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Ciudad, nueva frontera: el Lower East Side como oeste, salvaje oeste

 

Variaciones temático

La nueva ciudad americana y el fin del espacio público



ciudad, nueva frontera: el Lower East Side como oeste, salvaje oeste

NEIL SMITH



La noche del 6 de agosto de 1988 se produjo un alboroto en los bordes del Tompkins Square Park, una pequeña zona verde del Lower East Side de Nueva York. Se prolongó con furia toda la noche, con la policía a un lado y una mezcla diversa de manifestantes anti-aburguesamiento, punks, activistas pro-

vivienda, habitantes del parque, artistas, juerguistas de sábado por la noche y residentes del Lower East Side en el otro. La batalla se inició tras un intento por parte del Ayuntamiento de decretar un toque de queda en el parque a la una de la madrugada, con el pretexto de "expulsar" a la cantidad cada vez mayor de gente sin techo que vivía o dormía allí, a los jóvenes que hacían sonar sus cadenas de música de madrugada, a los compradores y vendedores de drogas que utilizaban el parque para hacer negocio. Sin embargo, muchos residentes locales y usuarios del parque veían de un modo distinto lo que allí estaba ocurriendo. Para ellos, el Ayuntamiento estaba intentando apaciguar y domesticar el parque para favorecer de ese modo el aburguesamiento casi desenfrenado del Lower East Side. "Aburguesamiento = iLucha de Clases!" , rezaban las octavillas y las pancartas de la manifestación del sábado por la noche, que reclamaba que el parque permaneciera abierto. "iMorid, yuppies de mierda!", se cantaba en las canciones. "Los yuppies y los magnates inmobiliarios han declarado la guerra a la gente del Tompkins Square Park", proclamaba un orador. "¿De quién es este parque de los cojones? Este parque de los cojones es nuestro", era el eslogan más repetido. "La lucha de clases irrumpe en la Avenida B", anunció el New York Times. l

En realidad, lo que incendió el parque la noche del 6 de agosto fue la violencia policial. Disfrazados con alienígenas uniformes antidisturbios y ocultando sus placas, los policías obligaron a todo el mundo a evacuar el parque antes de medianoche, y luego lanzaron una serie de cargas "de cosaco" contra los manifestantes y los residentes reunidos en los bordes del parque. "Los polis parecían alocados y fuera de control", contaba un testi-

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go ocular. "Parecían levitar con un odio que yo no podía entender. La habían tomado con una protesta relativamente pequeña y la habían extendido a todo el barrio, encendiendo los ánimos de cientos de personas que, para empezar, en ningún momento se habían acercado al parque". Al final fueron desplegados 450 agentes, quienes "irradiaban histeria" , según contaba otro testigo. Hubo "cargas de caballería por las calles del East Village, un helicóptero que sobrevolaba en círculos, gente que había salido a buscar un periódico del domingo que corría aterrorizada por la Primera Avenida". Finalmente, poco después de las cuatro de la madrugada, los "polis" se replegaron en "ignominiosa retirada", y los exultantes manifestantes volvieron a entrar en el parque bailando, gritando y celebrando su victoria. Algunos manifestantes utilizaron una barricada de la policía para romper las puertas de vidrio y latón del edificio de apartamentos de Christodora, que linda con el parque y que se había convertido en un símbolo odiado del aburguesamiento del barrio.2

Algunos días después de los disturbios, el alcalde de la ciudad, Edward Koch, definió el Tompkins Square Park como una "letrina" , y culpó de lo sucedido a los "anarquistas". El jefe de la Patrolmen's Benevolent Association se mostró de acuerdo con entusiasmo: "Los parásitos sociales, los drogadictos, los cabezas rapadas y los comunistas, un insípido conglomerado de desechos humanos, han sido los causantes de los disturbios". El Civilian Complaint Review Board recibió 121 quejas por la brutalidad policial y, basándose en un vídeo de cuatro horas realizado por el artista local Clayton Patterson, diecisiete agentes fueron citados por "mala conducta". Finalmente, seis de ellos fueron procesados, pero ninguno fue jamás declarado culpable.3 El jefe de policía reconoció que tal vez algunos agentes se habían "sobrepasado en su entusiasmo" debido a su "inexperiencia", pero se aferró a la versión oficial en su acusación de las víctimas.

Durante los meses siguientes, los movimientos de "okupas" y de antiaburguesamiento, hasta entonces escasamente organizados, empezaron a crecer rápidamente, y entraron en contacto con otros grupos locales pro-vivienda. El Tompkins Square, que ahora era ya un "espacio liberado", atrajo a más gente sin techo, algunos de los cuales también empezaron a organizarse. Ahora bien, también el Ayuntamiento cerró sus filas. Los toques

de queda en los grandes parques de la ciudad (que habían sido suprimidos tras los disturbios) volvierón a instaurarse gradualmente. Poco a poco se fueron aplicando nuevas normativas que regían el uso del Tompkins Square. Algunos edificios del Lower East Side habitados por "okupas" fueron derribados. Y enjulio de 1989, las redadas periódicas de la policía destruyeron las tiendas de campaña, las chabolas y las pertenencias de los residentes en el parque. Por entonces ya había en el parque un promedio de unas 200 personas en una sola noche, de las cuales unas 3/4 partes eran varones, la mayoría de ellos afroamericanos o blancos, pero también latinoamericanos, americanos nativos o caribeños. El 14 de diciembre, el día más frío del año,

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toda la población de los sin techo del parque, compuesta por más de 300 personas, fue desalojada, y sus pertenencias metidas en una caravana de camiones de la basura. "Sería una irresponsabilidad permitir que los sin techo duerman a la intemperie" a esta temperatura tan baja, explicaba el comisionado de parques, Henry J. Stern. En realidad, lo que el Ayuntamiento había previsto para los desalojados consistía tan sólo en un "centro de asistencia" que, según un testigo, "demostró ser poco más que un punto de reparto de bocadillos de embutido barato".4 Muchos de los desalojados del parque fueron acogidos por okupas locales. En enero de 1990, con el alcalde supuestamente progresista David Dinkins recién instalado en su cargo, el Ayuntamiento mostró tanta confianza en la recuperación del parque que anunció un "plan de reconstrucción". Durante aquel verano las pistas de baloncesto fueron desmanteladas y reconstruidas, con un control más estricto sobre sus accesos. Las vallas metálicas rodeaban las pistas recién construidas, las zonas destinadas a los juegos de los niños y las pistas para algunos deportes específicos, y se aplicó con mayor rigidez la normativa que regía el parque. En un intento de desalojar a los "okupas" del barrio, que ahora encabezaban el movimiento contra el aburguesamiento, las entidades municipales incrementaron su hostigamiento. A pesar de todo, con la llegada del invierno siguiente, cada vez más gente desalojada por el ayuntamiento se fue infiltrando de nuevo en el parque, construyendo de nuevo sus estructuras semipermanentes.

En mayo de 1991, el parque fue escenario de un concierto conmemorativo organizado bajo el lema "La vivienda es un derecho humano" y se produjo un nuevo enfrentamiento entre la policía y los usuarios del parque. Con unas 70 chabolas construidas en aquel momento en su interior, la administraciÓn Dinkins cerró finalmente el parque a las 5 de la madrugada del 3 de junio, desalojando a más de 200 personas que vivían habitualmente en él. Alegando que los sin techo habían robado el Tompkins Square a la comunidad, el alcalde Dinkins declaró: "Este parque es un parque. No es un lugar para vivir en él". Se construyó una valla de cadenas de dos metros y medio de altura, una brigada formada por más de 50 policías, algunos uniformados y otros de paisano, se encargó de vigilar el parque, y casi de inmediato se inició la reconstrucción, con un presupuesto de 2,3 millones de dólares. En rea-

lidad, tres de las entradas al parque permanecieron abiertas y vigiladas por la policía: una de ellas, situada frente al edificio de apartamentos de Christodora, en la Avenida B, proporcionaba acceso a un recinto para perros; las otras dos a la zona de juegos para niños y a las pistas de baloncesto. Según la periodista del Village Voice Sarah Ferguson, el cierre del parque eran "las campanadas a muertos" de una ocupación que "había logrado simbolizar el fracaso del Ayuntamiento a la hora de aportar soluciones para la población de los sin techo" .5 A los que fueron desalojados del parque no les ofrecieron viviendas alternativas. La gente volvió a acudir a los alojamientos de los "okupas" locales, o bien se fue diseminando por la ciudad, aunque algunas ma82

nifestaciones esporádicas, así como la aparición instantánea de una nueva ciudad de chabolas —apodada Dinkinsville— en un solar vacío situado tan sólo una manzana más allá, hacen pensar que el cierre del Tompkins Square Park no ha acabado ni mucho menos con la lucha de los sin techo.

En tanto que escenario de la primera gran batalla contra el aburguesamiento, las cuatro hectáreas del Tompkins Square Park se han convertido en un claro símbolo de este nuevo urbanismo que amenaza con reconstruir no sólo el Lower East Side, sino también todos los barrios de las ciudades del mundo capitalista desarrollado. Cedidos a la clase obrera, abandonados a los pobres y a los desempleados durante la expansión suburbana de la posguerra, reconfigurados como reservas para las minorías raciales y étnicas, los terrenos del interior de la ciudad se han vuelto repentinamente valiosos, y perversamente beneficiosos. El aburguesamiento representa una inversión geográfica, económica y cultural de la decadencia y el abandono urbano de la posguerra. Conceptualizado por sus apologistas con la expreSión falsamente neutral de "reciclaje de barrios", o con la expresión más festiva de "revitalización", el aburguesamiento ha reconstruido ya Soho y Lower East Side, e incluso ha afectado a barrios de Manhattan tan distintos como Harlem y Hell's Kitchen. Desde Amsterdam hasta Sidney, partes en-

teras de barrios obreros del interior de la ciudad han sido transformadas en refugios para la clase media y para la clase media-alta, reservados a las tiendas, al consumo de elite y a las viviendas de lujo. Algunas metrópolis industriales emprendedoras, como Baltimore o Pittsburgh, han transformado por completo su imagen. Incluso Glasgow, conocida por sus astilleros, sus acerías, su industria textil, su clase obrera militante y, más recientemente, por su desindustrialización crónica, fue en 1990 Capital Cultural de Europa, un honor previamente concedido a París, Amsterdam, Florencia y Berlín.

Los medios de comunicación han explicado insistentemente que el aburguesamiento es una lucha por conquistar y civilizar las fronteras urbanas. A medida que la industria inmobiliaria impulsa el nuevo desarrollo y la rehabilitación de los barrios existentes, las áreas amenazadas crean una defensa beligerante del hogar y la comunidad. Por ejemplo, en Notting Hill, Londres —escenario de un carnaval caribeño anual que lanza periódicamente a la policía contra los participantes locales—, existe una clara "línea de frente" entre una zona aburguesada, a un lado, Y una comunidad obrera diversa, en el otro. Ahora bien, el nuevo urbanismo es también la expresión de unos cambios globales de mayor alcance. Si bien el aburguesamiento sistemático empezó por vez primera en los años sesenta y setenta, asignando a los barrios un uso de clase media, una serie de transformaciones más amplias —la expansión económica global de los años ochenta, la reestructuración de la economía nacional y de la economía urbana hacia los servicios, el ocio y el consumo, la aparición de una jerarquía global de ciudades mundiales, nacionales y regionales— han hecho que el aburguesamiento de-

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jara de ser una preocupación marginal de la industria inmobiliaria, y se haya convertido en la vanguardia de los cambios urbanos.

Donde más evidentes son estas tensiones es en el Lower East Side ("Loisaida" en el spanglish vernacular, East Village en la jerga popular y de los artistas), un denso barrio de bloques de viviendas comprimido entre el distrito financiero de Wall Street, Chinatown, Greenwich Village, la Calle 14 y el East River. Los escritores locales lo describen como "una frontera donde el tejido urbano se desgasta, se abre", y también como "una tierra india, la tierra de los crímenes y la cocaína" 6 Lower East Side empezó a experimentar un aburguesamiento sustancial hacia finales de los años setenta. No sólo quienes apoyaban el aburguesamiento, sino también sus antagonistas, consideraron el tema de la frontera como algo irresistible. "A medida que el barrio se aburguesa, lenta e inexorablemente", escribía un periodista la madrugada de los disturbios de 1988, "el parque se convierte en una válvula de escape, el lugar de la última supervivencia metafórica" 7 Pocas semanas más tarde, el Saturday Night Live hizo explícita la imagen del general Custer en una sátira situada en un fuerte fronterizo. El general Custer (presumiblemente el alcalde Koch) recibe al beligerante jefe indio Aguila Planeadora en su oficina, y le pregunta: "¿Cómo van las cosas por allí abajo, en el Lower East Side?'

La polarización social, política y económica de este "territorio comanche' se está volviendo cada vez más drástica y rápida, y refleja las mismas tenciencias que el resto del país. Durante los años ochenta, los alquileres de los apartamentos subieron, y con ellos el número de personas sin techo. Los récords alcanzados por la construcción de edificios de apartamentos lujosos iban acompañados por una disminución de la oferta de vivienda pública. La subida de Wall Street generó salarios de siete y ocho cifras, mientras que el desempleo atrapaba a los inexpertos. El porcentaje de mujeres entre los sin techo y los pobres aumentó, mientras que los servicios sociales se recortaban, y el conservadurismo de los últimos años vomitó un racismo recrudecido. Con la grave recesión de principios de los años noventa, los alquileres se estabilizaron e incluso bajaron de precio, pero el desempleo fue en aumento, de modo que la po arización de los años ochenta no hizo más que agudizarse. Lower East Side está situado en el vértice de todas estas tensiones globales y locales. Aunque los detalles corresponden a su realidad local, ponen de manifiesto con gran crudeza los rasgos del nuevo urbanismo en general.

