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El control social y terapia de Shock



En 1988, después de tres años de debates, una galaxia de líderes cívicos y corporativos presentaron al alcalde Bradley un detallado plan estratégico para el futuro del sur de California. Aun cuando la mayor parte de LA 2000: A City for the Future se dedica a una retórica

  Título original:                                                                              hiperbólica acerca de la ascensión irresistible de Los

Beyond Urban control: Blade RunnerThe ecology offear Ángeles como "encrucijada mundial", una parte del epílogo (escrito por el historiador Kevin Starr) consideMaquetación:ra lo que pasaría si la ciudad fracasa en el intento de Montse Aurnatell  crear una nueva «instancia dominante» que gestione Cubierta:su extraordinaria diversidad étnica. «Se produciría, por

FuoriMarginesupuesto, un escenario Blade Runner. la fusión de cul-

 turas individuales en un inquietante poliglotismo Primera edición en castellano:

   abril de 2001                                                                                  demótico con hostilidades no resueltas».

Blade Runner viene a ser el alter ego distópico de LA. Copyright © Mike Davis  Situémonos en el año 2019: la pirámide neomaya, de Edición a cargo de:

VIRUS editorial/lnllevir S.L.kilómetro y medio de altura, de la Tyrell Corporation c/Aurora. 23 baižos escupe su lluvia ácida sobre las masas mestizas que 08001 Barcelonaviven en los suburbios de más abajo. Enormes imágeT./Fax: 93 441 38 14nes de neón flotan como nubes sobre calles fétidas,

e-mail: vtrus@pangea.org

http:// WWW. comalter. net/ virus hiperviolentas, mientras que una voz da a conocer anuncios de una vida suburbana extraterrestre en «Off Impreso- en:Deckard, ufl Philip Marlowe Imprenta LUNAWorld» (Mundo lejano).

Muelle de la Merced, 3, 20 izq.postapocalíptico, lucha por salvar su conciencia y a su

48003 Bilbo

Tel.: 94 416 75 18 Fax: 94 415 32 98 e-mail:* Este panfleto fue publicado por primera tez en Open Magazine Pamphlet Series, no 23, Open Media, Nueva Jàsey, EEUU, diciembre de 1992; fue ISBN: 84-88455-89-5modificado por última vez en julio de 1995.

Depósito legal: BI"916-01

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mujer en un laberinto urbano controlado por malva-arquitectura Hugh Ferries, el cual junto al diseñador das corporaciones biotecnológicas... de rascacielos Raymond Hood y el arquitecto-arqueólo- Con el estreno, por parte de Warner Bros., de la gra-go mexicano Francisco Mujica (visionario de las pirámibación original (más dura) del director, unos pocosdes urbanas como la torre 'Iÿrell) popularizó la «Titan meses después de la revuelta de Los Ángeles de 1992,City» por venir de rascacielos de cien plantas con autola versión cinematográfica de Ridley Scott —de 1982—pistas, puentes colgantes y pistas de aterrizaje en las del texto de Philip K. Dick (¿Sueñan los androides conazoteas. Ferris y los demás, por su parte, trabajaron a ovejas eléctricas?) reafirma su soberanía sobre nues-partir de fantasías ya existentes —habituales en los tros sueños cada vez más inquietos. Prácticamentesuplementos de los domingos desde 1900— acerca de todas las reflexiones actuales acerca del futuro de Loscómo sería Manhattan a finales de siglo.

Ángeles dan por segura la oscura imaginería de BladeBlade Runner, en otras palabras, no es más que una Runner como un punto final posible, si no inevitable,nueva edición de esa visión modernista central —alterdel país del sol.nativamente, utopía o distopía, ville radieuse o Gotham A pesar del glamour de Blade Runner como la estre-City— de la futura metrópolis Manhattan como monslla de las distopías de ciencia ficción, yo la encuentrotruo. Es una fantasía que como mejor se la podría extrañamente anacrónica y sorprendentemente pocodenominar es "wellsiana", puesto que fue tan temprapresciente. Scott, en colaboración con su «futuristano como en 1906, en su The Future in America, que H. visual» Syd Mead, el diseñador de producciónG. Wells ya estaba intentando imaginar cómo sería el Lawrence Paul y el director de escena David Synder,final del siglo XX, «aumentado el presente [representanos ofrece en realidad un pastiche incoherente de pai-do por Nueva York] hasta crear una especie de caricasajes imaginarios. Dejando de lado los revestimentostura gigantesca del mundo existente, hinchando todo de «peligro amarillo» (Scott es un adicto notorio alhasta proporciones inmensas y masivas, fuera de toda Japón urbano —cfr. Black Rain— como imagen delmesura».

infierno) y «negro» (todos los decorados interiores dePuede que la «gigantesca caricatura» particular de mármol negro pulido) así como la gran cantidad de Ridley Scott recoja las preocupaciones etnocéntricas fontanería de alta tecnología, reconvertida en señal de  sobre un poliglotismo devastador, pero fracasa a la decadencia urbana, lo que queda es notoriamente la  hora de abordar el paisaje real de Los Ángeles —espemisma visión del gigantismo urbano cultivado por Fritzcialmente por lo que se refiere a los grandes planos Lang en Metrópolis (1931).ininterrumpidos de bungalows, armatostes y casas

El siniestro Everest de creación humana de la Tyrellestilo rancho envejecidos— como su erosión social y Corporation, así como los coches patrulla espaciales defisica proyectadas en el siglo XXI.

serie B que cruzan el espacio aéreo no son, obviamen-      En mi libro acerca de Los Ángeles (City of Quartz, te, más que descendientes —aunque sea envueltos aho-1990) ya enumeré varias tendencias hacia la militarira en la oscuridad— de la famosa ciudad de los rasca-zación de este paisaje. Los acontecimientos sucedidos cielos de la burguesía de Metrópolis. Pero el propio Lang     desde el levantamiento de la primavera de 1992 no hizo más que plagiar a futuristas norteamericanosincluyendo una recesión creciente, huida de corporacontemporáneos; por encima de todos, al delineante deciones, recortes salvajes de presupuestos, índices ver-

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tiginosos de homicidios (a pesar de la tregua entre las  urbanas y los tipos de alojamiento. Ésta retrata una bandas negras) y compras desorbitadas de armas en  «ecología humana» organizada por fuerzas biológicas los suburbios— tan sólo vienen a confirmar que lade invasión, competencia, descendencia y simbiosis. polarización social y el apartheid espacial se están ace-  Mi relectura del mapa de la estructura urbana proyeclerando. Cuando el verano interminable llega a su fin,  ta a Burguess al futuro. Mantiene los determinantes parece absolutamente posible que Los Ángeles 2019«ecológicos» como los ingresos, valor del suelQyšelase.r

pueda considerarse la otra cara distópica de cualquierraza, pero añadè un factor nuevo y decisivo: el miedo. ideal de ciudad democrática.

       ¿Pero qué otro tipo de escenario urbano, si no es               El espacio vigilado (scanscape)

Blade Runner, puede producir esta evolución maligna de desigualdad? En vez de ver el futuro meramente       La obsesión habitual por la seguridad personal y el ais-

como una magnificación grotesca wellsiana de tecnolo- lamiento social sólo se ve sobrepašaaa por el pavor de la gía y arquitectura, yo he intentado extrapolar cuidado-        claSe media a. losimpuestor progresivos. En vista de "lös

samente las tendencias espaciales existentes, a fin de índices de desempleo y de personas sin techo en grados entrever sus contornos emergentes. William Gibson, no vistos desde 1938, el consenso bipartidista insiste en en su Neuromancer y en otras novelas, ha proporcio- que se tiene que equilibrar el presupuesto y recortar los nado ejemplos fenomenales de lo realista que puede derechos sociales. Al rechazar realizar cualquier inverresultar la manera de operar de la ciencia ficción Sión pública futura para remediar las condiciones socia«extrapolativa», como teoría social prefigurativa y como les más necesitadas, lo que se está consiguiendo es oblipolítica de oposición anticipatoria al ciberfascismo gar, en su lugar, a aumentar las inversiones_privadas en oculto tras el próximo horizonte. seguridad física. Persiste la retórica de la reforma urbaEn las páginas que siguen voy a ofrecer un mapa na, pero se ha extinguido su substancia: reconstruir LA «gibsoniano» del futuro de Los Ángeles que ya está a hoy simplemente significa cavar el búnker.

medio nacer. Paradójicamente, el mapa literal, propia- Dado que la vida de la ciudad, por lo tanto, se hace mente dicho, aunque inspirado en una visión de mar- cada vez más insegura, los diferentes medios sociales xismo-para-ciberpunks, no se parece a nada tanto adoptan estrategias de seguridad y tecnologías acorcomo a una combinación de media luna y diana, que des con sus posibilidades, Como en la diana de Bur- Ernest W. Burgess, de la Universidad de Chicago, con-  guess, el dibujo resultante se condensa en zonas convirtió ya hace tiempo en el más famoso diagrama de lacéntricas. El blanco de la diana es el centro de la ciencia social.     ciudad.

Para aquellos no familiarizados con el legado de laEn otro ensayo he contado con detalle de qué forma

Escuela de Sociología de Chicago y su estudio canóni- un comité secreto de urgencia, llamado Comité-de los go de la North American City, permítaseme decir que la25, compuesto por los principales directivos de las emdiana de Burgess representa las cinco zonas concén-presas inmobiliarias del centro de la ciudad de Los tricas en las que la lucha por la supervivencia de losÁngeles, reaccionó ante la amenaza percibida en la más fuertes (tal como la imaginaron los darwinistasrebelión de Watts de 1965. Advertidos por las fuerzas sociales) supuestamente separa a las clases socialesdel orden de la inminencia de una «invasión» negra del

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centro de la ciudad, el Comité de los 25 abandonó los esfuerzos de renovación del viejo centro de oficinas y pequeños comercios. Se sirvieron entonces de la potestad municipal de expropiación para demoler algunos barrios y crear un nuevo corazón financiero unas manzanas hacia el oeste. El organismo responsable de la renovación de la ciudad, actuando prácticamente como su planificador privado, hizo transferir las inversiones del Comité de los 25 del viejo barrio de negocios a los terrenos del nuevo centro, ofreciéndoles enormes rebajas muy por debajo del valor de mercado.

La clave del éxito de toda la estrategia (celebrada como un «renacimiento» del centro de la ciudad de los Ángeles) fue la segregación física del nuevo corazón urbano y de sus bienes inmobiliarios detrás de una muralla de barreras arquitectónicas reubicadas, pilares de hormigón y muros de vías rápidas. Las conexiones peatonales tradicionales entre Bunker Hill (la coli-

na del búnker) y el antiguo centro fueron destruidas, y para el acceso a pie al nuevo barrio se construyeron zonas peatonales elevadas, controladas por los sistemas de seguridad de los distintos rascacielos. Esa privatización radical del espacio público del centro —con su inquietantes componentes raciales— se realizó sin discusión ni protestas públicas significativas.

Además, los levantamientos del año pasado] vinieron a confirmar las previsiones de los diseñadores de la fortaleza del centro. Mientras que los escaparates de todo el antiguo barrio a lo largó de Broadway y de la calle Spring acabaron destrozados, Bunker Hill hizo honor a su nombre. Pulsando unos cuantos botones de sus cuadros de mandos, los guardias de seguridad de los grandes edificios bancarios pudieron cortar todos los accesos a sus costosos inmuebles. Puertas de acero a prueba de balas cayeron sobre las entradas de la calle, las escaleras mecánicas se detuvieron instantáneamente y unas rejas electrónicas impidieron el acCeso a las

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zonas peatonales. Tal como subrayó recientemente Los Angeles Business Journal en un artículo dedicado a esta cuestión, el Sdto de los dispositivos de defensa de las empresas del centro probados durante el levantamiento no ha hecho más que estimular la demanda de niveles aún más„.elevados de_seguridad física.

En primer lugar, frontera entre arquitectura y mantenimiento del orden se ha- esfumado todavía más. La policía de Los Ángeles se ha convertido en uno de los protagonistas principales dõIäWþ1ãñiffCäéión "dél centro. Ningún proyecto ve la hoy sin su participación y, en ciertos casos, como en el reciente debate sobre la instalación de aseos públicos en los parques y las estaciones de metro (a lo que se opone), ejerció abiertamente el derecho de veto.

En segundo lugar, la vigilancia con vídeo de las zonas renovadas del centro se ha extendido a los aparcamientos, a los paseos privados, a las plazas2 , etc. Esta vigilancia extensiva crea un «scanscape» virtual.

un espacio de visibilidad protectora que delimita cada

vez más la zona en la que los oficinistas y los turistas

-clase media se sienten seguros en el centro. Inevitablemente, las cámaras de vídeo de las empresas y de los centros comerciales acabarán por conectarse a los sistemas de seguridad de los domicilios, a los «botones de pánico personales», a las alarmas de los automóviles, a los teléfonos móviles y otros sistemas similares, en una continuidad ininterrumpida de vigilancia a tiempo completo. De hecho, el estilo de vida

yuppie se definirá muy pronto por la capacidad de proveerse de «ángeles de la guarda electrónicos» que velen sobre uno (estos tiempos difíciles son un periodo bendito para los fabricantes de sistemas de videovigilancia; el principal de ellos, una empresa sueca, es ahora el espónsor oficial de la enorme maratón de Londres).

En tercer lugar, los grandes inmuebles se vuelven cada vez más sensibles y almacenan una capacidad

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 cada vez mayor de fuego mortal. El rascacielos con, un ordenador por cerebro, como en Die Hard I (actualmente Torre F. Scott Johnson's Fox-Pereira), anticipa un posible género de antihéroes arquitectónicos como «edificios inteligentes» que tanto pueden combatir el mal como convertirse en sus servidores. El sistema sensible de una torre de vigilancia mediana tiene ya características panópticas, por lo que se refiere a su capacidad de ver, oler, detectar cambios de temperatu- ra, de humedad y movimientos y, en ciertos casos, oír.

Ciertos arquitectos predicen ahora el día en que el ordenador de seguridad del edificio podrá automáticamente seleccionar e identificar a su población humana, y puede que incluso reaccionar a sus estados emocionales (miedo, pánico, etc.). Sin recurrir al personal de seguridad, el edificio por sí mismo resolverá las crisis menores (por ejemplo, haciendo salir a la gente a la calle o prohibiendo el uso de los aseos) y las mayores (encerrando a los asaltantes en un ascensor).

Cuando todo lo demás_haya fracasado, el edificio inteligente se transformará en una mezcla de búnker y de base militar. Cuando la Administración federal embargó recientemente los bienes de la Columbia Savings and Loan Association (caja de ahorros de Columbia), descubrió que su director, Thomas Spiegel, había convertido su cuartel general de Beverly Hill en una fortaleza secreta «a prueba de terroristas». Además de sensores electrónicos perfeccionados, un sistema informático sofisticado que registraba los incidentes terroristas en todo el mundo y un escondrijo de armas en el  aparcamiento, el edificio de la calle Wilshire 8900 contenía el cuarto de baño de lujo para ejecutivos más extraño de Los Ángeles: la oficina de Tom Spiegel, además de sus cristales blindados, estaba equipada con un cuarto de baño que disponía de una cabina de ducha a prueba de balas. En caso de que una alarma se disparase, en las paredes de la ducha se abrían

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unos paneles secretos trás los que había escondidos unos potentes fusiles de asalto.

