En 1988,
después de tres años de debates, una galaxia de líderes cívicos y corporativos
presentaron al alcalde Bradley un detallado plan estratégico para el futuro del
sur de California. Aun cuando la mayor parte de LA 2000: A City for the Future
se dedica a una retórica
Título
original: hiperbólica acerca de la ascensión irresistible de Los
Beyond Urban
control: Blade RunnerThe ecology offear Ángeles como "encrucijada
mundial", una parte del epílogo (escrito por el historiador Kevin Starr)
consideMaquetación:ra lo que pasaría si la ciudad fracasa en el intento de
Montse Aurnatell crear una nueva «instancia dominante» que
gestione Cubierta:su extraordinaria diversidad étnica. «Se produciría, por
FuoriMarginesupuesto, un escenario Blade Runner. la
fusión de cul-
turas individuales en un inquietante
poliglotismo Primera edición en castellano:
abril de 2001 demótico
con hostilidades no resueltas».
Blade Runner viene a ser el
alter ego distópico de LA. Copyright © Mike Davis Situémonos en el año 2019: la pirámide
neomaya, de Edición a cargo de:
VIRUS editorial/lnllevir S.L.kilómetro y medio de altura, de la Tyrell Corporation
c/Aurora. 23 baižos escupe su lluvia ácida sobre las masas mestizas que 08001 Barcelonaviven en los suburbios de más abajo. Enormes
imágeT./Fax: 93 441 38 14nes de neón flotan como nubes sobre calles fétidas,
e-mail: vtrus@pangea.org
http:// WWW. comalter. net/ virus hiperviolentas,
mientras que una voz da a conocer anuncios de una vida suburbana
extraterrestre en «Off Impreso- en:Deckard, ufl Philip Marlowe Imprenta
LUNAWorld» (Mundo lejano).
Muelle de la Merced, 3, 20 izq.postapocalíptico,
lucha por salvar su conciencia y a su
48003 Bilbo
Tel.: 94 416
75 18 Fax: 94 415 32 98 e-mail:* Este panfleto fue publicado por
primera tez en Open Magazine Pamphlet Series, no 23, Open Media,
Nueva Jàsey, EEUU, diciembre de 1992; fue ISBN: 84-88455-89-5modificado por
última vez en julio de 1995.
Depósito legal: BI"916-01
3
mujer en un
laberinto urbano controlado por malva-arquitectura Hugh Ferries, el cual junto
al diseñador das corporaciones biotecnológicas... de rascacielos Raymond Hood y
el arquitecto-arqueólo- Con el estreno, por parte de
Warner Bros., de la gra-go mexicano Francisco Mujica (visionario de las
pirámibación original (más dura) del director, unos pocosdes urbanas como la
torre 'Iÿrell) popularizó la «Titan meses después de la revuelta de Los Ángeles
de 1992,City» por venir de rascacielos de cien plantas con autola versión
cinematográfica de Ridley Scott —de 1982—pistas, puentes colgantes y pistas de
aterrizaje en las del texto de Philip K. Dick (¿Sueñan los androides
conazoteas. Ferris y los demás, por su parte, trabajaron a ovejas eléctricas?)
reafirma su soberanía sobre nues-partir de fantasías ya existentes —habituales
en los tros sueños cada vez más inquietos. Prácticamentesuplementos de los
domingos desde 1900— acerca de todas las reflexiones actuales acerca del futuro
de Loscómo sería Manhattan a finales de siglo.
Ángeles dan por
segura la oscura imaginería de BladeBlade Runner, en otras palabras, no es más
que una Runner como un punto final posible, si no inevitable,nueva edición de
esa visión modernista central —alterdel país del sol.nativamente, utopía o
distopía, ville radieuse o Gotham A pesar del glamour de Blade Runner como la
estre-City— de la futura metrópolis Manhattan como monslla de las distopías de
ciencia ficción, yo la encuentrotruo. Es una fantasía que como mejor se la
podría extrañamente anacrónica y sorprendentemente pocodenominar es
"wellsiana", puesto que fue tan temprapresciente. Scott, en
colaboración con su «futuristano como en 1906, en su The Future in America, que
H. visual» Syd Mead, el diseñador de producciónG. Wells ya estaba intentando
imaginar cómo sería el Lawrence Paul y el director de escena David Synder,final
del siglo XX, «aumentado el presente [representanos ofrece en realidad un
pastiche incoherente de pai-do por Nueva York] hasta crear una especie de
caricasajes imaginarios. Dejando de lado los revestimentostura gigantesca del
mundo existente, hinchando todo de «peligro amarillo» (Scott es un adicto
notorio alhasta proporciones inmensas y masivas, fuera de toda Japón urbano
—cfr. Black Rain— como imagen delmesura».
infierno) y
«negro» (todos los decorados interiores dePuede que la «gigantesca caricatura»
particular de mármol negro pulido) así como la gran cantidad de Ridley Scott
recoja las preocupaciones etnocéntricas fontanería de alta tecnología,
reconvertida en señal de sobre un poliglotismo devastador, pero fracasa
a la decadencia urbana, lo que queda es notoriamente la hora de abordar el paisaje real de Los Ángeles
—espemisma visión del gigantismo urbano cultivado por Fritzcialmente por lo que
se refiere a los grandes planos Lang en Metrópolis (1931).ininterrumpidos de
bungalows, armatostes y casas
El siniestro Everest de
creación humana de la Tyrellestilo rancho envejecidos— como su erosión social y
Corporation, así como los coches patrulla espaciales defisica proyectadas en el
siglo XXI.
serie B
que cruzan el espacio aéreo no son, obviamen- En
mi libro acerca de Los Ángeles (City of Quartz, te, más que descendientes
—aunque sea envueltos aho-1990) ya enumeré varias tendencias hacia la
militarira en la oscuridad— de la famosa ciudad de los rasca-zación de este
paisaje. Los acontecimientos sucedidos cielos de la burguesía de Metrópolis.
Pero el propio Lang desde el
levantamiento de la primavera de 1992 no hizo más que plagiar a
futuristas norteamericanosincluyendo una recesión creciente, huida de
corporacontemporáneos; por encima de todos, al delineante deciones, recortes
salvajes de presupuestos, índices ver-
45
tiginosos de
homicidios (a pesar de la tregua entre las urbanas y los tipos de alojamiento. Ésta
retrata una bandas negras) y compras desorbitadas de armas en «ecología humana» organizada por fuerzas
biológicas los suburbios— tan sólo vienen a confirmar que lade invasión, competencia,
descendencia y simbiosis. polarización social y el apartheid espacial se están
ace- Mi relectura del mapa de la estructura urbana
proyeclerando. Cuando el verano interminable llega a su fin, ta a Burguess al futuro. Mantiene los
determinantes parece absolutamente posible que Los Ángeles 2019«ecológicos»
como los ingresos, valor del suelQyšelase.r
pueda considerarse la otra cara distópica
de cualquierraza, pero añadè un factor
nuevo y decisivo: el miedo. ideal de ciudad democrática.
¿Pero
qué otro tipo de escenario urbano, si no es El
espacio vigilado (scanscape)
Blade Runner, puede producir esta evolución maligna de
desigualdad? En vez de ver el futuro meramente La
obsesión habitual por la seguridad personal y el ais-
como una magnificación grotesca wellsiana de tecnolo- lamiento social sólo se ve sobrepašaaa por el
pavor de la gía y arquitectura, yo he intentado extrapolar cuidado- claSe media a. losimpuestor progresivos. En
vista de "lös
samente las
tendencias espaciales existentes, a fin de índices de desempleo y de personas
sin techo en grados entrever sus contornos emergentes. William Gibson, no
vistos desde 1938, el consenso bipartidista insiste en en su Neuromancer y en
otras novelas, ha proporcio- que se tiene que equilibrar el presupuesto y
recortar los nado ejemplos fenomenales de lo realista que puede derechos
sociales. Al rechazar realizar cualquier inverresultar la manera de operar
de la ciencia ficción Sión pública futura para remediar las condiciones socia«extrapolativa»,
como teoría social prefigurativa y como les más necesitadas, lo que se está
consiguiendo es oblipolítica de oposición anticipatoria al ciberfascismo gar,
en su lugar, a aumentar las
inversiones_privadas en oculto tras el próximo horizonte. seguridad física.
Persiste la retórica de la reforma urbaEn las páginas que siguen voy a ofrecer
un mapa na, pero se ha extinguido su substancia: reconstruir LA «gibsoniano»
del futuro de Los Ángeles que ya está a hoy simplemente significa cavar el búnker.
medio nacer. Paradójicamente, el mapa literal,
propia- Dado que la vida de la ciudad, por lo tanto, se hace mente dicho,
aunque inspirado en una visión de mar- cada vez más insegura, los diferentes
medios sociales xismo-para-ciberpunks, no se parece a nada tanto adoptan
estrategias de seguridad y tecnologías acorcomo a una combinación de media luna
y diana, que des con sus posibilidades, Como en la diana de Bur- Ernest W. Burgess, de la
Universidad de Chicago, con- guess, el dibujo resultante se condensa en
zonas convirtió ya hace tiempo en el más famoso diagrama de lacéntricas. El blanco de la
diana es el centro de la ciencia social. ciudad.
Para aquellos no familiarizados con el
legado de laEn otro ensayo he contado con
detalle de qué forma
Escuela de
Sociología de Chicago y su estudio canóni- un comité secreto de urgencia,
llamado Comité-de los go de la North American City, permítaseme decir que la25, compuesto por los
principales directivos de las emdiana de Burgess representa las cinco zonas
concén-presas inmobiliarias del
centro de la ciudad de Los tricas en las que la lucha por la supervivencia de
losÁngeles, reaccionó ante la amenaza percibida en la más fuertes (tal como la
imaginaron los darwinistasrebelión de Watts de 1965. Advertidos por las fuerzas
sociales) supuestamente separa a las clases socialesdel orden de la inminencia
de una «invasión» negra del
67
centro de la
ciudad, el Comité de los 25 abandonó los esfuerzos de renovación del viejo
centro de oficinas y pequeños comercios. Se sirvieron entonces de la potestad
municipal de expropiación para demoler algunos barrios y crear un nuevo corazón
financiero unas manzanas hacia el oeste. El organismo responsable de la
renovación de la ciudad, actuando prácticamente como su planificador privado,
hizo transferir las inversiones del Comité de los 25 del viejo barrio de
negocios a los terrenos del nuevo centro, ofreciéndoles enormes rebajas muy por
debajo del valor de mercado.
La clave del éxito de toda la estrategia
(celebrada como un «renacimiento» del centro de la ciudad de los Ángeles) fue
la segregación física del nuevo corazón urbano y de sus bienes inmobiliarios
detrás de una muralla de barreras arquitectónicas reubicadas, pilares de
hormigón y muros de vías rápidas. Las conexiones peatonales tradicionales entre
Bunker Hill (la coli-
na del búnker) y el antiguo centro fueron destruidas,
y para el acceso a pie al nuevo barrio se construyeron zonas peatonales
elevadas, controladas por los sistemas de seguridad de los distintos
rascacielos. Esa privatización radical del espacio público del centro —con su
inquietantes componentes raciales— se realizó sin discusión ni protestas
públicas significativas.
Además, los levantamientos del año
pasado] vinieron a confirmar las previsiones de los diseñadores de la fortaleza
del centro. Mientras que los escaparates de todo el antiguo barrio a lo largó
de Broadway y de la calle Spring acabaron destrozados, Bunker Hill hizo honor a
su nombre. Pulsando unos cuantos botones de sus cuadros de mandos, los guardias
de seguridad de los grandes edificios bancarios pudieron cortar todos los
accesos a sus costosos inmuebles. Puertas de acero a prueba de balas cayeron
sobre las entradas de la calle, las escaleras mecánicas se detuvieron instantáneamente
y unas rejas electrónicas impidieron el acCeso a las
8
zonas
peatonales. Tal como subrayó recientemente Los Angeles Business Journal en un
artículo dedicado a esta cuestión, el Sdto de los dispositivos de defensa de
las empresas del centro probados durante el levantamiento no ha hecho más que
estimular la demanda de niveles aún más„.elevados de_seguridad física.
En primer lugar, frontera entre
arquitectura y mantenimiento del orden se ha- esfumado todavía más. La policía
de Los Ángeles se ha convertido en uno de los protagonistas principales dõIäWþ1ãñiffCäéión
"dél centro. Ningún proyecto ve la hoy sin su participación y, en ciertos
casos, como en el reciente debate sobre la instalación de aseos públicos en los
parques y las estaciones de metro (a lo que se opone), ejerció abiertamente el
derecho de veto.
En segundo lugar, la vigilancia con
vídeo de las zonas renovadas del centro se ha extendido a los aparcamientos, a
los paseos privados, a las plazas2 , etc. Esta vigilancia extensiva
crea un «scanscape» virtual.
un espacio de visibilidad protectora que delimita cada
vez más la zona en la que los oficinistas y los
turistas
-clase media se
sienten seguros en el centro. Inevitablemente, las cámaras de vídeo de las
empresas y de los centros comerciales acabarán por conectarse a los sistemas de
seguridad de los domicilios, a los «botones de pánico personales», a las
alarmas de los automóviles, a los teléfonos móviles y otros sistemas similares,
en una continuidad ininterrumpida de vigilancia a tiempo completo. De hecho, el
estilo de vida
yuppie se definirá muy pronto por la capacidad de
proveerse de «ángeles de la guarda electrónicos» que velen sobre uno (estos
tiempos difíciles son un periodo bendito para los fabricantes de sistemas de
videovigilancia; el principal de ellos, una empresa sueca, es ahora el espónsor
oficial de la enorme maratón de Londres).
En tercer lugar, los grandes
inmuebles se vuelven cada vez más sensibles y almacenan una capacidad
9
cada vez mayor de fuego mortal. El rascacielos
con, un ordenador por cerebro, como en Die Hard I (actualmente Torre F. Scott
Johnson's Fox-Pereira), anticipa un posible género de antihéroes
arquitectónicos como «edificios inteligentes» que tanto pueden combatir el mal
como convertirse en sus servidores. El sistema sensible de una torre de
vigilancia mediana tiene ya características panópticas, por lo que se refiere a
su capacidad de ver, oler, detectar cambios de temperatu- ra, de humedad y movimientos y,
en ciertos casos, oír.
Ciertos
arquitectos predicen ahora el día en que el ordenador de seguridad del edificio
podrá automáticamente seleccionar e identificar a su población humana, y puede
que incluso reaccionar a sus estados emocionales (miedo, pánico, etc.). Sin
recurrir al personal de seguridad, el edificio por sí mismo resolverá las
crisis menores (por ejemplo, haciendo salir a la gente a la calle o prohibiendo
el uso de los aseos) y las mayores (encerrando a los asaltantes en un
ascensor).
Cuando todo lo
demás_haya fracasado, el edificio inteligente se transformará en
una mezcla de búnker y de base militar. Cuando la
Administración federal embargó recientemente los bienes de la Columbia Savings and Loan Association (caja de
ahorros de Columbia), descubrió que su director, Thomas Spiegel, había
convertido su cuartel general de Beverly Hill en una fortaleza secreta «a
prueba de terroristas». Además de sensores electrónicos perfeccionados, un
sistema informático sofisticado que registraba los incidentes terroristas en
todo el mundo y un escondrijo de armas en el aparcamiento, el edificio de la calle Wilshire
8900 contenía el cuarto de baño de lujo para ejecutivos más extraño de Los
Ángeles: la oficina de Tom Spiegel, además de sus cristales
blindados, estaba equipada con un cuarto de baño que disponía
de una cabina de ducha a prueba de balas. En caso de que una alarma se
disparase, en las paredes de la ducha se abrían
10
unos paneles
secretos trás los que había escondidos unos potentes fusiles de asalto.