Tompkins Square está situado en el corazón de Lower East Side. En su límite sur, a lo largo de la Calle 7, hay una larga pastilla de edificios residenciales con vistas al parque. La mayoría de ellos son bloques de finales del siglo XIX, de cinco o seis plantas, decorados con unas escaleras de emergencia precariamente fijadas al edificio, aunque también hay un edificio de apartamentos más grande con una fachada deprimente, moderna, toda blanca. Hacia el oeste, los bloques situados a lo largo de la Avenida A no son


mucho más interesantes, pero la gran cantidad de cruces de calles y la mezcla de tiendas de tabaco, restaurantes étnicos y de categoría, bares, puestos de dulces, quioscos, tiendas de comestibles y clubs nocturnos hacen que este lado del parque sea el de mayor vitalidad. A lo largo de la Calle 10, en el límite norte, hay un majestuoso grupo de casas de la época de la guerra civil, la mayoría de ellas arregladas por las clases aburguesadas durante los años setenta. Hacia el este, la Avenida B ofrece un frente más fragmentado de bloques, el St. Brigid's Church, así como el infame edificio de apartamentos Christodora, un bloque monolítico de ladrillo de 16 plantas construido en los años veinte, que domina la silueta urbana de todo el conjunto.

El propio parque no tiene nada de excepcional. Se trata de un rosetón oval de paseos curvilíneos entrecruzados, sombreado por grandes plataneros y unos pocos olmos supervivientes. Los paseos están flanqueados por largas hileras de bancos de cemento con tablones de madera pintados de color verde. Algunas de las grandes áreas de césped se encuentran en mal estado, y deberían ser sembradas de nuevo. En el extremo sur, delante de la verja que encierra al parque, un escenario cubierto en forma de concha permitía celebrar conciertos, representar obras de teatro y otros espectáculos, pero también daba cobijo y ofrecía un lugar donde poder dormir a los resi-

dentes del parque. En el extremo norte hay un jardín cerrado y vacío que linda con las pistas de balonmano y de baloncesto. Durante el día, el parque estaba lleno de ucranianos que jugaban al ajedrez sentados en los bancos, individuos jóvenes que vendían droga, yuppies que iban o venían del trabajo, unos pocos punks con sus cadenas de música, estudiantes leyendo, mujeres puertorriqueñas que llevaban a sus bebés de paseo, residentes que paseaban a sus perros, niños en la zona de juegos de la guardería. Desde que se produjeron los disturbios, también había "polis" patrullando en sus coches, fotógrafos y, por supuesto, una población creciente de "sin techo" atraída por este espacio "liberado", aunque ya contestado. Los residentes del parque montaron diversos campamentos con tiendas, cartones, madera, telas enceradas de color azul brillante, o de cualquier material encontrado que sirviera para cobijarse. Los consumidores de drogas duras solían reunirse en la "avenida del crack", situada en el extremo sur. Un grupo de gente mayoritariamente trabajadora se reunía en la parte este. Los rastafarianos jamaicanos vagaban por la zona de la fuente de la abstinencia, cerca de la Avenida A. Los activistas políticos se reunían junto al escenario cubierto.

Diversamente descuidado y relajante, fluido y energético, aunque casi nunca —o nunca— amenazador, a menos que la policía realice sus maniobras, Tompkins Square ejemplifica el tipo de parque de barrio que Jane Jacobs adoptó como una cause célèbre en su famoso tratado antimodernista The Death and Life of Great American Cities. Puesto que apenas tiene el aspecto fisico de una frontera, ni los conflictos de clase, ni las algaradas policiales, ni la iconografía de la frontera representan una• novedad en Tompkins Square. En su origen, la zona era una jungla cenagosa. Los primeros desaloja-

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dos debieron de ser los habitantes de Manhattan que, en 1626, "vendieron" la isla a Peter Minuit a cambio de unos pocos harapos y abalorios. Tras su donación a la ciudad por parte del traficante de pieles y capitalista John Jacob Astor, la ciénaga fue secada, y en 1834 se construyó un parque. Desde entonces ha sido un lugar de encuentro habitual para las multitudinarias concentraciones de trabajadores y desempleados. El colapso financiero de 1873 supuso el despido de una cantidad jamás conocida hasta entonces de trabajadores y, por tanto, muchísimas familias fueron desalojadas de sus lugares de trabajo y de sus hogares. Las instituciones benéficas de la ciudad se vieron desbordadas y, bajo la presión de los empresarios, el Ayuntamiento se negó a prestarles auxilio. "En cualquier caso, se producía una fuerte crítica ideológica al propio concepto de auxilio, y se difundió la creencia de que las penalidades del desempleo constituían una disciplina necesaria y saludable para la clase trabajadora." El 13 de enero de 1874, una marcha de protesta se convirtió en lo que el joven Samuel Gompers recordaba como "una orgía de brutalidad'

Mientras los primeros manifestantes entraban en el Square, los neoyorquinos eran testigos de la mayor manifestación de trabajadores jamás vista en la ciudad. El alcalde, de quien se esperaba que iba a dirigirse a los manifestantes, cambió de idea, y en el último minuto la policía prohibió la marcha. Sin embargo, no se avisó a los trabajadores, y los hombres, las mujeres y los niños se dirigieron hacia Tompkins Square, para escuchar el programa de ayudas a los desempleados que, presumiblemente, el alcalde Havemeyer presentaría. Cuando los manifestantes llenaban por completo el Square, fueron atacados por la policía. " Las porras de los policías", explicaba un testigo, "subían y bajaban. Las mujeres y los niños huían gritando en todas direcciones. Muchos de ellos fueron pisoteados en la estampida hacia las puertas. En la calle, los transeúntes eran derribados y golpeados sin piedad por agentes a caballo" 8

Una hora después de las cargas policiales, apareció en las calles una edición especial del New York Graphic con el siguiente titular: "En estos momentos hay disturbios en Tompkins Square". Tras los disturbios policiales de 1874, la prensa de Nueva York ofreció una versión que le hubiera gustado mucho al alcalde de 1988. Calificaba a los manifestantes de "comunistas" , y el New York World, evocando "el fantasma rojo de la comuna", estableció con gran coherencia una analogía entre la represión de las hordas municipales en Tompkins Square y la "heroica" expedición del general Custer contra los salvajes sioux de las Colinas Negras, en lo que actualmente es el sur de Dakota. 9

Durante las décadas siguientes, la inmigración de cientos de miles de trabajadores y campesinos procedentes de Europa no hizo más que intensificar las luchas políticas en Lower East Side, así como su presencia en la prensa como un entorno depravado. Hacia 1910, unas 540.000 personas

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se amontonaban en los bloques de la zona, compitiendo por el trabajo y las viviendas: trabajadores de la confección, estibadores, trabajadores de artes gráficas, operarios, artesanos, dependientes, criados, funcionarios, escritores, así como un vivo fermento de socialistas, comunistas, anarquistas e intelectuales activistas, entregados a la política de la clase obrera y a sus luchas. Las sucesivas recesiones económicas condujeron a que muchos de ellos se vieran sometidos a un desempleo intermitente. Los tiránicos jefes, las inseguras condiciones de trabajo y la ausencia de derechos de los trabajadores dieron lugar a tentativas de organizar sindicatos a gran escala. Los propietarios demostraron en todo momento ser auténticos maestros a la hora de subir los alquileres. En 1911, el incendio del Triangle Waist atrapó a 146 mujeres del Lower East Side, que estaban encerradas en las fábricas que las explotaban, lo que las obligó a saltar desde las ventanas hacia una muerte segura sobre el pavimento de la calle. La patronal continuaba oponiéndose a las organizaciones sindicales. La década finalizó en 1919 con las redadas de Palmer, una represión política fomentada por el Estado y que iba dirigida contra el ya famoso Lower East Side. Durante los años veinte, a medida que iban prosperando los suburbios, los propietarios de todo el barrio dejaron que sus edificios cayeran en estado ruinoso, y los residentes que pudieron hacerlo se desplazaron a los suburbios.

Al igual que otros parques, el Tompkins Square fue considerado por los reformistas sociales de clase media como una "válvula de escape" necesaria para un tejido tan denso y un entorno social tan volátil. Tras los disturbios de 1874, fue rediseñado intencionadamente con el fin de crear un espacio más fácilmente controlable, y durante las últimas décadas del siglo los movimientos reformistas y moderados construyeron una zona de juegos infantil y una fuente. Las reivindicaciones acerca del parque prosiguieron, y en 1938, cuando Robert Moses propuso la construcción de un campo de béisbol que debía ocupar la mayor parte de sus seis hectáreas y media, las manifestaciones locales obligaron a una reconstrucción más modesta. En los años cincuenta, el parque y sus alrededores fueron el lugar de encuentro preferido de los poetas beat, y en los años sesenta de la llamada "contracultura". En 1968 fue otra vez escenario de la violencia, cuando la policía cargó contra los hippies que estaban tumbados en la hierba, desafiando los carteles con la indicación de "No pisar el césped'

La explosiva historia del parque desmiente la insignificancia de su forma, y Io ha convertido en un lugar apropiado como "último reducto" contra el aburguesamiento y el nuevo urbanismo.

La construcción del mito de la frontera

Roland Barthes afirmó en una ocasión que "el mito está constituido por la pérdida de la cualidad histórica de las cosas". Richard Slotkin añade que,

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además del significado tergiversador de su contexto temporal, el mito ejerce un efecto recíproco sobre la historia: "La historia se convierte en un cliché" 10 Nosotros podríamos añadir el corolario de que el significado también debería poderse trasladar al espacio: la pérdida de la cualidad geográfica de las cosas es igualmente importante en la conformación del mito. Cuanto mayor es la separación entre los acontecimientos y la geografía que los constituye, más poderosos son los mitos y más fuertes son los tópicos son los paisajes geográficos que expresan dichos mitos, y que se expresan a través de ellos.

El significado social del aburguesamiento se basa cada vez más en el vocabulario del mito de la frontera. En un principio, esta apropiación del lenguaje y del paisaje —la nueva ciudad es una nueva frontera— parece jovialmente inocente, y en cualquier caso tan habitual que no reviste ningún interés. Los periódicos suelen elogiar el coraje de los propietarios urbanos, así como el espíritu aventurero y el vigoroso individualismo de los nuevos residentes, unos valientes pioneros que, supuestamente, se atreven a ir donde ningún hombre (blanco) se ha atrevido a ir jamás. "En Lower East Side hemos encontrado un lugar", confesaba una pareja suburbana en las decorosas páginas del New Yorker.

Calle Ludlow. No conocemos a nadie a quien se le ocurra venir a vivir aquí. Ninguna de las personas que conocemos ha oído hablar nunca de la calle Ludlow. Tal vez algún día este barrio será como había sido el Village antes de que supiéramos algo sobre Nueva York... Les explicamos que el hecho de bajar a esta parte de la ciudad representa una especie de pionerismo urbano, y le decimos [a mamá] que debería sentirse orgullosa. Nos gusta comparar el hecho de cruzar la calle Houston con el paso de las Montañas Rocosas de los pioneros.