Zona de tiro al blanco

Más allá del «espacio vigilado» del centro fortificado se extiende la aureola de los barrios y de los guetos que rodean el centro de Los Ángeles. En el esquema origi-

nal de Burguess, inspirado en Chicago, ésta era la «zona de tránsito»: las calles de pensiones y vivienendas, intercaladas con viejas infraestructuras industriales y de transporte •que acogieron a las nuevas

familias inmigrantes y a los hombres que venían a trabajar solos. El círculo interior de Los Ángeles formado por barrios latinos atravesados por autovías aún sigue cumpliendo estas funciones tradicionales. Aquí, Boyle y Lincoln Heights, Central-Vernon y- MacArthur Park son los puertos de entrada para los inmigrantes más pobres de la región así como las reservas de trabajos mal pagados para los hoteles y las fábricas textiles en régimen de superexplotación. La densidad residencial,

al igual que en el diagrama de Burguess, es la más elevada de la ciudad. (iSegún el censo de 1990, un distrito de Mac Arthur Park tiene en torno a un 30% más de densidad que Midtown Manhattan!)    

Por último, lo mismo que en el Chicago de 1927, esta zona de viviendas («donde un número deSmesurado de niños se apiñan en un área demasiado pequeña») continúa siendo la cuna tradicional de las bandas callejeras de adolescentes (más de un centenar, según los servicios de inteligencia del distrito' escolar de LA). Pero mientras que el gangland de Chicago de los años 20 ha sido considerado por la teoría como esencialmente intersticial en la organización social de la ciudad —cuando los distritos residenciales mejores van retrocediendo ante el empuje de los negocios y la

industria, las bandas se desarrollan como una mani-

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festación más de la frontera económica, moral y cultural que marca el intersticio—, el mapa de las bandas de Los Ángeles se extiende hoy por toda la geografía de las clases sociales. La violericia juvenil tribalizada ahora se extiende más allá del círculo interior hacia las suburbios más antiguos; los boyz (chicos, en lenguaje coloquial) están ahora en el «hood», donde solían vivir Ozzie y Harriet.

Ésa es la causa; en cualquier caso, de que el círculo interior de los guetos sea la zona más peligrosa de la ciudad. La Ramparts Division del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD), que patrulla justo al oeste del centro, tiene normalmente más homicidios a su cargo que cualquier otra jurisdicción policial del país. Los alrededores de MacArthur Park, que en otro tiempo fue la niña bonita de los espacios verdes de LA, son actualmente una zona de tiro al blanco, donde los traficantes de crack y las bandas callejeras arreglan sus cuentas a tiros de fusil y de Uzi. En 1990 murieron allí treinta personas.

Según ellos mismos admiten, los efectivos de policía para el centro de la ciudad no son ni siquiera capaces de retirar todos los cadáveres de la • calle, y mucho menos todavía de enfrentarse a los asaltos ordinarios, a los robos de vehículos o a las extorsiones de las bandas. Desprovista de los recursos y de la influencia política de los barrios más opulentos, la población desesperada del círculo interior sólo puede contar consigo

misma. Como último recurso, la gente acude a los

señores Smith y Wesson3 , cuyos nombres acompañan a la frase «protegido por...» en muchas puertas,

Entretanto, los amos de los barrios bajos están instaurando su propio reino de terror contra los traficantes de drogas y los pequeños delincuentes. Amenazados por las nuevas leyes que autorizan el embargo de los bienes inmuebles infestados por la droga, contratan a comandos de gorilas y de mercenarios arma-

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dos para «exterminar» el crimen en sus propiedades. El LA Times describía las aventuras chulescas de uno de esos equipos en las. zonas de Pico Union, Venice y Panorama City (San Fernando Valley).

Dirigido por un «soldado de fortuna» de 1,90 m y 140 kilos llamado David Roybal, este equipo de seguridad es famoso entre los propietarios por su eficaz brutalidad. Los sospechosos de ser vendedores de drogas o de ser sus clientes, así como los meros mirones y otros personajes molestos para los propietarios son expulsados físicamente de los edificios a punta de pistola. Los que se resisten o se atreven a quejarse son golpeados sin piedad. En el curso de una redada en Panorama City, hace unos años, el Times se hacía eco de que «Roybal y su equipo interrogaron a tantos residendentes y okupas por cuestiones relacionadas con las drogas que convirtieron un salón recreativo en centro de retención y allí mantuvieron a la gente esposada contra un muro manchado de sangre». El Departamento de Policía tenía conocimiento de la existencia de esta cárcel privada, pero desestimaron las quejas de los vecinos «porque estaba al servicio de un bien mayor».

Roybal y su banda se parecen mucho a los llamados matadores, esos asesinos contratados para patrullar en los barrios brasileños y que, a menudo, cuando la policia mira deliberadamente hacia otra parte, ejecutan tanto a probados criminales como a niños de la calle. Su código común es. que. «a ellos les hacen- tra-

bajar cuando todo lo demás ha fallado». Como explica

-uñö de los competidores más agresivos de Roybal: «A alguien le toca imponerse y cuando ese alguien somos nosotros, nos imponemos. Cuando alguien se hace el listillo, le pegamos una paliza, en medio del pasillo con todos sus amigos mirando. Lo esposamos y pateamos, y cuando llegan los enfermeros y se lo llevan en la camilla, le decimos: ihey, no te olvides de denunciarme!».

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Aparte de la contratación de matones, el centro des-convertido en campos de la muerte. De la misma maheredado da pie a una amplia industFia de fabricaciónnera que sus padres aprendieron en su día a esconde rejas y de barrotes para la protección de las vivien-derse bajo los pupitres en caso de un ataque nuclear, das. De hecho, la mayor parte de los bungalows del cír-los estudiantes hoy en día «aprenden a tumbarse a una culo interior parecen jaulas de zoo. Como en una pelí-señal del profesor en caso de... producirse un tiroteo, y cula de George Romero 4 ahora las familias obreras  a quedarse así hasta recibir una señal de que el pelitienen que atrincherarse todas las noches contra lagro ha pasado».


ciudad de zombis que las rodea. Una consecuenciaLos proyectos de viviendas públicas y subvencionainesperada ha sido la frecuencia aterradora con la que das con fondos federales, por su parte, empiezan a pael fuego inmola a familias enteras atrapadas en sus recerse al infame programa de «aldeas estratégicas» casas enrejadas. Las celdas de la cárcel tienen muchas que se utilizó para encarcelar a la población de Vietresonancias en el paisaje del centro de la ciudad. Con nam. Aun cuando ningún ,proyecto de viviendas en LA anterioridad a los levantamientos de primavera, la es tan tecnológicamente sofisticado como el Cabrini mayoría de licorerías, inspirándose en el precedente de  Green de Chicago, donde se usan escáners de retina las casas de empeños, se- habían enjaulado tras el (cfr. la secuencia inicial de Blade Runner) para controlar mostrador, con armas discretamente escondidas en la identidad de las personas, la policía ejerce un control sitios estratégicos. Incluso los grasientos quioscos de creciente sobre la libertad de movimientos. Igual que los hamburguesas. empiezan a distribuir su mercancía a campesinos de una zona rural rebelde, los residentes través de ventanillas acrílicas a prueba de balas. Du- de cualquier edad de las barriadas de viviendas de prorante la última década, los inmuebles de hormigón sin tección oficial pueden ser detenidos y cacheados en ventanas, con muros sin remozo para desalentar a los cualquier momento, y la privacidad de sus casas puegrafiteros, se han extendido como una plaga en el pai- de ser violada sin ordenjudicial. En un incidente espesaje urbano. En la actualidad, las compañías asegura- cialmente hiriente, justo unas semanas antes de las doras convierten este tipo de búnkers a prueba de revueltas de primavera del 92, la policía arrestó a más revueltas en prácticamente obligatorios para la recons- de 50 personas en el curso de una redada sorpresa en trucción de numerosos barrios. el complejo de viviendas de Watt's Imperial Court.

En estos tiempos  cada vez es más difícil distinguir En una ciudad con -la mayor escasez de viviendas de las escuelas de las cárêêlèš7LòsÃáštos de educación toda la nación, los habitantes de los proyectos de por persona se han' hundido en Los Ángeles, puesto viviendas, ante el temor a,un deshaucio, cada vez se que los escasos recursos han sido absorbidos por la muestran menos dispuestos a reclamar -que se respefortificación de los espacios escolares y por la contra- ten sus derechos constitucionales en caso de registros tación de vigilantes armados. Los adolescentes se que- y detenciones ilegales. Mientras tanto, las directrices jan amargamente de la superpoblación de las clases, y aprobadas por el secretario de la Vivienda, Jack Kemp, los profesores, desmoralizados, de la degradación de y respaldadas por la Administración Clinton, autorilos campus, que se han convertido en poco más que  zan asimismo a los presidentes de escalera de los edificentros de detención de día para una generación abanr-cios a expulsar a las familiàs de los supuestos trafidonada. Los patios de los colegios, entretanto, se hancantes o delincuentes, lo que abre las puertas a una

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política de castigo colectivo comparable a la practicada, por ejemplo, por los israelíes contra las comunidades palestinas de Cisjordania.

Las medias lunas de ha represión

En el diagrama original de Burguess, las «medias lunas» de los enclaves étnicos (Deutschland, Little Sicily, the Black Belt, etc.) y las ecologías arquitectónicas especializadas («hoteles residenciales», «el área de casas de dos plantas», etc.) atravesaban la «diana» de la estructura socioeconómica fundamental de la ciudad. En el Los Ángeles metropolitano contemporáneo está emergiendo una nueva especie de enclave especial en sincronización simpatética con la militarización del paisaje. Mientras a alguien se le ocurre una denominación mejor, vamos a llamarlos «barrios de control sncial» (BCS). En éstos, a las sanciones del código penal o civil, se une la planificación del empleo del espacio, con el fin de crear lo que Michel Foucault habria calificado, sin lugar a dudas, de nuevas instancias de la evolución del «orden disciplinario» de la ciudad del siglo XX.

A esto se refiere Christian Boyer al parafrasear a Foucault: «El control disciplinario procede distribuyendo los cuerpos en el espacio, colocando a cada individuo en una división celular, creando un espacio funcional fuera de este acuerdQ espacial analítico. Al final, esta matriz espacial deviene a la vez real e ideal: una organización jerárquica de espacio celular y un orden puramente ideal impuesto tras sus formas».

Por lo general, los BCS existentes (al mismo tiempo «reales e ideales») pueden distinguirse según su forma jurídica de «disciplina» espacial. Los barrios de supre- Sión, normalmente dedicados a la lucha contra los graffitis y la prostitución en zonas señalizadas de Los Ángeles y West Hollywood, amplían el poder tradicio-

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nal de la policía (la fuente legal de toda zonificación) desde las molestias causadas por industrias. nocivas hasta los comportamientos nocivos. Dado que se autofinancian a través de los ingresos por multas y la recaudación de impuestos sobre las ventas de determinados productos (como los esprays de pintura, por ejemplo), los barrios de supresión permiten a los propietarios de casas o grupos de comerciantes alcanzar una aplicación intensiva de la ley contra problemas sociales locales específicos.

Los barrios de aumento, representados en todo el sur de California por las «zonas libres de drogas» que rodean a las escuelas públicas, añaden determinados castigos estatales/ federales o «aumentos» de pena a los delitos cometidos dentro de un radio específico en torno a determinadas instituciones públicas.

Los barrios de contención están concebidos para man-

tener en cuarentena problemas sociales que comportan un riesgo de epidemia, desde ese insecto clandestino inmigrado que es la mosca mediterránea de la fruta hasta las masas crecientes de angelinos sin techo. Aunque no tiene la precisión surrealista.de la «zona de cuarentena de la mosca mediterránea», delimitada por los paneles del Ministerio de Agricultura, la «zona de contención de los sin techo» del centro de LA es, sin embargo, uno de los ejemplos más dramáticos de BCS. Por decreto municipal, se impide la proliferación de campamentos de los sin techo en los barrios del «espacio vigilado» del centro de la ciudad o sus alrededores, mediante su «contención» (término oficial) dentro del suburbio superpoblado, conocido con el nombre de Central City East (el «Nickle», la hendidura, para sus habitantes). Por más que la proliferación, debido a la recesión, del número de los sin techo les impulsa inexorablemente a introducirse en los pasajes y en las parcelas vacías de los barrios vecinos del círculo interior, la policía prosigue su política implacable y los devuelve al sórdido Nickle.

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El anverso de esta estrategia, por supuesto, es la montados en una escoba y otras manifestaciones del exclusión formal de los sin techo y otros grupos de pa- Espíritu Maligno.

rias de los espacios públicos. Un montón de ciudades Una de las herencias de la histeria colectiva desatadel sur, desde Orange County hasta Santa Bárbara, in- da por estos casos, que sin duda se vio ampliamente cluyendo también la «República Popular» de Santa Mó- alimentada por el sentimiento de culpa oculto de los nica, han aprobado recientemente ordenanzas «antia-  padres, fue la creación en la pequeña ciudad de San campada» para mantener alejados a los sin techo. Dimas de la primera «zona: libre de abusos infantiles». Entretanto, Los Angeles y Pomona están emulando a Este suburbio del San Gabriel Valley, digno de la telela pequeña ciudad de San Fernando (la patria chica de serie Twin Peaks, fue cubierto de paneles con la siRichie Valens) en cuanto a impedir la presencia de los guiente advertencia: qCuidado con lo que haces! Por

miembros de las bandas en los parques. Estos «par- su propia protección, nuestros hijos son fotografiados ques libres de bandas» endurecen las sanciones no- y sus huellas digitales registradas». No sé si los ejérciespaciales contra miembros de las bandas (en especial, tos de pedófilos ocultos en las montañas próximas a el reciente Decreto de Lucha y Prevención contra el San Dimas se habrán visto realmente disuadidos por Terrorismo Callejero —STEP—). como ejemplos de «cri- estas advertencias, pero cualquier trQzado minalización de una condición social», donde se pros- pa del espacio urbano contemporáneo debe reconocer cribe la pertenencia a un grupo, incluso aunque no see*istencia de estas zonas oscuras,Ainchianas, donproduzca un acto delictivo específico. de el imaginario social descarga sus fantasías.