Zona de tiro al blanco
Más allá del «espacio vigilado» del centro fortificado se
extiende la aureola de los barrios y de los guetos que rodean el centro de Los
Ángeles. En el esquema origi-
nal de Burguess,
inspirado en Chicago, ésta era la «zona de tránsito»: las calles de pensiones y
vivienendas, intercaladas con viejas infraestructuras industriales y de
transporte •que acogieron a las nuevas
familias inmigrantes y a los hombres que venían a trabajar
solos. El círculo interior de Los Ángeles formado por barrios latinos atravesados
por autovías aún sigue cumpliendo estas funciones tradicionales. Aquí, Boyle y
Lincoln Heights, Central-Vernon y- MacArthur Park son los puertos de entrada
para los inmigrantes más pobres de la región así como las reservas de trabajos
mal pagados para los hoteles y las fábricas textiles en régimen de
superexplotación. La densidad residencial,
al igual que
en el diagrama de Burguess, es la más elevada de la ciudad. (iSegún el censo de
1990, un distrito de Mac Arthur Park tiene en torno a un 30% más de densidad
que Midtown Manhattan!)
Por último, lo mismo que en el
Chicago de 1927, esta zona de viviendas («donde un número deSmesurado de niños
se apiñan en un área demasiado pequeña») continúa siendo la cuna tradicional de
las bandas callejeras de adolescentes (más de un centenar, según los servicios de inteligencia del
distrito' escolar de LA). Pero mientras que el gangland de Chicago de los años
20 ha sido considerado por la teoría como esencialmente intersticial en la
organización social de la ciudad —cuando los distritos residenciales mejores
van retrocediendo ante el empuje de los negocios y la
industria, las bandas se desarrollan como una mani-
11
festación más de la frontera económica, moral y cultural que
marca el intersticio—, el mapa de las bandas de Los Ángeles se extiende hoy por
toda la geografía de las clases sociales. La violericia juvenil tribalizada
ahora se extiende más allá del círculo interior hacia las suburbios más
antiguos; los boyz (chicos, en lenguaje coloquial) están ahora en el «hood»,
donde solían vivir Ozzie y Harriet.
Ésa es la causa; en cualquier caso, de que
el círculo interior de los guetos sea la zona más peligrosa de la ciudad. La
Ramparts Division del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD),
que patrulla justo al oeste del centro, tiene normalmente más homicidios a su
cargo que cualquier otra jurisdicción policial del país. Los alrededores de
MacArthur Park, que en otro tiempo fue la niña bonita de los espacios verdes de
LA, son actualmente una zona de
tiro al blanco, donde los traficantes de crack y las bandas callejeras arreglan
sus cuentas a tiros de fusil y de Uzi. En 1990 murieron allí treinta personas.
Según ellos mismos admiten, los efectivos
de policía para el centro de la ciudad no son ni siquiera capaces de retirar
todos los cadáveres de la • calle, y mucho menos todavía de enfrentarse a los
asaltos ordinarios, a los robos de vehículos o a las extorsiones de las bandas.
Desprovista de los recursos y de la influencia política de los barrios más
opulentos, la población desesperada del círculo interior sólo puede contar
consigo
misma. Como último recurso, la gente acude a los
señores Smith y Wesson3 , cuyos nombres acompañan
a la frase «protegido por...» en muchas puertas,
Entretanto, los amos de los barrios bajos
están instaurando su propio reino de terror contra los traficantes de drogas y
los pequeños delincuentes. Amenazados por las nuevas leyes que autorizan el
embargo de los bienes inmuebles infestados por la droga, contratan a comandos
de gorilas y de mercenarios arma-
12
dos para «exterminar» el crimen en
sus propiedades. El LA Times describía las aventuras chulescas de uno de esos
equipos en las. zonas de Pico Union, Venice y Panorama City (San Fernando Valley).
Dirigido por un «soldado de
fortuna» de 1,90 m y 140 kilos llamado David Roybal, este equipo de seguridad
es famoso entre los propietarios por su eficaz brutalidad. Los sospechosos de
ser vendedores de drogas o de ser sus clientes, así como los meros mirones y
otros personajes molestos para los propietarios son expulsados físicamente de
los edificios a punta de pistola. Los que se resisten o se atreven a quejarse
son golpeados sin piedad. En el curso de una redada en Panorama City, hace unos
años, el Times se hacía eco de que «Roybal y su equipo interrogaron a tantos
residendentes y okupas por cuestiones relacionadas con las drogas que
convirtieron un salón recreativo en centro de retención y allí mantuvieron a la
gente esposada contra un muro manchado de sangre». El Departamento de Policía
tenía conocimiento de la existencia de esta cárcel privada, pero desestimaron
las quejas de los vecinos «porque estaba al servicio de un bien mayor».
Roybal y su banda se parecen mucho
a los llamados matadores, esos asesinos
contratados para patrullar en los barrios brasileños y que, a menudo, cuando la
policia mira deliberadamente hacia otra parte, ejecutan tanto a probados
criminales como a niños de la calle. Su código común es. que. «a ellos les
hacen- tra-
bajar cuando todo lo demás ha fallado». Como explica
-uñö de los competidores más
agresivos de Roybal: «A alguien le toca imponerse y cuando ese alguien somos
nosotros, nos imponemos. Cuando alguien se hace el listillo, le pegamos una
paliza, en medio del pasillo con todos sus amigos mirando. Lo esposamos y
pateamos, y cuando llegan los enfermeros y se lo llevan en la camilla, le
decimos: ihey, no te olvides de denunciarme!».
13
Aparte de la
contratación de matones, el centro des-convertido en campos de la muerte. De la
misma maheredado da pie a una amplia industFia de fabricaciónnera que sus
padres aprendieron en su día a esconde rejas y de barrotes para la protección
de las vivien-derse bajo los pupitres en
caso de un ataque nuclear, das. De hecho, la mayor parte de los bungalows del
cír-los estudiantes hoy en día «aprenden a tumbarse a una culo interior parecen
jaulas de zoo. Como en una pelí-señal del profesor en caso de... producirse un
tiroteo, y cula de George Romero 4 ahora las familias obreras a quedarse así hasta recibir una señal de que
el pelitienen que atrincherarse todas las noches contra lagro ha pasado».
ciudad de zombis
que las rodea. Una consecuenciaLos proyectos de viviendas
públicas y subvencionainesperada ha sido la frecuencia aterradora con la que
das con fondos federales, por su parte, empiezan a pael fuego inmola a familias
enteras atrapadas en sus recerse al infame programa de «aldeas estratégicas»
casas enrejadas. Las celdas de la cárcel tienen muchas que se utilizó para
encarcelar a la población de Vietresonancias en el paisaje del centro de la
ciudad. Con nam. Aun cuando ningún ,proyecto de viviendas en LA anterioridad a
los levantamientos de primavera, la es tan tecnológicamente sofisticado como el
Cabrini mayoría de licorerías, inspirándose en el precedente de Green de Chicago, donde se usan escáners de
retina las casas de empeños, se- habían enjaulado tras el (cfr. la secuencia
inicial de Blade Runner) para controlar mostrador, con armas discretamente
escondidas en la identidad de las personas, la policía ejerce un control sitios
estratégicos. Incluso los grasientos quioscos de creciente sobre la libertad de
movimientos. Igual que los hamburguesas. empiezan a distribuir su mercancía a
campesinos de una zona rural rebelde, los residentes través de ventanillas
acrílicas a prueba de balas. Du- de cualquier edad de las barriadas de
viviendas de prorante la última década, los inmuebles de hormigón sin tección
oficial pueden ser detenidos y cacheados en ventanas, con muros sin remozo para
desalentar a los cualquier momento, y la privacidad de sus casas puegrafiteros,
se han extendido como una plaga en el pai- de ser violada sin ordenjudicial. En
un incidente espesaje urbano. En la actualidad, las compañías asegura-
cialmente hiriente, justo unas semanas antes de las doras convierten este tipo
de búnkers a prueba de revueltas de primavera del 92, la policía arrestó a más
revueltas en prácticamente obligatorios para la recons- de 50 personas en el
curso de una redada sorpresa en trucción de numerosos barrios. el complejo de
viviendas de Watt's Imperial Court.
En
estos tiempos cada vez es más difícil distinguir En una
ciudad con -la mayor escasez de viviendas de las escuelas de las
cárêêlèš7LòsÃáštos de educación toda la nación, los habitantes de los proyectos
de por persona se han' hundido en Los Ángeles, puesto viviendas, ante el temor
a,un deshaucio, cada vez se que los escasos recursos han sido absorbidos por la
muestran menos dispuestos a reclamar -que se respefortificación de los espacios
escolares y por la contra- ten sus derechos constitucionales en caso de
registros tación de vigilantes armados. Los adolescentes se que- y detenciones ilegales.
Mientras tanto, las directrices jan amargamente de la superpoblación de las
clases, y aprobadas por el secretario de la Vivienda, Jack Kemp, los profesores, desmoralizados,
de la degradación de y respaldadas por la Administración Clinton, autorilos
campus, que se han convertido en poco más que zan asimismo a los presidentes de escalera de
los edificentros de detención de día para una generación abanr-cios a expulsar
a las familiàs de los supuestos trafidonada. Los patios de los colegios,
entretanto, se hancantes o delincuentes, lo que abre las puertas a una
1415
política
de castigo colectivo comparable a la practicada, por ejemplo, por los israelíes
contra las comunidades palestinas de Cisjordania.
Las medias lunas de ha represión
En el diagrama original de Burguess, las «medias
lunas» de los enclaves étnicos (Deutschland, Little Sicily, the Black Belt,
etc.) y las ecologías arquitectónicas especializadas («hoteles residenciales»,
«el área de casas de dos plantas», etc.) atravesaban la «diana» de la
estructura socioeconómica fundamental de la ciudad. En el Los Ángeles
metropolitano contemporáneo está emergiendo una nueva especie de enclave
especial en sincronización simpatética con la militarización del paisaje.
Mientras a alguien se le ocurre una denominación mejor, vamos a llamarlos
«barrios de control sncial» (BCS). En éstos, a las
sanciones del código penal o civil, se une la
planificación del empleo del espacio, con el fin de crear lo que Michel
Foucault habria calificado, sin lugar a dudas, de nuevas instancias de la
evolución del «orden disciplinario» de la ciudad del siglo XX.
A esto se refiere Christian Boyer al
parafrasear a Foucault: «El control disciplinario procede distribuyendo los
cuerpos en el espacio, colocando a cada individuo en una división celular,
creando un espacio funcional fuera de este acuerdQ espacial analítico. Al
final, esta matriz espacial deviene a la vez real e ideal: una organización
jerárquica de espacio celular y un orden puramente ideal impuesto tras sus
formas».
Por lo general, los BCS existentes
(al mismo tiempo «reales e ideales») pueden distinguirse según su forma
jurídica de «disciplina» espacial. Los barrios de supre- Sión, normalmente dedicados a
la lucha contra los graffitis y la prostitución en zonas señalizadas de Los
Ángeles y West Hollywood, amplían el poder tradicio-
16
nal de la policía (la fuente legal de toda zonificación)
desde las molestias causadas por industrias. nocivas hasta los comportamientos
nocivos. Dado que se autofinancian a través de los ingresos por multas y la
recaudación de impuestos sobre las ventas de determinados productos (como los
esprays de pintura, por ejemplo), los barrios de supresión permiten a los
propietarios de casas o grupos de comerciantes alcanzar una aplicación
intensiva de la ley contra problemas sociales locales específicos.
Los barrios de aumento,
representados en todo el sur de California por las «zonas libres de drogas» que
rodean a las escuelas públicas, añaden determinados castigos estatales/
federales o «aumentos» de pena a los delitos cometidos dentro de un radio
específico en torno a determinadas instituciones públicas.
Los barrios de contención
están concebidos para man-
tener en cuarentena problemas sociales que comportan un
riesgo de epidemia, desde ese insecto clandestino inmigrado que es la mosca
mediterránea de la fruta hasta las masas crecientes de angelinos sin techo.
Aunque no tiene la precisión surrealista.de la «zona de cuarentena de la mosca
mediterránea», delimitada por los paneles del Ministerio de Agricultura, la
«zona de contención de los sin techo» del centro de LA es, sin embargo, uno de
los ejemplos más dramáticos de BCS. Por decreto municipal, se impide la
proliferación de campamentos de los sin techo en los barrios del «espacio
vigilado» del centro de la ciudad o sus alrededores, mediante su «contención»
(término oficial) dentro del suburbio superpoblado, conocido con el nombre de
Central City East (el «Nickle», la hendidura, para sus habitantes). Por más que la proliferación, debido a la
recesión, del número de los sin techo les impulsa inexorablemente a
introducirse en los pasajes y en las parcelas vacías de los barrios vecinos del
círculo interior, la policía prosigue su política implacable y los devuelve al
sórdido Nickle.
17
El anverso de esta
estrategia, por supuesto, es la montados en una escoba y otras manifestaciones
del exclusión formal de los sin techo y otros grupos de pa- Espíritu Maligno.
rias de los espacios públicos. Un montón de
ciudades Una de las herencias de la histeria colectiva desatadel sur, desde
Orange County hasta Santa Bárbara, in- da por estos casos, que sin duda se vio
ampliamente cluyendo también la «República Popular» de Santa Mó- alimentada por
el sentimiento de culpa oculto de los nica, han aprobado recientemente
ordenanzas «antia- padres, fue la creación en la pequeña ciudad
de San campada» para mantener alejados a los sin techo. Dimas de la primera
«zona: libre de abusos infantiles». Entretanto, Los Angeles y Pomona están
emulando a Este suburbio del San Gabriel Valley, digno de la telela pequeña
ciudad de San Fernando (la patria chica de serie Twin Peaks, fue cubierto de
paneles con la siRichie Valens) en cuanto a impedir la presencia de los guiente
advertencia: qCuidado con lo que haces! Por
miembros de las
bandas en los parques. Estos «par- su propia protección, nuestros hijos son
fotografiados ques libres de bandas» endurecen las sanciones no- y sus huellas
digitales registradas». No sé si los ejérciespaciales contra miembros de las
bandas (en especial, tos de pedófilos ocultos en las montañas próximas a el
reciente Decreto de Lucha y Prevención contra el San Dimas se habrán visto
realmente disuadidos por Terrorismo Callejero —STEP—). como ejemplos de «cri-
estas advertencias, pero cualquier trQzado minalización de una condición
social», donde se pros- pa del espacio urbano contemporáneo debe reconocer
cribe la pertenencia a un grupo, incluso aunque no see*istencia de estas zonas
oscuras,Ainchianas, donproduzca un acto delictivo específico. de el imaginario
social descarga sus fantasías.
