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El plan de MORENA que debes Conocer...

 


México vive profundos cambios estructurales, como no se habían visto en décadas. La llegada de AMLO a la presidencia de la República ha representado modificaciones en todos los ámbitos, y que tienen como principal objetivo la híper concentración del poder en la persona del presidente. Nada bueno para la democracia y su sistema de pesos y contrapesos.

La democracia está realmente jugándose hoy su última partida, antes que las elecciones del próximo 6 de junio le brinden a AMLO la mayoría que necesita en la Cámara de diputados, en los congresos estatales, en las alcaldías, y en las gubernaturas, para hacerse del control total del país, conducirlo al socialismo y perpetuarse en el poder.

Pero, ¿cómo hizo esto AMLO en sólo 2 años? ¿Qué estrategias utilizó? Aquí hacemos una revisión del guion seguido por la así llamada Cuarta Transformación.

  • Militarización.

El Ejército mexicano ha sido invitado a participar en más de una veintena de actividades que no le corresponden. La Constitución mexicana en su artículo 129 señala que en tiempos de paz ninguna autoridad militar debe ejercer funciones que no mantengan una relación con la disciplina militar.

Pero hoy el Ejército edifica el nuevo aeropuerto en Santa Lucía, Estado de México; construye 2,700 sucursales del Banco del Bienestar, apoya en la remodelación de hospitales. Además, controla las aduanas y los puertos, coadyuva en el programa para la siembra de árboles, y brinda soporte para el plan de contingencia ante el Covid-19.

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También distribuye medicamentos, equipo médico y hasta libros de texto.

Incluso fue a rescatar al tirano Evo Morales de la justicia de Bolivia en noviembre de 2019, en avión militar.

Y por si eso fuera poco, transportó las cenizas del famoso cantante José José de Miami a México. Asimismo, el Ejército está participando en la vacunación.

Todos estos espacios no le son dados a las fuerzas armadas sin una estrategia del gobierno. Se trata de tener políticamente de su lado a los uniformados, para amedrentar a la oposición, disuadirla de cualquier intentona de levantamiento, y sobre todo, de tener contenta a la burbuja verde olivo, que ahora participa en tantos negocios.

La militarización de la vida cotidiana anuncia el final de la democracia. Un régimen abierto y auténticamente democrático, al contrario, abre espacios a la ciudadanía, a los civiles. Pero en México, Morena va al revés. El control militar es fundamental para acotar libertades y amagar críticos.

  • Destrucción de organismos autónomos.

AMLO ha sugerido, a partir de junio de 2020, la intención de cerrar cerca de 100 organismos autónomos, porque según sus cuentas cuesta muy caro mantenerlos, y su gabinete, a través de las secretarías, podría absorber todas las funciones que hoy operan tales organismos.

Pretender que el propio gobierno federal sea el que realice las funciones de organismos autónomos, es absurdo. Fueron creados para evaluar al gobierno, para prevenir injusticias, abusos, para ser contrapeso del poder.

Y también, para opinar, para poner candados, para retirar la influencia del gobierno y que no actúe como juez y parte, como lo ha hecho en las elecciones.

Por eso preocupa mucho que el Instituto Nacional Electoral (INE) sea constantemente amedrentado y presionado desde el gobierno. Cuando el INE sea tripulado, diremos totalmente adiós a la democracia en México.

También corre riesgos la Comisión Reguladora de Energía (CRE) y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).

  • Fin de la separación de poderes

La fracción de Morena es mayoritaria en la actual Cámara de diputados. Y a esto se suma que cuenta con partidos satelitales. Todos se pliegan a la voluntad presidencial, y llegan a no cambiar “ni una coma” a propuestas presidenciales. Esto lastima la democracia, que se ve transformada en autocracia.

De ahí que para las elecciones de este 6 de junio, Morena hace todo lo posible para mantener la mayoría, ya que la principal apuesta de la oposición unida es a quitarle esta ventaja estratégica a la “cuarta transformación”.

El Poder Judicial, por su parte, ha tenido también, por desgracia, visos de entreguismo al Ejecutivo. Aunque es aún la esperanza para conservar la democracia.

  • Asistencialismo electorero

El gobierno de Morena no apuesta a ganar las elecciones con razones. Ni siquiera con emociones. Eso no es necesario cuando tienes una gorda chequera y sólo te interesa quedar bien con la gente más pobre, con aquellos de la clase popular que son tu base electoral.

Por ello el gobierno ha planteado su éxito electoral en la entrega de apoyos a través de 17 programas sociales, a los que se destinan un total es de 323.000 millones de pesos, al año, unos 16.150.000.000 de dólares.

Se dan apoyos a jóvenes que ni estudian ni trabajan, conocidos como “ninis”, por ejemplo. 3600 pesos al mes. Pero, eso sí, becas para estudiantes de universidad, que muchas veces también trabajan, se reducen a 2400 pesos. El gobierno premia al que no hace nada, más que a quien se esfuerza.