El delito basado en la condición social, por su pro-  Entretanto, tras las pasadas revueltas, el sur de Capia naturaleza, presupone proyecciones de fantasías lifornia parece estar en vías de crear más BCS. Por un. de las clases medias o de personaslado, la llegada del programa federal de «eliminación acerca de la naturaleza de las «clases peligrosas». Dede la mala hierba y siembra» ha servido para desviar la misma manera, ya en el siglo XIX la burguesía los fondos destinados al desarrollo comunitario hacia

había emprendido una cruzada contra la «amenaza de la represión antibandas, y para proveer de un nuevo los vagabundos», y en el siglo XX contra una alucinan- conjunto de iniciativas a los barrios a fin' de adoptar te «amenaza roja» de carácter doméstico. A mediados las estrategias de exclusión y/o endurecimiento. Como de los años 80, en cualquier caso, el fantasma dehan advertido numerosos activistas, este programa fe-

Cotton Mather reapareció de repente en los suburbiosderal es como una caricatura del Estado policial de los del sur de California. Las acusaciones de que algunos60 y su lucha contra la pobreza, con el Departamento dispensarios médicos locales serían actualmente  de Justicia transformado en mánager del, redesarrollo madrigueras de perversión satánica nos habían de urbano. Los pobres serán  cooperar con su

devolver al siglo XVII y al proceso contra las brujas depropia criminalización como condición previa apara la Salem. Durante el proceso contra la guarderíaayuda urbana.

McMartin por abusos —que terminó por convertirse enPor otro lado, las nuevas tecnologías podrían dar a el más largo y el más caro de la historia norteamerica-  los conservadores, y probablemente también a los neona en su género—, hubo niños que declararon haberprogresistas, la ocasión real de probar, como alternativisto. a algunos de los maestros acusados volandoa los grandes programas de construcción de cárce-

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les, propuestas más económicas de «reclusión de comunidades». Bajo el impulso del ideólogo Charles Murray, del Heritage Institute —cuya polémica contra los gastos sociales, Losing. Ground (1984), fue el principal manifiesto de la era Reagan—, los teóricos conseNadores exploran las posibilidades prácticas de la «ciu- dad carcelaöa»wdescrita en historias de ciencia-ficción como Escape -from New York (que, en cualquier caso,

hizo tambalearse los valores nacionales).

La idea que Murray esboza por primera vez en la New en que «las zonas sin drogg_de la mayoría» puedan exigir la instauración de vertederos sociales para la minoría criminalizada. «Si I la aplicación de esas políticas (el derecho ilimitado de empresarios y propietarios a seleccionar a sus obreros e inquilinos) se traduce en la concentración de las ovejas negras en algunos barrios hiperviolentos, antisociales, qué le vamos a hacer». Pero ¿cómo contener eficazmente a la clase inferior en sus propios superBCS «hiperviolentos» y mantenerla a distancia de los edenes libres de drogas de la clase superior?

Una de las posibilidades es la instauración sistemáti-l ca de discretos «portales de seguridad» que utilizarían ciertos criterios biométricos, universalmente registra-l dos, para filtrar a grupos de personas y transeúntes. La E «solución más elegante», según un reciente artículo de The Economist, «es un criterio biométrico que pueda ser medido sin que el individuo tenga que hacer nada». La

de carácter único e individual, por ejemplo, puede ser registrada por cámaras ocultas, «sin que el individuo sea consciente de ello. Eso podría ser de utilidad en sitios como aeropuertos —para controlar por los ojos la presencia de un Tigre Tamil o de cualquier otra persona, cuya presencia pueda hacer dilatarse las pupilas de los guardias de seguridad».

Otra tecnología emergente es la utilización por la policía de satélites Landsat conectados al Sistema de

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Información Geográfica (GIS). Es casi seguro que a finales de la década las mayores áreas metropolitanas de los Estados Unidos, entre ellas la de Los Ángeles, utilizarán el sistema de satélites geoestacionarios Landsat para supervisar los atascos y la planificación del tráfico. Los servicios policiales pueden compartir el tiempo de utilización y la financiación de este dispositivo, con vistas a observar los movimientos de miles de individuos marcados electrónicamente y de sus vehículos. 5 ,

Aunque un sistema como ése tiene por objetivo, por ahora, proteger costosos vehículos deportivos y otros juguetes para ricos, será perfectamente posible utilizar

la misma técnica para imponer el equivalente de grilletes electrónicos a las actividades de capas sociales enteras. Los delincuentes por asuntos de drogas y los miembros de las bandas podrán «recibir un código de

barras» y ser puestos en libertad condicional bajo la mirada omnipresente del satélite, que les seguirá la pista las 24 horas del día y disparará automáticamen te una alarma si salen de las fronteras de su barrio de i control. Con unas tecnologías orwellianas de control  social tan poderosas,- el confinamiento comunitario y i el confinamiento de comunidades acabarán por signifi car lo mismo.

Los vecinos te vigilan

Una delegación muy preocupada de oficiales de policía de la ex RDA se puso en contacto recientemente con el Departamento de Policía de LA. Los antiguos alemanes orientales, confrontados con un aumento masivo de la violencia criminal y racial tras su proceso de occidentalización, estaban desesperados por saber más acerca de una de las figuras más celebres en la lucha por el imperio de la ley en Los Ángeles. Pero su interés no se dirigía hacia su jefe Willie Williams o su predecesor Daryl Gates, sino que a quien querían conocer mejor

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era a «Bruno el ladrón», el bandido enmascarado de un       bienestar de los demás. Los comportamientos sospecómic que aparece en innumerables señales que anun-chosos son inmediatamente comunicados, y los pro-

cian las fronteras del área de una «patrulla vecinal».pietarios de las casas tienen reuniones regulares con

El programa de patrullas vecinales, que comprendelos oficiales de las patrullas policiales para planificar a más de 5.500 asociaciones de bloques para la vigi-  tácticas de prevención de delitos».

lancia contra la delincuencia, es la innovación más Un oficial fuera de servicio, en una tienda Winchell's importante del LAPD en cuanto a mantenimiento del Donut Shop, fue más pintoresco en su descripción: orden urbano. De un lado a otro de lo que Burguess«Las patrullas vecinales se supone que funcionan como llamó la «zona de viviendas de los trabajadores», que caravana de carretas en una vieja película de vaqueen Los Ángeles comprende los barrios de propietarios ros. Los vecinos son los colonos, y el objetivo es consede casas del centro así como los suburbios obrerosguir que pongan sus carretas en círculo y que resistan

más viejos en los valles de San Fernando y Sana los indios hasta que llegüe la caballería —es decir, el

Gabriel, una vasta red de vecinos vigilantes conforma                    LAPD— para salvarlos».


un sistema de seguridad que representa un gradoNo hace falta decir que esta analogía del Salvaje Oesintermedio entre la anomia asediada y de armas en ris-te tiene sus partes oscuras. ¿Quién es el que decide, por tre del círculo interior y las fuerzas de policia privadaejemplo, lo que es un comportamiento «sospechoso» o de los barrios enrejados más opulentos de las afueras. quién tiene aspecto de «indio»? El peligro obvio de todo Las patrullas vecinales, ahora emuladas por cientosprograma que obliga a miles de ciudadanos a convertirde ciudades norteamericanas e incluso europeas, des- se en informadores de la policía, bajo •el eslogan oficial de Rosemead hasta Londres, fueron el invento genialde «estáte atento a los extraños»,ss que inevitablemente del antiguo jefe de policía Ed Davis. En plena resaca  estlgúatiza a grupos de personas inocentes. Los adolesde la fase de disturbios entre 1965 y 1971 en South-  centes del interior de la ciudad son especialmente vulcentral y East LA, Davis pensó en este programa comonerables a esta" estereotipización y hostigamiento. en el pilar de una estrategia más amplia de «coches A modo de ilustración, permitidme que os explique lo patrullap, cuyo objetivo era reconstruir el apoyo de la  que pasó en una reunión de mi grupo local de patrulla comunidad al Departamento de Policía, estableciendo vecinal (en el área de Echo Park, cerca del centro). Una una identidad territorial entre las patrullas de policíamujer blanca entrada en años preguntó a un joven policía y los vecindarios. Aunque Daryl Gates prefería a loscómo identificar a jóvenes pertenecientes al núcleo duro equipos especiales, tipo SWAT (invento suyo), a losde las bandas. Su respuesta fue asombrosamente sucincoches patrulla, las patrullas vecinales continuaronta: «Los tipos rnás camorristas de las bandas llevan zapacreciendo a Ao largo de la década de los 80, tillas deportivas caras y camisetas limpias y ajustadas».

Según manifestaciones del portavoz del LAPD, sar-La señora mayor 'agradeció con una: inclinación de la gento Christopher West, «las asociaciones de vigilancia  cabeza el consejo de este «experto», mientras- que otros

vecinal de los bloques pretenden aumentar la solidari-  entre la audiencia Se retorcieron en sus asientos, pensandad local y la autoconfianza en la lucha contra el deli-do en los jóvenes de la vecindad que acostumbran a cuito. Capitaneados por los jefes de bloque, los vecinos  dar de su aspecto y que, eventualmente, podrían ser paraprestan más atención a la protección de la propiedad y  dos y registrados por culpà de este estereotipo estúpido.

                                9.9.                                                   23

Los críticos también lamentan que las patrullas veci-de la comisión de policía rehusaron intervenir a favor nales cumplen una doble función, en tanto que colegio           de los que les habían apoyado.

electoral cautivo de la política partidista. Como recono- A pesar de las resonancias retóricas de valores de ció el sargento West, «los jêfes de bloque son designadospioneros de un western de John Ford,. previo estiræ por oficiales de patrullas de policía, y el programa tien-miento de piel, las prácticas actuales de las patrullas de por supuesto a atraer a los elementos más favorablesde vigilancia y de los programas de protección comunia la policía de la población». Estos activistas pro-policía,  taria evocan frecuentemente más a los modelos de la en cualquier caso, no acostumbran a ser demográfica o  antigua Alemania Oriental o Corea del Sur, donde los culturalmente representativos de su vecindad. En las  informadores de la policía de cada bloque espían a sus áreas latinas pobres, los jefes de vigilancia suelen ser vecinos y están atentos a extraños sospechosos. con frecuencia anglos residuales de edad avanzada. En las áreas donde son mayoría los jubilados, los activistas Miniciudadelas y gerontócratas pro-policía son los típicos propietarios o caseros.

Aunque la normativa oficial supuestamente garantiza el Cuando comencé a estudiar las comunidades enrejacarácter apolítico de las patrullas vecinales, a los jefes das en el sur de California a mediados de los 80, era de bloque se les considera defacto trabajadores del dis- una tendencia ampliamente extendida entre vecindatrito electoral en Parker Center. En 1986, por ejemplo, rios muy ricos o entre nuevos desarrollos urbanos en el sindicato de policía acudía rutinariamente a las reu- la distante frontera metropolitana (v.g., las áreas que niones de las patrullas vecinales para hacer campaña Burgess describió como el «barrio residencial restringipara acabar con la mayoría liberal en el Tribunal do» o la «zona de paso»). Desde la rebelión de primaveSupremo del estado. ra del 92, sin embargo, docenas. de vecindarios resiLos nuevos «consejos consultivos de protección  denciales normales de Los Ángeles han solicitado el comunitaria», establecidos con posterioridad a la pali- 'É derecho a encerrarse y separarse del resto de la ciuza a Rodney King, apenas si resultan más indepen-dad. En palabras de un diario: «Si la moda de los 80 dientes. Aunque la comisión de reforma, encabezada i fueron las miniavenidas; los noventa nos pueden depapor Warren Christopher, criticó la falta de atención delrar un mercado en alza de miniciudadelas».

Departamento de Policía a las quejas de los ciudada- A pesar de que el crimen y la seguridad son las nos, no se preocupó de establecer consejos consultivos razones ostensibles, una mayor equidad sería el elegidos. Al igual que sucede con las patrullas ciuda- motivo de fondo. Algunos agentes inmobiliarios han danas, los miembros de los consejos sirven estricta-estimado que el «enrejamiento» podría hacer crecer el mente a los deseos de los jefes de policía locales.valor de las fincas en torno al 40% en diez años. Dado Cuando el consejo consultivo de Venice, por ejemplo,que las comunidades —incluyendo áreas de clase se atrevió a apoyar una propuesta legislativa (Propues-media negra como Windsor Village y Baldwin Hill ta F), en la primavera de 1992, auspiciada por la comi-Estates— compiten por recoger esta ganancia inespeSión de policía, pero rechazada por el sindicato de larada, la «Zona residencial IV» de Burgess empieza a policía, fueron objeto de las iras del capitán responsa-  parecer un panal fortificado, con cada vecindario ble de la Pacific Division. Los temerosos responsables  residencial encajonado ahora en su propia celda

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amurallada. En la mayoría de los casos, las asocia-  «Las huelgas estallaron en las plantas de montaje, ciones de propietarios locales también contratan poli-las vallas de protección fueron derribadas e incendiacías privadas de «respuesta armada» de una de lasdas, la venta de armas y sus precios aumentaron vernumerosas empresas multinacionales de seguridadtiginosamente en las áreas de población de más edad. especializadas en la seguridad de áreas residencia-  Los latinos jóvenes tachaban -a los mayores de ser les. Evidentemente, esto sólo acrecienta aún más el  parásitos, que habían disfrutado de todos los benefi«diferencial de seguridad» entre la ciudad interior ycios de la sociedad, cuando estos beneficios eran gralos barrios de los alrededores.

 tuitos, y que ahora continuaban alegremente gravando Las familias de tipo «nido vacío», sin hijos, son defen-a los trabajadores para poder mantener su estilo de soras particularmente apasionadas de los barrios de  vida. Las personas mayores tachaban a los jóvenes acceso restringido; y hay que subrayar que Los Ánge-latinos de extranjeros que se estaban apropiando de les no está solamente polarizada entre ricos y pobres,  unos beneficios que deberían ir a parar a las personas sino —para ser más precisos— entre jóvenes pobres aymayores, de no-americanos que amenazaban con diluir

viejos el lis -tàìnäñö--de de ricos. Los Ángeles El las censo familias- la de mayor 1990 y el disparidad tamaño mostraba de nacional enlas -la viviendas.metrú)Q_-entre               crimen, se la cultura preparaba la enfermedad americana, para el último y de sin personas asalto ley. Cada contra arrastradas una la de otra.»las partespor el



En las colinas del Westside ý HÓllywood, dondeA finales del verano del 92, la Administración de Caestuvo de moda la «mansionización», viejas familias lifornia dio un paso de gigante hacia la preparación de angloamericanas muy reducidas ocupan hogares cada  este escenario, cuando decidió cortar salvajemente el vez mayores, mientras que en el resto de la ciudad laspresupuesto para escuelas y servicios sociales. Los vez grandes menor.familias latinas se apiñan en un espacio cadademócratas capitularon ante la intransigencia del

de California se está convirtiendo engobernador republicano Pete Wilson, quien repetidaEl conjunto mente subrayaba que la cuestión subyacente «no era una gerontocracia y cualquier distopía post-Blade- la recesión actual, sino el factor demográfico». Wilson,

