? Squatters Build an Alternative
Vision for the29 Anne E. Bowler y Blaine McBurney, "Gentrification and the
Avant Garde in New York's
Lower East Side", en
Downtown, 181, 14 de febrero de 1990, pág. Ia. East Village: The Good, the Bad
and the Ugly". Ponencia presentada en la Conferencia 5 Sarah Ferguson, "Should
Tompkins Square Be Like Gramercy?" , en Village Voice, 11 deAnual de la
American Sociological Association, agosto de 1989, San Francisco, págs.
junio de 1991; Dinkins es citado en John Kifner,
"New York Closes Park to Homeless",25, 27.
en New York Times, 4 de junio de 1991.30 Robinson y
McCormick, op. cit., pág. 135.
6 Joel Rose y Catherine
Texier (eds.), Between C & D: New Writing from the Lower East 31 Craig
Owens afirma que "por supuesto, los artistas no son responsables del
'aburgueSide Fiction Magazine, Penguin,
Nueva York, 1988, pág. xi; Jerome Charyn, War Criessamiento'; a menudo han sido
sus víctimas". "Commentary", págs. 162-163. Deutsche Over Avenue
C, Donald I. Fine, Nueva York, 1985, pág. 7. y Ryan contestan: "Presentar
a Ios artistas como las víctimas del aburguesamiento sig7 C. Carr, op. cit., pág. 17.nifica
burlarse de la difícil situación de las auténticas víctimas del barrio".
"The fine Art 8 Philip S. Foner, The Labor Movement in the United States,
vol. I, International Publishers,of Gentrification", pág. 104. Ver
también: cit.
114
Linkages
in New York City", en Neil Smith y Peter Williams (eds.), Gentrification
of the
City, Allen and Unwin, Boston, 1986. Por
el interior de la exópolis:
44 Entrevista
con Donald Cogsville, presidente de la Harlem Urban Development Cor- escenas del condado de Orange
poration,
20 de abril de 1984; Neil Smith y Richard Schaffer, " Harlem
Gentrification -A Catch-22?", en New York Affairs, vol. 10. 1987, págs.
59-78.
45 Lisa
Foderaro, "ABC's of Conversion: 21 Loft Condos". en New York Times,
22 de marzo de 1987. Para una cartografia de la frontera del aburguesamiento,
ver: Neil Smith, Betsy Duncan y Laura Reid, "From Disinvestment to
Reinvestment: Tax Arrears and Turning
Points in the East Village", en Housing Studies,
vol. 4, 1989, págs. 238-252.EDWARD W. SOJA
46 Oreo
Construction Services, An Analysis of Investment Opportunities in the East
Village, citado en: Richard Goldstein, "Here Comes the Neighborhood, en
Village Voice, 2 de marzo de 1982.
47 Leslie
Bennetts, "16 Tenements to Become Artist Units in City Plan", en New
York Times,
4 de mayo de 1982; Maurice Carroll,
"A Housing Plan for Artists Loses in Board of Estimates", en New York
Times, 11 de febrero de 1983; Deutsche y Ryan. op. cit., págs. 100-102.
48 Lisa
Glazer, "Heavenly Developers: Building Houses for the (Poor) Rich? ",
en Village
Voice, 11 de octubre de 1988; Matthew Reiss,
"Luxury Housing Opposed by
Community", en The New
Common Good, julio de 1988, pág. 15.Escena 1 :
49 William 4 de
R. Greer, "The Fortunes of the Lower East Side Are Rising", en New
York Times,"Toto, he tenido un presentimiento: ya no estamos en
Kansas" agosto de 1985.
50 Citado en:
Deirdre Carmody, "New Day Is Celebrated for Union Square Park", en
New
York Times, 20 de abril de
1984.Es un parque temático —un parque temático de 2.036 m2—, y el tema es:
"Puedes 51 Carter Wiseman, "The Housing Squeeze - It's Worse Than You
Think", en New York, 10tener todo 10 que quieras".
de octubre de 1983, pág. 54;
Nicolas Moufarrege, "Another Wave" Es la más californiana de todas
las Californias: tan californiana como en las 52 Michael Jager, "Class
Definition and the Esthetics of Gentrification: Victoriana inpelículas, como en
los relatos, como en los sueños.
53 Melbourne", New York Regional en Smith Plan, y
Williams, citado en: op. Gottlieb, cit., págs. op. cit, 79-80. pág. 83,
16.85.Orange County es la Tierra del Mañana y la Tierra de la Frontera,
fundidas 54 Citado en Craig Unger, op. cit., pág. 41; Martin Gottlieb, op. cit.,
pág. 13.e inseparables. En el siglo Will fue una misión. En el siglo XIX fue
una colonia. 55 George Will, citado en Peter Marcuse, "Neutralizing
Homelessness", en Socialist Review,En la década de los ochenta es una sede
corporativa.
5756 vol.
Friedrich Kristin las grandes 80, Koptiuch, 1, Engels, 1988, ciudades, Zur
"Third-Worlding pág. Wohnungsfrage; Editorial 70. Gustavo at Home",
(versión Gili, en Barcelona, castellana: Social Text, 1974).E/ vol. problema
28, 1991, de págs. la vivienda; 87-89.yrancheros, Aquí hay buscadores historia
por de todas minas, partes: empresarios navegantes, aventureros.
conquistadores, Sin embargo, nuevas. curas,Loshay tanto Ahora, que el Ayer
resulta dificil de encontrar. Las casas son
58 Cindi J.
Katz, "A Cable to Cross a Curse: Everyday Cultural Practices of Resistance
and coches son nuevos. Todo tiene un aspecto nuevo: las tiendas, las calles,
las esReproduction Among Youth in New York City", en Socialist Review,
1991, pendiente decuelas, los ayuntamientos... incluso la propia tierra y el
propio océano.
publicación;
"Sow What You Know: The Struggle for Social Reproduction in Rural
Sudan",Hoy la temperatura estará por debajo de los 26 grados. Sopla una
ligera brien publicación.Annals of the Association of American Geographers,
vol. 81, 3, 1991, pendiente desa marina. Un día más en el paraíso, igual que
ayer.
59 Kristin
Koptiuch, op. cit. Ver también la desesperada descripción que Tom Wolfe hace
deVen a Orange County. En ninguna parte se está mejor que en casa.l
Nueva York como un Tercer Mundo
fuera del control de las clases medias-altas blancas:
Bonfire of the Vanities, Farrar, Straus, and Giroux,
Nueva York, 1987, pág. 7, inter alia;El primer tema es explícito: puedes tener
todo 10 que quieras en el con-
60 (versión Hills, (eds.), Harold 1982,
M. Cities castellana: Rose, págs. in the "The 139, 21st La Future hoguera
148.Century, of the de Urban las Black vanidades, Affairs Ghettos", Annual
Anagrama, en Gary Reviews, Gappert Barcelona, vol. y 23, Richard 2001).Sage, V.
BeverlyKnightdado donde tualidad de todos omnipresente Orange, los lugares
donde del todos están mañana los fuera días hace del son que centro, igual el
ayer que ansiosamente sea ayer, difícil pero de donde en encontrar;los la
már-ac-
genes, pero siempre exactamente en medio de las cosas,
exactamente en la frontera: aquí y ahora, en ninguna parte estarás mejor que en
casa. Para sus ávidos promotores, el condado de Orange es un paraíso en forma
de parque temático, el sueño americano constantemente renovado e infinitamente
disponible, igual que en las películas, donde puedes vivir una Vida de cine.2
Es un bazar resplandeclente de tiempos y espacios empaquetados, que per-
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