En su sección de noticias inmobiliarias, el New York Times anunciaba "el adiestramiento del oeste, salvaje oeste" por medio de la construcción del edificio de apartamentos Armory, situado dos manzanas al oeste de Times Square: " Los promotores han hecho su trabajo: la Calle 42 Oeste ha sido adiestrada, amaestrada y limpiada, convirtiéndose en el nuevo barrio más excitante, más refrescante y más energético de toda Nueva York".12 La industria inmobiliaria contrata a los "exploradores urbanos", la vanguardia del aburguesamiento, cuyo trabajo consiste en buscar barrios degradados donde poder reinvertir, y comprobar que sus habitantes actuales muestran una actitud favorable. Los corredores de fincas y los promotores suelen ser

elogiados por su desinteresada dedicación a la revitalización cívica, a pesar de los beneficios inmobiliarios que obtienen con su "altruismo

En tanto que nueva frontera, la ciudad explota con optimismo. Los paisajes hostiles son regenerados y depurados, y se les infunde de nuevo la sensibilidad de la clase media. Los valores inmobiliarios suben. Los nuevos urbanitas tienen una movilidad ascendente cada vez mayor. El refinamien-


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to de las elites se democratiza como si fuera una distinción producida en términos de clases y de razas, sino también la semiótica más amplia de la serie. Las contradicciones de la frontera real no han sido totalmente supe-nueva ciudad. La frontera es tanto un estilo como un lugar. De ahí la proliradas por medio de esta imaginería, pero han sido suavizadas bajo la for- feración de restaurantes Tex-Mex 13 las decoraciones "estilo desierto" por ma de una paradoja aceptable. Al igual que en el antiguo Oeste, la fronte- todas partes, o la fiebre de la moda vaquera. Un anuncio publicado en el ra es idílica pero peligrosa, romántica pero implacable. Desde Crocodile Sunday Times Magazine describe el efecto global: "Para los vaqueros urDundee hasta Bright Lights, Big City, todo un género cinematográfico ha con- banos, una frontera pequeña da para mucho. Desde los pañuelos hasta las vertido la vida urbana en una fábula de vaqueros situada en un entorno pe-  botas, las florituras son lo que más importa... El sello del Oeste puesto de Iigroso lleno de nativos hostiles, como una especie de autodescubrimiento moda se parece mucho a una marca de ganado". El anuncio advierte: en los márgenes de la civilización. Al adiestrar la jungla urbana, el vaquero encuentra a su chica, pero también encuentra y adiestra por primera vez a [...] no es llamativo en exceso, pero suficientemente obvio como para atraer la su propio yo. En la escena final, Paul Hogan acepta a Nueva York —y Nueva mirada. Para los dandis urbanos, esto se encuentra en los detalles: una chaYork lo acepta a él—, mientras se encarama como un ranchero de Aussie por queta con flecos y unas mallas negras; un abrigo de ante-lana con un traje de encima de las cabezas y los hombros de la multitud del metro. Michael J. raya diplomática; un par de botas de piel de cocodrilo con casi cualquier cosa. Fox difícilmente podía haber terminado su fábula con una cabalgada hacia Cuando se duda acerca de la combinación, hay que acercarse resueltamente al la puesta de sol tranquilizadora del Oeste, puesto que ahora el resplandor espejo. Si se siente la tentación de decir "yup",14 eso significa que han llegade las luces está ya en todas partes, de modo que su propia salvación lle- do demasiado lejos. 15 va la aureola de una gloriosa salida del sol sobre el río Hudson y el reconstruido distrito financiero de Manhattan: Battery Park y Wall Street. El des- En Nueva York, las principales boutiques que ofrecen el kitsch fronteritino evidente de la vieja frontera se ha trasladado a un recíproco Valhala zo de moda están concentradas en el Soho, una zona de talleres de artissituado en la gran ciudad. tas y galerías decadentes, aburguesada hacia finales de los años sesenta El retrato de la nueva ciudad está tan arraigado, es tan aparentemente y durante los setenta, que linda con el Lower East Side por la parte surnatural, y la cualidad geográfica e histórica de las cosas ha desaparecido oeste. Aquí, la "frontera" se convierte en algunas ocasiones en toda una hasta tal punto, que la mezcla de mito y paisaje resulta dificil de distinguir. filosofía. La tienda Zona, en la calle Greene, vende alfombras confeccionaDe todos modos, el mito no siempre ha sido tan poderoso. La original ana- das por navajos, "papel de carta de corteza natural de los indios Otomi", logía entre los manifestantes del Tompkins Square de 1874 y la nación sioux joyería de Santa Fe, vasijas de terracota, "cestas de los Lombak con los riera intencional y oblicua, y la mitología era todavía demasiado joven como cos colores de la cosecha", lazos corredizos. Zona rezuma autenticidad. para cargar con todo el peso ideológico de la unificación de dos mundos tan Todas las "piezas" están numeradas, y ahora están preparando el catálogo claramente dispares. Sin embargo, la distancia conceptual entre Nueva de su "colección". En un letrero pequeño, sencillo, deliberadamente fácil de York y el salvaje Oeste ha ido disminuyendo constantemente. Tal vez la evo- entender, con las letras grabadas en papel dorado, la tienda ofrece su filocación más iconoclasta de una frontera en la antigua ciudad fue la que se sofia "personal" artesana y amistosa, encubierta con un soplo de espirihizo pocos años después de la campaña del general Custer en las Colinas tualismo new age:

Negras, cuando un edificio de viviendas austero y elegante, aunque aislado, surgió entre la maleza del oeste de Central Park y fue denominado Apar- En una época en que la creciente presencia de aparatos electrónicos y de alta tamentos Dakota. En cambio, los edificios de apartamentos que un siglo más tecnología es tan penetrante, la necesidad de equilibrar nuestras vidas con protarde rodearon Manhattan —un entorno donde toda relación social, fisica o ductos que celebren los valores de la textura y de lo sensorial resulta esencial. geográfica con la antigua frontera queda borrada—, los Montana, Colorado, Pensamos en nuestros clientes como si fuesen fuente de riqueza y no sólo conSavannah y New West, fueron metidos con calzador en unos emplazamien- sumidores. Nos guía la creencia de que la información es energía y de que los tos casi sobresaturados, sin que nadie hiciera ningún comentario sobre su cambios son constantes.

incoherencia iconográfica. Al mismo tiempo que la historia y la geografía avan- Gracias por visitar nuestro espacio. zaban hacia el oeste, el mito se instalaba en el este, aunque tendría que pasar mucho tiempo antes de que el mito fuese adiestrado dentro del pro- Americana West, en la calle Wooster, apuesta por el estilo más puro del pio contexto urbano. desierto. Frente a la puerta de entrada, en la acera, un noble jefe indio, con En la actualidad, el tema de la frontera no sólo codifica la transforma- su hacha de guerra y su tocado de plumas, monta guardia. El escaparate ción fisica del entorno construido y una nueva lectura del paisaje urbano en exhibe un descolorido cráneo de búfalo al precio de 500 dólares, mientras


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dentro de la tienda se encuentran sofás y sillas hechos con piel de ganado de cuernos largos y de ganado vacuno. Más que una tienda, Americana West es una galería, y ofrece imágenes de nobles salvajes, escenas del desierto a lo Georgia O'Keeffe, petroglifos y pictografias, látigos y espuelas. Hay cactus y coyotes (falsos) por todas partes. Una chumbera de neón está a

la venta por 350 dólares. En un letrero situado en el escaparate, Americana West anuncia su propia filosofía, una geografía cultural a medio camino

entre la ciudad y el desierto: "El estilo en evolución del Suroeste. Los diseñadores son bienvenidos.. No sólo para urbanitas'

La frontera no siempre es americana, ni siempre es masculina. En La Rue des Rêves, el tema es "la jungla ecléctica". Los abrigos de leopardo (evidentemente falsos), las faldas de piel de antílope y las blusas de piel de gamuza parecen todavía vivos, como si se escabulleran de los colgadores hacia la caja registradora. Los accesorios de moda cuelgan como lianas por el techo de la jungla. Un gorila de peluche y algunos loros vivos completan el ambiente. En la cadena de tiendas Banana Republic, los clientes pueden comprar sus utensilios de safari envueltos en unas bolsas de papel marrón que lucen un rinoceronte. Mientras tanto, en la pantalla, películas como Out ofAfricay Gorillas in the Mist refuerzan la imagen de los pioneros blancos en el África profunda, aunque con heroínas en vez de héroes. Ya que se considera que las mujeres blancas de clase media juegan un papel sin precedentes en el proceso de aburguesamiento contemporáneo, su protagonismo en las antiguas fronteras ha sido redescubierto y reinventado. Así, el diseñador Ralph Lauren dedica una colección de 1990 a "las mujeres exploradoras", y explica de ese modo la nostalgia romántica que se propone evocar: "Creo que en la actualidad están desapareciendo muchas cosas maravillosas, y que debemos cuidarlas". Muebles de caoba, mosquiteras, pantalones de montar, marfil falso, y una habitación completa "Zanzibar" con veteados de cebra como motivo central: todo esto es Io que rodea a la mujer exploradora de Lauren, ella también, supuestamente, una especie en vías de extinción. Originario del Bronx, aunque ahora instalado en un rancho de Colorado cuya extensión es la mitad de ese barrio, Lauren jamás ha estado en África —"a veces es mejor si no has estado allí' pero se ve capaz de representarla en nuestra fantasía y para nuestra fantasía. "Me propongo evocar un mundo en el cual existía ese tipo de encanto que se puede tocar. No hay que mirar al pasado. Podemos poseerlo. ¿Quieres hacer una pe-

lícula en la que puedas ver una realidad? Aquí la tienes " . 16

A pesar de que África está subdesarrollada por culpa del capital internacional, y devastada por el hambre y las guerras, ha sido comercializada de nuevo gracias a las fantasías de los consumidores occidentales, aunque como una reserva de los privilegiados y aventureros blancos. Como ha escrito un crítico, la colección Safari "huele a estilo bwana, más de Rhodesia que de Zimbabwe" 17 El África de Lauren es un país refugio de la ciudad aburguesada, pero que sirve a la ciudad aburguesada. Proporciona ese tipo de

Nueva                                                                                                                                       91

simulacros en virtud de los cuales la ciudad se gana a la selva, y es cartografiada de nuevo por los colonos blancos de clase alta.

En la nueva ciudad, también la naturaleza es definida de nuevo. El mito de la frontera —surgido en su origen como una historificación de la naturaleza— se vuelve a aplicar ahora como una naturalización de la historia urbana. A pesar de que el carácter de ave rapaz de la expansión económica está destruyendo los desiertos y la selvas tropicales, la nueva ciudad —con sus colores "de cosecha", sus tejidos con texturas, sus materiales auténticos y su sensibilidad verde— se presenta a sí misma como amiga de la naturaleza: "Todas las maderas utilizadas en la colección [Safari de Lauren] provienen de Filipinas, y no están en peligro de extinción" 18 The Nature Company, una tienda situada en el "histórico" South Street Seaport, representa la apoteosis de esta historia urbana naturalizada, ya que en ella se venden mapas y globos terráqueos, antologías de balleneros y telescopios, libros sobre los reptiles más peligrosos del mundo, historias de exploradores y conquistadores. La desenvuelta idolatría naturalista de la tienda y la estudiada ausencia de todo aquello que pueda parecer urbano forman el perfecto espejo de desapariciones donde se refractan las historias urbanas más contrapuestas. Afirmando su relación con la naturaleza, la nueva ciudad niega su historia social y las luchas que la han conformado.

El mito decimonónico de la frontera y la ideología a él asociada "surgieron de los conflictos sociales que acompañaron la 'modernización' de las naciones occidentales", como afirma Slotkin. "Se basaban en el deseo de evitar el reconocimiento de las peligrosas consecuencias del desarrollo capitalista en el Nuevo Mundo, y representan un desplazamiento o una desviación del conflicto social hacia el mundo del mito".19 La frontera era entendida como una válvula de seguridad social para las luchas de las clases urbanas, puestas de manifiesto en acontecimientos como el intento de altercado de 1863 en Nueva York, la huelga de trabajadores ferroviarios y, por supuesto, los disturbios del Tompkins Square Park de 1874. La "violencia espectacular" en la frontera, concluye Slotkin, produjo un efecto redentor sobre la ciudad. Era "la alternativa a una determinada forma de lucha de clases civil que, si se dejaba que estallara en el interior de la metrópoli, debía traer un secular Götterdämmerung" .20 Reflejada en la prensa como una versión

extrema de acontecimientos de la ciudad, como un espejo amplificador de la depravación más perversa de las masas urbanas, la frontera convirtió las ciudades del este en un paradigma de la unidad y de la armonía social frente a las amenazas exteriores. Los conflictos urbanos no eran tanto negados como exteriorizados, y quien rompiese la armonía social reinante estaba invitando a compararse con el enemigo exterior, con "el otro'

Cuando en 1893 Frederick Jackson Turner declaró el fin de la frontera, no hizo más que reforzar el mito. Rechazando cualquier ambigüedad, definió la frontera como "el borde exterior de la ola, el punto de encuentro entre la barbarie y la civilización"; 21 La frontera de Turner era la expresión de


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una gran mezcla de temas diversos. Era al mismo tiempo un lugar geográfico distinguido, la punta de lanza de una expansión económica que creaba y destruía fortunas, y el punto de destino histórico de muchos europeos llegados al Nuevo Mundo. Por tanto, la supuesta superación de la frontera transformaba el tema, pero no disminuía su eficacia. La mitología se vio más bien reforzada a medida que la idea de la frontera fue eliminada progresivamente de las cualidades históricas y geográficas que la habían generado.

También hoy la ideología de la frontera desplaza los conflictos sociales hacia el reino del mito. Si la "frontera urbana" del siglo XIX surgió inicialmente para explicar las revueltas sociales asociadas a la industrialización, el reciclaje actual de su imaginería se produce también en medio de una nueva oleada de reestructuraciones urbanas. Tras décadas de falta de inversión, rematadas por los altercados de los años sesenta y la destrucción que provocó la renovación urbana, la economía del desarrollo urbano interno era favorable, y durante los años setenta los americanos se sintieron animados a redescubrir la ciudad. La iconografía de la frontera estaba ya preparada para racionalizar, e incluso para glorificar, esta brusca inversión de la geografia cultural. Como la decadente ciudad de la posguerra era ya considerada por los blancos de la clase media suburbana como una "naturaleza urbana" o una "jungla urbana", y la naturalización de la historia urbana no fue especialmente complicada. Tal como propuso un respetado académico, contestando inconscientemente el punto de vista de Turner (sin que provocara un solo murmuro de desacuerdo), los barrios en proceso de aburguesamiento deberían ser considerados como una combinación de "clases civilizadas" y "clases incivilizadas", de modo que deberían ser clasificados "según el grado de dominio de las conductas civilizadas y las incivilizadas" 22 La política normativa de la ideolo<la de la frontera, basada en clases y razas, no podía ser más clara.