Tres Runner contradicciones de tendrá los más que de -importantes considerar clase, étnicas dëm-õgrafos la fusión y generacionales.e¥210siva del estadodemayor apoyando por supuesto, edad los (aún altos calculaba mayoría niveles que electoral) tradicionales los votantes no querían de anglos la educa-seguirde

realizaron recientemente el futuro una previsión En su sobre «hipótesislo queción estaban pública llenas en de California, niños latinos ahora y asiáticos. que las El escuelasvoto del

podría depararnos-

más del boomers año pesimista», 2030, anglos, a raíz una que de guerra viven que la en civil clase «ciudades estallaría de los viejos patrulladasalrededorbaby-  existencia derechos. de dos clases lo tanto, desiguales; efectivamente de ciudadanía ratificó y dela !kpresupuesto, por

por vigilantes» y confiscan la mayoría de las rentas de los impuestos para pagar sus servicios geriátricos, ha  Universos paralelos impuesto su mano de hierro sobre la inmensa clase

inferior de jóvenes latinos que viven en los «barrios sin  Burguess y sus tomaron el Chiluz ni asfalto».

cago de los años veinte como un vasto laboratorio de

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investigación, nunca tuvieron duda alguna acerca de En segundo lugar, la la cruda realidad de los fenómenos que estaban estu- zada cada vez amás en...paisajes_ simulados diando sistemáticamente. El método empírico se conju- temáticos, avenidas y barrios históricos— gaba perfectamente con la realidad empírica. La ima- cuentran separados físicamente-delxesto-de-la-metrópogen o mitografía de la ciudad no intervino como un  Todos los reyes filósofos postmodernos (Baudrillar, estrato significante en su favor; ni la Escuela de Chica- Eco, etc.), desde luego, coinciden en que Los Ángeles es go prestó atención alguna al papel critico desenpeñado la capital mundial de la hiperrealidad. Tradicionalmenpor la Exposición de Columbia como tipo ideal para el te, sus parques temáticos más importantes han sido desarrollo planificado de la ciudad. Aunque las Ferias primeramente simulaciones arquitectónicas de las pelíInternacionales de Chicago de 1892 y 1933 fueron par- culas o de la televisión. En el viejo zoológico Selig, por ques temáticos avant la lettre, la sociología urbana no  ejemplo, se puede penetrar en una selva preparada pudo_aún elaborar para la ciu- para Tarzán, mientras que en la granja de Knotts Berry dad como simulación. o en Calico, su ciudad fantasma; se puede participar Hoy en día no hay manera de sortear el problema. en un típico western. Disneylandia, por supuesto, La ciudad contemporánea se simula o alucina a sí mis- abrió sus puertas al «reino mágico» de las figuras anima de, como mínimo, dos manera decisivas. En primer madas y biografías históricas caricaturizadas.

lugar, en la era de la cultura y la economía electróni- Hoy, sin embargo, la ciudad misma —o más bien su cas, la ciudad se redobla a sí misma a través de la simulación. compleja arquitectura de sus redes mediáticas e infor- Con la reciente decadencia de la industria aeroespacial mativas. Tal vez, como sugiere William Gibson, los in- militar en el sur de California del Sur, el sector turístiterfaces de tres dimensiones de los ordenadores pron- co y de ocio se ha convertido en el mayor empresario to pernitirán a los paseantes postmodernos (o «cowboys regional. Pero a los turistas les repugna cada vez más de cónsola») desplazarse por la geometría luminosa de aventurarse en lo que perciben como la peligrosa «junesta ciudad mnemónica, donde las bases de datos se gla urbana» de Los Ángeles. Así, un directivo de MCA se han convertido en «pirámides azules» y «fríos brazos en quejaba recientemente: «En cada rincón de la calle hay espiral». alguien con un cartel: "Busco trabajo para comer" (y la Si esto fuera así, el ciberespacio urbano —en tanto que ciudad) ya no es divertida como antes».

simulación del orden informativo de la ciudad— será MCA_y Disney creel½qye la solución es recrear pedaesperimentado como s segregado y carente de espar zos vitales de la ciudad en el interior de límites segucio público tradicio- ros de hoteles-fortaÏeza y de parques temáticos rodea-nal. Southcentral LA, por ejemplo, es un agujero negrodos -•Eñ consecuencia, se está erigiendo mediático y de datos, sin programación de cable local o  gradualmente una Los Ángeles artificial. Se trata esenlinks hacia sistemas de datos superiores. De la misma cialmente de un archipiélago de burbujas bien vigilamanera que se convirtió en el gueto de alojamientos/das donde las olas de turistas pueden descansar, gastrabajos eventuales de la ciudad industrial de principios tar mucho dinero y «divertirse» de nuevo. Un inmenso del siglo XX, ahora evoluciona hacia un gueto electrónico ejército invisible de empleados mal pagados, que viven dentro de la emergente ciudad de la información. en batustans como Santa Ana Barrio (para Disney-

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land) o Lennox (para LAX) hace funcionar suavementemientras que su archicompetidor, MCA, respondió con el simulador. su propia versión idealizada del Boulevard y Rodeo Debido a que estos paisajes simuladosDrive de Hollywood en los Universal Studios de Florida. tre sí en cuanto a autenticidad, se produce una dialéc- Entretanto, la huida de Disney y Hollywood a Florida extraña. -Las simulaciones no tienden a copiar a contribuyó a deprimir aún más el estado real de Hollysu öriòina[ (dónde quiera ê*ištir), Sinö-qüë wood, al provocar su regresión al tiempo real. Después se copian entre sí2_Considérese, por ejemplo, las hiper- de agrias batallas con propietarios locales, los terrate-

realidades múltiples o exponenciales que implican lasnientes mayores consiguieron arrancarle a la ciudad la batallas corporativas por monopolizar Hollywood.autorización para invertir mil millones de dólares en restaurar el Boulevard de Hollywood. Según sus plaHollywood(s): los poderes de la simulaciónnes, el Boulevard se había de transformar en un parque temático lineal, enrejado, flanqueado por dos Durante los últimos setenta y cinco años se ha produ-megacomplejos de entretenimiento en cada extremo. cido un preocupante contraste entre el glamour dePero mientras los instigadores de este proyecto de Hollywood que le han proporcionado las películas y elredesarrollo aún estaban negociando con inversores desaliñado distrito de Hollywood. Las estrellas de laspotenciales, MCA le retiró la alfombra al Hollywood

películas, por supuesto, nunca han vivido en esta zonaRedux al anunciar que su enclave —producto de prác-


de edificios de viviendas, y la mayoría de los estudiosticas que rondan el fraude fiscal— Universal -City iba a grandes hace tiempo que se trasladaron a las afueras.construir una realidad urbana paralela denominada El que mejor describió el Hollywood real de los años«City Walk» (paseo de -la ciudad).

treinta fue Nathanial West: hogar de gente de malaConcebido por el maestro ilusionista Jon Jerde, City muerte, extras, obreros, tramoyistas y actrices venidasWalk es una «realidad idealizada», con las mejores visz a menos.tas Ãle Olvera Street, Hollywood y el Westside, sintetiEl Hollywood imaginado por el público cinematográfi-zadas en trozos «fáciles de digerir» para el consumo de co internacional, en consecuencia, ha permanecidoturistas y de residentes que «no necesitan • el excitante sutilmente asociado a este lugar homónimo por mediosonido de las balas silbando en sus oídos... en un país de rituales regulares (estrenos, los premios de la Aca-del Tercer Mundo» en el que se ha convertido Los Ángedemia, etc.) y la conversión mágica de una docena deles. City Walk acoge ejemplos de recreación de las misiolugares (el Bowl, Graumann's, etc.) en santuarios tu-nes, art decó, arte moderno simplificado y el «LA vernarísticos. Pero durante la última generación, conformecular» (el Brown Derby), así como plafones de tres Hollywood se fue convirtiendo en un suburbio hipervio-dimensiones, un inmenso King Kong azul coldgando. de lento, los rituales dejaron de hacerse y la magia se des-un tótem de 20 metros de altura, un centro de segurivaneció. Cuando decayeron los lazos entre el significan-dad con su sheriff. Para borrar la sensación de artificiote histórico y su significado, surgió la oportunidad desidad de esa mezcla, se le ha añadido una «pátina de vieresucitar Hollywood como un barrio más seguro. Fuejo» y un «poquito de suciedad».

así como Disney creó en Orlando un espejismo art decó«Empleando artimañas decorativas, los diseñadores imponente de la edad de oro de los estudios MGM;planean envolver esta calle flamante con una capa de

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historia instantánea —para el día de la apertura, algu-No habrá un final feliz semejante para el Los Ángeles nos edificios serán pintados de manera que parezcadel 2019 que se nos viene encima. El geógrafo postmoque ya habían estado habitados con anterioridad—. Se  derno ha observado Edward Soja que el sur de Caliesparcirán envoltorios de caramelos por el suelo, comofornia ya se encuentra limitado por un perímetro si los hubieran tirado los visitantes anteriores.»desértico casi sin interrupción, por enormes bases Los planificadores del redesarrollo de Hollywood aéreas militares, polígonos de tiro y zonas militares de inmediatamente respondieron a la construcción de acceso prohibido en el desierto. Por otro lado, otra cirCity Walk con un plan de embellecimiento de 4.300 cunferencia igual de inquietante se está extendiendo millones de dólares, que incluye pavimentar el Holly- en torno a este desierto del Pentágono.- Ahogándose wood Boulevard con unas losetas chillonas hechasbajo sus propios desperdicios, con sus cloacas que se con cristal reciclado. Pero ni tan siquiera acicalando ydesbordan y sus aguas costeras contaminadas, Los haciendo ostentoso el viejo bulevar tienen posibilidad Angeles se prepara para exportar su basura y su pelialguna de competir con la perfeccion hiperreal de la groso uso del suelo al este del Mojave y a la Baja colina de la Universal. Como los propietarios de MCA California. En lugar de reducir la producción de resise han tomado la molestia de subrayar, City Walk no duos peligrosos, la ciudad proyecta simplemente es «un centro comercial» sino «una revolución del con- «regionalizar» su gestión.

cepto de ciudad [. . . ] un nuevo tipo de barrio» —un Este cinturón tóxico incluye gigantescos terraplenes u simulador urbano. De hecho, ciertos críticos se pre-en Eagle Mountain (la antigua mina de hierro a cielo guntan si no se trata del equivalente moral de la bom-descubierto del Kaiser) y posiblemente cerca de Adeba de neutrones: la ciudad vaciada de toda experien-  lanto (una base aérea del ejército cerrada), el controcia humana vivida. Con sus falsos envoltorios devertido vertedero para residuos radiactivos de Ward caramelos y el resto de sus desperdicios, City Walk seValley, cerca de Needles, y el traslado de las industrias ríe burlonamente de nosotros, borrando de la realidadcontaminantes —como la fabricación de muebles o de cualquier rastro de nuestras alegrías, sufrimientos y  chapas metálicas— al cinturón de maquiladoras de trabajos.Tijuana. Las consecuencias medioambientales pueden ser catastróficas.

El cinturón tóxico Los 300.000 barriles de residuos nucleares que está  previsto depositar en las zanjas del cementerio nuclear ¿Cómo acabará esta pesadilla? A Burguess no le intere- de Ward Valley continuarán siendo mortales durante saban mucho las fronteras urbanas. Su diana Chicago 10.000 años. Supondrán un riesgo perpetuo de fugas simplemente se desvanecía en la «zona de paso» y, más de tritio radioactivo al cercano río Colorado, enveneallá, en el Cinturón del Maíz. Los limites urbanos de nando así la irremplazable fuente de agua de la mayor Distopía, sin embargo, son un problema intrínseco fas-parte del sur de California. A su vez, el inmenso vertecinante. En Blade Runner, hemos de recordar, la mega-dero de basura de Eagle Mountain —3,5 kilómetros de lópolis oscura da paso inverosímilmente, en su límite largo, 1,5 de ancho y 700 metros de profundidad— no exterior, a Ecotopía —bosques siempre verdes y una sólo contaminará el agua potable, sino que también vida salvaje en libertad. creará una cortina tóxica de contaminación atmosféri-

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ca sobre la mayor parte del este de Riverside County. Mientras tanto, la huida de industrias peligrosas entre las cuales figura buena parte de .la producción petroquímica de LA— hacia el otro lado de la frontera aumentará los riegos de catástrofes tipo Bhopal. 6

En resumen, la formación de ese cinturón de residuos acelerará la degradación del medio en todo el oeste americano (y en una parte de México). Hoy, un tercio de los árboles de las montañas de Carolina del Sur han muerto ya por la contaminación y las especies animales desaparecen rápidamente en el desierto contaminado de Mojave. Mañana, los vertidos radioactivos o cancerígenos de Los Ángeles podrán destruir la vida incluso hasta Utah o hasta Sonora. El cinturón tóxico será una zona de exterminio.

Antes de despertar

Para finalizar y dejando atrás todas los diagramas analogías burguessianas, ¿cuál será el destino real de Los Ángeles? ¿Podrán las nuevas tecnologías de vigilancia y represión estabilizar las relaciones raciales y de clase, superando el abismo de las nuevas desigualdades? ¿Se convertirá la ecología del miedo en el orden natural de la ciudad norteamericana del siglo XXI? ¿Serán algún día las alambradas cortantes y las cámaras de seguridad la fragancia de sensaciones de la vida en las afueras de la ciudad, lo mismo que los vallas de estacas blancas y los perros llamados Spot?

Puede sernos útil una perspectiva global. En el 2019, Los Ángeles será el corazón de una galaxia metropolitana de entre 22 y 24 millones de personas entre el sur de California y la Baja California. Con Tokio, São Paulo, México D.F. y Shanghai, representará una nueva forma evolutiva: la de las megápolis de 20 a 30 millones de habitantes. Es necesario subrayar que no estarnos hablando solamente de especímenes mayores

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de un viejo modelo familiar, sino de una forma absolutamente original, inesperada, de vida social.

Nadie sabe, de hecho, si los sistemas físicos y biológicos de esas dimensiones y de esa complejidad son efectivamente viables. Numerosos expertos creen que las megápolis del Tercer Mundo acabarán, como mínimo, por provocar holocaustos ecológicos y/o por estallar en guerras civiles urbanas. De hecho, el nuevo orden mundial actual ofrece ciertamente bastantes ejemplos de desintegración social total —de Bosnia a Somalia— como para alimentar el temor realista de un apocalipsis de las megápolis.

Si Tokio consigue demostrar ser una excepción, a pesar de los desastres naturales inevitables, esto será sólo a costa de niveles extraordinarios de inversiones públicas, abundancia privada y disciplina social (y porque Japón es culturalmente una sociedad mucho más urbana que las sociedades suburbides). En los últimos tiempos, en cualquier caso, Los Ángeles ha empezado a parecerse a Sâo Paolo y México D.F.- más que al postmoderno Tokio-Yokohama.

Naturalmente, a un Gobierno demócrata- en Washington le sería teóricamente posible invertir durante la próxima década la decadencia urbana mediante el recurso masivo a numerosas obras públicas. Pero continuará siendo extraordinariamente difícil obtener el apoyo del Congreso para los centros urbanos californianos, mientras el déficit de la era Reagan continúe siendo la cuestión central de la política nacional. De hecho, el principal legado del movimiento Perot —la rebelión electoral, que fue más lejos en:75 años— tal vez sea, precisamente, el nudo gordiano fiscal que éste consiguió apretar todavía más alrededor de cualquier resolución de la crisis urbana.