El delito basado
en la condición social, por su pro- Entretanto, tras las pasadas revueltas, el sur
de Capia naturaleza, presupone proyecciones de fantasías lifornia parece estar
en vías de crear más BCS. Por un. de las clases medias o de personaslado, la llegada del programa
federal de «eliminación acerca de la naturaleza de las «clases peligrosas». Dede la mala hierba y siembra»
ha servido para desviar la misma manera, ya en el siglo XIX la burguesía los
fondos destinados al desarrollo comunitario hacia
había emprendido
una cruzada contra la «amenaza de la represión antibandas, y para proveer de un
nuevo los vagabundos», y en el siglo XX contra una alucinan- conjunto de
iniciativas a los barrios a fin' de adoptar te «amenaza roja» de carácter
doméstico. A mediados las estrategias de exclusión y/o endurecimiento. Como de
los años 80, en cualquier caso, el fantasma dehan advertido numerosos
activistas, este programa fe-
Cotton Mather
reapareció de repente en los suburbiosderal es como una caricatura del Estado
policial de los del sur de California. Las acusaciones de que algunos60 y su
lucha contra la pobreza, con el Departamento dispensarios médicos locales
serían actualmente de Justicia transformado en mánager del,
redesarrollo madrigueras de perversión satánica nos habían de urbano. Los
pobres serán cooperar con su
devolver al siglo
XVII y al proceso contra las brujas depropia criminalización como
condición previa apara la Salem. Durante el proceso contra la guarderíaayuda
urbana.
McMartin por
abusos —que terminó por convertirse enPor otro lado, las nuevas
tecnologías podrían dar a el más largo y el más caro de la historia
norteamerica- los conservadores, y probablemente también a
los neona en su género—, hubo niños que declararon haberprogresistas, la
ocasión real de probar, como alternativisto. a algunos de los maestros acusados
volandoa los grandes programas de construcción de cárce-
19
les, propuestas
más económicas de «reclusión de comunidades». Bajo el impulso del ideólogo
Charles Murray, del Heritage Institute —cuya polémica contra los gastos
sociales, Losing. Ground (1984), fue el principal manifiesto de la era Reagan—,
los teóricos conseNadores exploran las posibilidades prácticas de la «ciu- dad carcelaöa»wdescrita en
historias de ciencia-ficción como Escape -from New York (que, en cualquier
caso,
hizo tambalearse los valores nacionales).
La idea que Murray esboza por
primera vez en la New en que «las zonas
sin drogg_de la mayoría» puedan exigir la instauración de vertederos sociales
para la minoría criminalizada. «Si I la aplicación de
esas políticas (el derecho ilimitado de empresarios y propietarios a
seleccionar a sus obreros e inquilinos) se traduce en la concentración de las
ovejas negras en algunos barrios
hiperviolentos, antisociales, qué le vamos a hacer». Pero ¿cómo contener
eficazmente a la clase inferior en sus propios superBCS «hiperviolentos» y
mantenerla a distancia de los edenes libres de drogas de la clase superior?
Una de las
posibilidades es la instauración sistemáti-l ca de discretos «portales de
seguridad» que utilizarían ciertos criterios biométricos, universalmente
registra-l dos, para filtrar a grupos de personas y transeúntes. La E «solución
más elegante», según un reciente artículo de The Economist, «es un criterio
biométrico que pueda ser medido sin que el individuo
tenga que hacer nada». La
de carácter único e
individual, por ejemplo, puede ser registrada por cámaras ocultas, «sin que el
individuo sea consciente de ello. Eso podría ser de utilidad en sitios como
aeropuertos —para controlar por los ojos la presencia de un Tigre Tamil o de cualquier
otra persona, cuya presencia pueda hacer dilatarse las pupilas de los guardias
de seguridad».
Otra tecnología emergente es la
utilización por la policía de satélites Landsat conectados al Sistema de
20
Información
Geográfica (GIS). Es casi seguro que a finales de la década las mayores áreas
metropolitanas de los Estados Unidos, entre ellas la de Los Ángeles, utilizarán
el sistema de satélites geoestacionarios Landsat para supervisar los atascos y
la planificación del tráfico. Los servicios policiales pueden compartir el
tiempo de utilización y la financiación de este dispositivo, con vistas a
observar los movimientos de miles de individuos marcados electrónicamente y de
sus vehículos. 5 ,
Aunque un sistema como ése tiene por
objetivo, por ahora, proteger costosos vehículos deportivos y otros juguetes
para ricos, será perfectamente posible utilizar
la misma técnica para imponer el equivalente de grilletes
electrónicos a las actividades de capas sociales enteras. Los delincuentes por
asuntos de drogas y los miembros de las bandas podrán «recibir un código de
barras» y ser puestos en libertad
condicional bajo la mirada omnipresente del satélite, que les seguirá la pista
las 24 horas del día y disparará automáticamen te una alarma si salen de las
fronteras de su barrio de i control. Con unas tecnologías orwellianas de
control social tan poderosas,- el confinamiento
comunitario y i el confinamiento de comunidades acabarán por signifi car lo mismo.
Los vecinos te vigilan
Una delegación muy preocupada de oficiales de policía de la
ex RDA se puso en contacto recientemente con el Departamento de Policía de LA.
Los antiguos alemanes orientales, confrontados con un aumento masivo de la
violencia criminal y racial tras su proceso de occidentalización, estaban
desesperados por saber más acerca de una de las figuras más celebres en la
lucha por el imperio de la ley en Los Ángeles. Pero su interés no se dirigía hacia
su jefe Willie Williams o su predecesor Daryl Gates, sino que a quien querían
conocer mejor
21
era a «Bruno el ladrón», el bandido enmascarado de un bienestar
de los demás. Los comportamientos sospecómic que aparece en innumerables
señales que anun-chosos son inmediatamente comunicados, y
los pro-
cian las fronteras del área de una
«patrulla vecinal».pietarios de las casas tienen reuniones regulares con
El
programa de patrullas vecinales, que comprendelos oficiales de las patrullas
policiales para planificar a más de 5.500 asociaciones de bloques para la vigi-
tácticas de prevención de delitos».
lancia
contra la delincuencia, es la innovación más Un oficial fuera de servicio, en
una tienda Winchell's importante del LAPD en cuanto a mantenimiento del Donut
Shop, fue más pintoresco en su descripción: orden urbano. De un lado a otro de
lo que Burguess«Las patrullas vecinales se supone que
funcionan como llamó la «zona de viviendas de los trabajadores», que caravana
de carretas en una vieja película de vaqueen Los Ángeles comprende los barrios
de propietarios ros. Los vecinos son los colonos, y el objetivo es consede
casas del centro así como los suburbios obrerosguir que pongan sus carretas en círculo
y que resistan
más
viejos en los valles de San Fernando y Sana los indios hasta que llegüe la caballería —es decir, el
Gabriel, una vasta red de
vecinos vigilantes conforma LAPD—
para salvarlos».
un
sistema de seguridad que representa un gradoNo hace falta decir que esta analogía
del Salvaje Oesintermedio entre la anomia asediada y de armas en ris-te tiene sus partes oscuras. ¿Quién es
el que decide, por tre del círculo interior y las fuerzas de policia
privadaejemplo, lo que es un comportamiento «sospechoso» o de los barrios
enrejados más opulentos de las afueras. quién tiene aspecto de «indio»? El
peligro obvio de todo Las patrullas vecinales, ahora emuladas por cientosprograma que obliga a miles de
ciudadanos a convertirde ciudades norteamericanas e incluso europeas, des- se
en informadores de la policía, bajo •el eslogan oficial de Rosemead hasta
Londres, fueron el invento genialde «estáte atento a los extraños»,ss que inevitablemente del
antiguo jefe de policía Ed Davis. En plena resaca estlgúatiza a grupos de personas inocentes.
Los adolesde la fase de disturbios entre 1965 y 1971 en South- centes del interior de la ciudad son
especialmente vulcentral y East LA, Davis pensó en este programa comonerables a esta" estereotipización
y hostigamiento. en el pilar de una estrategia más amplia
de «coches A modo de ilustración, permitidme que os explique lo patrullap, cuyo
objetivo era reconstruir el apoyo de la que pasó en una reunión de mi grupo local de
patrulla comunidad al Departamento de Policía, estableciendo vecinal (en el
área de Echo Park, cerca del centro). Una una identidad territorial entre las
patrullas de policíamujer blanca entrada en años preguntó a
un joven policía y los vecindarios. Aunque Daryl Gates prefería a loscómo identificar
a jóvenes pertenecientes al núcleo duro equipos especiales, tipo SWAT (invento
suyo), a losde las bandas. Su respuesta fue asombrosamente sucincoches
patrulla, las patrullas vecinales continuaronta: «Los tipos rnás camorristas de
las bandas llevan zapacreciendo a Ao largo de la década de los 80, tillas
deportivas caras y camisetas limpias y ajustadas».
Según manifestaciones del
portavoz del LAPD, sar-La señora mayor 'agradeció con una: inclinación de la
gento Christopher West, «las asociaciones de vigilancia cabeza el consejo de este «experto», mientras-
que otros
vecinal
de los bloques pretenden aumentar la solidari- entre la audiencia Se retorcieron en sus
asientos, pensandad local y la autoconfianza en la lucha contra el deli-do en
los jóvenes de la vecindad que acostumbran a cuito. Capitaneados por los jefes
de bloque, los vecinos dar de su aspecto y que, eventualmente,
podrían ser paraprestan más atención a la protección de la propiedad y dos y registrados por culpà de este estereotipo
estúpido.
9.9. 23
Los críticos también lamentan que las
patrullas veci-de la comisión de policía
rehusaron intervenir a favor nales cumplen una doble función, en tanto que
colegio de los que les habían apoyado.
electoral cautivo de la política partidista. Como
recono- A pesar de las resonancias retóricas de valores de ció el sargento
West, «los jêfes de bloque son designadospioneros de un western de John
Ford,. previo estiræ por oficiales de patrullas de policía, y el programa tien-miento de piel, las prácticas
actuales de las patrullas de por supuesto a atraer a los elementos más
favorablesde vigilancia y de los programas de
protección comunia la policía de la población». Estos activistas pro-policía, taria evocan frecuentemente más a los modelos
de la en cualquier caso, no acostumbran a ser demográfica o antigua Alemania Oriental o Corea del Sur,
donde los culturalmente representativos de su vecindad. En las informadores de la policía de cada bloque espían
a sus áreas latinas pobres, los jefes de vigilancia suelen ser vecinos y están
atentos a extraños sospechosos. con frecuencia anglos residuales de edad
avanzada. En las áreas donde son mayoría los jubilados, los activistas
Miniciudadelas y gerontócratas pro-policía son los típicos propietarios o
caseros.
Aunque la
normativa oficial supuestamente garantiza el Cuando comencé a estudiar las
comunidades enrejacarácter apolítico de las patrullas vecinales, a los jefes
das en el sur de California a mediados de los 80, era de bloque se les
considera defacto trabajadores del dis- una tendencia ampliamente extendida
entre vecindatrito electoral en Parker Center. En 1986, por ejemplo, rios muy
ricos o entre nuevos desarrollos urbanos en el sindicato de policía acudía
rutinariamente a las reu- la distante frontera metropolitana (v.g., las áreas
que niones de las patrullas vecinales para hacer campaña Burgess describió como
el «barrio residencial restringipara acabar con la mayoría liberal en el
Tribunal do» o la «zona de paso»). Desde la rebelión de primaveSupremo del
estado. ra del 92, sin embargo, docenas. de vecindarios resiLos nuevos
«consejos consultivos de protección denciales normales de Los Ángeles han
solicitado el comunitaria», establecidos con posterioridad a la pali- 'É
derecho a encerrarse y separarse del resto de la ciuza a Rodney King, apenas si
resultan más indepen-dad. En palabras de un diario:
«Si la moda de los 80 dientes. Aunque la comisión de reforma, encabezada i
fueron las miniavenidas; los noventa nos pueden depapor Warren Christopher,
criticó la falta de atención delrar un mercado en alza de
miniciudadelas».
Departamento de
Policía a las quejas de los ciudada- A pesar de que el crimen y la seguridad
son las nos, no se preocupó de establecer consejos consultivos razones
ostensibles, una mayor equidad sería el elegidos. Al igual que sucede con las
patrullas ciuda- motivo de fondo. Algunos agentes inmobiliarios han danas, los
miembros de los consejos sirven estricta-estimado que el «enrejamiento»
podría hacer crecer el mente a los deseos de los jefes de policía locales.valor de las fincas en torno
al 40% en diez años. Dado Cuando el consejo consultivo de Venice, por ejemplo,que las comunidades
—incluyendo áreas de clase se atrevió a apoyar una propuesta legislativa
(Propues-media negra como Windsor
Village y Baldwin Hill ta F), en la primavera de 1992, auspiciada por la comi-Estates— compiten por recoger
esta ganancia inespeSión de policía, pero rechazada por el sindicato de larada, la «Zona residencial IV»
de Burgess empieza a policía, fueron objeto de las iras del capitán responsa- parecer un panal fortificado, con cada
vecindario ble de la Pacific Division. Los temerosos responsables residencial encajonado ahora en su propia
celda
25
amurallada. En
la mayoría de los casos, las asocia- «Las huelgas estallaron en las plantas de
montaje, ciones de propietarios locales también contratan poli-las vallas de
protección fueron derribadas e incendiacías privadas de «respuesta armada» de
una de lasdas, la venta de armas y sus precios aumentaron vernumerosas empresas
multinacionales de seguridadtiginosamente en las áreas de población de más
edad. especializadas en la seguridad de áreas residencia- Los latinos jóvenes tachaban -a los mayores de
ser les. Evidentemente, esto sólo acrecienta aún más el parásitos, que habían disfrutado de todos los
benefi«diferencial de seguridad» entre la ciudad interior ycios de la sociedad,
cuando estos beneficios eran gralos barrios de los alrededores.
tuitos, y que ahora continuaban alegremente
gravando Las familias de tipo «nido vacío», sin hijos, son defen-a los
trabajadores para poder mantener su estilo de soras particularmente apasionadas
de los barrios de vida. Las personas mayores tachaban a los
jóvenes acceso restringido; y hay que subrayar que Los Ánge-latinos de
extranjeros que se estaban apropiando de les no está solamente polarizada entre
ricos y pobres, unos beneficios que deberían ir a parar a las
personas sino —para ser más precisos— entre jóvenes pobres aymayores, de
no-americanos que amenazaban con diluir
viejos el lis -tàìnäñö--de de ricos. Los Ángeles El
las censo familias- la de mayor 1990 y el disparidad tamaño mostraba de
nacional enlas -la viviendas.metrú)Q_-entre crimen, se la cultura preparaba la enfermedad
americana, para el último y de sin personas asalto ley. Cada contra arrastradas
una la de otra.»las partespor el
En las colinas
del Westside ý HÓllywood, dondeA finales del verano del 92, la Administración
de Caestuvo de moda la «mansionización», viejas familias lifornia dio un paso
de gigante hacia la preparación de angloamericanas muy reducidas ocupan hogares
cada este escenario, cuando decidió cortar
salvajemente el vez mayores, mientras que en el resto de la ciudad laspresupuesto para escuelas y
servicios sociales. Los vez grandes menor.familias latinas se apiñan en un
espacio cadademócratas capitularon ante la intransigencia del
de California se
está convirtiendo engobernador republicano Pete
Wilson, quien repetidaEl conjunto mente subrayaba que la cuestión subyacente
«no era una gerontocracia y cualquier distopía post-Blade- la recesión actual,
sino el factor demográfico». Wilson,
Tres Runner
contradicciones de tendrá los más que de -importantes considerar clase, étnicas
dëm-õgrafos la fusión y generacionales.e¥210siva del estadodemayor apoyando por
supuesto, edad los (aún altos calculaba mayoría niveles que electoral) tradicionales
los votantes no querían de anglos la educa-seguirde
realizaron recientemente el futuro una previsión En su sobre
«hipótesislo queción estaban pública llenas en de California, niños latinos
ahora y asiáticos. que las El escuelasvoto del
podría depararnos-
más del boomers año pesimista», 2030,
anglos, a raíz una que de guerra viven que la en civil clase «ciudades
estallaría de los viejos patrulladasalrededorbaby- existencia derechos. de dos clases lo tanto,
desiguales; efectivamente de ciudadanía ratificó y dela !kpresupuesto, por
por vigilantes» y confiscan la mayoría de las rentas
de los impuestos para pagar sus servicios geriátricos, ha Universos paralelos impuesto su mano de hierro
sobre la inmensa clase
inferior de jóvenes latinos que viven en los «barrios
sin Burguess y sus tomaron el Chiluz ni asfalto».
cago de los años veinte como
un vasto laboratorio de
26
27
investigación, nunca tuvieron duda alguna
acerca de En segundo lugar, la la cruda realidad de los fenómenos que estaban
estu- zada cada vez amás en...paisajes_
simulados diando sistemáticamente. El método empírico se conju- temáticos,
avenidas y barrios históricos— gaba perfectamente con la realidad empírica. La
ima- cuentran separados físicamente-delxesto-de-la-metrópogen o mitografía de
la ciudad no intervino como un Todos los reyes filósofos postmodernos
(Baudrillar, estrato significante en su favor; ni la Escuela de Chica- Eco,
etc.), desde luego, coinciden en que Los Ángeles es go prestó atención alguna
al papel critico desenpeñado la capital mundial de la hiperrealidad.