El imaginario de la frontera no es ni meramente decorativo ni inocente, sino que conlleva una considerable carga ideológica. El tema de la frontera hace que la nueva ciudad pueda ser explicada en los mismos términos que las viejas ideologías. A medida que el aburguesamiento destruye las comunidades obreras, obliga a desplazarse a las familias pobres y transforma barrios enteros en enclaves burgueses, la ideología de la frontera racionaliza la diferenciación y la exclusión social como algo natural e inevitable. Cuando define a los pobres y a la clase obrera como "incivilizados", situados en el lado equivocado de una línea divisoria heroica, como salvajes y comunistas, la ideología de la frontera está justificando el monstruoso incivismo del corazón de la ciudad. Al ser desdeñada de palabra, la clase obrera es expulsada en la práctica hacia los márgenes de la ciudad, o incluso más allá, hacia la naturaleza. Lo sustancial del imaginario de la frontera, y su principal consecuencia, es el adiestramiento de la ciudad salvaje.

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Loisaida en venta

La frontera adopta formas distintas según los distintos lugares. Se adapta al lugar y crea lugar. En Lower East Side, dos industrias definieron en los años ochenta la nueva frontera urbana. La más importante, por supuesto, fue la industria inmobiliaria, que fue la promotora de la parte norte de Lower East Side, por encima de la calle Houston —el East Village—, con el fin de capitalizar su proximidad geográfica con el carácter respetable, el aura, la seguridad, la vitalidad nocturna, la cultura y los elevados alquileres de Greenwich Village. Por su parte, la industria cultural —marchantes de arte, mecenas, propietarios de galerías, artistas, diseñadores, críticos, escritores y actores— transfiguró la destrucción urbana en una moda refinada. En los años ochenta, la industria cultural y la industria inmobiliaria invadieron conjuntamente este trastero de Manhattan acercándose desde el oeste, "andando indolentemente hacia la Avenida D", como afirmaban, entusiasmados, los críticos Robinson y McCormick. Edificio a edificio, manzana a manzana, poco a poco la zona pasó de ser un dilapidado barrio de bloques del siglo XIX a formar una nueva ciudad, donde el encanto y el estilo eran condimentados tan sólo por un indicio de un peligro. La rudeza del barrio forma parte de su atractivo. Los dos críticos prosiguen: "Lo que se dice ambiente, East Village lo tiene: una mezcla única de pobreza, roqueros punk, drogas, incendios provocados, "ángeles del infierno", borrachos, prostitutas y viviendas desmanteladas, que se suma a un entorno atrevido y vanguardista a precios considerables 23

Sancionada con entusiasmo como la nueva Bohemia artística, comparada efusivamente con la Rive Gauche de París o con el Soho de Londres, Lower East Side se convirtió en el paradigma de la moda más extremada

de Nueva York. Las galerías de arte, los elegantes clubs, las escuelas de danza y los intrépidos bares-caverna fueron la avanzadilla de la reinversión económica. Y también los restaurantes. Un periodista del Wall Street Journal describe así las posibilidades culinarias de este territorio comanche: "Para cenar, un restaurante nuevo de la Avenida C, Bernard, ofrece 'cocina francesa orgánica'. Unas ventanas de vidrio traslúcido protegen a los comensales de la vista de los bloques de viviendas quemados del otro lado de la calle, mientras mordisquean sus filetes de ternera a 18 dólares„ 24 por supuesto, los pobres, los abandonados y los sin techo del barrio resultan casi invisibles, incluso aunque los vidrios no fuesen traslúcidos. El esqueleto del edificio del cual han sido desalojados es lo único que amenaza con entrometerse.

Durante la década de los ochenta, el Lower East Side se situó en primera línea en el mundo artístico de Nueva York, superando en popularidad a las sobrias galerías de la avenida Madison y de la Calle 57, como también al escenario artístico "alternativo" del vecino Soho, que en otros tiempos había sido la frontera de una vanguardia que ahora ya estaba integrada. En


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la zona siempre había habido artistas, pero a finales de los años setentaiz se convierte en el escenario de una forma nueva, dinámica e intensa, de se produjo una nueva afluencia. Las primeras galerías abrieron a finales de         un arte de la representación geográfica.

1981 con mucho bombo y platillo, y al cabo de cuatro años había ya unas En The Fine Art of Gentrification, Rosalyn Deutsche y Cara Ryan explisetenta en el conjunto del barrio. Se convirtió en el escenario preferido de can por qué la complicidad del mundo artístico con el aburguesamiento no docenas de novelas, y en el lugar de rodaje y el tema de numerosas pelí- es accidental, y por qué, en efecto, el proceso de aburguesamiento "se ha culas, incluida la descripción del aburguesamiento realizada por Spielberg desarrollado con a ayuda de todo el aparato del arte establecido" . 27 Rela—Batteries Not Included-, donde unos alienígenas bondadosos rescatan acionando el auge del East Village con el éxito del neoexpresionismo, las auunos inquilinos sitiados a causa de los desplazamientos que había provo- toras explican que, por muy contracultural que sea la actitud de los artistas, cado provocado el aburguesamiento. la ausencia de autorreflexión política y de crítica de las principales fuerzas La industria cultural imprime al Lower East Side todo el desenvuelto sociales que han cambiado la forma del barrio han impedido que muchos romanticismo de la frontera originaria. "Tenemos que darnos cuenta" , ob- artistas de Lower East Side desafiaran en serio el dinero y las costumbres serva un crítico de arte local, "de que East Village o Lower East Side son del arte establecido y, por extensión, de la cultura dominante. El conformismo algo más que una localización geográfica. Representan un estado de áni- sin precedentes en que cayó el arte durante los años ochenta provocó una mo". Sólo en Lower East Side los críticos de arte celebran "minifestiva- estetización de la cultura y de a política igualmente omnipresentes: las pinles de arte de barrios bajos"; sólo ahí los artistas saben apreciar "un ma- tadas abandonaron los trenes y entraron en las galerías, mientras los estiterial básico de los guetos: el omnipresente ladrillo"; y sólo ahí el mundo los punk y new wave más extravagantes se desplazaban rápidamente de las artístico acepta sentirse "cautivado por la vitalidad de la cultura de los gue- calles a los anuncios de moda a toda página del New York Times. La prentos". Por supuesto, el peligro que entraña la frontera es el contrapunto de sa empezó a contar divertidas historias sobre la opulencia de los escenasu aspecto romántico. Junto a una galería llamada Fun hay una tienda de rios del nuevo arte: "No dejéis que la pobreza del barrio os engañe": éste objetos diversos llamada Love Saves the Day, un bar llamado Beulah era el mensaje. Esta generación de jóvenes artistas también cuentan con Land (la tierra de reposo y sosiego de Bunyan25), y, más allá, Civilian War- la tarjeta American Express Oro.

fare, Virtual Garrison (ambas galerías), y Downtown Beirut (un bar que se Su crítica al contexto social y político, por un lado, y su dependencia resha hecho tan popular que ya han abierto el Downtown Beirut ll). El peligro pecto a la cultura establecida, por el otro, colocaron a los artistas vande la frontera es lo que hace que surja el arte mismo. Como afirma efu- guardistas de éxito en una situación claramente contradictoria. Se convirtieron sivamente un apologista, este escenario está gobernado por "la ley de la en intermediarios entre la cultura establecida y la mayoría de los aspiranjungla", y el nuevo arte rezuma "energía salvaje". Se supone que el arte tes a artistas. Las galerías de Lower East Side jugaron en ello un papel cruneoprimitivo, al representar nativos urbanos con aspecto de negros co- cial. Proporcionaron los lugares donde se reunían las ambiciones populares rriendo como salvajes por las calles, es presumiblemente la expresión de y el dinero de los grupos dirigentes.28 Al representar y financiar el barrio como esta energía salvaje. 26 si fuese una meca de la cultura, la industria cultural atrajo a los turistas, a Esta belicosa imaginería urbana podría llevarnos a reconocer la con- los compradores y a los inmigrantes potenciales, fomentando de ese modo flictividad social, especialmente en el contexto del gran acento que ponen el proceso de aburguesamiento. Por supuesto, no todos los artistas se moslos medios de comunicación en la criminalidad y la drogadicción en la zona. traron tan dispuestos a vincularse a la cultura establecida, y una significaSin embargo, la invocación artística del peligro suele ser demasiado oblicua tiva oposición de artistas sobrevivió al conformismo y a la escalada de precomo para revelar claramente los importantes conflictos que provoca el abur- cios que impulsaron las industrias artísticas e inmobiliarias del barrio guesamiento. Es evidente que la Primera Avenida no es el centro de Beirut durante los años ochenta.29 De hecho, tras los altercados del Tompkins Squay que, en el mejor de los casos, la iconografía expresa la verdad (los tre- re, surgió un arte político enfrentado al aburguesamiento, a la policía y a la mendos conflictos urbanos) de una forma falsa (el nombre de un bar). La industria artística. Muchos de estos artistas eran también "okupas" y acapropiación por parte del mundo artístico de la imaginería urbana de la vio- tivistas pro-vivienda, y aparecieron numerosas manifestaciones de un arte lencia, no hace sino trivializar las luchas reales, proyectando una sensación subversivo en forma de carteles, esculturas y pintadas, tanto en las calles de peligro que difícilmente puede ser tomada en serio. Los conflictos sociales como en las galerías más marginales.

son transfigurados en forma de espectáculos artísticos, y el peligro es Para la industria inmobiliaria, el arte había domesticado el barrio, ventransfigurado en forma de ambiente. Con la misma rapidez con que se diendo la imagen de un peligro exótico pero benigno. Este arte retrataba un abren y cierran locales, se trasladan o cambian de nombre, con la misma East Village que había salido de los bajos fondos y se había vuelto intelecrapidez del aburguesamiento y la decadencia, este paisaje de violencia fe- tual, que había adquirido una saludable "personalidad" de barrio, que ha-


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bía convertido toda la zona en un producto inmobiliario, y que había generado una demanda externa. En efecto, como ya ha sido sugerido, "la historia del resurgimiento bohemio de East Village puede ser leída también como un episodio de la historia inmobiliaria de Nueva York, es decir, como el despliegue de un ejército de artistas aburguesadores en el último tugurio de la parte baja de Manhattan".30 De todos modos, hacia 1987, este matrimonio de conveniencia entre el arte y la industria inmobiliaria entró en crisis, provocando una oleada de cierres de galerías debidos a la subida generalizada de los alquileres, impuesta por unos propietarios que no estaban sometidos a ningún control. Se ha especulado mucho sobre el hecho de que, a principios de los años ochenta, dichos "propietarios" —la mayoría de los cuales eran empresas gestoras anónimas que operaban desde un apartado de correos— ofrecieron engañosamente unos alquileres bajos, con el fin de atraer a unas galerías y a unos artistas cuya presencia tenía que significar una inyección para la zona, lo cual permitiría subir posteriormente los alquileres. La operación tuvo un éxito considerable, de modo que los propietarios pudieron exigir grandes aumentos de los alquileres una vez

finalizados los primeros contratos de cinco años. En este momento el barrio estaba saturado de galerías, la competitividad artística y económica era durísima, y la recesión financiera subsiguiente provocó el cierre de muchas de ellas. Las de mayor éxito se trasladaron a Soho, no sin antes haber Iiderado una transformación fundamental en la imagen y en el mercado inmobiliario del barrio.

El hecho de que algunos artistas fuesen víctimas del proceso de aburguesamiento que ellos mismos habían impulsado, ha sido un tema muy debatido en la prensa artística. 31 Lo hubiesen hecho o no a propósito, la industria cultural y la inmobiliaria trabajaron codo a codo en la transformación de Lower East Side en un lugar nuevo, distinto y único, en un acontecimiento, en el lugar culminante de la moda vanguardista. "Cultura" y "lugar" pasaron a ser sinónimos. La moda y la arbitrariedad generaron una escasez cultural, al mismo tiempo que el marcaje de East Village por parte de la industria inmobiliaria generó una escasez de superficie residencial que pasó a ser privilegiada. El arte de calidad y las viviendas de calidad se fusionaron. Y las viviendas de calidad significan dinero.

Pioneros del beneficio

Lower East Side ha vivido diversas fases de construcción rápida, asociadas a ciclos económicos más amplios, y el entorno construido actual es el resultado de esta historia. Todavía permanecen unos pocos edificios de las décadas de 1830 y 1840, pero los bloques rectangulares "carcelarios" son los más frecuentes. Fueron construidos en la década de 1850 0 inmediatamente después de la guerra civil, con el fin de alojar a los numerosos obre-

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ros inmigrantes. A partir de 1877 y durante los siguientes quince años, con la expansión de la economía y el crecimiento de la inmigración, la zona vivió el momento más álgido de la construcción. En casi todos los terrenos desocupados se construyeron "bloques-pesas" 32 denominados de ese modo porque, a diferencia de sus precedentes estrictamente rectangulares, se estrechaban en la parte central con el fin de obtener ventilación entre los bloques vecinos, tal como ordenaba una ley de viviendas del año 1879. Cuando se produjo la crisis económica de 1893, que efectivamente puso fin a este ciclo de construcciones, casi el 60 % de las viviendas de Nueva York estaban en estos "bloques-pesas" 33 El siguiente impulso constructor empezó en 1898, y se concentró en los márgenes de la ciudad, situados ahora a millas de distancia en los distritos periféricos y en Nueva Jersey. En Lower East Side se realizaron algunas construcciones nuevas, pero muchos propietarios habían empezado ya a retirar sus inversiones, sin preocuparse por el mantenimiento y la reparación de sus abigarrados edificios.