Si las esperanzas de una reforma urbana, despertadas con precaución a partir del terremoto Clinton, son ahogadas de nuevo, ello no hará más que acelerar las

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tendencias descritas en este texto. Puesto que, en elción de una inmensa jaula de seguridad alrededor de

caso específico de Los Ángeles, donde la recesión ya setodo el centro de la ciudad. En Los Ángeles, un esfuerha llevado una quinta -parte de los empleos industria-zo preventivo comparable —habría que cerrar las vías les, no es muy previsible la ayuda privada. Incluso losrápidas, fortificar fuertemente los servicios públicos, modelos econométricos tradicionalmente optimistas delas refinerías de petróleo, los oleoductos y los centros las escuelas de administración de empresas predicencomerciales— no sólo costaría centenares de millones ahora un hundimiento regional «al estilo de Texas»de dólares, sino que además disolvería la ciudad como que duraría hasta 1997, mientras que los analistas deunidad funcional.

la Southern «California Association of Governments El sistema de autopistas urbanas de Los Ángeles hablan de una tasa de desempleo constante del 10 algarantiza de hecho al futuro terrorista urbano lo que

12% para los próximos veinte años.las selvas tropicales o los picos de los Andes ofrecen al Con los sueños dorados se evapora la fe en las refor-guerrillero rural: un territorio ideal.



mas sociales no violentas. Si las revueltas del últimoSi continuamos permitiendo que lÕs centros de año han sentado un precedente, la violencia vecinalnuestras ciudades degeneren en un Tercer Mundo crianómica puede empezar a transformarse en una violen-minalizado, ni siquiera las ingeniosas técnicas de cia política más organizada. Tanto los polis como losseguridad, actuales y futuras, podrán salvar a la preomiembros de las bandas están hablando ya, como de uncupada clase media. El estruendo del primer coche hecho dado espeluznante, acerca de la inevitabilidad debomba que estalle en Rodeo Drive o delante del ayunalguna forma de guerrilla urbana. Y a pesar de todos lostamiento nos despertará de lo que no era más que un muros que puedan circundar los barrios residenciales y  mal sueño y nos enfrentará a nuestra pesadilla real. los espacios vigilados —aún incluso con el futuro ojo de la policía en el cielo— que se extienden por Los Ángeles, ésta no dejará de ser una metrópolis especialmente vulnerable a los sabotajes estratégicos.

Como han demostrado los ejemplos de Belfast, de Beirut y, más recientemente, de Palermo y de Lima, el coche bomba es el arma del terror anónimo por antonomasia (o, tal como -dijo una vez un experto en contrainsurgencia, el «sustituto pobre de una fuerza aérea»). Fueron coches bomba quienes redujeron la mitad de Beirut a un montón de ruinas, arrasaron un barrio conocido como «el Beverly Hills de Lima» o masacraron a los funcionarios públicos mejor protegidos de Italia.

Si el Ejército británico, y sólo éste, acabó por impedir que los Coches bomba entrasen en Belfast, fue solamente después de años de esfuerzos y de la construc-

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Los Ángeles sólo fue el principio

La hoguera de las ilusiones

Los Ángeles: un transporte de tropas blindado ocupa la esquina de la calle —un gran sapo feo, como dice Emeterio, un chaval de nueve años. Sus padres recuerdan con ansiedad, casi en susurrando, a los desaparecidos: a Raúl, de Tepic, o al gran Mario; la hija de los Flores o al primo de Ahuachapán. Como todos los salvadoreños, saben por experiencia a qué atenerse con respecto a las «desapariciones»; se acuerdan de la guerra, en su país, de los cuerpos sin cabeza y del hombre al que le metieron su propia lengua por un agujero que le abrieron en la garganta, de forma que parecía una especie de corbata. Es por todo eso que ahora viven aquí, en el código postal 90057, Los Ángeles, California.

Ahora, les toca contar a los amigos y vecinos, salvadoreños o. mexicanos, que han desaparecido bruscamente. Algunos están todavía en las cárceles del condado, como tantos otros granos de arena morenos perdidos entre el resto de los 12.545 supuestos saqueadores e incendiarios encarcelados después de lo que fue- el levantamiento popular más violento de los Estados Unidos desde que los irlandeses pobres quemaron Manhattan en 1863. Los que no tenían papeles están probablemente ya de regreso a Tijuana, sin blanca y desesperados, brutalmente separados de sus familias y de su nueva vida. Contraviniendo la política

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municipal oficial, la policia entregó al INS (Servicio de Inmigración) a centenares de desafortunados saqueadores sin papeles destinados a ser expulsados antes incluso de que la ACLU y las asociaciones defensoras de los derechos de los inmigrantes se dieran cuenta de que estaban detenidos.

Durante días, la televisión sólo habló de la «rebelión de South Central», del «furor negro» y de las bandas negras como los Crips y los Bloods. Pero los padres de Emeterio saben que cientos de sus vecinos del barrio de MacArthur Park —en el que vive un 10% de todos los salvadoreños del mundo— también saquearon, quemaron, se saltaron el toque de queda y acabaron en la cárcel (un informe de las autoridades policiales sobre las detenciones efectuadas en la revuelta revela que el 45% de las personas detenidas eran latinoamericanas, el 41% negras y el 12% blancas, el 60% de las cuales no tenían- antecedentes penales). También saben que la primera revuelta multirracial de dimenSión nacional tuvo tanto que ver con estómagos vacíos y con corazones rotos como con la brutalidad policial o con Rodney King. 7

La semana que precedió al levantamiento había sido más calurosa de lo normal en esas fechas. Al caer la noche, la gente se quedaba en su terraza o en flas calles hablando de los problemas que se les venían encima. En ese barrio (MacArthur es el Harlem hispano de Los Ángeles), más poblado que el centro de Manhattan y más peligroso que los barrios bajos de Detroit, haymás miembros de bandas o drogadictos adictos al crack que electores y la gente es experta en el afte de evitar _ todo tipo de desastres... Sin embargo, reinaba una atmósfera de angustia poco habitual.

Demasiada gente había perdido su trabajo: peones, conductores de autobús, obreros o cortadores en los talleres de confección —trabajos a 5,25 dólares (800 pesetas) la hora. En dos años de recesión, el paro se

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triplicó en los barrios de inmigrantes de Los Ángeles.abril, las autoridades cometieron dos errores: cerrar

En Navidad, más de veinte mil mujeres y niños, espe-las escuelas y por lo tanto lanzar a los niños a la calle; cialmente latinoamericanos, habían hecho cola toda lay anunciar a continuación que la Guardia Nacional iba noche bajo el frío para un pavo barómetro y una mantade hacia allí desde para colaborar el atardecer en la hasta imposición la madrugada.de un toque

repartidos por las obras de caridad. Otro de queda

la angustia del ambiente es el número constantementeMiles de personas recibieron esa noticia como una

creciente de colonias de compañeros sin techo e incluso instala-a  ral última de bienes. llamada Los a participar saqueos en se la extendieron redistribución como gene-un dos en las laderas desoladas de Crown Hill,

orillas del. río de LA, cuyas aguas contaminadas utili- reguero de pólvora a través de Hollywood, Mid-Wilshire zan para lavarse y para cocinar. y MacArthur Park, igual que en ciertos barrios de Echo Puesto que los padres han perdido su empleo o sólo Park, Van Nuys y Huntington Park. Al mismo tiempo encuentran pequeños trabajos precarios y sobreviven que los incendiarios causaban en todas partes terrigracias a los subsidios familiares, pesa sobre los ado- bles destrucciones, la multitud que saqueaba era lescentes una fuerte presión para que proporcionen a arrastrada por una evidente moral de la economía. Tal la familia unos ingresos complementarios. El instituto como me contó una mujer de mediana edad: «Robar es de Belmont es el orgullo de la «pequeña América Cen- pecado, pero aquello era como un gran concurso de tral» pero. con cerca de cuatro mil quinientos alumnos, televisión en el que todo el público ha ganado». Al con-

se encuentra fuertemente superpoblado, las y zonas. diferentesotros Másdos   trario dor los cuales de que Madonna iban los saqueadores en y monopatín), otras piezas de Hollywood que de robaron ropa (algunos interior el sujeta-ende



mil jóvenes tienen que repartirse entre escuelas de San Fernando Valley o de otras de siete mil niños en edad escolar de la región de Frederick's, las masas de MacArthur Park se abasteBelmont han dejado la escuela. Algunos se han metidoen el cieron más bien prosaicamente de bienes de primera en la vida loca de la cultura de las bandas (sólo necesidad como pañales e insecticida matacucarachas. distrito escolar que abarca Belmont High se cuentan Una semana después, MacArthur Park estaba en un centenar de bandas), pero la mayor parte se con- estado de sitio. La gente era invitada a denunciar, a

tenta, en una economía recesiva, con buscar un traba-  través de un número de teléfono de acceso gratuito, a jo estable con un salario mínimo. de Mac- aquellos de sus vecinos o conocidos sospechosos de La gente con quien conversé en el barrio  haber participado en los saqueos. Las unidades de éli-

Arthur Park, como los padres de Emeterio, desgracia, hablabande la  te Guardia de la Nacional, policía de registraban Los Ángeles, los suburbios apoyadas en por buscala

todos de ese sentimiento general de percepción de un futuro ya echado a perder. La revuel-  de mercancías robadas mientras que destacamentos

ta sobrevino como una fabulosa oportunidad le chocó la violencia.de televi-redis-de llaban la Policía las calles. de Fronteras Los padres provenientes. desplegaban de Texas esfuerzospatru-

tribución. A la gente al principio                                            

Después se sintió hipnotizada por las imágenes South Centralfrenéticos para encontrar a sus hijos desaparecidos, sivas de la multitud multirracial de como Zuly Estrada, un chico de catorce años, dismicogiendo montañas de mercancías apetecibles sin 30 quedenuido psíquico, que se cree que fue expulsado a la policía interviniera. Al día siguiente, jueves  México.

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Mientras tanto, miles de saqueadores languidecían¿Una intåfada negra?         en las cárceles del condado —desgraciados recogedo- res de migajas la mayor parte de ellos, detenidos al díaTak, alias «Little Gangster», no consigue disimular su siguiente del saqueo mientras registraban las ruinassorpresa de encontrarse en presencia de una delegahumeantes y completamente incapaces de pagar unasción de los Crips de Inglewood en una sala de la mezfianzas absurdamente elevadas. A un hombre, captu-quita del Hermano Aziz. El guapo Tak, un «duro» de los rado con un paquete de pipas y dos cajas de leche, seBloods de Inglewood, con Veintidós años, se parece le fijó una fianza de 15.000 dólares (2.250.000 pese-más a un ángel negro pintado por Miguel Ángel que a


tas); a otros cientos, acusados de actos criminales, lesun personaje de la película Boyz'N the Hood; tiene cayeron dos años de cárcel en firme. La acusacióntodavía dos balas disparadas por los Crips en su cuerreclamó treinta días de cárcel por una simple violaciónPO, «y ellos se llevaron también unas cuantas de las del toque de queda, incluso para los sin techo quemias». Los Crips y los Bloods, cuyos colores distintiviven en la calle o para hispanófonos que no habíanvos, el rojo y el azul, son considerados emblemas trisido informados de éste. Ésas son las «malas hierbas»bales, evocan juntos recuerdos del patio del colegio. que George Bush dijo que había que extirpar de nues-Hasta ahora estaban sobre todo acostumbrados a tras ciudades, antes de regenerarlas gracias a lashablar con sus automáticas, en una guerra que dividió «buenas semillas» que serían las zonas especiales deInglewood —un agradable suburbio de mayoría negra empresas y las ventajas fiscales para compañías priva-del sudoeste de LA, donde juega el equipo de balonces-

das.  to de los Lakers— e hizo correr 'un río de sangre adoCada vez se extiende más el temor de que la comuni-lescente. A partir de ahora, como explica Tak, «cada

dad entera se convierta en chivo expiatorio. Desde eluno sabe a qué atenerse. Si no dejamos ahora de principio de la recesión, las reivindicaciones xenófobas  matarnos entre nosotros para unirnos como negros, de cierre de fronteras se extienden por todo el sur cali-  no lo haremos nunca».

forniano. En Orange County, una banda de linchado-  Aunque fueran el imán Aziz y la Nación del Islam los res, dirigida por Dana Rohrabacherm, diputado repu-  que presidieron oficialmente el establecimiento de la blicano de Huntington Beach, exige la expulsiónpaz, las manos que «ataron los pañuelos rojos y azules

 inmediata de todos los inmigrantes sin papeles deteni-  en una trenza negra» hay que buscarlas en realidad en dos durante los disturbios. Por su parte, el demócrataSimi Valley —lugar donde se dio el veredicto del asunde izquierda Anthony Beilenson, jugando al Le Pen deto Rodney King. A las pocas horas de la primera agreSan Francisco Valley, propone retirar la nacionalidadSión contra automovilistas blancos en el cruce de las norteamericana a los niños nacidos en Estados Unidoscalles Florence y Normandie, en pleno territorio -de la de padres inmigrantes ilegales. Como dice Roberto In-banda Crip de Eight Trays, la guerra incesante entre vato, del Centro Americano para los Refugiados delos Bloods y los Crips, alimentada por ajustes de cuenMacArthur Park: «Nos hemos convertido en las coba-tas y por miles de homeboys muertos, se «suspendió» yas, los judíos del laboratorio militarizado en el queen todo Los Ángeles y en los.suburbios negros adyaGeorge Bush experimenta su nuevo orden urbano».centes de Compton y de Inglewood.


Al contrario que la revuelta de 1965, que asoló el sur de Wats y permaneció principalmente centrada en el barrio este, el más pobredel gueto, la revuelta de 1992 alcanzó su punto culminante a lo largo de Crenshaw Boulevard, el verdadero corazón del barrio negro más rico del oeste de Los Ángeles. La cobertura televisiva de las razones de aquella revuelta de la cólera, a pesar de la apariencia de inmersión en la realidad que suscitó con sus helicópteros y sus cámaras de vídeo, era todavía más retorcida que el metal fundido de los centros comerciales devastados de Crenshaw. La mayoría de los periodistas —de los «saqueadores de imágenes», tal como se les llama ahora en South Central—, mientras recorrían los escombros de vidas que no tenían ningunas ganas de comprender, se contentaron con adornar las versiones oficiales acerca de los suburbios. Un violento calidoscopio de una desconcertante complejidad se hizo encajar en un argumento simple y categórico: la legítima rabia provocada por el veredicto del asunto Rodney King, manipulada por peligrosos criminales y transformada en un asalto insensato contra su propia comunidad.