Tradicionalmenpor la Exposición de Columbia como tipo ideal para el te, sus
parques temáticos más importantes han sido desarrollo planificado de la ciudad.
Aunque las Ferias primeramente simulaciones arquitectónicas de las
pelíInternacionales de Chicago de 1892 y 1933 fueron par- culas o de la
televisión. En el viejo zoológico Selig, por ques temáticos avant la lettre, la sociología urbana no ejemplo, se puede penetrar en una selva
preparada pudo_aún elaborar para la ciu- para Tarzán, mientras que en la granja de
Knotts Berry dad como simulación. o en Calico, su ciudad fantasma; se
puede participar Hoy en día no hay manera de sortear el problema. en un típico
western. Disneylandia, por supuesto, La ciudad contemporánea se simula o
alucina a sí mis- abrió sus puertas al «reino mágico» de las figuras anima de,
como mínimo, dos manera decisivas. En primer madas y biografías históricas
caricaturizadas.
lugar, en la era
de la cultura y la economía electróni- Hoy, sin
embargo, la ciudad misma —o más bien su cas, la ciudad se redobla a sí
misma a través de la simulación. compleja arquitectura
de sus redes mediáticas e infor- Con la reciente decadencia de la industria
aeroespacial mativas. Tal vez, como sugiere William Gibson, los in- militar en
el sur de California del Sur, el sector turístiterfaces de tres dimensiones de
los ordenadores pron- co y de ocio se ha convertido en el mayor empresario to
pernitirán a los paseantes postmodernos (o «cowboys regional. Pero a los
turistas les repugna cada vez más de cónsola») desplazarse por la geometría
luminosa de aventurarse en lo que perciben como la peligrosa «junesta ciudad
mnemónica, donde las bases de datos se gla urbana» de Los Ángeles. Así, un
directivo de MCA se han convertido en «pirámides azules» y «fríos brazos en
quejaba recientemente: «En cada rincón de la calle hay espiral». alguien con un
cartel: "Busco trabajo para comer" (y la Si esto fuera así, el
ciberespacio urbano —en tanto que ciudad) ya no es divertida como antes».
simulación del
orden informativo de la ciudad— será MCA_y Disney creel½qye la solución es recrear pedaesperimentado como más
segregado y carente de espar zos vitales de la ciudad en el interior de límites segucio público tradicio- ros de
hoteles-fortaÏeza y de parques temáticos rodea-nal. Southcentral LA, por
ejemplo, es un agujero negrodos -•Eñ consecuencia, se está
erigiendo mediático y de datos, sin programación de cable local o gradualmente una Los Ángeles artificial. Se
trata esenlinks hacia sistemas de datos superiores. De la misma cialmente de un
archipiélago de burbujas bien vigilamanera que se convirtió en el gueto de
alojamientos/das donde las olas de turistas
pueden descansar, gastrabajos eventuales de la ciudad industrial de principios
tar mucho dinero y «divertirse» de nuevo. Un inmenso del siglo XX, ahora
evoluciona hacia un gueto electrónico ejército invisible de empleados mal
pagados, que viven dentro de la emergente ciudad de la información. en
batustans como Santa Ana Barrio (para Disney-
28 29
land) o Lennox
(para LAX) hace funcionar suavementemientras que su
archicompetidor, MCA, respondió con el simulador. su propia versión
idealizada del Boulevard y Rodeo Debido a que estos paisajes simuladosDrive de Hollywood en los
Universal Studios de Florida. tre sí en cuanto
a autenticidad, se produce una dialéc- Entretanto, la huida de Disney y
Hollywood a Florida extraña. -Las simulaciones no
tienden a copiar a contribuyó a deprimir aún más el estado real de Hollysu
öriòina[ (dónde quiera ê*ištir), Sinö-qüë wood, al provocar su regresión al
tiempo real. Después se copian entre sí2_Considérese, por ejemplo, las hiper-
de agrias batallas con propietarios locales, los terrate-
realidades
múltiples o exponenciales que implican lasnientes mayores consiguieron
arrancarle a la ciudad la batallas corporativas por monopolizar
Hollywood.autorización para invertir mil millones de dólares en restaurar el
Boulevard de Hollywood. Según sus plaHollywood(s): los poderes de la
simulaciónnes, el Boulevard se había de transformar en un parque temático
lineal, enrejado, flanqueado por dos Durante los últimos setenta y cinco años
se ha produ-megacomplejos de entretenimiento en cada extremo. cido un
preocupante contraste entre el glamour dePero mientras los instigadores de este
proyecto de Hollywood que le han proporcionado las películas y elredesarrollo
aún estaban negociando con inversores desaliñado distrito de Hollywood. Las
estrellas de laspotenciales, MCA le retiró la alfombra al Hollywood
películas, por supuesto, nunca han vivido en esta zonaRedux
al anunciar que su enclave —producto de prác-
de edificios de viviendas,
y la mayoría de los estudiosticas que rondan el fraude fiscal— Universal -City
iba a grandes hace tiempo que se trasladaron a las afueras.construir una
realidad urbana paralela denominada El que mejor describió el Hollywood real de
los años«City Walk» (paseo de -la ciudad).
treinta fue Nathanial West:
hogar de gente de malaConcebido por el maestro ilusionista Jon Jerde, City
muerte, extras, obreros, tramoyistas y actrices venidasWalk es una «realidad
idealizada», con las mejores visz a menos.tas Ãle Olvera Street, Hollywood y el
Westside, sintetiEl Hollywood imaginado por el público cinematográfi-zadas en
trozos «fáciles de digerir» para el consumo de co internacional, en
consecuencia, ha permanecidoturistas y de residentes que «no necesitan • el
excitante sutilmente asociado a este lugar homónimo por mediosonido de las
balas silbando en sus oídos... en un país de rituales regulares (estrenos, los
premios de la Aca-del Tercer Mundo» en el que se ha convertido Los Ángedemia,
etc.) y la conversión mágica de una docena deles. City Walk acoge ejemplos de
recreación de las misiolugares (el Bowl, Graumann's, etc.) en santuarios
tu-nes, art decó, arte moderno simplificado y el «LA vernarísticos. Pero
durante la última generación, conformecular» (el Brown Derby), así como
plafones de tres Hollywood se fue convirtiendo en un suburbio
hipervio-dimensiones, un inmenso King Kong azul coldgando. de lento, los
rituales dejaron de hacerse y la magia se des-un tótem de 20 metros de altura,
un centro de segurivaneció. Cuando decayeron los lazos entre el significan-dad
con su sheriff. Para borrar la sensación de artificiote histórico y su
significado, surgió la oportunidad desidad de esa mezcla, se le ha añadido una
«pátina de vieresucitar Hollywood como un barrio más seguro. Fuejo» y un
«poquito de suciedad».
así como Disney creó en Orlando un espejismo
art decó«Empleando artimañas decorativas, los diseñadores imponente de la edad
de oro de los estudios MGM;planean envolver esta calle flamante con una capa de
3031
historia instantánea —para el día de la apertura, algu-No habrá un final feliz
semejante para el Los Ángeles nos edificios serán pintados de manera que
parezcadel 2019 que se nos viene encima. El geógrafo postmoque ya habían estado habitados
con anterioridad—. Se derno ha observado Edward Soja que el sur de
Caliesparcirán envoltorios de caramelos por el suelo, comofornia ya se encuentra
limitado por un perímetro si los hubieran tirado los visitantes anteriores.»desértico casi sin
interrupción, por enormes bases Los planificadores del redesarrollo de
Hollywood aéreas militares, polígonos de tiro y zonas militares de
inmediatamente respondieron a la construcción de acceso prohibido en el
desierto. Por otro lado, otra cirCity Walk con un plan de embellecimiento de
4.300 cunferencia igual de inquietante se está extendiendo millones de dólares,
que incluye pavimentar el Holly- en torno a este desierto del Pentágono.-
Ahogándose wood Boulevard con unas losetas chillonas hechasbajo sus propios desperdicios,
con sus cloacas que se con cristal reciclado. Pero ni tan siquiera acicalando ydesbordan y sus aguas costeras
contaminadas, Los haciendo ostentoso el viejo bulevar tienen posibilidad
Angeles se prepara para exportar su basura y su pelialguna de competir con la
perfeccion hiperreal de la groso uso del suelo al este del Mojave y a la Baja
colina de la Universal. Como los propietarios de MCA California. En lugar de
reducir la producción de resise han tomado la molestia de subrayar, City Walk
no duos peligrosos, la ciudad proyecta simplemente es «un centro comercial»
sino «una revolución del con- «regionalizar» su gestión.
cepto de ciudad
[. . . ] un nuevo tipo de barrio» —un Este cinturón tóxico incluye gigantescos
terraplenes u simulador urbano. De hecho, ciertos críticos se pre-en Eagle Mountain (la antigua
mina de hierro a cielo guntan si no se trata del equivalente moral de la
bom-descubierto del Kaiser) y posiblemente cerca de Adeba de neutrones: la
ciudad vaciada de toda experien- lanto (una base aérea del ejército cerrada),
el controcia humana vivida. Con sus falsos envoltorios devertido vertedero para
residuos radiactivos de Ward caramelos y el resto de sus desperdicios, City
Walk seValley, cerca de Needles, y el
traslado de las industrias ríe burlonamente de nosotros, borrando de la
realidadcontaminantes —como la
fabricación de muebles o de cualquier rastro de nuestras alegrías, sufrimientos
y chapas metálicas— al cinturón de maquiladoras
de trabajos.Tijuana. Las consecuencias medioambientales pueden ser
catastróficas.
El
cinturón tóxico Los 300.000 barriles de residuos nucleares que está previsto depositar en las zanjas del
cementerio nuclear ¿Cómo acabará esta pesadilla? A Burguess no le intere- de
Ward Valley continuarán siendo mortales durante saban mucho las fronteras
urbanas. Su diana Chicago 10.000 años. Supondrán un riesgo perpetuo de fugas
simplemente se desvanecía en la «zona de paso» y, más de tritio radioactivo al
cercano río Colorado, enveneallá, en el Cinturón del Maíz. Los limites urbanos
de nando así la irremplazable fuente de agua de la mayor Distopía, sin embargo,
son un problema intrínseco fas-parte del sur de California. A su vez, el
inmenso vertecinante. En Blade Runner, hemos de recordar, la mega-dero de basura
de Eagle Mountain —3,5 kilómetros de lópolis oscura da paso inverosímilmente,
en su límite largo, 1,5 de ancho y 700 metros de profundidad— no exterior, a
Ecotopía —bosques siempre verdes y una sólo contaminará el agua potable, sino
que también vida salvaje en libertad. creará una cortina tóxica de
contaminación atmosféri-
32 33
ca sobre la mayor parte del este de Riverside County.
Mientras tanto, la huida de industrias peligrosas entre las cuales figura buena
parte de .la producción petroquímica de LA— hacia el otro lado de la frontera
aumentará los riegos de catástrofes tipo Bhopal. 6
En resumen, la formación de ese cinturón
de residuos acelerará la degradación del medio en todo el oeste americano (y en
una parte de México). Hoy, un tercio de los árboles de las montañas de Carolina
del Sur han muerto ya por la contaminación y las especies animales desaparecen
rápidamente en el desierto contaminado de Mojave. Mañana, los vertidos
radioactivos o cancerígenos de Los Ángeles podrán destruir la vida incluso
hasta Utah o hasta Sonora. El cinturón tóxico será una zona de exterminio.
Antes de despertar
Para finalizar y dejando atrás todas los diagramas analogías
burguessianas, ¿cuál será el destino real de Los Ángeles? ¿Podrán las nuevas
tecnologías de vigilancia y represión estabilizar las relaciones raciales y de
clase, superando el abismo de las nuevas desigualdades? ¿Se convertirá la
ecología del miedo en el orden natural de la ciudad norteamericana del siglo
XXI? ¿Serán algún día las alambradas cortantes y las cámaras de seguridad la
fragancia de sensaciones de la vida en las afueras de la ciudad, lo mismo que
los vallas de estacas blancas y los perros llamados Spot?
Puede sernos útil una perspectiva global.
En el 2019, Los Ángeles será el corazón de una galaxia metropolitana de entre
22 y 24 millones de personas entre el sur de California y la Baja California.
Con Tokio, São Paulo, México D.F. y Shanghai, representará una nueva forma
evolutiva: la de las megápolis de 20 a 30 millones de habitantes. Es necesario
subrayar que no estarnos hablando solamente de especímenes mayores
34
de un viejo
modelo familiar, sino de una forma absolutamente original, inesperada, de vida
social.
Nadie sabe, de hecho, si los sistemas
físicos y biológicos de esas dimensiones y de esa complejidad son efectivamente
viables. Numerosos expertos creen que las megápolis del Tercer Mundo
acabarán, como mínimo, por provocar holocaustos ecológicos y/o por estallar en
guerras civiles urbanas. De hecho, el nuevo orden mundial actual ofrece
ciertamente bastantes ejemplos de desintegración social total —de Bosnia a
Somalia— como para alimentar el temor realista de un apocalipsis de las
megápolis.
Si Tokio consigue demostrar ser una
excepción, a pesar de los desastres naturales inevitables, esto será sólo a
costa de niveles extraordinarios de inversiones públicas, abundancia privada y
disciplina social (y porque Japón es culturalmente una sociedad mucho más
urbana que las sociedades suburbides). En los últimos tiempos, en cualquier
caso, Los Ángeles ha empezado a parecerse a Sâo Paolo y México D.F.- más que al
postmoderno Tokio-Yokohama.
Naturalmente, a
un Gobierno demócrata- en Washington le sería teóricamente
posible invertir durante la próxima década la decadencia urbana mediante el
recurso masivo a numerosas obras públicas. Pero continuará siendo extraordinariamente
difícil obtener el apoyo del Congreso para los centros urbanos californianos,
mientras el déficit de la era Reagan continúe siendo la cuestión central de
la política nacional. De hecho, el principal legado del movimiento Perot —la
rebelión electoral, que fue más lejos en:75 años— tal vez sea, precisamente, el
nudo gordiano fiscal que éste consiguió apretar todavía más alrededor de
cualquier resolución de la crisis urbana.