Y hay apoyos también a los adultos mayores y a campesinos para que siembren árboles, lo que ha sido criticado porque más bien fomenta la tala de los mismos, para luego poder cobrar el apoyo sembrando de nuevo.

  • “Servidores” de la Nación.

Quienes entregan el dinero de los programas en la mano de los beneficiarios son conocidos como “servidores de la Nación”, o bien, “siervos” de la Nación. Se trata de todo un ejército de 21300 personas, extendidas y operando en todo México, pero distribuidas con un criterio electoral, no de combate a la pobreza, como debería ser.

Por tanto, estos “servidores”, lo son más de Morena, que de la Nación. Y visten chalecos idénticos a los ese partido, con lo que se hace casi imposible distinguir una cosa de la otra. Ya se les vacunó, para facilitarles la operación electorera y propagandística que no deberían hacer. Y pagados con nuestros impuestos.

  • Falso nacionalismo

El “nacionalismo” que promueve el gobierno realmente no lo es. Se trata de estatismo socialista. Si fuera en realidad nacionalismo lo que impulsa, el gobierno no ahuyentaría a las empresas nacionales, a la iniciativa privada, por ejemplo, de invertir en el sector energético.

Pero lo que realmente busca es controlar tal sector, despojar al inversionista de sus intereses, y que la mano estatal sea la única. Eso no es nacionalismo, es socialismo.

Nacionalismo es privilegiar a los nacionales por encima de los extranjeros, poner por encima de todo a México. Pero aquí se confunden y ponen por encima de todo al Estado, escudados en la narrativa del “nacionalismo”.

Es un nacionalismo falso, que de entrada excluye a los nacionales de la vida productiva, y no sólo del sector energético, ya que el gobierno ataca con bastante frecuencia a empresas que no le agradan, por no remar en el mismo sentido de su “4T”.

  • Falsa soberanía energética

La soberanía debe ser entendida en términos estrictos, como la capacidad de un país para no importar productos. Ser soberano es ser autosuficiente, no tener que depender del extranjero. Esto se relaciona con la autarquía. La capacidad de bastarse a sí mismo.

Se trata de un ideal, de un sueño, nada más. Ningún país del mundo es autárquico. Aún los más desarrollados como Estados Unidos o China importan alimento o energía. México, mucho más.

Por eso la reforma energética que busca el gobierno mexicano no es que realmente busque que el país se baste a sí mismo de la energía que consume, sino de excluir a las empresas extranjeras porque supuestamente están ahí para “saquear” las riquezas naturales, como también de dejar fuera a las empresas nacionales.

Esto de ninguna manera es aceptable, porque la soberanía nacional no es lo mismo que lo que intenta el gobierno, que es tener el control absoluto de la producción de energía en México. Eso no es soberanía, sino socialismo. La soberanía, de todos modos, nadie la ha podido alcanzar en el mundo.

La reforma eléctrica y la reforma de hidrocarburos han sido dos intentos de la Cuarta Transformación para hacerse del control de la energía, concentrando el poder en el Estado.

  • Reforma contra la vida, la familia y la libertad religiosa

Los legisladores federales de Morena intentaron aprobar 48 reformas constitucionales que fueron criticadas ampliamente por la oposición, la Iglesia Católica, los cristianos, y organizaciones no gubernamentales.

Se le calificó a ese paquete como un verdadero atropello por parte del progresismo, a favor del aborto, y contra la familia natural, la libertad religiosa, y la educación privada. Aquí es donde la 4T va en total sintonía con el progresismo de los demócratas, de Biden y Kamala Harris, así como del globalismo y sus instrumentos.

  • Ataques a la prensa crítica, a opositores y a empresarios

Demasiado frecuentemente, AMLO usa sus conferencias mañaneras para atacar a los opositores, para revelar temas privados, como sus contratos, que son legales aunque haya a quien no le gusten. La prensa crítica sufre un gran embate en México, por parte del gobierno. También, líderes ciudadanos y empresariales.

Una vez que AMLO los defenestra desde su micrófono estelar, granjas de bots completan el trabajo y agreden a quien el presidente ha puesto en la mira ese día. La libertad de expresión y los derechos humanos, en peligro. Y esto cada vez trasciende más, fuera de México.

  • Creación del Eje Rojo latinoamericanista

AMLO ha procurado ir tejiendo relaciones fuertes con presidentes de países latinoamericanos con gobiernos de izquierda. Les hace favores de diversa índole y así va construyendo un liderazgo a nivel regional, un nuevo Eje Rojo latinoamericanista.

Bolivia, Argentina, Cuba, Nicaragua, Venezuela, liderados por el hermano latino de norte. Operan en mucho a través de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que entre otras cosas busca la salida de Luis Almagro de la OEA, a quien consideran opuesto a su ideología de izquierdas.

Otro tema es el cobijo que le brinda China a la CELAC. El nuevo eje latino, bajo el amparo de la nueva hegemonía mundial, la del Dragón Rojo.

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