La televisión local imitó así, probablemente sin con ciencia de ello, la actitud de la comisión McCone, que en 1965 había concluido sumariamente que la revuelta de Watts esencialmente podía cargarse en la cuenta de un puñado de gamberros. Más tarde, sin embargo, una investigación minuciosa de la UCLA reveló que la «revuelta de la chusma» era en realidad un levantamiento popular que implicó a quince mil adultos pertenecientes al proletariado urbano y a sus hijos adolescentes. Cuando la lista de las detenciones consecutivas al levantamiento de 1992 sea analizada, confirmará probablemente también la opinión más extendida entre los habitantes de los barrios afectados: todos los sectores de la juventud negra —miembros o no de bandas, buppies (Black Urban Profesionals, jóvenes ejecutivos

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negros) o margina\es— tomaron parte en los desórdenes.

A pesar de que, en Los Ángeles como en otras partes, la clase media negra se ha alejado socialmente y

geográficamente de la clase obrera negra víctima de la desindustrialización, la Operación Hammer (martillo) del LAPD (Departamento de Policía de Los Ángeles) y otras operaciones antibandas con su cupo de interrogatorios masivos e indiscriminados de jóvenes (con el fin de almacenar sus datos en un fichero informatizado de bandas, que se reveló útil para buscar casa por casa a los «dirigentes» del levantamiento), han contribuido a criminalizar a la juventud negra- sin distinción de clases. Entre 1987 y 1990, el LAPD y la policía del condado detuvo en redadas a más de cincuenta mil «sospechosos». Incluso los hijos de médicos o de abogados de View Park y de Windsor Hill fueron obligados a «morder el polvo», y así tuvieron ocasión de probar algunas de las humillaciones que los homeboys de los suburbios sufren todos los días. Tales experiencias refuerzan el prestigio de las bandas (y de sus poetas oficiales, los rapers y miembros de bandas Ice Cube o Nigger With An Attittitude), cuyos miembros son percibidos como los héroes de una generación fuera de la ley.

Si el levantamiento tuvo una amplia base social, fue la participación —o más bien la cooperación— de las bandas lo que le dio su intensidad y su organización. La revuelta de Watts había sido un huracán que arrasó un centenar de manzanas a lo largo de Central Avenue: el levantamiento de 1992 fue un tornado no menos destructivo, pero que serpenteó en zigzag a través de las zonas comerciales del gueto y más allá. Los medios de comunicación, en su mayor parte, no atribuyeron ningún significado a ese trayecto, que a sus ojos no fue más que una orgía de destrucción, ciega y nihilista. En realidad, los incendios eran implacablemente sistemáticos. El viernes por la mañana, el 90% de las

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tiendas de comestibles y de alcohol y de los pequeños súpers, regentados por coreanos, habían sido saquea-

dos. Abandonados por el LAPD, que no hizo ningún intento por proteger los pequeños comercios, los coreanos sufrieron la destrucción total o parcial de dos mil tiendas, desde Compton hasta el corazón mismo de Koreatown. Uno de los primeros en ser atacados —a pesar de que irónicamente no fue destruido— fue la tienda en la que una chica de quince años, Latasha Harlins, había muerto de un tiro en la nuca que le disparó el tendero coreano Soon Da Ju después de una discusión sobre una botella de zumo de naranja de 1,7 dólares. La chica murió apretando en su mano el dine-

ro de la botella.

Latasha Harlins. Un nombre muy poco citado en la televisión, que sin embargo es la clave de la confrontación catastrófica entre la comunidad negra y la coreana de Los Ángeles. Desde que la juez Joyce Karlin, una blancas dejó en libertad a Da Ju a cambio del pago de una multa de 500 dólares y de algunos trabajos comunitarios —lo que significaba que quitar la vida a una niña negra no era mucho más grave que conducir borracho—, una explosión de violencia interétnica se hizo inevitable. Los numerosos conatos de levantamiento que habían tenido lugar el invierno precedente ante el tribunal de Compton constituyeron los primeros síntomas del vivo resentimiento de la comunidad negra por la muerte de Latasha. El miércoles y el jueves del levantamiento, oí repetidas veces en las calles de South Central: «Es por nuestra hermanita. Es por Latasha» ,

El peso relativo de las distintas afrentas en el seno de la comunidad es difícil de valorar. Rodney King es el símbolo que relaciona el racismo desenfrenado de la policía de Los Ángeles con la crisis que golpea el estilo de -vida de los negros un poco por todas partes, de Las

Vegas a Toronto. Evidentemente, hoy está claro que el

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asunto Rodney King constituye un punto de ruptura en la historia norteamericana tal vez comparable a lo que fue el asunto Dred Scott: un verdadero test a esa ciudadanía completa por la que los afroamericanos han luchado durante cuatro siglos.

Pero en su base, entre la juventud de las bandas sobre todo, el asunto no tiene esa dimensión simbóli- ca. Como me dijo un Blood de Inglewood: «¿Rodney King? iMierda! Todos los días la pasma golpea a mis colegas como si fueran perros. Este levantamiento es por todos los compañeros asesinados por la pasma, por nuestra hermanita asesinada por los coreanos, por los veintisiete años de opresión... El asunto Rodney King sólo fue el detonador».

Al mismo tiempo, los que habían predicho que el próximo levantamiento en Los Ángeles sería literalmente apocalíptico- se equivocaron. A pesar de las miles de exhortaciones fluorescentes a «matar a los polis» pintadas en los muros de South Central, las bandas se abstuvieron de desencadenar una guerrilla urbana total, a pesar de tener los medios (formidables) para dirigirla. Como en 1965, no hubo policías mueru tos y muy pocos fueron heridos.

Esta vez toda la potencia de choque de las bandas se concentró en el saqueo y la devastación de las tiendas coreanas. Latasha Harlins fue el pretexto apasionado, pero no fue el único en el orden del día. Yo vi una pintada en un muro de South Central que anunciaba: «Primer día: quemamos. Segundo día: reconstruimos». El único político de talla nacional que muchos Crips y Bloods parecen tomar en serio es el -naciònalista negro 1-nuis Farrakhan, cuyo proyecto de autodeterminación económica goza de amplia aprobación (Farrakhan, por otro lado, no ha preconizado nunca la violencia como un medio de conseguirla). En la cumbre de bandas de Inglewood que se celebró el 5 de mayo oí frecuentes referencias a un capitalismo negro que renacería de las

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cenizas del comercio coreano. «Al fin y al cabo —me confió más tarde un exCrip—, no quemamos nuestra comunidad, sólo sus tiendas». Mientras tanto, la policía y los que organizan la ocupación militar de Los Angeles no dan ningún crédito a una transformación pacífica, todavía menos por vía empresarial, de la cultura de las bandas negras de Los Ángeles. Las tendencias ecuménicas de las que dan prueba los Crips y los Bloods constituyen la peor pesadilla de las fuerzas del orden: la -violencia de las bandas no se ejercería ya al azar, sino que se transformaría en una especie de intifada negra. La policía de Los Ángeles recuerda demasiado bien que los levantamientos de Watts en 1965 engendraron una Lrcgua entre las bandas de la que nació la. rama dc Los Ángeles del Partido de los Panteras Negras. Como para dar cuerpo a esos temores, la  policía hizo circular la fotocopia de un panfleto anónimo —y tal vez falso— que llamaba a la unidad de las

bandas y a la venganza: «Ojo por ojo. Por un negro hefido. mataremos a dos polis del LAPD»

Los Ángeles prende fuego a Las Vegas

El fin de semana del Memorial Day había sido frenético en Las Vegas y finalizaba anunciando una tormenta. Unos rayos primaverales bailaban entre las negras nubes encima del pico Charleston y del valle del Fuego. Mientras que algunas gotas de lluvia grandes como monedas de dólar de plata empezaban a estrellarse en las aceras, los cajeros extenuados de los casinos contaban la recaudación del fin de semana: doscientos cincuenta millones de dólares. Cincuenta mil parejas de domingueros recién casados se lanzaban, parachoques contra parachoques, al desierto de Mojave para recorrer los cuatrocientos kilómetros que separan Ivanpah Dry Lake de los confines de Los

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-pequeño parque del noroeste de la ciudad, centenares de Crips y de Bloods, ignorando la tormenta amenazadora, asaban alegremente unas costillas de cerdo y hacían circular de mano en mano unas botellas de cerveza. Ese día, un poco más temprano, docenas de bandas hasta entonces enemigas y llamadas Anybody's Murderers (ABM, asesinos de cualquiera), Donna Street Crips o North Town Bloods se habían reunido en un cementerio cercano para pactregua entre bandas y poner flores en las tumbas de sus homeboys (había habido en Las Vegas treinta y siete muertes violentas atribuidas a las bandas). En ese momento, los antiguos enemigos bromeaban e intercambiaban chistes y nuevas letras de canciones rap.

Pero las reuniones de más de tres personas, aunque sean pacíficas, estabán prohibidas desde el 17 de mayo anterior por orden del sheriff, tanto en los barrios negros de Las Vegas oeste como en los cercanos suburbios obreros de Las Vegas norte. Para hacer respetar esa decisión excepcional, la policía de la ciudad había dispuesto delante de Valley Park View tres transportes de tropas blindadas VI 00 llegadas de la base aérea vecina. Y cuando algunos chicos más rebeldes se negaron a dispersarse, la policía les roció con gases lacrimógenos y granadas. Los «levantamientos» de Las Vegas volvían a empezar, por cuarto fin de semana consecutivo, desde que el veredicto del asunto Rodney King había encendido la pólvora de la rabia negra...

Las reglas han cambiado, negro.»

Una hora después, encontré a algunos de los heridos en. el aparcamiento de un centro comercial incendiado. Ante una muchedumbre fascinada, Yolanda, de diecisiete años, mostraba una herida sanguinolenta en la pierna, mientras que su novio David temblaba de excitación, agitando una especie de lata de consenras verde

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oliva aplastada. «¿Mira esto!», me ordenó, vagamente amenazador, metiéndome el proyectil incriminado bajo la nariz. Leí la inscripción en voz alta: «Modelo 429, Thunderflash, granada de efecto de soplo».

«iSólo estábamos haciendo un pícnic, nada más que un jodido pícnic pacífico!», repitió David. Algunos jóvenes me miraban con dureza, sin pestañear. Alguien lanzó una botella de cerveza «Colt 45» a los setos. Entonces un chico enorme en chándal me cogió por el brazo. «Será mejor que te abras, tío. Si quieres una entrevista, vuelve mañana, te contaré todo lo que puedes saber de este jodido agujero de Las Vegas». Le pedí su nombre. Se echó a reír: «Llámame simplemente Nice D., de la banda Crip de Valley View, ¿vale?»

Al día siguiente, fui a buscar a Nice D. Las Vegas oeste (20.000 habitantes) está en las antípodas de las áreas recreativas del centro de la ciudad y de los bulevares. Es un arrabal un tanto aburrido sin ningún hotel, ni casino, ni supermercado, ni banco. Ni siquiera tiene una línea de autobús. En realidad, igual que South Central en Los Ángeles, se parece enormemente al estereotipo mismo del gueto. Sin embargo, al estilo de South Central en Los Ángeles, no se parece mucho a la idea que uno se hace de un gueto del nordeste; sus casitas no disponen de césped ni de piscina como las de los barrios blancos, pero parecen estar cariñosamente cuidadas, protegidas del calor ardiente del desierto por  bosquecillos altos. Incluso los austeros HLM de Gerson Park tienen un aire ordenado que contrasta con su pobreza.

Encontré a Nice D., un chico de veinte años, cerca de las ruinas de la Nucleus Plaza —lo más parecido a un centro comercial que se encuentra en los barrios del oeste. Me habló de la noche del 30 de abril, cuando la manifestación se convirtió en levantamiento y las bandas empezaron a saquear y a regar de cócteles molotov varios edificios entre los cuales estaba Na tienda Super 8, que pertenecía a unos coreanos, justo en medio de la plaza. «Un joven hermano [Isaiah Charles Jr.l se metió dentro para sacar a una niña. Ella consiguió salir, pero Isaiah quedó atrapado cuando el techo se hundió. Los bomberos ya se habían ido, o sea que el fuego duró mucho rato...» Me mostró los restos carbonizados de una clínica para enfermos de SIDA que también era una oficina de la NAACP (Organización Nacional para el Progreso de la Gente de Color).

Aunque en comparación a las de Los Ángeles (alrededor de mil millones de dólares de destrozos), las pérdidas debidas a los incendios én Las Vegas (5 millones de dólares) fueran mínimas, la rabia pura de los enfrentamientos fue aún más intensa. Las circunstancias del inicio de los hechos son de una ambigüedad digna de Rashomon, hasta el punto de que no haya tercera parte capaz de resolver sus contradicciones. Todos están dispuestos a aceptar que los enfrentamientos del 30 de abril no empezaron antes de les 19,30 horas, cuando la policía hizo uso de granadas lacrimógenas para hacer retroceder a unos centenares de jóvenes negros llegados de Westside que intentaban alcanzar el centro de la ciudad. A partir de ese momento, las versiones difieren en todo —la de los periódicos locales, casi completamente basada en los informes de la policía, y la de la calle, la de los jóvenes negros como Nice D.

El teniente de la policía Steve Franks (que después, durante el segundo fin de semana de levantamiento, mataría a un adolescente) declaró entonces: «Disponíamos de información según la cual, si ese grupo hubiera alcanzado el centro de la ciudadl estaban decididos a incendiar los hoteles. Sin nosotros esta ciudad habría sido pasto de las llamas». Para Nice D. «es una pura tontería... Sólo intentábamos protestar por el veredicto del asunto Rodney King y contra el apartheid que se ejerce aquí en Las Vegas. La policía se sirvió del primer pretexto para tomarla con nosotros».

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Después de dispersar la manifestación, la policía cerró la mayor parte de Las Vegas oeste y encañonaba a

cualquiera que se acercara a las barreras. Mientras tanto, cientos de jóvenes se habían reagrupado cerca del depósito de Gerson Park, donde la banda local de los Kingsmen había organizado una fiesta improvisada para las distintas bandas Crip y Blood que se habían puesto de acuerdo el día anterior —aparentemente influenciadas por las noticias de Los Ángeles— para dejar de pelearse entre sí. Según Nice D., un coche de policía arremetió contra la gente que estaba en la fiesta: «la gente se volvió loca. Empezaron a tirar piedras y botellas, y uno de los compañeros sacó un arma y empezó a disparar». La muchedumbre rabiosa quemó la oficina local del Pardon and Parole Board (la oficina de la libertad condicional), mientras que otros grupos atacaban las  tiendas y las gasolineras con cócteles molotov.

El teniente Franks afirmó que algunos francotiradores «se escondían en los árboles y en los tejados y utili- zaban escudos humanos cuando empezaron a disparar. Aquellas ratas de cloaca se rodearon de niños para abrir fuego contra los vehículos de la policía». Otro portavoz de la policía declaró que algunos miembros de una banda intentaron llevarse a un niño pequeño de una familia blanca que vivía en una calle de mayoría negra. No encontré a nadie que confirmara esas historias siniestras que los periódicos locales no dejaron, sin embargo, de propagar sin ningún tipo de verificación entre sus

lectores blancos horrorizados. Los reportajes posterio- res no mencionaban por otro lado a nadie, entre las 111 personas detenidas, que fuera sospechoso de esos crí- menes.