Si las esperanzas de una reforma urbana,
despertadas con precaución a partir del terremoto Clinton, son ahogadas de
nuevo, ello no hará más que acelerar las
35
tendencias descritas en este texto. Puesto que, en elción de
una inmensa jaula de seguridad alrededor de
caso específico
de Los Ángeles, donde la recesión ya setodo el centro de la ciudad. En Los
Ángeles, un esfuerha llevado una quinta -parte de los empleos industria-zo
preventivo comparable —habría que cerrar las vías les, no es muy previsible la
ayuda privada. Incluso losrápidas, fortificar fuertemente los servicios
públicos, modelos econométricos tradicionalmente optimistas delas refinerías de
petróleo, los oleoductos y los centros las escuelas de administración de
empresas predicencomerciales— no sólo costaría centenares de millones ahora un
hundimiento regional «al estilo de Texas»de dólares, sino que además
disolvería la ciudad como que duraría hasta 1997, mientras que los analistas deunidad funcional.
la Southern «California Association of Governments El
sistema de autopistas urbanas de Los Ángeles hablan de una tasa de desempleo
constante del 10 algarantiza de hecho al futuro
terrorista urbano lo que
12% para los
próximos veinte años.las selvas tropicales o los picos de los Andes ofrecen al
Con los sueños dorados se evapora la fe en las refor-guerrillero rural: un
territorio ideal.
mas sociales no
violentas. Si las revueltas del últimoSi continuamos permitiendo que lÕs
centros de año han sentado un precedente, la violencia vecinalnuestras ciudades
degeneren en un Tercer Mundo crianómica puede empezar a transformarse en una
violen-minalizado, ni siquiera las ingeniosas técnicas de cia política más
organizada. Tanto los polis como losseguridad, actuales y futuras, podrán
salvar a la preomiembros de las bandas están hablando ya, como de uncupada
clase media. El estruendo del primer coche hecho dado espeluznante, acerca de
la inevitabilidad debomba que estalle en Rodeo Drive o delante del ayunalguna
forma de guerrilla urbana. Y a pesar de todos lostamiento nos despertará de lo
que no era más que un muros que puedan circundar los barrios residenciales y mal sueño y nos enfrentará a nuestra pesadilla
real. los espacios vigilados —aún incluso con el futuro ojo de la policía en el cielo— que se
extienden por Los Ángeles, ésta no dejará de ser una
metrópolis especialmente vulnerable a los sabotajes
estratégicos.
Como han demostrado los ejemplos de
Belfast, de Beirut y, más recientemente, de Palermo y de Lima, el coche bomba
es el arma del terror anónimo por antonomasia (o, tal como -dijo una vez un
experto en contrainsurgencia, el «sustituto
pobre de una fuerza aérea»). Fueron coches bomba
quienes redujeron la mitad de Beirut a un montón de
ruinas, arrasaron un barrio conocido como «el Beverly Hills de Lima» o
masacraron a los funcionarios públicos mejor protegidos de Italia.
Si el Ejército británico, y sólo
éste, acabó por impedir que los Coches bomba entrasen en Belfast, fue solamente
después de años de esfuerzos y de la construc-
36 37
Los Ángeles sólo
fue el principio
La hoguera de las ilusiones
Los Ángeles: un
transporte de tropas blindado ocupa la esquina de la calle —un gran sapo feo,
como dice Emeterio, un chaval de nueve años. Sus padres recuerdan con ansiedad,
casi en susurrando, a los desaparecidos: a Raúl, de Tepic, o al gran Mario; la
hija de los Flores o al primo de Ahuachapán. Como todos los salvadoreños, saben
por experiencia a qué atenerse con respecto a las «desapariciones»; se acuerdan
de la guerra, en su país, de los cuerpos sin cabeza y del hombre al que le
metieron su propia lengua por un agujero que le abrieron en la garganta, de
forma que parecía una especie de corbata. Es por todo eso que ahora viven aquí,
en el código postal 90057, Los Ángeles, California.
Ahora, les toca contar a los
amigos y vecinos, salvadoreños o. mexicanos, que han desaparecido bruscamente.
Algunos están todavía en las cárceles del condado, como tantos otros granos de
arena morenos perdidos entre el resto de los 12.545 supuestos saqueadores e
incendiarios encarcelados después de lo que fue- el levantamiento popular más
violento de los Estados Unidos desde que los irlandeses pobres quemaron
Manhattan en 1863. Los que no tenían papeles están probablemente ya de regreso
a Tijuana, sin blanca y desesperados, brutalmente separados de sus familias y
de su nueva vida. Contraviniendo la política
38
municipal
oficial, la policia entregó al INS (Servicio de Inmigración) a centenares de
desafortunados saqueadores sin papeles destinados a ser expulsados antes
incluso de que la ACLU y las asociaciones defensoras de los derechos de los
inmigrantes se dieran cuenta de que estaban detenidos.
Durante días, la televisión sólo habló de
la «rebelión de South Central», del «furor
negro» y de las bandas negras como los Crips y los Bloods. Pero los padres de
Emeterio saben que cientos de sus vecinos del barrio de MacArthur Park —en el
que vive un 10% de todos los salvadoreños del mundo— también saquearon,
quemaron, se saltaron el toque de queda y acabaron en la cárcel (un informe de
las autoridades policiales sobre las detenciones efectuadas en la revuelta
revela que el 45% de las personas detenidas eran latinoamericanas, el 41%
negras y el 12% blancas, el 60% de las cuales no tenían- antecedentes penales).
También saben que la primera revuelta multirracial de dimenSión nacional tuvo
tanto que ver con estómagos vacíos y con corazones rotos como con la brutalidad
policial o con Rodney King. 7
La semana que precedió al levantamiento
había sido más calurosa de lo normal en esas fechas. Al caer la noche, la gente
se quedaba en su terraza o en flas calles hablando de los problemas que se les
venían encima. En ese barrio (MacArthur es el
Harlem hispano de Los Ángeles), más poblado que el centro de Manhattan y más
peligroso que los barrios bajos de Detroit, haymás miembros de bandas o
drogadictos adictos al crack que electores y la gente es experta en el afte de
evitar _ todo tipo de desastres... Sin embargo, reinaba una atmósfera de
angustia poco habitual.
Demasiada gente había perdido su trabajo:
peones, conductores de autobús, obreros o cortadores en los talleres de
confección —trabajos a 5,25 dólares (800 pesetas) la hora. En dos años de
recesión, el paro se
39
triplicó en los
barrios de inmigrantes de Los Ángeles.abril, las autoridades
cometieron dos errores: cerrar
En Navidad, más
de veinte mil mujeres y niños, espe-las escuelas y por lo tanto
lanzar a los niños a la calle; cialmente latinoamericanos, habían hecho cola
toda lay anunciar a continuación que
la Guardia Nacional iba noche bajo el frío para un pavo barómetro y una mantade
hacia allí desde para colaborar
el atardecer en la hasta imposición la madrugada.de un toque
repartidos por las obras de caridad. Otro de queda
la angustia del ambiente es el número constantementeMiles de personas recibieron
esa noticia como una
creciente de colonias de compañeros sin techo e incluso
instala-a ral última de bienes. llamada Los a participar
saqueos en se la extendieron redistribución como gene-un dos en las laderas
desoladas de Crown Hill,
orillas del. río de LA, cuyas aguas
contaminadas utili- reguero de pólvora a través de Hollywood, Mid-Wilshire zan
para lavarse y para cocinar. y MacArthur Park, igual que en ciertos barrios de
Echo Puesto que los padres han perdido su empleo o sólo Park, Van Nuys y
Huntington Park. Al mismo tiempo encuentran pequeños trabajos precarios y
sobreviven que los incendiarios causaban en todas partes terrigracias a los
subsidios familiares, pesa sobre los ado- bles destrucciones, la multitud que
saqueaba era lescentes una fuerte presión para que proporcionen a arrastrada
por una evidente moral de la economía. Tal la familia unos ingresos
complementarios. El instituto como me contó una mujer de mediana edad: «Robar
es de Belmont es el orgullo de la «pequeña América Cen- pecado, pero aquello
era como un gran concurso de tral» pero. con cerca de cuatro mil quinientos
alumnos, televisión en el que todo el público ha ganado». Al con-
se encuentra fuertemente superpoblado, las y zonas.
diferentesotros Másdos trario dor los
cuales de que Madonna iban los saqueadores en y monopatín), otras piezas de
Hollywood que de robaron ropa (algunos interior el sujeta-ende
mil jóvenes tienen que repartirse entre escuelas de San Fernando Valley o de
otras de siete mil niños en edad escolar de la región de Frederick's, las masas
de MacArthur Park se abasteBelmont han dejado la escuela. Algunos se han
metidoen el cieron más bien prosaicamente de bienes de primera en la vida loca
de la cultura de las bandas (sólo necesidad como pañales e insecticida
matacucarachas. distrito escolar que abarca Belmont High se cuentan Una semana
después, MacArthur Park estaba en un centenar de bandas), pero la mayor parte
se con- estado de sitio. La gente era invitada a denunciar, a
tenta, en una
economía recesiva, con buscar un traba- través de un número de teléfono de acceso
gratuito, a jo estable con un salario mínimo. de Mac- aquellos de sus vecinos o
conocidos sospechosos de La gente con quien conversé en el barrio haber participado en los saqueos. Las unidades
de éli-
Arthur Park, como los padres de Emeterio, desgracia,
hablabande la te Guardia de la Nacional,
policía de registraban Los Ángeles, los suburbios apoyadas en por buscala
todos de ese
sentimiento general de percepción de un futuro ya
echado a perder. La revuel- de mercancías robadas mientras que
destacamentos
ta sobrevino como una fabulosa oportunidad le chocó la
violencia.de televi-redis-de llaban la Policía las
calles. de Fronteras Los padres provenientes. desplegaban de Texas
esfuerzospatru-
tribución. A la gente al principio
Después se
sintió hipnotizada por las imágenes South Centralfrenéticos para encontrar a
sus hijos desaparecidos, sivas de la multitud multirracial de como Zuly
Estrada, un chico de catorce años, dismicogiendo montañas de mercancías
apetecibles sin 30 quedenuido psíquico, que se cree
que fue expulsado a la policía interviniera. Al día siguiente, jueves México.
40 41
Mientras tanto,
miles de saqueadores languidecían¿Una intåfada negra? en las cárceles del condado
—desgraciados recogedo- res de migajas la mayor parte
de ellos, detenidos al díaTak, alias «Little Gangster», no consigue disimular
su siguiente del saqueo mientras registraban las ruinassorpresa de encontrarse
en presencia de una delegahumeantes y completamente incapaces de pagar unasción
de los Crips de Inglewood en una sala de la mezfianzas absurdamente elevadas. A
un hombre, captu-quita del Hermano Aziz. El guapo Tak, un «duro» de los rado
con un paquete de pipas y dos cajas de leche, seBloods de Inglewood, con
Veintidós años, se parece le fijó una fianza de 15.000 dólares (2.250.000 pese-más a un ángel negro pintado
por Miguel Ángel que a
tas); a otros
cientos, acusados de actos criminales, lesun personaje de la película
Boyz'N the Hood; tiene cayeron dos años de cárcel en firme. La acusacióntodavía dos balas disparadas
por los Crips en su cuerreclamó treinta días de cárcel por una simple
violaciónPO, «y ellos se llevaron también unas cuantas de las del toque de
queda, incluso para los sin techo quemias». Los Crips y los Bloods, cuyos
colores distintiviven en la calle o para hispanófonos que no habíanvos, el rojo
y el azul, son considerados emblemas trisido informados de éste. Ésas son las
«malas hierbas»bales, evocan juntos recuerdos del patio del colegio. que George
Bush dijo que había que extirpar de nues-Hasta ahora estaban sobre todo
acostumbrados a tras ciudades, antes de regenerarlas gracias a lashablar con sus
automáticas, en una guerra que dividió «buenas semillas» que serían las zonas
especiales deInglewood —un agradable suburbio de mayoría negra empresas y las
ventajas fiscales para compañías priva-del sudoeste de LA, donde juega el
equipo de balonces-
das. to de los Lakers— e hizo correr 'un río de
sangre adoCada vez se extiende más el temor de que la comuni-lescente. A partir
de ahora, como explica Tak, «cada
dad entera se
convierta en chivo expiatorio. Desde eluno sabe a qué atenerse. Si no
dejamos ahora de principio de la recesión, las reivindicaciones xenófobas matarnos entre nosotros para unirnos como
negros, de cierre de fronteras se extienden por todo el sur cali- no lo haremos nunca».
forniano. En Orange
County, una banda de linchado- Aunque fueran el imán Aziz y la Nación del
Islam los res, dirigida por Dana Rohrabacherm, diputado repu- que presidieron oficialmente el
establecimiento de la blicano de Huntington Beach, exige la expulsiónpaz, las manos
que «ataron los pañuelos rojos y azules
inmediata de todos los inmigrantes sin papeles
deteni- en una trenza negra» hay que buscarlas en
realidad en dos durante los disturbios. Por su parte, el demócrataSimi Valley —lugar donde se
dio el veredicto del asunde izquierda Anthony Beilenson, jugando al Le Pen deto
Rodney King. A las pocas horas de la primera agreSan Francisco Valley, propone
retirar la nacionalidadSión contra automovilistas blancos en el cruce de las
norteamericana a los niños nacidos en Estados Unidoscalles Florence y
Normandie, en pleno territorio -de la de padres inmigrantes ilegales. Como dice
Roberto In-banda Crip de Eight Trays, la guerra incesante entre vato, del
Centro Americano para los Refugiados delos Bloods y los Crips, alimentada por
ajustes de cuenMacArthur Park: «Nos hemos convertido en las coba-tas y por
miles de homeboys muertos, se «suspendió» yas, los judíos del laboratorio
militarizado en el queen todo Los Ángeles y en
los.suburbios negros adyaGeorge Bush experimenta su nuevo orden urbano».centes
de Compton y de Inglewood.
Al contrario que
la revuelta de 1965, que asoló el sur de Wats y permaneció principalmente
centrada en el barrio este, el más pobredel gueto, la revuelta de 1992 alcanzó
su punto culminante a lo largo de Crenshaw Boulevard, el verdadero corazón del
barrio negro más rico del oeste de Los Ángeles. La cobertura televisiva de las
razones de aquella revuelta de la cólera, a pesar de la apariencia de inmersión
en la realidad que suscitó con sus helicópteros y sus cámaras de vídeo, era
todavía más retorcida que el metal fundido de los centros comerciales
devastados de Crenshaw. La mayoría de los periodistas —de los «saqueadores de
imágenes», tal como se les llama ahora en South Central—, mientras recorrían
los escombros de vidas que no tenían ningunas ganas de comprender, se
contentaron con adornar las versiones oficiales acerca de los suburbios. Un
violento calidoscopio de una desconcertante complejidad se hizo encajar en un
argumento simple y categórico: la legítima rabia provocada por el veredicto del
asunto Rodney King, manipulada por peligrosos criminales y transformada en un
asalto insensato contra su propia comunidad.
La televisión local imitó así,
probablemente sin con ciencia de ello, la actitud
de la comisión McCone, que en 1965 había concluido sumariamente que la revuelta
de Watts esencialmente podía cargarse en la cuenta de un puñado de gamberros.