Las clases dominantes de Nueva York siempre han tenido interés en adiestrar y en reivindicar Lower East Side frente a las hordas de la indómita clase obrera. En 1929, la Regional Plan Association, patrocinada por Rockefeller, ofrecía un futuro extraordinario para la Lower East Side. Su plan proponía explícitamente el traslado de la población existente, la construcción de "viviendas para las clases altas", modernas tiendas, un puerto recreativo en el East River, y la ampliación del sistema de autopistas de Lower East Side de modo que reforzaran la conexión del barrio con la vecina Wall Street:

A partir del momento en que se iniciase en un distrito una operación de esta magnitud y carácter, por muy miserable que fuese, se crearía inmediatamente una mejora cualitativa de las viviendas en terrenos adyacentes, y se extendería en todas direcciones. Surgirían nuevas tiendas preparadas para abastecer a un nuevo tipo de clientes. Las calles de los alrededores se limpiarían más. El valor de los terrenos subiría... Al cabo de un tiempo irían surgiendo más apartamentos y, con el tiempo, el carácter de Lower East Side se transformaría por completo.34

La crisis bursátil de 1929, la depresión que le siguió, la ll Guerra Mundial, la oleada sin precedentes de la expansión suburbana de la posguerra: todo obstaculizaba la reconstrucción de Lower East Side tal como se había planeado, como un refugio para las clases altas. Entre finales de los años treinta y los años sesenta se hizo un esfuerzo por limpiar los barrios humildes y construir viviendas públicas, pero muchas de estas políticas gubernamentales, combinadas con la retirada de las inversiones privadas, no hicieron más que intensificar la marginación económica y social de Lower East Side a largo plazo, como también de numerosos barrios similares. Durante la posguerra, el descenso de las inversiones y el abandono, los almacenes públicos, fueron las tácticas principales de un virulento antiurbanismo que convirtió


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a Lower East Side y otros barrios parecidos en zonas de guerra. Dos casos de las inversiones. Construido en 1928 como una casa de la época coloespecialmente extremos eran la zona sur de la calle Houston, y la zona este nial, el Christodora fue vendido en 1947 al Ayuntamiento de Nueva York por de la isla al norte de Houston, conocida como Alphabet City por sus aveni- 1,3 millones de dólares. Fue utilizado para diversas funciones municipales das de la A a la D, al este de la Primera Avenida. Las rebeliones de los años y, ocasionalmente, como centro comunitario y como casa de huéspedes, ensesenta sólo sirvieron para reforzar la retirada atemorizada del capital y de tre otros de los Panteras Negras. A finales de los años sesenta su estado la clase media de la ciudad salvaje. Los proyectos de renovación urbana de era ruinoso. En una subasta pública realizada en 1975, el edificio no recieste período sólo consiguieron una guetización forzada de los residentes lo- bió ninguna oferta. Más tarde fue vendido por 62.500 dólares a un promocales, que quedaban entre los escombros. Sin embargo, a finales de los años tor inmobiliario de Brooklyn, George Jaffee. Las puertas del vacío edificio hasetenta dichos planes fueron sustituidos por un tipo de " renovación" com- bían sido selladas con soldaduras, y así permanecieron durante cinco años, pletamente distinta basada en el aburguesamiento, que efectivamente mientras Jaffee intentaba obtener, sin éxito, fondos federales para rehabitomó prestadas muchas ideas del proyecto de 1929. litarlo como edificio de viviendas destinado a personas con bajos ingresos.

Si bien a finales de los años setenta los yuppies y los artistas empe- En 1980, Jaffee empezó a encontrar inversores interesados en el edificio. zaron a recuperar algo entre las ruinas, todos los que podían todavía se mar- Se llamó a un soldador para que abriera la puerta de entrada, el edificio fue chaban. De una población máxima, en 1910, de unos 500.000 habitantes, inspeccionado y empezaron a concretarse ofertas de 200.000 a 800.000 Lower East Side perdió casi 400.000, de modo que en 1980 la población dólares. Finalmente, en 1983 Jaffee vendió el edificio a otro promotor, era de 149.000 habitantes. En el corazón de Alphabet City, la población des- Harry Skydell, por 1,3 millones de dólares, y un año después Skydell lo "cocendió durante los años setenta en un extraordinario 67,3 %. En 1980, la locó" por 3 millones de dólares, sólo para recuperarlo más tarde a través media de ingresos familiares, de 8.783 dólares, correspondía sólo a un de una iniciativa emprendida junto al promotor Samuel Glasser. Skydell y Glas63 % de toda la ciudad, y 23 de las 29 encuestas sobre el censo realiza- ser reformaron el Christodora, y en 1986 pusieron en el mercado sus das en la zona reflejaban un incremento del número de familias que vivían 86 apartamentos en régimen de propiedad. El ático de cuatro plantas, con por debajo del nivel de pobreza. Los pobres fueron quienes se quedaron atrás. ascensor privado, tres terrazas y dos chimeneas, se ponía a la venta un año El 59 % de la población que permaneció en Alphabet City sobrevivió por de- después por 1,2 millones de dólares. 36 bajo del nivel de pobreza. Así pues, el barrio más codiciado por los yuppies Lo que se revitaliza en ambos casos —el Christodora y el edificio del núy los artistas era el más pobre de Manhattan, a excepción de Harlem. La mero 270 de la Calle IO Este— son más los beneficios inmobiliarios que el polarización entre la riqueza y la pobreza aumentó durante los años ochen-barrio propiamente dicho. Tal como viene indicado en el porcentaje de frauta, cuando los hombres y las mujeres indigentes y sin techo compartían la des en los impuestos sobre a propiedad, el descenso de las inversiones en sombra de las calles de Lower East Side con las largas limusinas que se los edificios residenciales tocó fondo en 1976, y otra vez en 1980, pero dudirigían a los clubs nocturnos. rante la década de los ochenta se produjo una recuperación paulatina, que El descenso demográfico vino acompañado por un descenso del valor provocó una reinversión sostenida durante toda la década. Si un repunte del de las propiedades. Consideremos el caso del número 270 de la Calle IO descenso de inversiones acompañó la recesión de principios de los años noEste, un bloque de viviendas dumbbell de cinco plantas, en estado ruinoso venta, en ningún momento alcanzó los niveles de principios de los años ochenpero ocupado, situado entre la Primera Avenida y la Avenida A, media man- ta. Los precios medios de venta de los apartamentos de Lower East Side crezana al oeste del Tompkins Square Park. En 1976, en la época de mayor des- cieron tan sólo un 43,8 % entre 1968 y 1979, mientras que el índice de censo de las inversiones, fue vendido por un propietario al que simplemente inflación se acercaba al 90 0/0. Sin embargo, durante los cinco años siguienle urgía hacerlo. El precio era tan sólo de 5.706 dólares, más los impues- tes, hasta 1984, esta relación se invirtió: los precios de venta crecieron un tos de propiedad que habían quedado por pagar. A principios de 1980 fue 146,4 0/0, casi cuatro veces más que la tasa de inflación.37 Incluso tras la devendido de nuevo por 40.000 dólares. 18 meses más tarde se volvió a ven- bacle del mercado de valores de 1987, los apartamentos del barrio se vender por 130.000 dólares. En septiembre de 1981 el edificio fue vendido de dían a 25.00000.000 dólares por m2 cuadrado. Tompkins Court, dos bloques nuevo, esta vez a una empresa inmobiliaria de Nueva Jersey, por 202.600 reformados en 1988, situados en la esquina sureste del Tompkins Square dólares. En menos de dos años, el precio del edificio se había multiplicado Park, ofrecía viviendas de un solo dormitorio a precios entre los 139.000 y por cinco sin que se hubiese realizado en él ninguna reforma. 35 los 209.000 dólares, y viviendas de dos dormitorios a precio entre los Este caso no es atípico. En Tompkins Square Park, el edificio Christo- 239.000 y los 329.000 dólares. Para poder acceder a las viviendas más asedora, de 16 plantas, que actualmente es un símbolo de la lucha contra el quibles se exÃan unos ingresos anuales estimados de 65.000 dólares; y para aburguesamiento, experimentó un ciclo similar de descensos y aumentos poder acceder a las más caras se exigían unos ingresos de 160.000 dóla-

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res. Incluso los pequeños estudios resultaban inaccesibles para quienes ga- cuencia es típica: el terreno es más valioso que el edificio. Así, la perversa naban menos de 40.000 dólares anuales. A unas pocas manzanas de dis- racionalidad del capitalismo inmobiliario permite que los propietarios de los tancia, en otro bloque rehabilitado, se vendieron 17 apartamentos en régi- edificios y los promotores sumen simultáneamente dos beneficios explotando men de cooperativa de dos dormitorios a precios entre los 235.000 y los terrenos y destruyendo edificios. Primero se embolsan el dinero que debe497.800 dólares.38 Los costes de las hipotecas y del mantenimiento de este ría ir destinado a las reformas y al mantenimiento; y luego, una vez destruido último bloque llegaban casi a los 5.000 dólares mensuales. El pago de dos el edificio y establecida por tanto una diferencia de renta, crean las condimeses del alquiler de estos apartamentos superaba fácilmente los ingresos ciones y las oportunidades para una nueva ronda completa de inversiones medios anuales del barrio. Sólo a principios de los años noventa los precios del capital. Tras haber generado una escasez de capital en favor del benede venta empezaron a bajar ostensiblemente, hasta el 15 % de los niveles ficio, luego inundan el barrio de capital con el mismo propósito, presenmáximos del mercado. tándose a sí mismos como los héroes cívicos, como los valientes y arriesLos precios de los alquileres y de venta de los comercios todavía cre- gados constructores de una nueva ciudad destinada a un "populacho" cieron con mayor rapidez. Los antiguos pequeños negocios iban siendo ex- agradecido. Sin embargo, en palabras de Gottlieb, esta inversión autoindupulsados a medida que los propietarios subían indiscriminadamente los al- cida del mercado significa que "un propietario de Lower East Side puede bequileres. El restaurante italiano-ucraniano de Maria Pidhorodecky, el Orchidia, ber su naranjada y seguir teniendo naranjas" 41 un lugar de referencia de la Segunda Avenida desde 1957, cerró en 1984 La geografia económica del aburguesamiento no es casual. Los procuando, a falta de un control sobre los alquileres de los comercios, el pro- motores no se limitan a lanzarse sobre las oportunidades del corazón de las pietario del local subió el alquiler mensual de sus 65 m2 cuadrados de 950 barriadas, sino que las van cogiendo más bien trocito a trocito. La prudena 5.000 dólares. 39 cia financiera modera a los rudos pioneros. "La cuestión principal es queLa clave del aburguesamiento fue el mercado inmobiliario. Cuando las rer estar en la frontera del aburguesamiento", explica un promotor inmobiinversiones alternativas prometen beneficios mayores, la competitividad liario. "Tratas de ir lo más lejos posible, hasta el límite, para hacer su del mercado privado Obliga a los propietarios a retirar sus inversiones, a sa- agosto, pero no más lejos de la cuenta, donde no podrías librarte del edificar sistemáticamente el capital de los edificios para invertirlo en cualquier cio, pero sí lo bastante lejos como para que el edificio sea barato y puedas otra parte. Cuando el edificio ya ha sido "exprimido", se escatiman —e in- sacar dinero colocándolo."42 Los promotores tienden a provenir de los su-

cluso se omiten del todo— las reparaciones y el mantenimiento necesarios. burbios, construyendo "unos pocos puestos fronterizos de lujo, situados esCuando el edificio ha quedado fisicamente en estado ruinoso, su devalua- tratégicamente". 43 Primero avanzan sobre la "costa dorada" existente entre ción económica trae consigo la consiguiente devaluación del terreno en que los barrios seguros, donde el valor de la propiedad es elevado y las barriase encuentra. La renta de la tierra —el precio del terreno— es arrastrada por das limpias de inversiones, donde las oportunidades son mayores. En diel valor del edificio, formando una espiral descendente. Sin embargo, mien- cha frontera se establecen sucesivas cabezas de puente y barreras defentras el valor real del terreno disminuye a medida que el barrio se va dete- sivas. De ese modo, la geografía económica determina la estrategia de los riorando fisicamente, su valor potencial (el precio del terreno podría ser de- pioneros urbanos. Mientras que el mito de la frontera urbana es una invención cisivo si la zona se regenerase o si el barrio se viera sometido a un proce- que justifica la violencia del aburguesamiento y de los desalojos, la fronteso de aburguesamiento) aumenta gracias al desarrollo urbano posterior de ra cotidiana que sostiene el mito es un claro producto de la explotación emla parte de ciudad que lo rodea. La brecha existente entre la renta real del presarial y de la realidad económica. En Lower East Side, al igual que en cualsuelo sometido a unas condiciones de deterioro en un momento dado, y la quier otra parte, la frontera es ante todo una frontera de creación de renta potencial de ese mismo suelo cuando aparecen nuevos usos —la beneficios. El nivel de los beneficios es lo que realmente se "revitaliza". La "diferencia de renta"— es lo que provoca las rehabilitaciones y las revitali- regeneración cultural es un extra opcional y, efectivamente, muchos barrios zaciones.40 obreros experimentan una dramática "pérdida de vitalidad" cuando la claEn su investigación sobre las actividades inmobiliarias en Lower East se media inmigrante coloca rejas en sus puertas y ventanas, cuando reniega Side, el periodista Martin Gottlieb fue testigo de primera mano de las con- de la calle a favor de la vida de salón, cuando ponen vallas en las entradas de secuencias de esta diferencia de renta. Tomemos el edificio del número 270 sus casas y desalojan a los indeseables de "sus" parques.