Al mismo tiempo, los medios de comunicación, como en el caso de Los Ángeles, evitaron cuidadosamente cualquier referencia a los abusos policiales que jalona- ron los disturbios. Nice D., en todo caso, guardó de ellos un vivo recuerdo. «Mis amigos y yo nos fuimos cuando

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empezaron los disparos —me confió—. Nos hicieron

parar el coche al cabo de unos cientos de metros. Cuando preguntamos qué habíamos hecho mal, un poli enorme como un toro me dijo: "Las reglas han cambiado, negro", y me golpeó en la cara con su pistola. Estuve cinco días en la cárcel por obstrucción y, como los polis habían tirado mis papeles de identidad y mi carné de la seguridad social, perdí mi trabajo en el fast-food Carl's Junior».

D. salió de la cárcel justo a tiempo para asistir al resurgimiento de la violencia, el IO de mayo. De nuevo los jóvenes se juntaron cerca de Gerson Park para jugar al softball y hacer una fiesta. La policía llegó en un transporte de tropas blindado y empezó a disparar balas de goma a la gente. El fin de semana siguiente se repitieron los mismos acontecimientos: un pícnic de bandas en el Centro Comunitario de Doolittle degeneró en una salvaje pelea de toda una noche entre la policía y sus máquinas blindadas, de un lado, y cientos de jóvenes rabiosos, del otro.

Nice D. cree que estos enfrentamientos, que se han vuelto rituales, serán cada vez más -violentos a lo largo del verano. Como los demás jóvenes negros con los que hablé, cree que John Moran, el sheriff del condado de Clark, «hará todo lo que pueda, cualquier cosa, para romper el proceso de unificación de las bandas». D. está además convencido de que un reciente drive„by-shooting (disparar contra un coche sin detenerse), que hirió a cuatro miembros de los Rollin'60's, una rama local de los Crips, fue organizado por la policía. Los jóvenes recuerdan también con sarcasmo el programa de incitación a la compra de drogas, que permite a policías disfrazados de traficantes cazar a los compradores de crac

para forzarles a convertirse en chivatos. Nice D. dijo que Las Vegas se estaba deslizando hacia lo que llamó «un holocausto latente».

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El complejo carcelario-industrial o el infierno en los campos*

La carretera que viene de Mecca sigue la vía férrea de la Southern Pacific y atraviesa Bombay Beach en dirección a Niland; después tuerce hacia el sur para hundirse en un dédalo de marismas y de cultivos de regadío. El negro futuro de California se perfila de repente, sin avisar, a medio camino entre los raquíticos restos de la última cosecha de algodón y el campo de tiro del ejército del aire en los montes Chocolate. Vistas de lejos, las construcciones gris pizarra recuerdan a las de un almacén o tal vez una fábrica. Un discreto cartel anuncia: Prisión del Estado de Calipatria.

California posee el tercer sistema penitenciario más grande del mundo, detrás de China y de Estados Unidos considerado en su conjunto, con 125.842 presos, según las últimas cifras oficiales. En el curso de los últimos diez años, el estado californiano construyó Calipatria, situada a más de 300 km al sudeste de Los Angeles-, así como quince prisiones más —por un total de diez mil millones de dólares (intereses incluidos). Este programa de construcción creó un verdadero «complejo carcelario-industrial» que mantiene una creciente rivalidad con el agroalimentario por convertirse en la primera fuerza de la California rural, y a la vez compite con los promotores inmobiliarios por ganarse el favor de los legisladores de Sacramento. 8 Este complejo se ha convertido en un monstruo que amenaza

Artículo publicado en The Nation el 20 de febrero de 1995.

con aplastar y devorar a sus propios creadores. Su crecimiento incontrolable debería conmover la conciencia nacional, a partir de ahora familiarizada con la idea de que pueda existir una clase presidiaria permanente.

La versión californiana, promulgada el año pasado, de la legislación federal de los «tres golpes»9 —variante todavía más draconiana que la de Clinton— corre el riesgo de engordar un sistema penitenciario, ya grotescamente superpoblado y hiperviolento, con 300.000 nuevos detenidos. Para mantener los grilletes, aunque sean rudimentarios, de esa inmensa población, el estado tendrá que sacrificar su presupuesto para enseñanza superior a fin de construir decenas de nuevas cárceles. Además, se ejercerá una presión política irresistible sobre el estado para que reduzca el coste de ese -almacenamiento de seres humanos utilizando toda una panoplia de innovaciones técnicas y comerciales. En este sentido, Calipatria, que empezó a funcionar en 1992, ofrece un ejemplo particularmente elocuente de la manera como la Administración penitenciaria i0 se esfuerza por resolver las contradicciones nacidas del clamoroso éxito de su proyecto.

La cerca de la muerte

Calipatria es una cárcel de alta seguridad. de «nivel 4» para hombres que aloja actualmente al 10% (1.200) de los detenidos condenados por asesinato en California. Sin embargo, el puesto de guardia de la entrada principal está vacío, igual que diez de los dope que la rode- an. En palabras de Daniel Paramo, Gl enérgico «director de recursos comunitarios» de la cárcel: «El guardián no confía en el factor error humano de los puestos de observación; prefiere ponerse en manos de la compañía eléctrica».

Paramo se mantiene de pie delante de una inquietante cerca electrificada de cuatro metros de altura, metida entre dos cercas metálicas normales. Cada uno de los quince cables que forman la cerca principal vibra bajo el efecto de la corriente que lo recorre, -de 5.000 voltios, 500 amperios —alrededor de diez veces la dosis mortal generalmente admitida—, suministrada por la presa de Parker. Las instalaciones de la cerca garantizan una muerte instantánea. Un guardián admirado deja caer en un aparte: «Sí, una auténtica parrilla... »

La ley que autoriza la cerca «a prueba de evasiones» fue votada por los diputados electos del estado casi sin un murmullo. Los políticos, tan preocupados por los costes, no pusieron demasiadas objeciones ante una factura de electricidad que permitía ahorrar dos millones de dólares en salarios (treinta tiradores de élite en

tres turnos de ocho horas en los puestos de observación). Y cuando uno de los guardianes bajó tranquilamente el interruptor en octubre de 1993, la satisfacción fue general: el sistema penal, al fin dotado de medios tecnológicos, encaraba el futuro. «Pero», añadió entristecido Paramo, «olvidamos . el factor. SPA (Sociedad Protectora de Animales) en nuestro cálculos».

La cárcel está situada al este del mar de Salton —un gran espacio de hibernación para las aves acuáticas. Pero muy pronto pudo comprobarse que el dulce ronroneo de la cerca de alta tensión era una llamada erótica para las aves de paso. Los aficionados locales a la ornitología constataron .pronto la magnitud de las pérdidas (una gaviota, dos búhos, un pinzón, un papamoscas...) y alertaron a la sociedad protectora de animales. A partir de enero del año pasado, la «cerca de la muerte» se convirtió en un escándalo ecológico de escala internacional. Cuando la Administración penitenciaria supo que un equipo de la CNN había sido visto en los alrededores de la cárcel, tiró la toalla y contrató a un ornitólogo para revisar la concepción de la cerca.

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El resultado fue la puesta a punto de la única cerca de la muerte del mundo completamente ecológica, sin ningún riesgo para los pájaros. Paramo tiene algunas dificultades para mantener la seriedad cuando enumera las innovaciones que se hicieron en ella por el módico precio de 150.000 dólares: «alarma para los roedores demasiado curiosos, deflectores que impiden a las aves posarse y pasajes minúsculos para los búhos excavadores». Calipatria construyó también un acogedor estanque para las ocas y los patos en celo.

Aunque la Administración está desde entonces en paz con los amigos de los pajarillos, el asunto incitó a la potente CCPDA (la asociación de los, guardias de prisiones de California) a cuestionar la facilidad con la que la dirección emprendió la «automatización» de los puestos de tiradores de élite.' Para dirigir con éxito su proyecto de electrificación de todas las prisiones de media y alta seguridad del estado (por lo menos veinte recintos) en los próximos años, James Gomez, el director de la Administración penitenciaria de California, tendrá que llegar a un acuerdo para. mantener más puestos de trabajo para los «enchufados» de las torres de vigilancia.

No es necesario precisar que los 3.844 detenidos de Calipatria no derramaron ni una lágrima ni por los búhos ni por los tiradores de élite. Su energía está completamente absorbida por la lucha cotidiana que deben mantener para sobrevivir. Como el resto de las prisiones del estado, Calipatria funciona casi al doble de su capacidad. En las pequeñas cárceles locales y en las instalaciones de seguridad media, los auditorios y las salas de día han sido transformadas para instalar filas estrechas de sórdidos somieres. En las instituciones «de gama alta» como Calipatria han metido a otro detenido en cada celda, en habitaciones eäguas de dos metros por tres.

Este «doblaje» de las celdas, que empezó hace una década, provocó una nueva ola de violencia y de suici-

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dios entre los detenidos. Los defensores de las libertades civiles denunciaron este «castigo cruel y anormal»; pero un tribunal federal consideró la medida constitucional. Desde entonces, los detenidos tienen que hacerse a la idea de ver pasar décadas, incluso toda su vida (el 34% de los detenidos de Calipatria están condenados a cadena perpetua), encerrados con alguien en unas condiciones de promiscuidad a menudo insoportables. La tensión psicológica se agrava todavía por la insuficiencia dramática de trabajo para los presos, que condena a cerca de la mitad de la población carcelaria a purgar su pena en el aburrimiento de una celda mirando la televisión sin parar. Según afirmaron los psicólogos llamados a testificar ante los tribunales, las ratas que son sometidas a condiciones análogas se vuelven agresivas y se devoran entre ellas.

 la guerra     

La supresión radical de cualquier intimidad es uno de los objetivos explícitos en esas cárceles llamadas de nueva generación como Calipatria. Cada una de las veinte unidades de detención está diseñada en forma de herradura de dos niveles encarada hacia un puesto de guardia. Este «plan 270» (así llamado por el campo de visión de que disponen los guardias), una nueva variante del famoso «panóptico» puesto a punto por Jeremy Bentham en el siglo XIX, está concebido para garantizar una vigilancia continua de todos los movimientos de los detenidos. Los textos oficiales elogian este sistema de «encarcelamiento más seguro y más

humano» y anuncian el fin del «síndrome miedo-odio» ligado a las cárceles que toleran zonas de interacción no vigilada entre detenidos.

Aunque eso fuera cierto, ocurre que el sistema de panóptico ha sido modificado por razones económicas y su eficacia se resiente de la falta crónica de perso-

nal. A pesar de que los wáteres abiertos llaman la atención en medio del patio de paseo como símbolos de la omnipresencia de la institución, existen aún numerosos ángulos muertos —debajo de las escaleras o en la zona de las cocinas— donde los presos pueden llevar a cabo sus represalias con el personal o con sus compañeros. Por otra parte, advierte Paramo en el momento en que los visitantes firman la lúgubre descarga de responsabilidad por la que aceptan la política del estado de. California de rechazar cualquier negociación en caso de una toma de rehenes: «es la gue-

En veinticinco años, las cárceles californianas han institucionalizado la violencia episódica entre las diferentes bandas armadas que se enfrentan allí como verdaderas guerrillas. Actualmente, las bandas son más numerosas —con las facciones ascendentes de asiáticos e inmigrantes centroamericanos—, pero la carnicería proviene de la implacable lucha por el poder entre los negros y la mafia mexicana del este de Los Angeles, conocida con las siglas EME.

Esta situación refleja parcialmente la transformación de la composición étnica de las cárceles californianas. En el año 1988, el 35% de los recién llegados eran negros y el 30% latinos; cinco años después la proporción era de 41% de latinos y 25% de negros. De ahí que la población penitenciaria del estado en su conjunto presente una ligera mayoría de latinos (a pesar de que los negros continúan siendo los más numerosos en Calipatria). El EME habría aprovechado esa nueva distribución para minar el monopolio negro de la venta de crack tanto dentro como fuera de las cárceles. El responsable de obtener información sobre las bandas de Calipatria afirma que la muerte reciente de Joe Morgan, fundador legendario del EME y durante un tiempo jefe de la cárcel, habría dejado vía libre a jefes más jóvenes y más brutales.

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En Calipatria, el último enfrentamiento entre negros y latinos, que tuvo lugar en julio, se saldó con trece heridos de arma blanca. En palabras de uno de los guardianes que asistió a la pelea —que aparentemente empezó en la cocina central antes de extenderse a las galerías— «el EME desbordó a los Crips». Como consecuencia, la cárcel fue cerrada durante cuatro meses y las salas de día, consideradas demasiado peligrosas a causa de las meŽclas de población, fueron suprimidas. Paramo expone en su despacho algunas de las armas confiscadas: entre ellas hay un objeto que se parece a una daga de obsidiana pero que en realidad es una lámina fabricada con bolsas negras de basura fundidas.

Para hacer frente a estallidos de violencia de este tipo, las cárceles de alta seguridad californianas adoptaron medidas extremas. Cada carcelero tiene desde entonces su propio «SERT» —especie de equipo de GEOs interno, capaz de dominar los motines con una potencia de fuego terrible. Estas unidades paramilitares han recibido innumerables elogios, puesto que son consideradas responsables de impedir las matanzas entre detenidos como la terrible carnicería que tuvo lugar en la penitenciaría del estado de Nuevo México en 1980. De esa forma, California tolera niveles extraordinarios de violencia oficial. En el curso de los últimos diez años, los guardianes de gatillo fácil han matado a treinta y seis detenidos (uno de ellos en Calipatria) —es decir, tres veces más que en las penitenciarías federales más los seis siguientes estados con más población reclusa juntos.

Cuando la fuerza sola no es suficiente para disuadir a las bandas de las cárceles, la Administración penitenciaria dispone de otro recurso: un gulag donde reinan condiciones extremas, conocido con el nombre de Prisión del Estado de Pelican Bay. A pesar de que su famosa Unidad Penitenciaria de Seguridad (SHU) —bloque de aislamiento total descrito por el historiador de

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prisiones Eric Cummins como un «lugar de pura destrucción psicológica»— fue recientemente criticada por un juez federal, continúa siendo un modelo apreciado por el resto de estados así como por el- «Alcatraz de alta tecnología» que la Administración penitenciaria federal ha construido en Florence, Colorado. «Las SHU son un mal necesario», explica Daniel Paramo. «Por primera vez conseguimos realmente aislar a los líderes y a los agitadores del resto de la población penitenciaria». Sin embargo, admite, meter a los padrinos en el congelador sólo tiene un efecto negligible en el crecimiento de las bandas dentro de las cárceles. En efecto, apunta un vigilante: «Apartar a los viejos jefes sóló permite que los jóvenes más feroces y violentos —que carecen del sentido común de la cultura penitenciaria tradicional— asuman la dirección de las cosas». Y predice siempre más violencia. «Nunca nos libraremos de las bandas en las cárceles. Forman parte del sistema y, nos guste o no, proliferan con él».