Más tarde, sin embargo, una investigación minuciosa de la UCLA reveló que la
«revuelta de la chusma» era en realidad un levantamiento popular que implicó a
quince mil adultos pertenecientes al proletariado urbano y a sus hijos
adolescentes. Cuando la lista de las detenciones consecutivas al levantamiento
de 1992 sea analizada, confirmará probablemente también la opinión más
extendida entre los habitantes de los barrios afectados: todos los sectores de
la juventud negra —miembros o no de bandas, buppies (Black Urban Profesionals,
jóvenes ejecutivos
44
negros) o
margina\es— tomaron parte en los desórdenes.
A pesar de que, en Los Ángeles como en
otras partes, la clase media negra se ha alejado socialmente y
geográficamente de la clase obrera negra víctima de la
desindustrialización, la Operación Hammer (martillo) del LAPD (Departamento de
Policía de Los Ángeles) y otras operaciones antibandas con su cupo de
interrogatorios masivos e indiscriminados de jóvenes (con el fin de almacenar
sus datos en un fichero informatizado de bandas, que se reveló útil para buscar
casa por casa a los «dirigentes» del levantamiento), han contribuido a
criminalizar a la juventud negra- sin distinción de clases. Entre 1987 y 1990,
el LAPD y la policía del condado detuvo en redadas a más de cincuenta mil
«sospechosos». Incluso los hijos de médicos o de abogados de View Park y de
Windsor Hill fueron obligados a «morder el polvo», y así tuvieron ocasión de
probar algunas de las humillaciones que los homeboys de los suburbios sufren
todos los días. Tales experiencias refuerzan el prestigio de las bandas (y de
sus poetas oficiales, los rapers y miembros de bandas Ice Cube o Nigger With An
Attittitude), cuyos miembros son percibidos como los héroes de una generación
fuera de la ley.
Si el levantamiento tuvo una amplia
base social, fue la participación —o más bien la cooperación— de las bandas lo
que le dio su intensidad y su organización. La revuelta de Watts había sido un
huracán que arrasó un centenar de manzanas a lo largo de Central Avenue: el
levantamiento de 1992 fue un tornado no menos destructivo, pero que serpenteó
en zigzag a través de las zonas comerciales del gueto y más allá. Los medios de
comunicación, en su mayor parte, no atribuyeron ningún significado a ese
trayecto, que a sus ojos no fue más que una orgía de destrucción, ciega y
nihilista. En realidad, los incendios eran implacablemente sistemáticos. El
viernes por la mañana, el 90% de las
45
tiendas
de comestibles y de alcohol y de los pequeños súpers, regentados por coreanos,
habían sido saquea-
dos. Abandonados por el LAPD, que no hizo ningún intento por
proteger los pequeños comercios, los coreanos sufrieron la destrucción total o
parcial de dos mil tiendas, desde Compton hasta el corazón mismo de Koreatown.
Uno de los primeros en ser atacados —a pesar de que irónicamente no fue
destruido— fue la tienda en la que una chica de quince años, Latasha Harlins,
había muerto de un tiro en la nuca que le disparó el tendero coreano Soon Da Ju
después de una discusión sobre una botella de zumo de naranja de 1,7 dólares.
La chica murió apretando en su mano el dine-
ro
de la botella.
Latasha Harlins. Un nombre muy poco
citado en la televisión, que sin embargo es la clave de la confrontación
catastrófica entre la comunidad negra y la coreana de Los Ángeles. Desde que la
juez Joyce Karlin, una blancas dejó en libertad a Da Ju a cambio del pago de
una multa de 500 dólares y de algunos trabajos comunitarios —lo que significaba
que quitar la vida a una niña negra no era mucho más grave que conducir
borracho—, una explosión de violencia interétnica se hizo inevitable. Los
numerosos conatos de levantamiento que habían tenido lugar el invierno
precedente ante el tribunal de Compton constituyeron los primeros síntomas del
vivo resentimiento de la comunidad negra por la muerte de Latasha. El miércoles
y el jueves del levantamiento, oí repetidas veces en las calles de South
Central: «Es por nuestra hermanita. Es por Latasha» ,
El peso relativo de las distintas
afrentas en el seno de la comunidad es difícil de valorar. Rodney King es el
símbolo que relaciona el racismo desenfrenado de la policía de Los Ángeles con
la crisis que golpea el estilo de -vida de los negros un poco por todas partes,
de Las
Vegas a Toronto. Evidentemente, hoy está claro que el
46
asunto Rodney King constituye un punto de ruptura en la historia
norteamericana tal vez comparable a lo que fue el asunto Dred Scott: un
verdadero test a esa ciudadanía completa por la que los afroamericanos han
luchado durante cuatro siglos.
Pero en su base, entre la juventud de
las bandas sobre todo, el asunto no tiene esa dimensión simbóli- ca. Como me dijo un Blood de Inglewood:
«¿Rodney King? iMierda! Todos los días la pasma golpea a mis colegas como si
fueran perros. Este levantamiento es por todos los compañeros asesinados por la
pasma, por nuestra hermanita asesinada por los coreanos, por los veintisiete
años de opresión... El asunto Rodney King sólo fue el detonador».
Al mismo tiempo, los que habían predicho
que el próximo levantamiento en Los Ángeles sería literalmente apocalíptico- se
equivocaron. A pesar de las miles de exhortaciones fluorescentes a «matar a los
polis» pintadas en los muros de South Central, las bandas se abstuvieron de
desencadenar una guerrilla urbana total, a pesar de tener los medios
(formidables) para dirigirla. Como en 1965, no hubo policías mueru tos y muy
pocos fueron heridos.
Esta vez toda la potencia de choque de
las bandas se concentró en el saqueo y la devastación de las tiendas coreanas. Latasha Harlins fue el
pretexto apasionado, pero no fue el único en el orden del día. Yo vi una
pintada en un muro de South Central que anunciaba: «Primer día: quemamos.
Segundo día: reconstruimos». El único político de talla nacional que muchos
Crips y Bloods parecen tomar en serio es el -naciònalista negro 1-nuis
Farrakhan, cuyo proyecto de autodeterminación económica goza de amplia
aprobación (Farrakhan, por otro lado, no ha preconizado nunca la violencia como
un medio de conseguirla). En la cumbre de bandas de Inglewood que se celebró el
5 de mayo oí frecuentes referencias a un capitalismo negro que renacería de las
47
cenizas del comercio coreano. «Al fin y
al cabo —me confió más tarde un exCrip—, no quemamos nuestra comunidad, sólo
sus tiendas». Mientras tanto, la policía y los que organizan la ocupación
militar de Los Angeles no dan ningún crédito a una transformación pacífica,
todavía menos por vía empresarial, de la cultura de las bandas negras de Los
Ángeles. Las tendencias ecuménicas de las que dan prueba los Crips y los Bloods
constituyen la peor pesadilla de las fuerzas del orden: la -violencia de las
bandas no se ejercería ya al azar, sino que se transformaría en una especie de
intifada negra. La policía de Los Ángeles recuerda demasiado bien que los
levantamientos de Watts en 1965 engendraron una Lrcgua entre las bandas de la
que nació la. rama dc Los Ángeles del Partido de los Panteras Negras. Como para
dar cuerpo a esos temores, la policía hizo circular la fotocopia de un
panfleto anónimo —y tal vez falso— que llamaba a la unidad de las
bandas y a la venganza: «Ojo por ojo. Por un negro
hefido. mataremos a dos polis del LAPD»
Los Ángeles prende fuego a Las Vegas
El fin de semana del Memorial Day había sido frenético en
Las Vegas y finalizaba anunciando una tormenta. Unos rayos primaverales
bailaban entre las negras nubes encima del pico Charleston y del valle del
Fuego. Mientras que algunas gotas de lluvia grandes como monedas de dólar de
plata empezaban a estrellarse en las aceras, los cajeros extenuados de los
casinos contaban la recaudación del fin de semana: doscientos cincuenta
millones de dólares. Cincuenta mil parejas de domingueros recién casados se
lanzaban, parachoques contra parachoques, al desierto de Mojave para recorrer
los cuatrocientos kilómetros que separan Ivanpah Dry Lake de los confines de
Los
48
-pequeño parque
del noroeste de la ciudad, centenares de Crips y de Bloods, ignorando la
tormenta amenazadora, asaban alegremente unas costillas de cerdo y hacían
circular de mano en mano unas botellas de cerveza. Ese día, un poco más
temprano, docenas de bandas hasta entonces enemigas y llamadas Anybody's
Murderers (ABM, asesinos de cualquiera), Donna Street Crips o North Town Bloods
se habían reunido en un cementerio cercano para pactregua entre bandas y poner
flores en las tumbas de sus homeboys (había habido en Las Vegas treinta y siete
muertes violentas atribuidas a las bandas). En ese momento, los antiguos
enemigos bromeaban e intercambiaban chistes y nuevas letras de canciones rap.
Pero las reuniones de más de tres
personas, aunque sean pacíficas, estabán prohibidas desde el 17 de mayo
anterior por orden del sheriff, tanto en los barrios negros de Las Vegas oeste
como en los cercanos suburbios obreros de Las Vegas norte. Para hacer respetar
esa decisión excepcional, la policía de la ciudad había dispuesto delante de
Valley Park View tres transportes de tropas blindadas VI 00 llegadas de la base
aérea vecina. Y cuando algunos chicos más rebeldes se negaron a dispersarse, la
policía les roció con gases lacrimógenos y granadas. Los «levantamientos» de
Las Vegas volvían a empezar, por cuarto fin de semana consecutivo, desde que el
veredicto del asunto Rodney King había encendido la pólvora de la rabia
negra...
Las reglas han cambiado, negro.»
Una hora después, encontré a algunos de los heridos
en. el aparcamiento de un centro comercial incendiado. Ante una muchedumbre
fascinada, Yolanda, de diecisiete años, mostraba una herida sanguinolenta en la
pierna, mientras que su novio David temblaba de excitación, agitando una
especie de lata de consenras verde
49
oliva aplastada. «¿Mira esto!», me ordenó, vagamente
amenazador, metiéndome el proyectil incriminado bajo la nariz. Leí la
inscripción en voz alta: «Modelo 429, Thunderflash, granada de efecto de
soplo».
«iSólo
estábamos haciendo un pícnic, nada más que un jodido pícnic pacífico!», repitió
David. Algunos jóvenes me miraban con dureza, sin pestañear. Alguien lanzó una
botella de cerveza «Colt 45» a los setos. Entonces un chico enorme en chándal
me cogió por el brazo. «Será mejor que te abras, tío. Si quieres una
entrevista, vuelve mañana, te contaré todo lo que puedes saber de este jodido
agujero de Las Vegas». Le pedí su nombre. Se echó a reír: «Llámame simplemente
Nice D., de la banda Crip de Valley View, ¿vale?»
Al día siguiente, fui a buscar a Nice D.
Las Vegas oeste (20.000 habitantes) está en las antípodas de las áreas
recreativas del centro de la ciudad y de los bulevares. Es un arrabal un tanto
aburrido sin ningún hotel, ni casino, ni supermercado, ni banco. Ni siquiera
tiene una línea de autobús. En realidad, igual que South Central en Los
Ángeles, se parece enormemente al estereotipo mismo del gueto. Sin embargo, al
estilo de South Central en Los Ángeles, no se parece mucho a la idea que uno se
hace de un gueto del nordeste; sus casitas no disponen de césped ni de piscina
como las de los barrios blancos, pero parecen estar cariñosamente cuidadas,
protegidas del calor ardiente del desierto por bosquecillos altos. Incluso los austeros HLM
de Gerson Park tienen un aire ordenado que contrasta con su pobreza.
Encontré a Nice
D., un chico de veinte años, cerca de las ruinas de la Nucleus Plaza —lo más
parecido a un centro comercial que se encuentra en los barrios del oeste. Me
habló de la noche del 30 de abril, cuando la manifestación se convirtió en
levantamiento y las bandas empezaron a saquear y a regar de cócteles molotov
varios edificios entre los cuales estaba Na tienda Super 8, que pertenecía a
unos coreanos, justo en medio de la plaza. «Un joven hermano [Isaiah Charles
Jr.l se metió dentro para sacar a una niña. Ella consiguió salir, pero Isaiah
quedó atrapado cuando el techo se hundió. Los bomberos ya se habían ido, o sea
que el fuego duró mucho rato...» Me mostró los restos carbonizados de una
clínica para enfermos de SIDA que también era una oficina de la NAACP
(Organización Nacional para el Progreso de la Gente de Color).
Aunque en
comparación a las de Los Ángeles (alrededor de mil millones de dólares de
destrozos), las pérdidas debidas a los incendios én Las Vegas (5 millones de
dólares) fueran mínimas, la rabia pura de los enfrentamientos fue aún más
intensa. Las circunstancias del inicio de los hechos son de una ambigüedad
digna de Rashomon, hasta el punto de que no haya tercera parte capaz de
resolver sus contradicciones. Todos están dispuestos a aceptar que los
enfrentamientos del 30 de abril no empezaron antes de les 19,30 horas, cuando
la policía hizo uso de granadas lacrimógenas para hacer retroceder a unos
centenares de jóvenes negros llegados de Westside que intentaban alcanzar el centro
de la ciudad. A partir de ese momento, las
versiones difieren en todo —la de los periódicos locales,
casi completamente basada en los informes de la policía, y la de la calle, la
de los jóvenes negros como Nice D.
El teniente de la policía Steve Franks
(que después, durante el segundo fin de semana de levantamiento, mataría a un
adolescente) declaró entonces: «Disponíamos de información según la cual, si
ese grupo hubiera alcanzado el centro de la ciudadl estaban decididos a
incendiar los hoteles. Sin nosotros esta ciudad habría sido pasto de las
llamas». Para Nice D. «es una pura tontería... Sólo intentábamos protestar por
el veredicto del asunto Rodney King y contra el apartheid que se ejerce aquí en
Las Vegas. La policía se sirvió del primer pretexto para tomarla con nosotros».
51
Después de
dispersar la manifestación, la policía cerró la mayor parte de Las
Vegas oeste y encañonaba a
cualquiera que se acercara a las
barreras. Mientras tanto, cientos de jóvenes se habían reagrupado cerca del
depósito de Gerson Park, donde la banda local de los Kingsmen había organizado
una fiesta improvisada para las distintas bandas Crip y Blood que se habían
puesto de acuerdo el día anterior —aparentemente influenciadas por las noticias
de Los Ángeles— para dejar de pelearse entre sí. Según Nice D., un coche de
policía arremetió contra la gente que estaba en la fiesta: «la gente se volvió
loca. Empezaron a tirar piedras y botellas, y uno de los compañeros sacó un
arma y empezó a disparar». La muchedumbre rabiosa quemó la oficina local del
Pardon and Parole Board (la oficina de la libertad condicional), mientras que
otros grupos atacaban las tiendas y las gasolineras con cócteles
molotov.
El teniente
Franks afirmó que algunos francotiradores «se escondían en los árboles y en los
tejados y utili- zaban escudos humanos cuando
empezaron a disparar. Aquellas ratas de cloaca se rodearon de niños para abrir
fuego contra los vehículos de la policía». Otro portavoz de la policía declaró
que algunos miembros de una banda intentaron llevarse a un
niño pequeño de una familia blanca que vivía en una calle de mayoría negra. No encontré a nadie que
confirmara esas historias siniestras que los periódicos locales no dejaron, sin
embargo, de propagar sin ningún tipo de verificación entre sus
lectores blancos
horrorizados. Los reportajes posterio- res no mencionaban por otro
lado a nadie, entre las 111 personas detenidas, que fuera sospechoso de esos crí-
menes.