de la Calle IO Este. Mientras el precio de venta combinado (el terreno más En algunos lugares, las estrategias de los promotores pueden parecerel edificio) subió de 5.706 a 202.600 dólares en cinco años y medio, el va- se tanto a las estrategias militares como a las económicas. "Lo que tenelor del edificio sin el terreno cayó, según los asesores municipales de im- mos que hacer es atacar Harlem desde sus bordes", afirma Donald Cogspuestos sobre la propiedad, de 26.000 a 18.000 dólares. Esta conse- ville, presidente de la Harlem Urban Development Corporation, una entidad


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pública dedicada a fomentar las inversiones en el barrio. "El mercado privado empieza a desplazarse hacia el oeste; tenemos que ayudarlo, especialmente por el sur, donde el extremo norte de Central Park, a la altura de la Calle 110, constituye una atracción real", afirma Cogsville. "En primer lugar fijamos una cabeza de puente en la Calle 112, e invertimos en algunas rehabilitaciones de anclaje en esta zona. Cuando estas manzanas hayan quedado aseguradas, subimos hacia el norte y fijamos una segunda cabeza de puente en la Calle 116".44

Lower East Side es un ejemplo de la clásica frontera del aburguesamiento. Las primeras señales de una reinversión inmobiliaria constante aparecieron entre 1977 y 1979 en el límite occidental de la zona, inmediatamente adyacente a Greenwich Village por el norte, y tocando a Wall Street y Chinatown por el sur. A partir de 1980, el aburguesamiento se extendió partiendo de la seguridad de sus bordes occidentales, y en dos años, a pesar de una recesión a escala nacional y de una depresión del mercado de viviendas, avanzó hacia el este a través de East Village, desde la Tercera Avenida hasta la Segunda, y desde la Primera Avenida hasta la Avenida A: es decir, el límite oeste del Tompkins Square Park. El parque se convirtió en una prueba para la conquista de Lower East Side. Al otro lado se encontraba Alphabet City, el corazón del abandono y de la ausencia de inversiones. Sin embargo, la fiebre especulativa que en 1983 rodeó Christodora convenció a los promotores de que los paisajes abandonados del este ofrecían más oportunidades que riesgos. Como afirmaba con entusiasmo la sección inmobiliaria del dominical del New York Times, "el aburguesamiento ha seguido avanzando inexorablemente a través de Alphabet City" , desde la Avenida A hasta la Avenida B, y luego hasta la C y la D. Hacia 1985, las inversiones empezaron a aumentar hasta la zona de East River, de modo que la reinversión dejó de afectar tan sólo a los edificios públicos, yendo a toda prisa —no a ritmo tranquilo— hacia la avenida D 45

Si los vaqueros inmobiliarios que invadieron Lower East Side durante los años ochenta utilizaron el arte para decorar su búsqueda económica con ciertos tintes románticos, también enrolaron a la caballería del Ayuntamiento para otras tareas más prosaicas: conseguir los terrenos y reprimir a los nativos. Mediante su política de vivienda, mediante el castigo a las drogas y, especialmente, mediante su estrategia para los parques, el Ayuntamiento no dedicó precisamente sus esfuerzos a crear servicios básicos y a ofrecer oportunidades de vivienda a los residentes, sino que los dedicó a echarlos y a subvencionar oportunidades para las promociones inmobiliarias. Tal como

afirma un informe de unos consultores, titulado An Analysis of Investment Opportunities in the East Village, "la ciudad está dando ahora señales claras de que está preparada para apoyar el retorno de la clase media, subastando las propiedades públicas y esponsorizando proyectos en las zonas en proceso de aburguesamiento, con el fin de reforzar su base impositiva y ayudar al proceso de revitalizacion 46

Nueva                                                                                                                                                                               103

El principal recurso que tenía el Ayuntamiento en Lower East Side era

un parque de unos doscientos solares, expropiados a los propietarios privados por no pagar sus impuestos sobre la propiedad. En 1981 el Ayuntamiento llevó a cabo su primer saqueo significativo en el contexto del frenesí inmobiliario del aburguesamiento. Los artistas fueron el vehículo. El Department of Housing Preservation and Development (HPD) solicitó propuestas para el Artist Homeownership Program (AHOP), y en 1982 anunció un proyecto de renovación que debía crear 120 viviendas, situadas en 16 edificios, a un precio de venta unitario de unos 50.000 dólares, destinadas a artistas que ganaran como mínimo 24.000 dólares. Tal como proclamó el alcalde Koch, la propuesta iba destinada a "renovar la fuerza y la vitalidad de la comunidad", y se seleccionaron cinco grupos de artistas y dos promotores para ejecutar un programa de siete millones de dólares.

Sin embargo, mucha gente de la comunidad se opuso rotundamente al plan. El Joint Planning Council, una coalición formada por más de 30 organizaciones comunitarias y pro-vivienda de Lower East Side, exigió que unos fondos tan valiosos como estos edificios abandonados fuesen renovados para un uso autóctono. La concejal del Ayuntamiento Miriam Friedlander denunció el plan como "un mero frente del aburguesamiento", y proclamó que "la gente que realmente va a beneficiarse de estas viviendas son los promotores que las renovarán". En contraposición a los artistas que apoyaban el plan del AHOP y que se presentaban a sí mismos como víctimas del aburguesamiento y que merecían viviendas como cualquier otro, otra coalición, la Artists for Social Responsability, se oponía a la utilización de los artistas para aburguesar el barrio. Finalmente, el HPD, el alcalde y el AHOP fueron derrotados por el City Board of Estimate, que se negó a aportar los fondos públicos iniciales de 2,4 millones de dólares.47

En realidad, el AHOP sólo era el primer paso de un programa de subastas más amplio, a través del cual el HPD debía impulsar el aburguesamiento a escala urbana mediante la venta de propiedades abandonadas y solares vacíos a los promotores privados. Ignorando las propuestas de la comunidad, el Ayuntamiento presentó un programa de "intercambio de subvenciones" según el cual los promotores comprarían los terrenos y construirían o renovarían los edificios y, a cambio de una partida de subvenciones públicas, aceptarían la venta de al menos el 20 % de los nuevos apartamentos a aquellos inquilinos ny te no pudieran acceder a los precios de mercado. Al principio, algunos grupos de la comunidad ofrecieron un apoyo intencionado a dicho programa, mientras otros pretendían que la relación entre los beneficiarios de las subvenciones y la media del mercado fuese del 50 0/0.

Sin embargo, la oposición al programa fue creciendo a medida que sus verdaderas intenciones salían a la luz: en 1988, el Ayuntamiento contrató con la Lefrak Organization —una gran promotora nacional— una construcción


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en Seward Park, un lugar donde, en 1967, 1.800 menesterosos, en su ma-         do hacia la calle que surge de la separación entre dos bloques; la mano sosyoría negros y latinos, habían sido desalojados y sus viviendas demolidas.         tiene una aguja de la cual gotea heroína; la manga es de rayas finas. El sigLes habían prometido apartamentos en un nuevo complejo situado en el mis-    nificado del mural es claro: el castigo de la policía a los drogadictos es un mo lugar, pero ventiún años más tarde dicho complejo seguía sin construirse.       refuerzo deliberado del aburguesamiento, que protege los intereses de claLefrak Organization pagó un dólar por el terreno, tenía que pagar un dólar   se de los auténticos beneficiarios de las drogas, y no de los intermediarios por año durante los 99 años de la cesión, y obtuvo un descuento en los im-     y de los vendedores callejeros.

puestos correspondientes a 32 años. Según el plan, Lefrak Organization te-  Simultáneamente a la Operation Pressure Point se produjo el asalto a nía que construir 1.200 apartamentos, 400 de los cuales tenían que ser los parques por parte del Ayuntamiento. Mientras el promotor William Zecapartamentos para vender al precio de mercado; 640 apartamentos para kendorf se aseguraba grandes descuentos en los impuestos y cambios de ser alquilados a un precio entre los 800 y los 1.200 dólares a inquilinos "con calificación en las lujosas torres de 28 plantas de Union Square, al norte ingresos medios", es decir, entre los 37.000 y los 53.000 dólares; y las de la Calle 14 —una promoción "fortificada" que servía de anc aje para 160 viviendas restantes tenían que ir destinadas a gente con "ingresos mo- atraer futuros esfuerzos innovadores—, el Ayuntamiento ya casi había inderados", es decir, entre los 19.000 y los 37.000 dólares. Era un hecho tervenido con soporte táctico. Con el nuevo plan, los sin techo y la demás significativo que no se destinaran apartamentos para personas con ingre- personas consideradas como indeseables sociales fueron desalojados del sos bajos o "sin techo". De hecho, al cabo de veinte años todas las viviendas Union Square Park, que fue objeto de una renovación con un presupuesto

revertirían a la Lefrak Organization como apartamentos de lujo. "Viviendas de 3,6 millones de dólares que debía ser realizada en dos años. Cuando en para yuppies en un barrio con ingresos bajos": así es como un activista pro- la primavera de 1984 el alcalde Koch inauguró dicha renovación, reprendió vivienda definía el plan. "El propósito es crear mercados inmobiliarios nue- a los indigentes y a los sin techo que habían ocupado el parque: "Primero vos y atractivos" 48 lo ocuparon los malhechores, luego lo ocuparon los salteadores, más tarEn enero de 1984, para complementar esta estrategia de vivienda, el de Io ocuparon los drogadictos, y ahora los hemos echado 50 Con su vitaAyuntamiento lanzó una campaña de represalias y detenciones contra la ven- lidad inicial, el nuevo parque era un buen complemento para la fachada del ta y consumo de droga —la Operation Pressure Point—, que fue considera- edificio de apartamentos de Zeckendorf. Se había vaciado la arboleda denda por muchos como parte de una estrategia pro-aburguesamiento de gran sa, se habían ensanchado los senderos, y se había construido una plaza alcance. En 18 meses se realizaron unos 14.000 requisamientos de dro- abierta en el extremo sur. Todas estas medidas se realizaron básicamente ga en todo Lower East Side, y el New York Times se regocijó malignamen- para proporcionar una visibilidad de largo alcance con fines de vigilancia y te de que "gracias a la Operation Pressure Point las galerías de arte están control. Unas piedras bien talladas y pulidas sustituyeron a las losas gassustituyendo a las galerías de tiro" 49 Sin embargo, los infractores de poca tadas por el clima y las pisadas, se arregló el mercado de frutas y verduras monta fueron rápidamente liberados, mientras que los principales respon- y se limpiaron y adecentaron los monumentos del parque, en una "restausables jamás fueron detenidos. Cuando la presión cesó, los vendedores de ración" nostálgica de un pasado idealizado. Las mismas pinceladas que resdroga regresaron. tauraron las estatuas verdes del parque para conseguir el esplendor del bronEn St. Mark's Place con la Primera Avenida, un mural expone la relación ce brillante pretendían borrar la historia de los sin techo y los pobres de la entre represalias contra el mercado de la droga y el aburguesamiento. Fue ciudad.

pintado en 1987 por Geoff, un artista local, y forma parte de una serie de De todos modos, el aburguesamiento del Union Square Park apenas cumurales que decoran el St. Mark's Bar and Grill. Es un dura crítica al abur- brió las expectativas previstas, pues las patrullas de policías y el regreso guesamiento del barrio que puede ser retocado una y otra vez por cualquiera de los desalojados devolvieron al parque su carácter de frontera. No obsque lo desee, y de lo que periódicamente se encarga el propio Geoff. Pin- tante, el Ayuntamiento siguió con su estrategia avanzando hacia el sur, hatado en un estilo rigurosamente neoexpresionista, representa una calle os- cia Washington Square Park, en el Village. También ahí se levantaron vallas cura flanqueada por bloques, con unas pequeñas figuras que corren de un fronterizas, se impuso un toque de queda y el número de patrullas policialado a otro, como si sintieran la abrumadora presencia de un peligro inmi- les aumentó. En 1988 le tocó el turno a Tompkins Square Park, en el coranente. Al fondo, un grupo de agentes de policía uniformados observan la zón de Lower East Side. En este caso, la estrategia habitual del Ayuntamiento calle con expresión ceñuda, vigilando lo que en ella ocurre. En primer pla- para aburguesar los parques, fundada en de toques de queda y cierres de no, una pareja de yuppies sentados en una lujosa cafetería son servidos los mismos, seguidos de procesos de "restauración", fue derrotada —mopor un camarero punk vestido como un mohawk. Dos niños miran fijamen- mentáneamente— por los disturbios de agosto. te desde la calle. Sin embargo, la presencia más nefasta es un brazo tendi-


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"Operation Pressure Point", mural realizado en Loisaida por Geoff.

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"Otra oleada más salvaje que la primera": ¿Nuevas guerras (globales) de indios?