Las moscas blancas

Margaret Hatfield no se preocupa demasiado por la violencia en la cárcel ni por los miles de delincuentes que viven en la salida del pueblo. La «cerca de la muerte» la tranquiliza. Por lo demás, como empleada municipal del pequeño pueblo de Calipatria (3.356 habitantes), tiene asuntos más graves de que preocuparse, como la invasión de las moscas blancas.

Como una plaga del Antiguo Testamento, las moscas blancas amenazan los mismos cimientos del orden social latifundiario del Imperial Valley. A finales de verano, espesas nubes de insectos minúsculos pueden verse a veces desde los aviones que aterrizan en Los Angeles. Esos bichos son omnívoros y atacan todos los cultivos de la región. Por culpa de las moscas, en 1993 no se pudieron plantar melones, uno de los principales

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recursos de la economía local, Los agricultores pierden así cien millones de dólares al año y el valle está al bor-

de de la ruina. Resultado: despidos que han hecho aumentar la tasa de desempleo hasta cerca del 40%.

La señora Hatfield y los demás responsables locales sólo pueden, pues, «dar gracias a Dios por la existencia de la Administración penitenciaria de California». Además de los 1.100 empleos creados en Calipatria en 1993, ésta abrió otro centro de detención de 4.000 plazas en la ciudad de Seeley, convirtiendo así las cárceles en la principal fuente de empleo de Imperial County (con la consecuencia de que ahora uno de cada doce habitantes del condado es un preso). La Administración penitenciaria habla incluso de construir una tercera cárcel, tal vez para mujeres, en las mil hectáreas de tierra que posee en Calipatria.

Calipatria es un fiel miembro de la Asociación de Ciudades de California Asociadas a Cárceles, y la señora Hatfield está orgullosa del pequeño renacimiento que la prisión ha aportado al municipio. Señala con un gesto la nueva tienda de comestibles y la de vídeos en la calle mayor, pues, si no fuera por ellas, parecería un decorado abandonado de la película La última estación. Y se pregunta en voz alta si el pueblo habría podido pagar la iluminación del estadio sin el maná fiscal sustraído de la masa salarial sustanciosa de la prisión. No obstante, admite, «hemos tenido algunos problemas».

A pesar de que la Administración penitenciaria se comprometió a reclutar localmente el 40% -de su personal, la mayor parte de los trabajos bien pagados de guardián y de jefe fueron otorgados a asalariados llegados de fuera. A medida que esas personas se instalaron en la región (58 casas nuevas construidas desde 1993), el precio del suelo aumentó cerca de dos tercios. Ello favoreció a los propietarios de fincas en detrimento de los autóctonos más jóvenes y más pobres que

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no trabajan en la cárcel. Por otra parte, por causa del crecimiento rápido de la población, las escuelas están superpobladas. Y puesto que las cárceles están exentas de impuestos locales, los recursos fiscales del municipio son insuficientes para financiar el desarro110 de los servicios.

Sin embargo, lo que molesta a la señora Halfield son las familias de los presos —originarias en su mayor parte de los guetos de Los Ángeles, a cinco horas de carretera de aquí— que caen sobre Calipatria los fines de semana. Al contrario que los maridos y los padres encarcelados, que sólo son abstracciones para los habitantes del terruño, las familias son la encarnación tangible del desorden urbano. Su conducta, ya sea dormir en el coche o fumar hierba en público, alimenta el rumor local de nuevas calamidades. En palabras de la señora Hatfield: «minan nuestra imagen de seguridad».

Es difícil saber hasta qué punto la señora Hatfield es el fiel reflejo del sentimiento general. Aunque Calipatria esté poblado en un 75% por mexicanos, de resonancias hispánicas el ayuntamiento sólo tiene el nombre. El condado de Imperial, donde cinco administradores anglosajones gestionan una población de aplastante mayoría mexicana, es llamado desde hace mucho tiempo «el Mississipi de California» por su política de excluSión y sus medidas represivas en las empresas. Un desequilibrio electoral análogo aparece en los demás pueblos agrícolas en crisis de. los valles a lo largo del río Colorado y de la California central, que han acogido también en el curso de los últimos diez años instalaciones penitenciarias de media alta seguridad: Avenal, Blythe, Corcoran, Delano y Wasco.

El boom de las cárceles tiene un efecto complejo, y tal vez imprevisible, sobre la sociedad agrícola. dividida en castas. Por un lado, las élites anglosajonas locales están implicadas en el sistema de prebendas controlado por la Administración penitenciaria. Hay pruebas,

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por ejemplo, -de acuerdos concernientes a compras de terrenos o a trabajos de construcción cerrados a golpe de talonario. Por otro lado, la creación de empleo en las cárceles provoca el surgimiento de una nueva «burguesía» latina en las ciudades de los valles. A fin de cuentas, para muchos esas fortalezas grises son las primeras grandes fuentes de empleo sindicado que se hayan visto jamás en la California rural.

La política del superencarcelamiento

El personal penitenciario de Calipatria habla con admiración contenida de Don Novey, el antiguo guardián de Folsom que, como presidente de la CCPOA, convirtió esta asociación de guardianes en el sindicato más poderoso del estado. Bajo su batuta, la CCPOA, antes un pequeño sindicato corporativista reivindicativo, se convirtió en uno de los principales actores de la reestructuración del Derecho Penal y, al mismo tiempo, de la evolución futura del sistema penal californiano. El éxito de Novey se basó en parte en su disposición a pagar a buen precio sus alianzas políticas. En 1990, por ejemplo, Novey gastó casi un millón de dólares para la campaña electoral de Pete Wilson al cargo de gobernador. La CCPOA controla desde entonces el segundo lobby oficial más generoso de Sacramento.

Novey utilizó también el peso de su sindicato para sostener el «movimiento a favor de los derechos de las víctimas». Crime Victims United es un lobby anexo, que recibe el 95% de sus subsidios de la CCPOA. Gracias a organizaciones tan visibles y a su asociación con los grupos de presión favorables a medidas de refuerzo del orden, Novey consiguió instaurar en Sacramento un estado de histeria permanente en cuanto a la seguridad. diputados de los dos partidos se pelean -por ver quién inscribe en su activo medidas uant  más innovadoras y duras, sin

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preocuparse de sus efectos sobre la superpoblación de las prisiones.

Esta cínica y agresiva rivalidad para prometer más que el otro ha tenido consecuencias alarmantes. Joan Petersilia, investigadora de la Rand Corporation, ha inventariado más de mil leyes nuevas que agravan las penas de sanción de crímenes y delitos aprobadas entre 1984 y 1992. En conjunto, constituyen una política judicial totalmente incoherente, pero estimulan muy eficazmente ese «keynesianismo» carcelario que, desde 1980, ha hecho triplicar al mismo tiempo el número de afiliados a la CCPOA y el sueldo medio del personal penitenciario. Desde el boom carcelario, que empezó con el fin del mandato de gobernador de Jerry Brown en 1982, numerosas voces se han elevado para intentar que la asamblea del estado dé marcha atrás en su gulaguismo despiadado. Se ha producido un estudio tras otro demostrando que la superencarcelación tiene muy poco efecto sobre la criminalidad global (que tampoco ha aumentado de manera significativa), y que la mayoria de los nuevos detenidos son o personas acusadas de delitos sin violencia relacionados con los estupefacientes (comprendidas las personas en libertad condicional cuyos análisis de orina obligatorios han dado positivo) o enfermos mentales (que representan la terrible cifra de 28.000 detenidos, según una estimación oficial). Estas criticas, en fin, repiten incansablemente que, cuando llegue el día de hacer cuentas, el estado se verá obligado a vender a saldo los establecimientos de enseñanza superior, literalmente ladrillo a ladrillo, para poder continuar construyendo cárceles.

Pero ese día ya ha llegado. Al tiempo que las grandes escuelas y universidades de California suprimían 8.000 empleos entre 1984 y 1994, la Administración penitenciaria reclutaba 26.000 empleados para vigilar a los 112.000 nuevos detenidos. Pero en lugar de frenar ese proceso, los legisladores se han lanzado a una

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huida hacia adelante. La ley de la primavera pasada, que instituía la regla de los «tres golpes», dobla las penas por reincidencia e impone penas de entre veinticinco años y cadena perpetua para los «perdedores de la tercera falta». A fin de convertir la ley en constitucionalmente inatacable (a menos que se reuniera la imposible mayoría de dos tercios), fue sometida a referéndum en noviembre bajo la denominación de Proposición 184. Los partidarios de la medida —dirigidos por la CCPOA y por Michel Huffington— gastaron 48 veces más que sus adversarios (principalmente la Asociación de Enseñantes de California) en la campaña electoral (1,2 millones de dólares contra 25.000). Puesto que la mayor parte de los candidatos demócratas, como Katlheen Brown y Diane Feinstein, apoyaron la proposición o guardaron silencio, los electores no tuvieron demasiadas ocasiones de oír argumentos hostiles ni de evaluar las consecuencias históricas de la ley. La proposición pasó sin dificultad.

Para valorar adecuadamente la complicidad de los demócratas en ese resultado, basta con observar que antes de las elecciones rechazaron llamar la atención del público sobre las alarmantes conclusiones oficiales referentes a los efectos de la Proposición 184 sobre la superpoblación de las cárceles, que habían sido publicadas en marzo pasado por la Dirección de Planificación y Construcción de la Administración Penitenciaria. Según estas conclusiones, para albergar simplemente a la población penitenciaria prevista para 1999 con la tasa de ocupación ya intolerable del 185%, el estado tendría que construir veintitrés cárceles nuevas (además de las doce ya autorizadas). «Ello exigirá la construcción de más de 4,5 cárceles por año en el curso de los cinco próximos ejercicios», escribían los planificadores, que estimaban que en diez años la población penitenciaria aumentaría un 262% hasta alcanzar los 341.420 reclusos (contra los 22.500 de 1980).

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Comentando esas previsiones, un portavoz del gobernador Wilson se contentó con levantar los hombros y declarar: «Si es necesario cubrir esos gastos suplementaños, creo que deberemos reducir otros servicios. Habrá que modificar nuestras prioridades». La cuestión de cuáles son esas prioridades quedó aclarada en octubre, cuando los investigadores de la RAND publicaron un análisis financiero exhaustivo que llevaba a la conclusión siguiente: «Para asegurar la aplicación de la ley, la totalidad de los gastos destinados a la enseñanza superior y a otros servicios oficiales deberá disminuir un 40% durante los pró>ãmos ocho años [...] Si la regla de los tres golpes se mantiene hasta el 2002, el gobierno del estado gastará :más dinero en mantener a la gente en la cárcel que en mandarla a la universidad».

Es instructivo, en este sentido, recordar que la Administración penitenciara de California, con sus veintinueve vastos «campus», cuesta ya más que el sistema universitario californiano, y que los jóvenes negros de Los Ángeles o de Oackland tienen dos veces más posibilidades de acabar en la cárcel que en la universidad. Además, la Proposición 184 promete un aumento radical de las disparidades raciales. En 'los seis meses que siguieron a su entrada en vigor, los afroamericanos (10% de la población) representaban el 57% de las diligencias iniciadas en virtud de esa ley en el condado de Los Ángeles. Según algunos abogados, ello representa 17 veces más inculpaciones que para los blancos, a pesar de que otros estudios demostraron que el 60% del conjunto de violaciones, ataques a,mano armada y agresiones cometidas en el estado fueron llevadas a cabo por hombres de raza blanca.

Para el senador californiano Tom Hayden, que se opuso vigorosamente a la Proposición 184, California está cayendo en un «cenagal moral» que recuerda a Vietnam: «La política estatal se 'ha dejado atar de pies y manos por el lobby de la seguridad. Los electores no

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tienen realmente una idea clara de lo que les espera. No se les ha dicho la verdad sobre el intercambio que han aceptado —universidades contra prisiones— ni sobre la catástrofe económica que inevitablemente implicará. Deshumanizamos a los delincuentes y a los pobres exactamente de la misma manera que lo haciamos con los llamados "gooks"žl en Vietnam. Los precipitamos al infierno simplemente para seguir alimentando sus llamasß.

Mientras tanto en Calipatria la Administración empieza ya a saltarse todas las alarmas. Daniel Paramo reconoce contento que, ante la expansión de la población penitenciaria causada por la Proposición 184, la Administración penitenciaria proyecta meter a un tercer preso en cada una de sus celdas para ratas fustigadas. «Meteremos a tantos detenidos como nos ordene el estado. Y si los tribunales acaban por imponer un límite, me imagino que se construirán algunas cárceles más, eso será todo».

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NOTAS

I. Se refiere al levantamiento provocado por la absolución de un grupo de policías blancos que habían dado una paliza brutal' a Rodney King, que casualmente había podido ser filmada por un videoaficionado.

2.   En castellano en el original.

3.   Se trata de una famosa marca de armas.

4.   Director de La noche de los muertos vivientes.

5.   Incluso el cine más convencional y menos crítico nos ha mostrado ya satélites espiando hasta nuestro más mínimo movimiento. Otro aspecto de esa escalada de espionaje es el sistema Echelon: el control de cualquier comunicación personal mediante ordenadores que detectan y registran las conversaciones de cualquier tipo en las que se usan determinadas palabras y la frecuencia de uso de éstas.

6.   En la región de Bhopal, en la India, hubo un escape de gas de las instalaciones de la compañía estadounidense Union Carbide que provo- có cerca de 3.000 muertos y dejó a más de 200.000 pesonas gravemente intoxicadas.

7.   Ver nota I.

8.   Capital administrativa de California.

9.   Three strikes and you're out (tres gòlpes y estás eliminado): expresión sacada del béisbol y que refleja la idea de que la ley —como en el béisbol— te da tres oportunidades y, en consecuencia, una tercera condena, independientemente de la gravedad del delito, supone la expulsión de la sociedad, es decir, la aplicación directa de cadena perpetua.

IO. Department of Corrections.

I l. Calificativo despreciativo aplicado a los soldados asiáticos, ya sean japoneses, coreanos o vietnamitas.

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Anexo

Hasta 1995, había en la cárcel l . 115.000 personas (ver gráfico l). Las penas contra los delincuentes son cada vez más duras: proliferan las condenas sin remiSión de pena (truth in sentencing).

Gráfico 1

Población carcelaria en los Estados Unidos (en millones de detenidos)

2000

        o 1975 1980 1985 1990 1995

1996-2000: proyecciones:

— suponiendo que el proyecto "truth in sentencing" haya sido adoptado por todos los estados; en caso contrario.

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Fuentes: Statistical Abstract of the US - 1995, GPO, 1996; Bureau of Justice Statistics.

Una estadística de paro debería tener en cuenta a esos jóvenes sin empleo cuya salida es la cárcel. En Estados Unidos, la tasa de encarcelación es más del doble de la de Singapur (ver gráfico 2). Un éxito del modelo neoliberal. Además, las cárceles se convierten en un lugar de organización del trabajo a muy bajo precio (ver The Nation, 29 de enero de 1996, «Bussines finds the cheapest labor of all: Making prison pay»)

Gráfico 2

Número de encarcelamientos por 100.000 habitantes

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