Al mismo
tiempo, los medios de comunicación, como en el caso de Los Ángeles, evitaron
cuidadosamente cualquier referencia a los abusos
policiales que jalona- ron los disturbios. Nice D., en todo
caso, guardó de ellos un vivo recuerdo. «Mis amigos y yo nos fuimos cuando
52
empezaron los disparos —me confió—. Nos hicieron
parar el coche al cabo de unos cientos de metros.
Cuando preguntamos qué habíamos hecho mal, un poli enorme como un toro me dijo:
"Las reglas han cambiado, negro", y me golpeó en la cara con su
pistola. Estuve cinco días en la cárcel por obstrucción y, como los polis
habían tirado mis papeles de identidad y mi carné de la seguridad social, perdí
mi trabajo en el fast-food Carl's Junior».
D. salió de
la cárcel justo a tiempo para asistir al resurgimiento de la violencia, el IO
de mayo. De nuevo los jóvenes se juntaron cerca de Gerson Park para jugar al
softball y hacer una fiesta. La policía llegó en un transporte de tropas
blindado y empezó a disparar balas de goma a la gente. El fin de semana
siguiente se repitieron los mismos acontecimientos: un pícnic de bandas en el
Centro Comunitario de Doolittle degeneró en una salvaje pelea de toda una noche
entre la policía y sus máquinas blindadas, de un lado, y cientos de jóvenes rabiosos,
del otro.
Nice D. cree que estos enfrentamientos,
que se han vuelto rituales, serán cada vez más -violentos a lo largo del
verano. Como los demás jóvenes negros con los que hablé, cree que John Moran,
el sheriff del condado de Clark, «hará todo lo que pueda, cualquier cosa, para
romper el proceso de unificación de las bandas». D. está además convencido de
que un reciente drive„by-shooting (disparar contra un coche sin detenerse), que
hirió a cuatro miembros de los Rollin'60's, una rama local de los Crips, fue
organizado por la policía. Los jóvenes recuerdan también con sarcasmo el
programa de incitación a la compra de drogas, que permite a policías
disfrazados de traficantes cazar a los compradores de crac
para forzarles a convertirse en chivatos. Nice D. dijo
que Las Vegas se estaba deslizando hacia lo que llamó «un holocausto latente».
53
El
complejo carcelario-industrial o el infierno en los campos*
La carretera que viene de Mecca sigue la vía férrea de la
Southern Pacific y atraviesa Bombay Beach en dirección a Niland; después tuerce
hacia el sur para hundirse en un dédalo de marismas y de cultivos de regadío.
El negro futuro de California se perfila de repente, sin avisar, a medio camino
entre los raquíticos restos de la última cosecha de algodón y el campo de tiro
del ejército del aire en los montes Chocolate. Vistas de lejos, las
construcciones gris pizarra recuerdan a las de un almacén o tal vez una
fábrica. Un discreto cartel anuncia: Prisión del Estado de Calipatria.
California posee el tercer sistema
penitenciario más grande del mundo, detrás de China y de Estados Unidos
considerado en su conjunto, con 125.842 presos, según las últimas cifras oficiales.
En el curso de los últimos diez años, el estado californiano construyó
Calipatria, situada a más de 300 km al sudeste de Los Angeles-, así como quince
prisiones más —por un total de diez mil millones de dólares (intereses
incluidos). Este programa de construcción creó un verdadero «complejo
carcelario-industrial» que mantiene una creciente rivalidad con el
agroalimentario por convertirse en la primera fuerza de la California rural, y
a la vez compite con los promotores inmobiliarios por ganarse el favor de los
legisladores de Sacramento. 8 Este complejo se ha convertido en un
monstruo que amenaza
Artículo publicado en The Nation el
20 de febrero de 1995.
con aplastar y
devorar a sus propios creadores. Su crecimiento incontrolable debería conmover
la conciencia nacional, a partir de ahora familiarizada con la idea de que
pueda existir una clase presidiaria permanente.
La versión californiana, promulgada el año
pasado, de la legislación federal de los «tres golpes»9 —variante
todavía más draconiana que la de Clinton— corre el riesgo de engordar un
sistema penitenciario, ya grotescamente superpoblado y hiperviolento, con
300.000 nuevos detenidos. Para mantener los grilletes, aunque sean
rudimentarios, de esa inmensa población, el estado tendrá que sacrificar su
presupuesto para enseñanza superior a fin de construir decenas de nuevas
cárceles. Además, se ejercerá una presión política irresistible sobre el estado
para que reduzca el coste de ese -almacenamiento de seres humanos utilizando
toda una panoplia de innovaciones técnicas y comerciales. En este sentido,
Calipatria, que empezó a funcionar en 1992, ofrece un ejemplo particularmente
elocuente de la manera como la Administración penitenciaria i0 se
esfuerza por resolver las contradicciones nacidas del clamoroso éxito de su
proyecto.
La cerca de la muerte
Calipatria es una cárcel de alta seguridad. de «nivel
4» para hombres que aloja actualmente al 10% (1.200) de los detenidos
condenados por asesinato en California. Sin embargo, el puesto de guardia de la
entrada principal está vacío, igual que diez de los dope que la rode- an. En palabras de Daniel
Paramo, Gl enérgico «director de recursos comunitarios» de la cárcel: «El
guardián no confía en el factor error humano de los puestos de observación;
prefiere ponerse en manos de la compañía eléctrica».
Paramo se
mantiene de pie delante de una inquietante cerca electrificada de cuatro metros
de altura, metida entre dos cercas metálicas normales. Cada uno de los quince
cables que forman la cerca principal vibra bajo el efecto de la corriente que
lo recorre, -de 5.000 voltios, 500 amperios —alrededor de diez veces la dosis
mortal generalmente admitida—, suministrada por la presa de Parker. Las
instalaciones de la cerca garantizan una muerte instantánea. Un guardián
admirado deja caer en un aparte: «Sí, una auténtica parrilla... »
La ley que autoriza la cerca «a prueba de
evasiones» fue votada por los diputados electos del estado casi sin un
murmullo. Los políticos, tan preocupados por los costes, no pusieron demasiadas
objeciones ante una factura de electricidad que permitía ahorrar dos millones
de dólares en salarios (treinta tiradores de élite en
tres turnos de ocho horas en los puestos de observación). Y
cuando uno de los guardianes bajó tranquilamente el interruptor en octubre de
1993, la satisfacción fue general: el sistema penal, al fin dotado de medios
tecnológicos, encaraba el futuro. «Pero», añadió entristecido Paramo,
«olvidamos . el factor. SPA (Sociedad Protectora de Animales) en nuestro
cálculos».
La cárcel está situada al este del mar
de Salton —un gran espacio de hibernación para las aves acuáticas. Pero muy
pronto pudo comprobarse que el dulce ronroneo de la cerca de alta tensión era
una llamada erótica para las aves de paso. Los aficionados locales a la
ornitología constataron .pronto la magnitud de las pérdidas (una gaviota, dos
búhos, un pinzón, un papamoscas...) y alertaron a la sociedad protectora de
animales. A partir de enero del año pasado, la «cerca de la muerte» se
convirtió en un escándalo ecológico de escala internacional. Cuando la
Administración penitenciaria supo que un equipo de la CNN había sido visto en
los alrededores de la cárcel, tiró la toalla y contrató a un ornitólogo para
revisar la concepción de la cerca.
56
El resultado fue la puesta a punto de la
única cerca de la muerte del mundo completamente ecológica, sin ningún riesgo
para los pájaros. Paramo tiene algunas dificultades para mantener la seriedad
cuando enumera las innovaciones que se hicieron en ella por el módico precio de
150.000 dólares: «alarma para los roedores demasiado curiosos, deflectores que
impiden a las aves posarse y pasajes minúsculos para los búhos excavadores».
Calipatria construyó también un acogedor estanque para las ocas y los patos en celo.
Aunque la Administración está desde
entonces en paz con los amigos de los pajarillos, el asunto incitó a la potente
CCPDA (la asociación de los, guardias de prisiones de California) a cuestionar
la facilidad con la que la dirección emprendió la «automatización» de los
puestos de tiradores de élite.' Para dirigir con éxito su proyecto de
electrificación de todas las prisiones de media y alta seguridad del estado
(por lo menos veinte recintos) en los próximos años, James Gomez, el director
de la Administración penitenciaria de California, tendrá que llegar a un
acuerdo para. mantener más puestos de trabajo para los «enchufados» de las
torres de vigilancia.
No es necesario precisar que los 3.844
detenidos de Calipatria no derramaron ni una lágrima ni por los búhos ni por
los tiradores de élite. Su energía está completamente absorbida por la lucha
cotidiana que deben mantener para sobrevivir. Como el resto de las prisiones
del estado, Calipatria funciona casi al doble de su capacidad. En las pequeñas
cárceles locales y en las instalaciones de seguridad media, los auditorios y
las salas de día han sido transformadas para instalar filas estrechas de
sórdidos somieres. En las instituciones «de gama alta» como Calipatria han
metido a otro detenido en cada celda, en habitaciones eäguas de dos metros por
tres.
Este «doblaje» de las celdas, que
empezó hace una década, provocó una nueva ola de violencia y de suici-
57
dios entre los detenidos. Los defensores de las libertades
civiles denunciaron este «castigo cruel y anormal»; pero un tribunal federal
consideró la medida constitucional. Desde entonces, los detenidos tienen que
hacerse a la idea de ver pasar décadas, incluso toda su vida (el 34% de los
detenidos de Calipatria están condenados a cadena perpetua), encerrados con
alguien en unas condiciones de promiscuidad a menudo insoportables. La tensión
psicológica se agrava todavía por la insuficiencia dramática de trabajo para
los presos, que condena a cerca de la mitad de la población carcelaria a purgar
su pena en el aburrimiento de una celda mirando la televisión sin parar. Según
afirmaron los psicólogos llamados a testificar ante los tribunales, las ratas
que son sometidas a condiciones análogas se vuelven agresivas y se devoran
entre ellas.
la guerra
La supresión radical de cualquier intimidad es uno de los
objetivos explícitos en esas cárceles llamadas de nueva generación como
Calipatria. Cada una de las veinte unidades de detención está diseñada en forma
de herradura de dos niveles encarada hacia un puesto de guardia. Este «plan
270» (así llamado por el campo de visión de que disponen los guardias), una
nueva variante del famoso «panóptico» puesto a punto por Jeremy Bentham en el
siglo XIX, está concebido para garantizar una vigilancia continua de todos los
movimientos de los detenidos. Los textos oficiales elogian este sistema de
«encarcelamiento más seguro y más
humano» y
anuncian el fin del «síndrome miedo-odio» ligado a las cárceles que toleran
zonas de interacción no vigilada entre detenidos.
Aunque eso fuera cierto, ocurre que el
sistema de panóptico ha sido modificado por razones económicas y su eficacia se
resiente de la falta crónica de perso-
nal. A pesar de
que los wáteres abiertos llaman la atención en medio del patio de
paseo como símbolos de la omnipresencia de la institución, existen aún
numerosos ángulos muertos —debajo de las escaleras o en la zona de las cocinas—
donde los presos pueden llevar a cabo sus represalias con el personal o con sus
compañeros. Por otra parte, advierte Paramo en el momento en que los visitantes
firman la lúgubre descarga de responsabilidad por la que aceptan la política
del estado de. California de rechazar cualquier negociación en caso de una toma
de rehenes: «es la gue-
En veinticinco años, las cárceles
californianas han institucionalizado la violencia episódica entre las
diferentes bandas armadas que se enfrentan allí como verdaderas guerrillas.
Actualmente, las bandas son más numerosas —con las facciones ascendentes de
asiáticos e inmigrantes centroamericanos—, pero la carnicería proviene de la
implacable lucha por el poder entre los negros y la mafia mexicana del este de
Los Angeles, conocida con las siglas EME.
Esta situación refleja
parcialmente la transformación de la composición étnica de las cárceles californianas. En el año 1988, el 35%
de los recién llegados eran negros y el 30% latinos;
cinco años después la proporción era de 41% de latinos y 25% de negros. De ahí
que la población penitenciaria del estado en su conjunto presente una ligera
mayoría de latinos (a pesar de que los negros continúan siendo los más
numerosos en Calipatria). El EME habría aprovechado esa nueva distribución para
minar el monopolio negro de la venta de crack tanto dentro como fuera de las cárceles. El responsable de
obtener información sobre las bandas de Calipatria afirma que la muerte
reciente de Joe Morgan, fundador legendario del EME y durante un tiempo jefe de
la cárcel, habría dejado vía libre a jefes más jóvenes y más brutales.
59
En Calipatria,
el último enfrentamiento entre negros y latinos, que tuvo lugar en julio, se
saldó con trece heridos de arma blanca. En palabras de uno de los guardianes
que asistió a la pelea —que aparentemente empezó en la cocina central antes de
extenderse a las galerías— «el EME desbordó a los Crips». Como consecuencia, la
cárcel fue cerrada durante cuatro meses y las salas de día, consideradas
demasiado peligrosas a causa de las meŽclas de población, fueron suprimidas.
Paramo expone en su despacho algunas de las armas confiscadas: entre ellas hay
un objeto que se parece a una daga de obsidiana pero que en realidad es una
lámina fabricada con bolsas negras de basura fundidas.
Para hacer frente a estallidos de
violencia de este tipo, las cárceles de alta seguridad californianas adoptaron
medidas extremas. Cada carcelero tiene desde entonces su propio «SERT»
—especie de equipo de GEOs interno, capaz de dominar los motines con una
potencia de fuego terrible. Estas unidades paramilitares han recibido innumerables
elogios, puesto que son consideradas responsables de impedir las matanzas entre
detenidos como la terrible carnicería que tuvo lugar en la penitenciaría del
estado de Nuevo México en 1980. De esa forma, California tolera niveles
extraordinarios de violencia oficial. En el curso de los últimos diez años, los
guardianes de gatillo fácil han matado a treinta y seis detenidos (uno de ellos
en Calipatria) —es decir, tres veces más que en las penitenciarías federales
más los seis siguientes estados con más población reclusa juntos.
Cuando la fuerza sola no es suficiente
para disuadir a las bandas de las cárceles, la Administración penitenciaria
dispone de otro recurso: un gulag donde reinan condiciones extremas, conocido
con el nombre de Prisión del Estado de Pelican Bay. A pesar de que su famosa
Unidad Penitenciaria de Seguridad (SHU) —bloque de aislamiento total descrito
por el historiador de
60
prisiones Eric Cummins como un «lugar de pura destrucción
psicológica»— fue recientemente criticada por un juez federal, continúa siendo
un modelo apreciado por el resto de estados así como por el- «Alcatraz de alta
tecnología» que la Administración penitenciaria federal ha construido en
Florence, Colorado. «Las SHU son un mal necesario», explica Daniel Paramo. «Por
primera vez conseguimos realmente aislar a los líderes y a los agitadores del
resto de la población penitenciaria». Sin embargo, admite, meter a los padrinos
en el congelador sólo tiene un efecto negligible en el crecimiento de las
bandas dentro de las cárceles. En efecto, apunta un vigilante: «Apartar a los
viejos jefes sóló permite que los jóvenes más feroces y violentos —que carecen
del sentido común de la cultura penitenciaria tradicional— asuman la dirección
de las cosas». Y predice siempre más violencia. «Nunca nos libraremos de las
bandas en las cárceles. Forman parte del sistema y, nos guste o no, proliferan
con él».