"Una especie de mentalidad de tiempos de guerra parece adueñarse de los neoyorquinos afectados por la presión de la vivienda." Este fue el comentario de la revista New York cuando el auge del aburguesamiento se inició, a principios de los años ochenta. 51 Especialmente en Lower East Side, la geografia de las últimas transformaciones urbanas revela ya la futura ciudad aburguesada, una ciudad que brilla con los neones del consumo de elite y que, al mismo tiempo, se atrinchera angustiadamente contra la marginación de los sin techo. La frontera del aburguesamiento se traslada de barrio en barrio, avanzando con rapidez durante los períodos de expansión económica, y más lentamente durante los de recesión. Los sectores de la vieja clase obrera y los sectores más pobres de la ciudad antigua son arrestados dentro de los circuitos del capital internacional, mientras que el arte de Lower East Side es exhibido en Londres o en París, y sus apartamentos más refinados se anuncian en el Times o en Le Monde.

El aburguesamiento representa una conquista por parte de una clase determinada de la nueva ciudad. Los pioneros urbanos pretenden limpiar la ciudad de la geografia y la historia de su clase obrera. Rehaciendo por completo la geografia de la ciudad escriben de nuevo su historia social y justifican, de ese modo, su futuro. Los bloques de las barriadas se convierten en residencias históricas, y las fachadas exteriores se limpian con chorro de arena para sacar a la luz un pasado futuro. Lo mismo ocurre con la restauración de los interiores. " El ascetismo del mundo interior se convierte en un espectáculo público", del mismo modo que "los muros de ladrillo visto y la madera vista representan el buen gusto cultural frente a la pobreza de los barrios bajos sin enlucir " .52 El hecho de despojar la estructura original de las adiciones posteriores también borra la historia social. Si el pasado no es demolido por completo, por lo menos es reinventado —y su aureola de clase queda suavizada— por medio de la restauración de un patrimonio aceptable que rezuma una fraudulenta autenticidad.

En aquellos lugares donde la militancia o la persistencia de las comunidades obreras, o bien los desmantelamientos y la ausencia generalizada de inversiones provoca que estas elegantes reconstrucciones se conviertan en tareas dignas de Sísifo, las clases pueden ser yuxtapuestas mediante otros procedimientos. La mugre, la pobreza y la violencia de los desalojos son considerados como los ingredientes de un ambiente exquisito, por el cual Lower East Side se convierte en "un lugar vanguardista y muy distinguido". La rápida reubicación y polarización de los frentes de clase es aplaudida por su capacidad excitante en la misma medida en que es condenada por su violencia o entendida por las iras que provoca.

El esfuerzo por colonizar de nuevo la ciudad requiere una estrategia de desalojos sistemáticos. En la actualidad, en Nueva York hay por lo menos

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70.000 personas sin techo: por lo menos el 1 % de su población. En ninguno de sus informes operativos referentes al aburguesamiento de la frontera urbana, el Ayuntamiento de Nueva York ha propuesto plan alguno para proporcionar alojamiento a los desalojados. Negando toda relación entre el aburguesamiento y los sin techo, los responsables del Ayuntamiento no tan siquiera la opción de traslar a los afectados. La política de la administración se limita a "no dejar que veamos a los sin techo", como se lee en las pintadas de Lower East Side. El Regional Plan de 1929 para esta zona era más honesto:

Cada sustitución significará la desaparición de muchos de los antiguos inquilinos y la llegada de otras personas capaces de afrontar los altos alquileres exigidos por la construcción moderna en terrenos muy caros. Así, con el tiempo, las fuerzas económicas transformarán por sí mismas el carácter de gran parte de la población de East Side. 53

Un promotor de East Village se muestra contundente al referirse a las perspectivas de futuro para los desalojados cuando el aburguesamiento Ilegue a la Avenida D: "Todos se verán obligados a irse. Se verán empujados hacia el este, hacia el río, en busca de nuevos refugios donde poder vivir". Otro promotor justifica la violencia de la nueva frontera de ese modo: "Hacernos responsables de ello es como acusar al promotor de un rascacielos alto de Houston de los desplazamientos de los indios ocurridos hace cien

 54

Algunos de ellos han ido incluso más allá, con la esperanza de que los sin techo sean ilegalizados. "Si tirar basura en la calle es ilegal", proclama George Will, "francamente, también debería ser ilegal... dormir en la calle. Por tanto, echar a esa gente a otra parte es simplemente una cuestión de orden público y de higiene. No se trata de arrestarlos, sino de trasladarlos a algún lugar donde no estén a la vista" 55 Un restaurador de Burlington, Vermont, se ha tomado muy en serio la misión de conseguir que "esa gente" no esté a la vista. El propietario del Leunig's Old World Cafe, situado en el aburguesado, adoquinado y repleto de boutiques Church Street Marketplace, se indignó contra los sin techo que, según decía, estaban "aterrorizando" a los clientes de su restaurante. Financiada con los donativos de los demás restauradores y de otros ciudadanos, fundó una organización denominada "Westward Ho!" , que ofrecía a los sin techo billetes sólo de ida para salir de la ciudad e irse a Portland, Oregón.

Las descripciones que de los sin techo se hace en los medios de comunicación suelen acusar a las víctimas, justificando la falta de techo como el resultado del abuso de drogas, del alcoholismo, de las enfermedades mentales y de otras tragedias individuales, más que la consecuencia de un mercado de viviendas excluyente, dominado por unos alquileres prohibitivos. En el mejor de los casos, los medios de comunicación muestran simpatía

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y lástima hacia algunos individuos concretos, con una historia personal concreta, pero no abordan una investigación de las causas, y esto refuerza la idea generalizada de que son las realidades personales, y no la realidad social, las causas de la falta de techo. Paradójicamente, estas invitaciones públicas a que sean mirados con simpatía bloquea la posibilidad de una acción efectiva. "Los sin techo" son definidos más precisamente como "los desalojados" , puesto que la gente no suele marginarse por sí misma del mercado de vivienda, sino que son echados del mismo. La profecía que Friedrich Engels manifestó hace más de un siglo parece ser la mejor predicción para el futuro de la ciudad: "La burguesía sólo tiene un método para resolver el problema de la vivienda... Los lugares que son caldo de cultivo de enfermedades, esos infames agujeros y sótanos donde el sistema de producción capitalista confina a nuestros trabajadores noche tras noche, no son eliminados, sino, simplemente, trasladados a otra parte 56

Las dramáticas transformaciones que afectan a los barrios en proceso de aburguesamiento son vividas intensamente como fenómenos locales. Lower East Side es un mundo apartado de la nobleza de la alta sociedad de East Side, situado tres millas al norte y en el interior del barrio, la Avenida C es todavía un lugar distinto de la Primera Avenida, desde un punto de vista tanto económico y social como cultural. Los procesos y las fuerzas que están reconfigurando la nueva ciudad son a la vez globales y locales. El aburguesamiento y la falta de techo de la nueva ciudad forman un microcosmos

inscrito dentro de un nuevo orden global, y generado por la rapacidad del capital. No se trata tan sólo de los grandes procesos que están reconfigurando las ciudades del mundo, sino también del hecho de que el propio mundo está penetrando dramáticamente en todos los ámbitos locales. La frontera del aburguesamiento es también una "frontera imperial", en palabras de Kristin Koptiuch.57 El capital internacional no sólo inunda los mercados inmobiliarios de Nueva York, sino que las migraciones internacionales proporcionan una fuerza de trabajo para los nuevos empleos de servicios asociados a la nueva economía urbana. En Nueva York, la mayor parte de los comerciantes de verduras son actualmente coreanos; los fontaneros que trabajan en los edificios aburguesados suelen ser italianos, y los carpinteros suelen ser polacos, mientras que las criadas y las institutrices que sirven en las casas y cuidan a los niños de las familias aburguesadas provienen de El Salvador o Las Bahamas.

Los inmigrantes llegan a Nueva York desde todos aquellos países donde el capital americano ha abierto sus mercados, ha explotado sus recursos, ha echado a la gente de sus tierras o ha enviado marines "en misión de paz". Esta dislocación global llega hasta nosotros bajo la forma de un "tercermundismo" de la ciudad americana que, combinado con la criminalidad en aumento y la política represiva en as calles, induce la visión de una nueva ciudad depredadora que amenaza al propio aburguesamiento. En sus


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investigaciones sobre los cambios en los modos de integración de los niños       techo de Nueva York mientras dormían, probablemente para "quitarlos de en la vida social, Cindi Katz ha detectado un claro paralelismo entre las ca- la vista".

Iles de Nueva York y los territorios rurales del Sudán . 58 Las condiciones pri- Pero también conlleva la organización de la propia frontera. Antes de mitivas de la periferia, desde el Amazonas brasileño hasta las explotadoras 1862, cuando la Homesteading Act ya había prescrito, la mayor parte de los fábricas de Hong Kong, se reproducen en el corazón de la ciudad. "Como duros héroes de la frontera eran "okupas" ilegales. Se limitaban a apropiarse si fueran tomadas directamente del guión de una película de ciencia ficción", de las tierras que necesitaban, organizaban clubs comunitarios para defender escribe Koptiuch, "las fronteras salvajes, dramatizadas en los relatos de via- su reivindicación sobre las tierras contra los grandes especuladores, creajes antiguos, se han trasladado hasta tan lejos que, ante nuestro despre- ban organizaciones para proporcionar el bienestar básico y animaban a otros venido asombro, han implosionado de nuevo entre nosotros 59 No son "okupas" a hacer lo propio, puesto que la fuerza reside en la cantidad. La sólo las guerras indias del viejo Oeste lo que ha vuelto a las ciudades del fuerza total del mito de la frontera ha consistido siempre en revestir esta Este, sino las guerras globales del nuevo orden mundial americano. amenaza central a la autoridad con una capa romántica de individualismo, A medida que la brecha entre los alquileres es rellenada afanosamen-cuando en realidad los primeros pioneros estaban muy organizados. De hete por los espasmos de las inversiones de capital en la ciudad del nuevo mun-  cho, fue la proliferación de la "okupación" lo que hizo que la Homestead Act do, la frontera del aburguesamiento irá deŠplazándose hacia los límites de prescribiera. Si hoy aceptamos la ciudad como una nueva frontera urbana, la ciudad suburbana, donde la falta de inversiones resulta ya preocupante. la primera acción pionera, siendo históricamente rigurosos, tendrá que ser Desalojadas de los emergentes espacios de ocio burgueses del corazón de  la "okupación". Tal vez ya no nos quepa duda de que la ciudad se ha conla ciudad, muchas minorías, desempleados y pobres de la clase obrera, son vertido en un nuevo salvaje oeste. Sin embargo, esta personalidad de este desplazados todavía más lejos, hacia los nuevos distritos de las afueras. salvaje oeste es lo que está precisamente en juego.

Efectivamente, "si el modelo espacial del desarrollo residencial de los negros apenas ha sufrido alteraciones", sugiere el geógrafo Harold Rose, la próxima generación "de centros convertidos en guetos quedará reducida esencialmente a un selecto conjunto de comunidades del anillo suburbano", situado en aquellas áreas metropolitanas en cuyo centro urbano ya hay una am plia población de negros. En este sentido, "parece que poco importan las consideraciones acerca de las implicaciones sociales y económicas asociadas a la actual reorganización espacial relativas al futuro de la población negra de las ciudades", concluye Rose, "y, por el mismo motivo, relativas al futuro de la ciudad" 60

Está naciendo una nueva geografia social, pero no lo hará mediante un proceso pacífico. El intento de apoderarse de Washington DC (probablemente la ciudad más segregada del país) por medio del aburguesamiento de la población blanca es conocido por la mayoría afroamericana como "el plan". En los muelles y en East End de Londres, también en proceso de aburguesamiento, un grupo anarquista de muchachos desempleados justifica los robos callejeros como un "impuesto yuppie", en una versión inglesa del lema del Tompkins Square, "atraca a un yuppie". A medida que las viviendas y las comunidades se convierten en fronteras económicas, la gente se defiende, incluso violentamente si es necesario. La violencia de la frontera trae consigo las cargas de caballería en las calles del centro de la ciudad, los altos índices de criminalidad, con el racismo policial y las agresiones a los nativos. Como el asesinato en 1989 de Bruce Bailey, un activista residente en (Algunas de las investigaciones realizadas para este artículo han contado en con un la ensayoayuda

fue encontrado dentro de bolsas de ba- de previo, la beca "Tompkins SE87-13043 Square de Park: la National Riots, Rents Science and Foundation, Redskins", y publicado fueron esbozadas en: The Portable Lower Manhattan (su cuerpo desmembrado sura en el Bronx, y aunque la policía sospechó abiertamente de sus airados East Side 6.1, 1989. Quiero agradecer a Kurt Hollander, Sara Bershtel y Michael Sorkin sus arrendadores, nadie fue imputado por el crimen). O la quema de algunos sin valiosos comentarios y críticas.)


 

 

Bowler y McBurney, op.

 

Nueva York, 1978, pág. 448. Ver también: Richard Slotkin, Fatal Environment: The Myth

32

En el original, "dumbbell tenements". "Dumbbell" significa en inglés 'pesas', referido a

 

of the Frontier in the Age of Industrialization 1800-1890, Atheneum, Nueva York, 1985,

 

las pesas que se utilizan en los ejercicios gimnásticos. La forma estrechada de la parte

 

pág. 338. El mejor relato de Ios disturbios se encuentra en Herbert Gutman, "The

 

central de dichos bloques ha hecho que la gente Ios compare a unas pesas, también

 

Tompkins Square 'Riot' in New York City on January 13, 1874: A Re-examination of Its

 

estrechadas en la parte central [N. del T.].