Las moscas blancas
Margaret Hatfield no se preocupa demasiado por la violencia
en la cárcel ni por los miles de delincuentes que viven en la salida del
pueblo. La «cerca de la muerte» la tranquiliza. Por lo demás, como empleada
municipal del pequeño pueblo de Calipatria (3.356 habitantes), tiene asuntos
más graves de que preocuparse, como la invasión de las moscas blancas.
Como una plaga del Antiguo Testamento,
las moscas blancas amenazan los mismos cimientos del orden social latifundiario
del Imperial Valley. A finales de verano, espesas nubes de
insectos minúsculos pueden verse a veces desde los aviones que aterrizan en Los
Angeles. Esos bichos son omnívoros y atacan todos los cultivos de la región.
Por culpa de las moscas, en 1993 no se pudieron plantar melones, uno de los
principales
61
recursos
de la economía local, Los agricultores pierden así cien millones de dólares al
año y el valle está al bor-
de
de la ruina. Resultado: despidos que han hecho aumentar la tasa de desempleo
hasta cerca del 40%.
La señora Hatfield y los demás
responsables locales sólo pueden, pues, «dar gracias a Dios por la existencia
de la Administración penitenciaria de California». Además de los 1.100 empleos
creados en Calipatria en 1993, ésta abrió otro centro de detención de 4.000
plazas en la ciudad de Seeley, convirtiendo así las cárceles en la principal
fuente de empleo de Imperial County (con la consecuencia de que ahora uno de
cada doce habitantes del condado es un preso). La Administración penitenciaria
habla incluso de construir una tercera cárcel, tal vez para mujeres, en las mil
hectáreas de tierra que posee en Calipatria.
Calipatria es un fiel miembro de la
Asociación de Ciudades de California Asociadas a Cárceles, y la señora Hatfield
está orgullosa del pequeño renacimiento que la prisión ha aportado al
municipio. Señala con un gesto la nueva tienda de comestibles y la de vídeos en
la calle mayor, pues, si no fuera por ellas, parecería un decorado abandonado
de la película La última estación. Y se pregunta en voz alta si el pueblo habría
podido pagar la iluminación del estadio sin el maná fiscal sustraído de la masa
salarial sustanciosa de la prisión. No obstante, admite, «hemos tenido algunos
problemas».
A pesar de que la Administración
penitenciaria se comprometió a reclutar localmente el 40% -de su personal, la
mayor parte de los trabajos bien pagados de guardián y de jefe fueron otorgados
a asalariados llegados de fuera. A medida que esas personas se instalaron en la
región (58 casas nuevas construidas desde 1993), el precio del suelo aumentó
cerca de dos tercios. Ello favoreció a los propietarios de fincas en detrimento
de los autóctonos más jóvenes y más pobres que
62
no
trabajan en la cárcel. Por otra parte, por causa del crecimiento rápido de la
población, las escuelas están superpobladas. Y puesto que las cárceles están
exentas de impuestos locales, los recursos fiscales del municipio son
insuficientes para financiar el desarro110 de los servicios.
Sin embargo, lo que molesta a la señora
Halfield son las familias de los presos —originarias en su mayor parte de los
guetos de Los Ángeles, a cinco horas de carretera de aquí— que caen sobre
Calipatria los fines de semana. Al contrario que los maridos y los padres
encarcelados, que sólo son abstracciones para los habitantes del terruño, las
familias son la encarnación tangible del desorden urbano. Su conducta, ya sea
dormir en el coche o fumar hierba en público, alimenta el rumor local de nuevas
calamidades. En palabras de la señora Hatfield: «minan nuestra imagen de
seguridad».
Es difícil saber hasta qué punto la
señora Hatfield es el fiel reflejo del sentimiento general. Aunque Calipatria
esté poblado en un 75% por mexicanos, de resonancias hispánicas el ayuntamiento
sólo tiene el nombre. El condado de Imperial, donde cinco administradores
anglosajones gestionan una población de aplastante mayoría mexicana, es llamado desde hace
mucho tiempo «el Mississipi de California» por su
política de excluSión y sus medidas represivas en las empresas. Un
desequilibrio electoral análogo aparece en los demás pueblos agrícolas en
crisis de. los valles a lo largo del río Colorado y de la California central,
que han acogido también en el curso de los últimos diez años instalaciones
penitenciarias de media alta seguridad: Avenal, Blythe, Corcoran, Delano y
Wasco.
El boom de las cárceles tiene un efecto
complejo, y tal vez imprevisible, sobre la sociedad agrícola. dividida en
castas. Por un lado, las élites anglosajonas locales están implicadas en el
sistema de prebendas controlado por la Administración penitenciaria. Hay
pruebas,
63
por ejemplo, -de
acuerdos concernientes a compras de terrenos o a trabajos de construcción
cerrados a golpe de talonario. Por otro lado, la creación de empleo en las cárceles provoca el
surgimiento de una nueva «burguesía» latina en las ciudades de los valles. A
fin de cuentas, para muchos esas fortalezas grises son las primeras grandes
fuentes de empleo sindicado que se hayan visto jamás en la California rural.
La política del superencarcelamiento
El personal penitenciario de Calipatria habla con admiración
contenida de Don Novey, el antiguo guardián de Folsom que, como presidente de
la CCPOA, convirtió esta asociación de guardianes en el sindicato más poderoso
del estado. Bajo su batuta, la CCPOA, antes un pequeño sindicato
corporativista reivindicativo, se convirtió en uno de los principales actores
de la reestructuración del Derecho Penal y, al mismo tiempo, de la evolución
futura del sistema penal californiano. El éxito de Novey se basó en parte en su
disposición a pagar a buen precio sus alianzas políticas. En 1990, por ejemplo,
Novey gastó casi un millón de dólares para la campaña electoral de Pete Wilson
al cargo de gobernador. La CCPOA controla desde entonces el segundo lobby
oficial más generoso de Sacramento.
Novey utilizó también el peso de su
sindicato para sostener el «movimiento a favor de los derechos de las víctimas».
Crime Victims United es un lobby anexo, que recibe el 95% de sus subsidios de
la CCPOA. Gracias a organizaciones tan visibles y a su asociación con los
grupos de presión favorables a medidas de refuerzo del orden, Novey consiguió
instaurar en Sacramento un estado de histeria permanente en cuanto a la
seguridad. diputados de los dos partidos se pelean -por ver quién inscribe en
su activo medidas uant más innovadoras y duras, sin
64
preocuparse de
sus efectos sobre la superpoblación de las prisiones.
Esta cínica y agresiva
rivalidad para prometer más que el otro ha tenido consecuencias alarmantes.
Joan Petersilia, investigadora de la Rand Corporation, ha inventariado más de
mil leyes nuevas que agravan las penas de sanción de crímenes y delitos
aprobadas entre 1984 y 1992. En conjunto, constituyen una política judicial
totalmente incoherente, pero estimulan muy eficazmente ese «keynesianismo»
carcelario que, desde 1980, ha hecho triplicar al mismo tiempo el número de
afiliados a la CCPOA y el sueldo medio del personal penitenciario. Desde el
boom carcelario, que empezó con el fin del mandato de gobernador de Jerry Brown
en 1982, numerosas voces se han elevado para intentar que la asamblea del
estado dé marcha atrás en su gulaguismo despiadado. Se ha producido un estudio
tras otro demostrando que la superencarcelación tiene muy poco efecto sobre la
criminalidad global (que tampoco ha aumentado de manera significativa), y que
la mayoria de los nuevos detenidos son o personas acusadas de delitos sin
violencia relacionados con los estupefacientes (comprendidas las personas en
libertad condicional cuyos análisis de orina obligatorios han dado positivo) o
enfermos mentales (que representan la terrible cifra de 28.000 detenidos, según
una estimación oficial). Estas criticas, en fin, repiten incansablemente que,
cuando llegue el día de hacer cuentas, el estado se verá obligado a vender a
saldo los establecimientos de enseñanza superior, literalmente ladrillo a
ladrillo, para poder continuar construyendo cárceles.
Pero ese día ya ha llegado. Al tiempo que
las grandes escuelas y universidades de California suprimían 8.000 empleos
entre 1984 y 1994, la Administración penitenciaria reclutaba 26.000 empleados
para vigilar a los 112.000 nuevos detenidos. Pero en lugar de frenar ese
proceso, los legisladores se han lanzado a una
65
huida hacia
adelante. La ley de la primavera pasada, que instituía la regla de los «tres
golpes», dobla las penas por reincidencia e impone penas de entre veinticinco
años y cadena perpetua para los «perdedores de la tercera falta». A fin de
convertir la ley en constitucionalmente inatacable (a menos que se reuniera la
imposible mayoría de dos tercios), fue sometida a referéndum en noviembre bajo
la denominación de Proposición 184. Los partidarios de la medida —dirigidos por
la CCPOA y por Michel Huffington— gastaron 48 veces más que sus adversarios
(principalmente la Asociación de Enseñantes de California) en la campaña
electoral (1,2 millones de dólares contra 25.000). Puesto que la mayor parte de
los candidatos demócratas, como Katlheen Brown y Diane Feinstein, apoyaron la
proposición o guardaron silencio, los electores no tuvieron demasiadas ocasiones
de oír argumentos hostiles ni de evaluar las consecuencias históricas de la
ley. La proposición pasó sin dificultad.
Para valorar adecuadamente la complicidad
de los demócratas en ese resultado, basta con observar que antes de las
elecciones rechazaron llamar la atención del público sobre las alarmantes
conclusiones oficiales referentes a los efectos de la Proposición 184 sobre la
superpoblación de las cárceles, que habían sido publicadas en marzo pasado por
la Dirección de Planificación y Construcción de la Administración
Penitenciaria. Según estas conclusiones, para albergar simplemente a la
población penitenciaria prevista para 1999 con la tasa de ocupación ya
intolerable del 185%, el estado tendría que construir veintitrés cárceles
nuevas (además de las doce ya autorizadas). «Ello exigirá la construcción de
más de 4,5 cárceles por año en el curso de los cinco próximos ejercicios»,
escribían los planificadores, que estimaban que en diez años la población
penitenciaria aumentaría un 262% hasta alcanzar los 341.420 reclusos (contra
los 22.500 de 1980).
66
Comentando esas previsiones, un portavoz
del gobernador Wilson se contentó con levantar los hombros y declarar: «Si es
necesario cubrir esos gastos suplementaños, creo que deberemos reducir otros servicios.
Habrá que modificar nuestras prioridades». La cuestión de cuáles son esas
prioridades quedó aclarada en octubre, cuando los investigadores de la RAND
publicaron un análisis financiero exhaustivo que llevaba a la conclusión
siguiente: «Para asegurar la aplicación de la ley, la totalidad de los gastos
destinados a la enseñanza superior y a otros servicios oficiales deberá
disminuir un 40% durante los pró>ãmos ocho años [...] Si la regla de los
tres golpes se mantiene hasta el 2002, el gobierno del estado gastará :más
dinero en mantener a la gente en la cárcel que en mandarla a la universidad».
Es instructivo,
en este sentido, recordar que la Administración penitenciara de California, con
sus veintinueve vastos «campus», cuesta ya más que el sistema universitario
californiano, y que los jóvenes negros de Los Ángeles o de Oackland tienen dos
veces más posibilidades de acabar en la cárcel que en la universidad. Además, la Proposición 184
promete un aumento radical de las disparidades raciales. En 'los seis meses que
siguieron a su entrada en
vigor, los afroamericanos (10% de la población) representaban el 57% de las
diligencias iniciadas en virtud de
esa ley en el condado de Los Ángeles. Según algunos abogados, ello representa
17 veces más inculpaciones que para los blancos, a pesar de que otros estudios
demostraron que el 60% del conjunto de violaciones, ataques a,mano armada y
agresiones cometidas en el estado fueron llevadas a cabo por hombres de raza
blanca.
Para el senador californiano Tom Hayden, que
se opuso vigorosamente a la Proposición 184, California está cayendo en un
«cenagal moral» que recuerda a Vietnam: «La política estatal se 'ha dejado atar
de pies y manos por el lobby de la seguridad. Los electores no
67
tienen realmente
una idea clara de lo que les espera. No se les ha dicho la verdad sobre el
intercambio que han aceptado —universidades contra prisiones— ni sobre la
catástrofe económica que inevitablemente implicará. Deshumanizamos a los
delincuentes y a los pobres exactamente de la misma manera que lo haciamos con
los llamados "gooks"žl en Vietnam. Los precipitamos al infierno
simplemente para seguir alimentando sus llamasß.
Mientras tanto en Calipatria la
Administración empieza ya a saltarse todas las alarmas. Daniel Paramo reconoce
contento que, ante la expansión de la población penitenciaria causada por la
Proposición 184, la Administración penitenciaria proyecta meter a un tercer
preso en cada una de sus celdas para ratas fustigadas. «Meteremos a tantos
detenidos como nos ordene el estado. Y si los tribunales acaban por imponer un
límite, me imagino que se construirán algunas cárceles más, eso será todo».
68
NOTAS
I. Se refiere al levantamiento provocado por la absolución de un
grupo de policías blancos
que habían dado una paliza brutal' a Rodney King, que casualmente había podido
ser filmada por un videoaficionado.
2.
En castellano en el original.
3. Se trata de
una famosa marca de armas.
4. Director de La noche de los muertos
vivientes.
5. Incluso el
cine más convencional y menos crítico nos ha mostrado ya satélites espiando
hasta nuestro más mínimo movimiento. Otro aspecto de esa escalada de espionaje
es el sistema Echelon: el control de cualquier comunicación personal mediante
ordenadores que detectan y registran las conversaciones de cualquier tipo en
las que se usan determinadas palabras y la frecuencia de uso de éstas.
6.
En la región de Bhopal, en la India, hubo un escape de
gas de las instalaciones de la compañía estadounidense Union Carbide que provo-
có cerca de 3.000 muertos y dejó a
más de 200.000 pesonas gravemente
intoxicadas.
7.
Ver nota I.
8.
Capital administrativa de California.
9.
Three strikes and you're out (tres gòlpes y estás
eliminado): expresión sacada
del béisbol y que refleja la idea de que la ley —como en el béisbol— te
da tres oportunidades y, en consecuencia, una tercera condena,
independientemente de la gravedad del delito, supone la expulsión de
la sociedad, es decir, la aplicación directa de cadena perpetua.
IO. Department of Corrections.
I l.
Calificativo despreciativo aplicado a los soldados asiáticos, ya sean
japoneses, coreanos o vietnamitas.
69
Anexo
Hasta 1995, había en la
cárcel l . 115.000 personas (ver gráfico l). Las penas contra los delincuentes
son cada vez más duras: proliferan las condenas sin remiSión de pena (truth in
sentencing).
Gráfico 1
Población carcelaria en
los Estados Unidos (en millones de detenidos)
2000
o 1975 1980 1985 1990 1995
1996-2000: proyecciones:
— suponiendo que el
proyecto "truth in sentencing" haya sido adoptado por todos los
estados; en caso contrario.
70
Fuentes: Statistical
Abstract of the US - 1995, GPO, 1996; Bureau of Justice Statistics.
Una estadística de paro
debería tener en cuenta a esos jóvenes sin empleo cuya salida es la cárcel. En
Estados Unidos, la tasa de encarcelación es más del doble de la de Singapur
(ver gráfico 2). Un éxito del modelo neoliberal. Además, las cárceles se
convierten en un lugar de organización del trabajo a muy bajo precio (ver The
Nation, 29 de enero de 1996, «Bussines finds the cheapest labor of all: Making
prison pay»)
Gráfico 2
Número de encarcelamientos
por 100.000 habitantes
0 Comentarios