 

Causes and Its Aftermath", en Labor History, vol. 6, 1965, pág. 55.

33

Gwendolyn Wright, Building the Dream: A Social History of Housing in America, The MIT

9

Herbert Gutman, op. cit.

Press, Cambridge (Mass), 1981, pág. 123.

10

Roland Barthes, Mythologies, Sevil, París, 1970; (versión castellana: Mitologías, Siglo              

34

Regional Plan Association of America, New York Regional Plan, RPA, New York, 1929,

 

de España, Madrid, 20003), pág. 129; Richard Slotkin, op. cit., págs. 16, 21-32.

 

citado en Martin Gottlieb, "Space Invaders: Land Grab on the Lower East Side", en

11            "Ludlow Street", en New Yorker, 8 de febrero de 1988, pág. 29.

12            New York Times, 27 de marzo de 1983.

13            Comida tipica de Texas, con mezclas de la comida típica mexicana [N. del                         14 Diminutivo de yuppie [N. del T.].

15             New York Times Magazine, 6 de agosto de 1989, pág. 37. 

16             New York Times, 8 de febrero de 1990. 17 Ibid.

18             Ibid.

19             Richard Slotkin, op. cit., págs. 33, 47. 20 Ibid., pág. 375.

21    Frederick Jackson Turner, The Frontier in American History, Holt, Rinehart and Winston, Nueva York, 1958; (versión castellana: La frontera en la historia americana, Castilla, Madrid, 19762).

22    "En el polo positivo... están Ios miembros de la 'clase civica', cuyas actitudes y conductas se basan en el supuesto de que el bien individual, y, por tanto, el bien del barrio, aumenta con la sumisión a unas normas sociales. En el polo opuesto están los mienv bros de la 'clase incívica'. Sus conductas y actitudes reflejan la no aceptación de unas

Village Voice, 14 de diciembre de 1982.

35    Martin Gottlieb, op. cit.

36    Craig Unger, "The Lower East Side: There Goes the Neighborhood", en New York, 28 de mayo de 1984, págs. 3241; Anthony DePalma, "Can City's Plan Rebuild the Lower East Side?", en New York Times, 14 de octubre de 1988.

37    Frank DeGiovanni, Displacement Pressures in the Lower East Side, Community Services Society of New York, Working Paper, 1987, pág. 27.

38    Diana Shaman, "Lower East Side Buildings Rehabilitated", en New York Times, I de abril de 1988.

39    Craig Unger, op. cit.

40    Neil Smith, "Toward a Theory of Gentrification: A Back to the City Movement by Capital not People", en Journal of the American Planning Association, vol. 45, 1979, págs. 538548; Eric Clark, The Rent Gap and Urban Change, Lund University Press, Lund, 1987.

41    Gottlieb, "Space Invaders".

42    Entrevista con Sam Bass, administrador de propiedades inmobiliarias de Brooklyn, 1986. 43 Doug Henwood, "Subsidizing the Rich", en Village Voice, 30 de agosto de 1988, pág. 10; ver también: Peter Marcuse, "Abandonment. Gentrification, and Displacement: The

112                                                                                                                                                                   113

Notasnormas más allá de las especificadas imperfectamente en el derecho civil y penal. Sus

I Michael Wines, "Class Struggle Erupts Along Avenue B", en New York Times, 10 de agos-actitudes pueden oscilar entre la indiferencia hacia las normas sociales y la hostilidad to de 1988.hacia cualquier definición colectiva de las conductas." Philip Clay, Neighborhood Renewal, 2 C. Carr, "Night Clubbing: Reports from the Tompkins Square Police Riot" , en Village Voice,Heath, Lexington (Mass), 1979. págs. 37-38.

16 de agosto de 1988; Sarah Ferguson, "The Boombox Wars", ibid. El poeta Allen23 Walter Robinson y Carlo McCormick, "Slouching Toward Avenue D", en Art in America, Ginsberg relata la siguiente reacción de un estudiante chino visitante que había estado vol. 72, 6, 1984, págs. 138, 158.

en la plaza de Tiananmen, en Pekín, durante Ios primeros enfrentamientos estudiantiles 24Roger Ricklefs, "The Bowery Today: A Skid Row Area Invaded by Yuppies", en Wall Street con la policía. En China, la policía "iba vestida de paisano, como cualquier otra persona". Journal, 13 de noviembre de 1988. Ver también: Kim Levin, "The Neo-Frontier", en Village El estudiante explicaba "que el contraste era asombroso, puesto que en China atacabanVoice, 4 de enero de 1983.


a la vez por un lado y por el lado contrario, y a veces con porras. Aquí, en cambio, era25John Bunyan (1628-1688), cura y escritor inglés, autor de la novela El progreso del peregente que parecía haber aterrizado desde otra galaxia, con aquellos cascos parecía quegrino, donde se alude a "una tierra de reposo al final del viaje de la Vida" [N. del T.]. hubiesen caído en medio de la calle desde otra galaxia y hubiesen empezado a golpear 26 Robinson y McCormick, op. cit., págs. 138, 158; Nicolas Moufarrege, "Another Wave, a la gente, a Ios transeúntes, a Ios padres de familia, a cualquiera que se cruzara en suStill More Savagely Than the First: Lower East Side, 1982", en Arts, vol. 57, I, 1982, camino. Estaban completamente alienados, y eran completamente alienígenas". "A Talk  pág. 73; Moufarrege, "The Years After", en Flash Art, 118, 1984, pág. 51.

with Allen Ginsberg", en The New Common Good, septiembre de 1988, pág. 7.27 Rosalyn Deutsche y Cara Gendel Ryan, "The fine Art of Gentrification", en October, vol.

3       Leslie Gevirtz, "Slam Dancer at NYPD", en Village Voice, 6 de septiembre de 1988; David13, 1984, pág. 92.

E. Pitt, "PBA Leader Assails Report on Tompkins Square Melee", en New York Times,                28Craig Owens, "Commentary: The Problem with Puerilism", en Art in America, vol. 72, 6, 21 de abril de 1989.1984, págs. 162-163.

4       Bill Weinberg, "Is Gentrification Genocide? Squatters Build an Alternative Vision for the29 Anne E. Bowler y Blaine McBurney, "Gentrification and the Avant Garde in New York's

Lower East Side", en Downtown, 181, 14 de febrero de 1990, pág. Ia. East Village: The Good, the Bad and the Ugly". Ponencia presentada en la Conferencia 5 Sarah Ferguson, "Should Tompkins Square Be Like Gramercy?" , en Village Voice, 11 deAnual de la American Sociological Association, agosto de 1989, San Francisco, págs.

junio de 1991; Dinkins es citado en John Kifner, "New York Closes Park to Homeless",25, 27.

en New York Times, 4 de junio de 1991.30 Robinson y McCormick, op. cit., pág. 135.

6 Joel Rose y Catherine Texier (eds.), Between C & D: New Writing from the Lower East 31 Craig Owens afirma que "por supuesto, los artistas no son responsables del 'aburgueSide Fiction Magazine, Penguin, Nueva York, 1988, pág. xi; Jerome Charyn, War Criessamiento'; a menudo han sido sus víctimas". "Commentary", págs. 162-163. Deutsche Over Avenue C, Donald I. Fine, Nueva York, 1985, pág. 7. y Ryan contestan: "Presentar a Ios artistas como las víctimas del aburguesamiento sig7 C. Carr, op. cit., pág. 17.nifica burlarse de la difícil situación de las auténticas víctimas del barrio". "The fine Art 8 Philip S. Foner, The Labor Movement in the United States, vol. I, International Publishers,of Gentrification", pág. 104. Ver también: cit.

114

       Linkages in New York City", en Neil Smith y Peter Williams (eds.), Gentrification of the          

            City, Allen and Unwin, Boston, 1986.                                                                                           Por el interior de la exópolis:

44    Entrevista con Donald Cogsville, presidente de la Harlem Urban Development Cor- escenas del condado de Orange

poration, 20 de abril de 1984; Neil Smith y Richard Schaffer, " Harlem Gentrification -A Catch-22?", en New York Affairs, vol. 10. 1987, págs. 59-78.

45    Lisa Foderaro, "ABC's of Conversion: 21 Loft Condos". en New York Times, 22 de marzo de 1987. Para una cartografia de la frontera del aburguesamiento, ver: Neil Smith, Betsy Duncan y Laura Reid, "From Disinvestment to Reinvestment: Tax Arrears and Turning

Points in the East Village", en Housing Studies, vol. 4, 1989, págs. 238-252.EDWARD W. SOJA

46    Oreo Construction Services, An Analysis of Investment Opportunities in the East Village, citado en: Richard Goldstein, "Here Comes the Neighborhood, en Village Voice, 2 de marzo de 1982.

47    Leslie Bennetts, "16 Tenements to Become Artist Units in City Plan", en New York Times,

4 de mayo de 1982; Maurice Carroll, "A Housing Plan for Artists Loses in Board of Estimates", en New York Times, 11 de febrero de 1983; Deutsche y Ryan. op. cit., págs. 100-102.

48    Lisa Glazer, "Heavenly Developers: Building Houses for the (Poor) Rich? ", en Village

Voice, 11 de octubre de 1988; Matthew Reiss, "Luxury Housing Opposed by

Community", en The New Common Good, julio de 1988, pág. 15.Escena 1 :

49    William 4 de R. Greer, "The Fortunes of the Lower East Side Are Rising", en New York Times,"Toto, he tenido un presentimiento: ya no estamos en Kansas" agosto de 1985.

50    Citado en: Deirdre Carmody, "New Day Is Celebrated for Union Square Park", en New

York Times, 20 de abril de 1984.Es un parque temático —un parque temático de 2.036 m2—, y el tema es: "Puedes 51 Carter Wiseman, "The Housing Squeeze - It's Worse Than You Think", en New York, 10tener todo 10 que quieras".

de octubre de 1983, pág. 54; Nicolas Moufarrege, "Another Wave" Es la más californiana de todas las Californias: tan californiana como en las 52 Michael Jager, "Class Definition and the Esthetics of Gentrification: Victoriana inpelículas, como en los relatos, como en los sueños.

53 Melbourne", New York Regional en Smith Plan, y Williams, citado en: op. Gottlieb, cit., págs. op. cit, 79-80. pág. 83, 16.85.Orange County es la Tierra del Mañana y la Tierra de la Frontera, fundidas 54 Citado en Craig Unger, op. cit., pág. 41; Martin Gottlieb, op. cit., pág. 13.e inseparables. En el siglo Will fue una misión. En el siglo XIX fue una colonia. 55 George Will, citado en Peter Marcuse, "Neutralizing Homelessness", en Socialist Review,En la década de los ochenta es una sede corporativa.

5756 vol. Friedrich Kristin las grandes 80, Koptiuch, 1, Engels, 1988, ciudades, Zur "Third-Worlding pág. Wohnungsfrage; Editorial 70. Gustavo at Home", (versión Gili, en Barcelona, castellana: Social Text, 1974).E/ vol. problema 28, 1991, de págs. la vivienda; 87-89.yrancheros, Aquí hay buscadores historia por de todas minas, partes: empresarios navegantes, aventureros. conquistadores, Sin embargo, nuevas. curas,Loshay tanto Ahora, que el Ayer resulta dificil de encontrar. Las casas son

58    Cindi J. Katz, "A Cable to Cross a Curse: Everyday Cultural Practices of Resistance and coches son nuevos. Todo tiene un aspecto nuevo: las tiendas, las calles, las esReproduction Among Youth in New York City", en Socialist Review, 1991, pendiente decuelas, los ayuntamientos... incluso la propia tierra y el propio océano.

publicación; "Sow What You Know: The Struggle for Social Reproduction in Rural Sudan",Hoy la temperatura estará por debajo de los 26 grados. Sopla una ligera brien publicación.Annals of the Association of American Geographers, vol. 81, 3, 1991, pendiente desa marina. Un día más en el paraíso, igual que ayer.

59    Kristin Koptiuch, op. cit. Ver también la desesperada descripción que Tom Wolfe hace deVen a Orange County. En ninguna parte se está mejor que en casa.l

Nueva York como un Tercer Mundo fuera del control de las clases medias-altas blancas:

Bonfire of the Vanities, Farrar, Straus, and Giroux, Nueva York, 1987, pág. 7, inter alia;El primer tema es explícito: puedes tener todo 10 que quieras en el con-

60    (versión Hills, (eds.), Harold 1982, M. Cities castellana: Rose, págs. in the "The 139, 21st La Future hoguera 148.Century, of the de Urban las Black vanidades, Affairs Ghettos", Annual Anagrama, en Gary Reviews, Gappert Barcelona, vol. y 23, Richard 2001).Sage, V. BeverlyKnightdado donde tualidad de todos omnipresente Orange, los lugares donde del todos están mañana los fuera días hace del son que centro, igual el ayer que ansiosamente sea ayer, difícil pero de donde en encontrar;los la már-ac-

genes, pero siempre exactamente en medio de las cosas, exactamente en la frontera: aquí y ahora, en ninguna parte estarás mejor que en casa. Para sus ávidos promotores, el condado de Orange es un paraíso en forma de parque temático, el sueño americano constantemente renovado e infinitamente disponible, igual que en las películas, donde puedes vivir una Vida de cine.2 Es un bazar resplandeclente de tiempos y espacios empaquetados, que per-

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